Dayrí Blanco (El Carabobeño)
El bolso de Luis Aguilar se sigue llenando de polvo. Ahí está, guindado en un viejo clavo en la pared frente a su cama. Lo ve a diario y recuerda su quinto grado, sus compañeros, las clases, los profesores. Todo pasa por su mente. También piensa en las actividades que se habían planificado para recoger fondos para su graduación de la etapa básica y de las que ya no será parte. Sus padres no pudieron inscribirlo en el colegio en el que estuvo desde preescolar. No tenían el dinero necesario. Y el sistema público no cuenta con la capacidad para excluirlo de una crisis que ha desencadenado la deserción estudiantil por razones económicas.
El bolso de Luis Aguilar se sigue llenando de polvo. Ahí está, guindado en un viejo clavo en la pared frente a su cama. Lo ve a diario y recuerda su quinto grado, sus compañeros, las clases, los profesores. Todo pasa por su mente. También piensa en las actividades que se habían planificado para recoger fondos para su graduación de la etapa básica y de las que ya no será parte. Sus padres no pudieron inscribirlo en el colegio en el que estuvo desde preescolar. No tenían el dinero necesario. Y el sistema público no cuenta con la capacidad para excluirlo de una crisis que ha desencadenado la deserción estudiantil por razones económicas.
El niño de 11 años apenas es un caso de los 50 mil que se calcula que estarán fuera de las aulas durante el periodo 2016-2017 en Carabobo, de acuerdo a las proyecciones de la Federación Venezolana de Maestros (FVM). Todos han sido formados en instituciones privadas. Es una cifra que representa 33,78% de los 148 mil 89 estudiantes que culminaron actividades en julio en planteles de este tipo en el estado, de los que solo nueve mil 235 tuvieron suerte al conseguir un pupitre para ellos dentro de algún salón de una escuela pública.
Se trata de una deserción como ninguna otra. “Son casos inéditos”, advirtió Nicolás Orellano, director de un plantel privado en Valencia. En 35 años es primera vez que los representantes de ese colegio retiran a sus hijos para inscribirlos en uno que dependa del ministerio o la gobernación. De 840 alumnos con los que cerró el año escolar 2015-2016, inició actividades el 26 de septiembre con 680 estudiantes, 19,05% menos.
Venezuela históricamente ha tenido cifras altas de deserción. Pero las razones eran otras: estructurales, sociales, comunitarios, familiares e individuales. La mayoría de quienes no culminaban el curso para el que se inscribían lo hacían para ayudar en el hogar económicamente. Según la memoria y cuenta del Ministerio de Educación del año escolar 2014-2015, los números en Carabobo registraron una deserción de 0,6% en primaria y 9,3% en la etapa media, muy por debajo del 20% que la FVM estimó al finalizar la temporada 2015-2016 y de los que se proyectan para la que está curso. Datos de la Zona Educativa (ZEC) indican que la baja en el último año fue de 4%.
Esos números dejan en evidencia que uno de los objetivos principales presentados en el documento de informe anual del ministerio no se cumplió. Para 2016 se proyectaba extender la cobertura de la matrícula escolar a toda la población, con énfasis en las poblaciones excluidas, para lograr incrementarla en la etapa de maternal de un 13% a 40%; universalizar la matrícula al 100% de cobertura en preescolar; aumentar en 100% las cifras en primaria y educación media; y subir en 40% la técnica.
No hay cupo
Maritza Tovar es la mamá de Luis Aguilar. A ella no le gusta hablar del tema. Le da “rabia, impotencia, tristeza”, dijo antes de cerrar los ojos y limpiarse con fuerza las lágrimas. Para que terminara el quinto grado hizo de todo.
[Tomado de http://www.el-carabobeno.com/desercion-escolar-ninos-y-padres-victimas-de-la-inflacion.]
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