Humberto Decarli
La experiencia militarista venezolana pasa por una etapa de consolidación. Ha perdido el apoyo popular de otrora mas tiene el control de todos los poderes públicos, excepto el legislativo nacional que ha anulado, y una participación determinante del sector castrense en las responsabilidades del alto gobierno. Adicionalmente posee el apoyo internacional decisivo para constreñir a la alicaída oposición a aceptar sus posturas.
La experiencia militarista venezolana pasa por una etapa de consolidación. Ha perdido el apoyo popular de otrora mas tiene el control de todos los poderes públicos, excepto el legislativo nacional que ha anulado, y una participación determinante del sector castrense en las responsabilidades del alto gobierno. Adicionalmente posee el apoyo internacional decisivo para constreñir a la alicaída oposición a aceptar sus posturas.
EL IRRISORIO VALOR DE LA VOLUNTAD POPULAR
Si hay algo indubitable en la dinámica política en los últimos tiempos en Venezuela es el desprecio hacia la opinión de las personas. La gente podrá tener una idea sobre determinado aspecto pero no es tomada en cuenta para nada por quienes gobiernan así como tampoco por los partidos políticos opositores. Es un cero a la izquierda dentro de un modelo político donde los factores de poder son quienes toman las decisiones y los seres humanos solo son consultados de manera plebiscitaria para corroborar lo previamente acordado.
El PNUD hace pocos años hizo un estudio acerca del grado de democratización de los países latinoamericanos y la resultante fue que eventualmente se producían hechos comiciales pero hasta allí llegaba el alcance del esquema. El desempeño de los gestores de la cosa pública era precario porque su praxis era esencialmente antidemocrática.
Durante la etapa puntofijista no había mecanismos de veto popular porque el acuerdo de gobernabilidad eludía esa posibilidad basado en su diseño, altamente cupular. La pentarquía dominante decidía cualquier asunto sometido a su consideración y no concebían la probabilidad de someterse a control general. Costó mucho el establecimiento del referéndum consultivo y más el revocatorio.
Contemporáneamente se ha profundizado esa exclusión cuando se impide un referéndum a toda costa porque es más relevante un pacto entre los actores políticos que someter el tema a la escogencia de la base. Es una postura esencialmente vertical dadas las características de quienes detentan el poder.
LA NEO DICTADURA
La experiencia de la guerra fría dejó encapsuladas las opiniones ancladas en los límites de la confrontación. El paradigma de regímenes militares suponía una asonada, una junta constituida por oficiales de las fuerzas armadas sin ningún tipo de libertad, ninguna votación y una persecución permanente a la disidencia. Si un gobierno cumplía con eventos electorales estaba calificado de democrático aunque su ejercicio fuera autocrático. Su estimación se fundaba en ejecutar esa modalidad de administrar y así quedaba estigmatizado. Es la óptica tradicional y conservadora.
No obstante, superada la guerra fría se ha instaurado cartabones políticos con apariencia democrática pero con una sustancia eminentemente despótica. Había legitimidad de origen porque nacía de un acto electoral pero con un ejercicio cotidiano autoritario. Lo anterior nada decía en abono a una concepción horizontal porque nadie tiene ninguna duda que Adolfo Hitler poseía el apoyo multitudinario del pueblo alemán pero no estaba sujeto a hesitación alguna que su desempeño era atrozmente dictatorial.
Luego de la caída del Muro de Berlín, occidente se orientó a apoyar a los gobiernos electos popularmente en detrimento de los militares. Sin embargo, muchos de ellos fueron gestores rígidos con el resultado de experiencias fuertes sin ápice de democracia. Múltiples ejemplos así lo confirman, la Rusia heredera de la Unión Soviética, Kazajstán en el Asia Central, Belarus en Europa, Nicaragua y Venezuela en América Latina, Singapur, Pakistán y Vietnam en Asia; y Suráfrica, Egipto, Argelia y Nigeria en el continente donde nació el ser humano.
EVOLUCIÒN VENEZOLANA
La influencia de los uniformados en Venezuela ha sido persistente en el siglo veinte y en el actual. Las gestiones de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez, fueron expresión directa de la tutela militar sobre el país. En el paso efímero de Rómulo Gallegos en 1948 y en los cuarenta años del puntofijismo si bien no gobernaron directamente los oficiales tuvieron un lugar privilegiado en la sociedad venezolana.
Con el advenimiento de Hugo Chávez a la presidencia del país se inicia una trayectoria totalmente militarista en la historia contemporánea. Nunca antes los administradores de la violencia del Estado tuvieron tanta preeminencia en el manejo de la cosa pública y convirtieron, con la asesoría cubana, a la nación en un formidable aparato policial.
LA POLARIZACIÒN
La dialéctica política nacional ha descansado desde 1973 en dos opciones de una misma alternativa. Con la llegada a la presidencia de Carlos Andrés Pérez en su primera ocasión se estructuró un péndulo entre AD y Copei estrangulador del espectro partidista. Así continuó hasta el triunfo de Rafael Caldera en su segunda oportunidad cuando se formaron cuatro bloques más o menos equilibrados.
Luego del triunfo de Chávez en el año 1998 se volvió al mecanismo binario: por un lado el chavismo con su organización principal el M.V.R. devenido ulteriormente en el PSUV, y por el otro, el resto de los partidos populistas del pasado.
La dominación del proyecto chavista pasó por el carisma del líder y la bonanza fiscal de mediados de la primera década del actual siglo. Fallecido el líder y finalizado el ingreso desproporcionado de petrodólares, el régimen hizo aguas porque estaba elaborado bajo dos circunstancias ajenas a su concepción y sin sustentabilidad.
EL DESCENSO POPULAR DEL CHAVISMO
El inmenso apoyo de la gente hacia el gobierno comenzó a erosionarse en la medida de la ausencia de liderazgo por parte del heredero Maduro y además, por la abrupta caída del precio del barril. Ambos factores se conjugaron para no poder incrementar el gasto público y mantener cautiva la clientela. Sin posibilidad de mantener el funcionamiento de los programas asistencialistas llamados misiones comenzó el calvario para el oficialismo.
Este alejamiento se manifestó, en primer término, en la pobre votación lograda por Nicolás Maduro luego del fallecimiento de Chávez. Posteriormente se evidenció en términos contundentes con la elección de la Asamblea Nacional en diciembre de 2016, en la cual el chavismo fue vapuleado. La polarización se agudizó entre el Polo Patriótico y la M.U.D., con amplia ventaja para los opositores.
Siguiendo la anterior saga la oposición se envalentonó y pretendió solicitar el referéndum revocatorio. Demás está decir la ordalía implementada por el gobierno, el máximo tribunal, la Defensoría y el C.N.E., para impedirlo. Múltiples requerimientos formales lo materializaron. La Asamblea Nacional había sido convertida en un objeto decorativo por el control directo del T.S.J. a través de sentencias destinadas a inutilizarla.
Ante el peligro inminente de ser revocado el ejecutivo se movilizó al nivel internacional. Hicieron gestiones y el lobby hecho tangible por varios factores de poder generó la posibilidad de un diálogo donde todas las cartas estaban marcadas a favor de Maduro.
EL GIRO DE LA NEGOCIACIÒN
Abiertas las negociaciones la M.U.D. abandonó la calle, único recurso eficaz con el cual contaba. Los llamados a marchar a Miraflores y la apertura de un juicio político al presidente quedaron suspendidos en aras del futuro avenimiento.
El milagro fue alcanzado por los enviados del Vaticano y los Estados Unidos. Monseñor Celli y Thomas Shannon vinieron al país con la misión de extinguir y sofocar los ánimos y lo lograron al convencer a la M.U.D. de aceptar un acuerdo a todas luces parcializado hacia el gobierno.
El diario El Nacional en un editorial denominado “Al sur de Cuba y al este de Colombia”, describió acertadamente el resultado de la gestión extramuros. Las dos joyas de la política exterior para la región del presidente Obama, el restablecimiento de relaciones con Cuba y la paz en Colombia, no iban a ponerse en peligro por el asunto venezolano, no anotado en la agenda de los americanos. Se combinaron la participación del Vaticano, Cuba, Colombia y Estados Unidos, para conservar los intereses como Estados y así fue, sacrificando al pueblo ubicado en la parte septentrional de América del Sur.
Fue tan desdibujado el arreglo que el documento donde estaba vertido el inicio del diálogo fue redactado diáfanamente por el gobierno porque su lenguaje y redacción lo expresaron, como lo aseveró acertadamente Willy Mc Key en un trabajo publicado. El descaro llegó a señalar el término detenidos por presos políticos y dejar constancia de ayuda de la oposición contra la fementida guerra económica alegada por el oficialismo para justificar su fracaso como en Cuba, donde se culpa de todas sus frustraciones al bloqueo imperial. El referéndum y las designaciones ilegales de los magistrados del tribunal supremo hechas en diciembre de 2016, fueron omitidos.
La guinda de la torta fue que tres de las mesas de mediación estaban presididas por partidarios del gobierno venezolano, Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández. La cuarta por el enviado del Vaticano y dos de los negociadores de la M.U.D. eran cercanos a Maduro, Timoteo Zambrano y Henri Falcón.
Muchas han sido las justificaciones para esconder la abdicación de las movilizaciones. Desde la admisión de Capriles Radonski de haber cometido un error al postergar las concentraciones hasta Carlos Ocariz admitiendo haber aceptado la sintaxis impuesta en el documento del diálogo en especial la de los detenidos en vez de presos políticos.
Las expectativas de la gente quedaron insatisfechas pero se ha tomado conciencia de la burocratización delatada por la coalición de partidos opositores, quienes obviamente representan al ominoso pasado puntofijista y tienen una agenda rentista como la gubernamental. Carecen de ideas innovadoras para dar el giro de ciento ochenta grados necesitado por el país.
RESULTAS DE LA NEGOCIACIÒN
El gobierno necesitó sentarse en la mesa para intentar evadir el referéndum revocatorio y lo logró. El primer documento emanado de las partes ignora la consulta popular que no se efectuará en el presente año y dado el perfil de la dinámica dialoguista no se llevará a cabo en este período. No puede permitirse una derrota porque significaría, al menos en el plano formal, un peligro por los infinitos latrocinios, violaciones a los derechos humanos, promoción del delito, destrucción del aparato industrial y el sector agrícola, el desfalco monumental en PDVSA y el de las empresas de maletín, la erosión del sistema de salud con las consabidas muertes de enfermos por falta de medicamentos, una política económica orientada hacia la hiperinflación, la recesión, la devaluación del Bolívar, el rentismo en su forma más pedestre tanto en el ámbito energético como el minero, y paremos de contar.
Tampoco ha habido una libertad significativa de los presos políticos (apenas 5 a la fecha de la publicación de este artículo) y las elecciones del estado Amazonas no están exentas de una nueva impugnación por parte del oficialismo por intermedio de los tribunales que domina a placer. Tanto el juicio político al presidente Maduro como el írrito nombramiento de los magistrados del tribunal supremo por incumplir el procedimiento así como la falta de requisitos de magistrados designados ilegalmente sin ningún valor profesional para el ejercicio del cargo, fueron suspendidos sine die.
PROBABILIDADES
Partiendo de las anteriores premisas podemos concluir en varios escenarios. Primero, el acrecentamiento de la crisis económica y social con posibilidades de insurrecciones incluso provocadas por el gobierno. Podría desencadenar un nuevo genocidio como el del Caracazo y ser una justificación de la dictadura para incrementar la represión y el establecimiento permanente de un estado de sitio. A todo evento, también pudiese abrir, ante una masacre, la senda de negociaciones para mantener el estado de dominación.
Segundo, que la hecatombe desborde todo y se genere un movimiento capaz de transformar y refundar a la nación. Es poco probable por el estado de destrucción de los movimientos sociales y sindicales pero sería lo ideal.
Tercero, la peor de las hipótesis, la eternización de la dictadura. Debido al contexto actual y la trayectoria histórica autóctona, no es descartable que este régimen militarista pueda estabilizarse y quedarse por muchos años si no para siempre. El caso cubano, el de Myanmar y Corea del Norte, así lo confirman. Sobre Cuba se tejieron muchas especulaciones y el exilio de Miami pensaba en la caída de los Castro cada año y allí los tenemos.
El de la antigua Birmania también es elocuente. Los militares se adueñaron del país y la resistencia pacífica de San Suu kyi hasta ahora no ha podido derribarlos. Norcorea es patética porque se mantiene rígida la dinastía de los Kim a pesar de su aislamiento y condena formal internacional. Kim Il Sung aprovechó la invasión soviética a Hungría en 1956 para efectuar una purga de los pro moscovitas locales y desde entonces reina al norte del paralelo 37.
Por lo pronto, el oficialismo ha tomado oxígeno gracias a los acuerdos alcanzados los cuales le otorgan tiempo para las maniobras ideadas por La Habana. Esperemos que el desenlace se oriente hacia el establecimiento de un esquema democrático con perspectivas de despegue hacia estadios sociales superiores y se consolide un modelo productivo fundado en el trabajo y no en el extractivismo.
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