Eliana Gilet (revista Vice)
* Crónica periodística de cómo estuvo este año la manifestación que recuerda y denuncia la masacre que este mismo día, en 1968, ejecutó el Estado mexicano en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, con saldo de 400 víctimas cuyos asesinos aún siguen impunes. Dato significativo que ratifica esta reseña es cómo la conmemoración, luctuosa pero combativa, ha ido adquiriendo en años recientes un cariz nitidamente identificado por la presencia y activismo ácrata.
Hubo varias convocatorias para despistar a la policía. Moverse en grupos más pequeños que se reunieran en un momento para marchar. Un grupo de unas treinta siluetas vestidas de negro y la cara tapada hizo el recorrido de la marcha oficial. Al llegar al Zócalo, el Comité 68 ofrece su discurso desde un escenario montado para la ocasión. Están las huellas de anoche de Roger Waters y la estación de metro sigue cerrada. Decenas de granaderos esperan en las calles laterales y en las proximidades del metro Allende. También están en otros metros de la zona, donde se reunió gente.
* Crónica periodística de cómo estuvo este año la manifestación que recuerda y denuncia la masacre que este mismo día, en 1968, ejecutó el Estado mexicano en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, con saldo de 400 víctimas cuyos asesinos aún siguen impunes. Dato significativo que ratifica esta reseña es cómo la conmemoración, luctuosa pero combativa, ha ido adquiriendo en años recientes un cariz nitidamente identificado por la presencia y activismo ácrata.
Hubo varias convocatorias para despistar a la policía. Moverse en grupos más pequeños que se reunieran en un momento para marchar. Un grupo de unas treinta siluetas vestidas de negro y la cara tapada hizo el recorrido de la marcha oficial. Al llegar al Zócalo, el Comité 68 ofrece su discurso desde un escenario montado para la ocasión. Están las huellas de anoche de Roger Waters y la estación de metro sigue cerrada. Decenas de granaderos esperan en las calles laterales y en las proximidades del metro Allende. También están en otros metros de la zona, donde se reunió gente.
En la explanada de piedra el sol azota con fuerza contra los normalistas parados en fila, algo desganados con la hueva del domingo. Los anarquistas están decidiendo qué hacer hasta que finalmente se disgregan. Una parte se queda ahí, porque ya no quiere reunirse con el resto del bloque negro, y otros salen en búsqueda de los demás. Tres van con nosotros, quienes antes de salir de entre la gente se descubren las caras jóvenes. Tienen 21, 20 y 17 años. Son estudiantes, conversan. El primero explica que para él lo clave del anarkopunk es que logra llevar la anarquía al barrio, algo que a veces los anarquistas más intelectuales no logran. Dice que hace poco que jala con el bloque, pero que siente que le han abierto las puertas. ¿Son todos tan jóvenes como ustedes? "No, hay mucha gente, de muchas edades, de muchas partes". ¿Y cómo deciden de qué marchas participan? "No somos reformistas, no vamos a movilizaciones que le plantean ese tipo de cuestiones al Estado. Pero nos sumamos a una lucha si sufre la represión, si tiene presos o muertos". La entrevista es rauda mientras se checan las rutas. Por Brasil hasta Cuba. En la plaza de Santo Domingo giramos hacia el Eje Central y los encontramos.
Vienen cantando. "Negras tormentas agitan el aire / Nubes oscuras nos impiden ver / Aunque nos espere el dolor y la muerte / Contra el enemigo nos llama el deber". Al frente una sola bandera, casera, con la a dentro del círculo pintada en blanco sobre fondo negro. El segundo grupo de anarquistas viene marchando sobre el carril del metrobús por el Eje Central hacia nosotros. Nos sumamos al contingente. Una fila de policías de tránsito les lleva una marca personal que envidiarían las defensas de muchos cuadros de fútbol. No van sobre la calle, sino entre los manifestantes y los negocios. No los cuidan a ellos, cuidan de mantenerlos separados de las veredas y la gente. Los acordonan. "¡Pinches puercos vienen con nosotros desde que salimos!", se queja uno de los manifestantes para que lo escuchen. El clima es tenso mientras el contingente, que tendrá unas treinta personas, avanza por el centro de la ciudad. Al girar en Juárez, la presencia policial se intensifica y aparecen los granaderos. El bloque negro libera la tensión trotando y avanzando, haciendo correr a los policías que no se les despegan.
En la corrida entre los autos que circulan por ahí, el jefe de operaciones del cuerpo de granaderos, Álvaro Sánchez, el policía a cargo del operativo, alcanza a uno de los manifestantes al tiempo que lo trastoca y lo avienta hacia un coche. Los tránsitos vienen corriendo en fila detrás y también se caen. Llegan otros anarquistas y se arma una bola de barullo. En el malón, dos grupos de policías descargan puñetazos sobre uno de los jóvenes que logran aprehender, hasta que lo sueltan. No va a haber ninguna persona detenida en esta marcha. Pero para ellos, los presos, es hacia quienes se dirigen las palabras y las canciones de los marchantes. Para Ayotzinapa. Contra los policías que cada vez son más.
A la altura del Hemiciclo, aparece de frente el tercer grupo del bloque
negro, que viene marchando desde el Antimonumento a los 43 de
Ayotzinapa, en Reforma y Juárez. Para cuando los contingentes se reúnan,
el cerco policial se habrá completado a su alrededor. Cientos de
policías se cierran en torno a los manifestantes. Una fila de granaderos
se les coloca a las espaldas para que ya no puedan avanzar hacia el
Zócalo. La sensación es asfixiante y la presencia policial actúa como
amenaza. Algunos intentan romper el cerco y se produce un segundo
momento de tensión. Integrantes de la Brigada Humanitaria de Paz
Marabunta, que venía con el grupo del Antimonumento, intercede con la
policía. No a todos les gusta la idea y lo hacen saber. "No vamos a
negociar nada; vamos a ir por Reforma", grita uno de los manifestantes.
"Pues no vas a pasar", le responde Sánchez, el policía que no negocia.
Uno de los Marabunta indica que abran Balderas. Los policías escoltan a
la marcha por el carril del metrobús, ante la mirada de la gente que
está en el parabús.
¿Siempre es así? ¿Siempre los escoltan? "Siempre". Una de las manifestantes, Yaz, explica que el bloque negro se consolidó en México unos años después de la aparición del movimiento Black Block en Seattle, en 1999, en las marchas antiglobalización. El movimiento, que en realidad es una táctica, apunta a atacar ciertos símbolos del capital financiero y trasnacional y sostiene que eso no es necesariamente ejercer la violencia, ya que la violencia se ejerce únicamente contra las personas. No contra las cosas.
¿Siempre es así? ¿Siempre los escoltan? "Siempre". Una de las manifestantes, Yaz, explica que el bloque negro se consolidó en México unos años después de la aparición del movimiento Black Block en Seattle, en 1999, en las marchas antiglobalización. El movimiento, que en realidad es una táctica, apunta a atacar ciertos símbolos del capital financiero y trasnacional y sostiene que eso no es necesariamente ejercer la violencia, ya que la violencia se ejerce únicamente contra las personas. No contra las cosas.
Para ella, que menciona la Biblioteca Social Regeneración como un espacio ácrata que ha sobrevivido en la ciudad buen tiempo —y que tiene una amplia colección sobre el anarquismo fundado a partir de la donación recibida de un anarquista español venido a estas tierras, Ricardo Mestre Ventura— el movimiento ahora es más amplio. Ya no sólo hay anarkopunks, sino muchos tipos de anarquistas.
Eso se ve al llegar a Tlatelolco. La marcha es recibida por un micrófono en que un orador encapuchado da la bienvenida de parte de la Coordinadora Combativa Dos de Octubre. Menciona a Ayotzinapa y a los 49 estudiantes de las Normales de Michoacán, que estuvieron casi cuatro días presos esta semana, y a los ocho que siguen en Mil Cumbres, la prisión de máxima seguridad de ese estado. "Nosotros no marchamos negociando rutas ni hablando con la policía. No comulgamos con el Comité 68, ni con el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS), ni con los cubículos de filosofía ni con la facultad de contaduría. Nuestra forma siempre ha sido sincera, siempre ha sido honesta".
Cuatro días antes de la marcha, Luis Fernando Sotelo fue sentenciado a 33 años y 5 meses por el delito de ataques a la paz pública, ataques a las vías de comunicación y daños. Él y otros dos presos anarquistas —Luis Fernando Bárcenas y Abraham Cortés— iniciaron una huelga de hambre indefinida en rechazo a la condena, que apuntan es excesiva y al proceso amañado que los mantiene a todos en la cárcel.
"Lanzaron la huelga el 28 de septiembre, en solidaridad con la huelga de presos en Estados Unidos y con las revueltas de Charlotte. Y porque es un momento de reapropiarse de su vida. Hay un médico solidario que los visita, han perdido algo de peso, pero leve. Bárcenas es el que tiene una situación más difícil porque hace algunos meses ya mantuvo una huelga de hambre de 60 días", explicó uno de los presentes.
El cuarto que se sumó a la medida es Miguel Peralta. Su hermano y su compañera leyeron una carta que él envió. Explicaron que Miguel está preso en el penal de Cuicatlán, en Oaxaca, con otras dos personas acusadas en su misma causa. En total, hay 34 personas acusadas del mismo asesinato, de las que 12 están presas.
Habla su compañera: "Miguel es originario de Eloxochitlán de Flores Magón, una comunidad en la sierra mazateca que se rige por usos y costumbres pero que desde buen tiempo sufre el asedio de los partidos políticos para reinstaurar el sistema electoral y consolidar la explotación de sus recursos naturales. Miguel estudiaba en el DF, dónde se definió libertario; participaba de la asamblea comunitaria del pueblo. El 15 de diciembre de 2015 hubo un enfrentamiento entre los partidarios y la asamblea y ellos retuvieron a un chavo armado del otro bando. Lo entregaron a la policía municipal y apareció muerto. Por eso los acusan de homicidio calificado a los 34 de la asamblea".
[Tomado de http://www.vice.com/es_mx/read/dos-de-octubre-con-el-bloque-negro.]
Eso se ve al llegar a Tlatelolco. La marcha es recibida por un micrófono en que un orador encapuchado da la bienvenida de parte de la Coordinadora Combativa Dos de Octubre. Menciona a Ayotzinapa y a los 49 estudiantes de las Normales de Michoacán, que estuvieron casi cuatro días presos esta semana, y a los ocho que siguen en Mil Cumbres, la prisión de máxima seguridad de ese estado. "Nosotros no marchamos negociando rutas ni hablando con la policía. No comulgamos con el Comité 68, ni con el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS), ni con los cubículos de filosofía ni con la facultad de contaduría. Nuestra forma siempre ha sido sincera, siempre ha sido honesta".
Cuatro días antes de la marcha, Luis Fernando Sotelo fue sentenciado a 33 años y 5 meses por el delito de ataques a la paz pública, ataques a las vías de comunicación y daños. Él y otros dos presos anarquistas —Luis Fernando Bárcenas y Abraham Cortés— iniciaron una huelga de hambre indefinida en rechazo a la condena, que apuntan es excesiva y al proceso amañado que los mantiene a todos en la cárcel.
"Lanzaron la huelga el 28 de septiembre, en solidaridad con la huelga de presos en Estados Unidos y con las revueltas de Charlotte. Y porque es un momento de reapropiarse de su vida. Hay un médico solidario que los visita, han perdido algo de peso, pero leve. Bárcenas es el que tiene una situación más difícil porque hace algunos meses ya mantuvo una huelga de hambre de 60 días", explicó uno de los presentes.
El cuarto que se sumó a la medida es Miguel Peralta. Su hermano y su compañera leyeron una carta que él envió. Explicaron que Miguel está preso en el penal de Cuicatlán, en Oaxaca, con otras dos personas acusadas en su misma causa. En total, hay 34 personas acusadas del mismo asesinato, de las que 12 están presas.
Habla su compañera: "Miguel es originario de Eloxochitlán de Flores Magón, una comunidad en la sierra mazateca que se rige por usos y costumbres pero que desde buen tiempo sufre el asedio de los partidos políticos para reinstaurar el sistema electoral y consolidar la explotación de sus recursos naturales. Miguel estudiaba en el DF, dónde se definió libertario; participaba de la asamblea comunitaria del pueblo. El 15 de diciembre de 2015 hubo un enfrentamiento entre los partidarios y la asamblea y ellos retuvieron a un chavo armado del otro bando. Lo entregaron a la policía municipal y apareció muerto. Por eso los acusan de homicidio calificado a los 34 de la asamblea".
[Tomado de http://www.vice.com/es_mx/read/dos-de-octubre-con-el-bloque-negro.]
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