FAL - Federalismo Autogestão e Liberdade
Lo que esta coyuntura indica es lo que los anarquistas siempre hemos denunciado: la democracia burguesa y la vía electoral son una farsa y siempre perderán validez y serán anuladas tan pronto como la élite de poder, las grandes empresas o incluso un gran problema que involucra a las fuerzas políticas dominantes, decidan que así debe ser. Seguir votando por lo tanto, es sólo un ritual para mantener la falsa legitimidad de este estado de cosas. Ritual útil para esta élite, que de este modo neutraliza el descontento popular, la lucha directa y la participación política dentro de una estructura corrompida internamente, dentro la cual ningún verdadero cambio social es posible.
El papel del PT [partido de Lula y Dilma], para las élites, fue siempre contener los movimientos sociales, la revuelta popular, estableciendo una línea política de conciliación de clases y de apaciguamiento. Fracasado en esto, tal como en todo, 2013 fue una gran prueba de su incapacidad para contener a las masas. Por lo tanto, el PT y sus aliados tienen una lectura negativa de 2013, como de hecho siempre la han tenido de lo que no controlan ni manipulan. Ahora el PT y sus aliados nos llaman calle es sólo para tratar de demostrar que tienen un apoyo popular que entregar, al que está dispuesto a criminalizar en el momento siguiente, si que es necesario para mostraser de nuevo como una ruta segura para las élites gobernantes y por lo tanto volver al poder.
¿La democracia terminó en el año 2016? Sólo las personas muy privilegiadas e insensibles ante dolor de los demás son capaces de decir eso. Cualquier trabajador explotados, persona encarcelada, niño hambriento, habitante en las favelas de la periferia, de las aldeas miserables en el campo o de la calle sabe que la democracia nunca existió. Sin embargo, algunas personas parecen haber descubierto sólo ahora que no somos una democracia. Nos preguntamos dónde estaban estas personas cuando la depuesta presidenta firmó la "ley antiterrorista" para reprimir las manifestaciones, o cuando se retiró la cuestión de género del Plan Nacional de Educación, o no legalizó el aborto, o cuando reprimió causando presos y perseguidos políticos en las protestas de 2013 y 2014, cuando aseguró la continuidad del exterminio indígena, del genocidio de la población negra y la persecución a los quilombolas [descendientes de los cimarrones de la época esclavista], envió al ejército a ocupar Maré, criminalizó a los movimientos sociales, o cuando hizo alianzas con las bancadas parlamentarias del fundametalismo religioso, con la bancada de los partidos de derecha en el congreso, designando ministros a algunas de las figuras más fascistas de los escaños parlamentarios.
No tenemos ninguna intención de disputar sobre el significado de ciertas palabras, el uso o no de la palabra golpe no es lo más importante, lo más importante es que el camino supuestamente democrático y legal no tiene que ser roto en nuestra sociedad para que alguien sea sacado del poder, que los canales institucionales se manipulan diariamente por aquellos que poseen el capital, que hay un estado permanente de excepción en las favelas y periferias urbanas, y que hay más bien un acuerdo entre aquellos en el poder con el fin de evitar el "mal mayor" de la insurgencia de los de abajo. Por lo tanto, no usamos el término "golpe" para describir el proceso que culminó en la destitución de Dilma. Entendemos que un golpe debe implicar una ruptura con las instituciones democráticas, debe ser algo fuera de la vía institucional. Pero nunca hubo democracia real, no creemos en la democracia burguesa, la manipulación de la constitución y el mecanismo legal es lo diario en nuestra sociedad, este no era el primer caso, este no era el más grave. En este sentido, hablar de golpe nos parece anacrónica, pues hace parecer que antes de que hubiera un estado de cosas donde la realidad se ajustaba a la "legalidad democrática", cerrando los ojos a ese estado diario de excepción en favelas y periferias urbanas, por ejemplo. También creemos que hablar de "golpe institucional" sólo sirve para poner de relieve este anacronismo, pero si no se explica, puede conducir a una mayor confusión.
También entendemos que el gobierno Dilma no fue un gobierno orientado hacia la izquierda, pues siguió la cartilla del FMI si, se alió con los terratenientes, perseguió a indígenas y quilombolas, criminalizó a los movimientos sociales, insistió en las políticas neoliberales profundizó la militarización y el genocidio en los barrios pobres, usó al ejército para la represión, aprobó la "ley antiterrorismo". También sabemos que lo que nos espera es una apretón aún mayor en un gobierno que no tiene ni la capa superficial de la socialdemocracia, donde hasta el apellido del presidente [Temer] ya indica "miedo", y que nos amenaza con la pérdida de derechos duramente conquistados por la lucha popular y el crecimiento del fascismo. Sin embargo, seguiremos fieles a la consigna de que lo que puede hacer una diferencia real en este sentido no es el proceso electoral, sino como siempre el pueblo organizado en las calles.
Por lo tanto, no vamos a dejar las calles porque siempre hemos estado allí. Siempre hemos estado en las calles porque respetamos a todas las víctimas que han hecho en todos los gobiernos y no abandonaremos a los que están sufriendo. Estábamos en la lucha antes de 2013, durante y después. Siempre estamos en la calle, frente a la verdadera represión del Estado. Pero no iremos junto con los traidores oportunistas, que nos criminalizar y venden la lucha para treparse el poder. No vamos a pelear por el regreso de una de las partes igualmente responsables de nuestra explotación y opresión. Nosotros no tratamos de reformar el Estado fallido a través de "elecciones directas ahora" o "reforma constitucional". No aspiramos al beneficio personal o al poder. Siempre estamos abajo y a la izquierda. Hemos luchado al lado de las minorías, con los de abajo, con los que no tienen voz. Estaremos apoyando a la lucha popular por las razones que ya tenía y por las muchas por venir. Es por Rafael Braga [único condenado por las protestas de 2013], y contra el genocidio de la población negra es en contra de la inseguridad laboral es contra el fascismo creciente, no es por ningún "fuera" personalizado, sino por un "fuera" estructural. ¡Nuestra lucha es con los de abajo y por la construcción de la revolución social!
No basta unicamente cambiar las piezas en el tablero, es preciso cambiar el juego.
[Post originalmente en portugués en https://federalismofal.noblogs.org/post/2016/09/08/posicionamento-da-fal-sobre-a-atual-conjuntura. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
Lo que esta coyuntura indica es lo que los anarquistas siempre hemos denunciado: la democracia burguesa y la vía electoral son una farsa y siempre perderán validez y serán anuladas tan pronto como la élite de poder, las grandes empresas o incluso un gran problema que involucra a las fuerzas políticas dominantes, decidan que así debe ser. Seguir votando por lo tanto, es sólo un ritual para mantener la falsa legitimidad de este estado de cosas. Ritual útil para esta élite, que de este modo neutraliza el descontento popular, la lucha directa y la participación política dentro de una estructura corrompida internamente, dentro la cual ningún verdadero cambio social es posible.
El papel del PT [partido de Lula y Dilma], para las élites, fue siempre contener los movimientos sociales, la revuelta popular, estableciendo una línea política de conciliación de clases y de apaciguamiento. Fracasado en esto, tal como en todo, 2013 fue una gran prueba de su incapacidad para contener a las masas. Por lo tanto, el PT y sus aliados tienen una lectura negativa de 2013, como de hecho siempre la han tenido de lo que no controlan ni manipulan. Ahora el PT y sus aliados nos llaman calle es sólo para tratar de demostrar que tienen un apoyo popular que entregar, al que está dispuesto a criminalizar en el momento siguiente, si que es necesario para mostraser de nuevo como una ruta segura para las élites gobernantes y por lo tanto volver al poder.
¿La democracia terminó en el año 2016? Sólo las personas muy privilegiadas e insensibles ante dolor de los demás son capaces de decir eso. Cualquier trabajador explotados, persona encarcelada, niño hambriento, habitante en las favelas de la periferia, de las aldeas miserables en el campo o de la calle sabe que la democracia nunca existió. Sin embargo, algunas personas parecen haber descubierto sólo ahora que no somos una democracia. Nos preguntamos dónde estaban estas personas cuando la depuesta presidenta firmó la "ley antiterrorista" para reprimir las manifestaciones, o cuando se retiró la cuestión de género del Plan Nacional de Educación, o no legalizó el aborto, o cuando reprimió causando presos y perseguidos políticos en las protestas de 2013 y 2014, cuando aseguró la continuidad del exterminio indígena, del genocidio de la población negra y la persecución a los quilombolas [descendientes de los cimarrones de la época esclavista], envió al ejército a ocupar Maré, criminalizó a los movimientos sociales, o cuando hizo alianzas con las bancadas parlamentarias del fundametalismo religioso, con la bancada de los partidos de derecha en el congreso, designando ministros a algunas de las figuras más fascistas de los escaños parlamentarios.
No tenemos ninguna intención de disputar sobre el significado de ciertas palabras, el uso o no de la palabra golpe no es lo más importante, lo más importante es que el camino supuestamente democrático y legal no tiene que ser roto en nuestra sociedad para que alguien sea sacado del poder, que los canales institucionales se manipulan diariamente por aquellos que poseen el capital, que hay un estado permanente de excepción en las favelas y periferias urbanas, y que hay más bien un acuerdo entre aquellos en el poder con el fin de evitar el "mal mayor" de la insurgencia de los de abajo. Por lo tanto, no usamos el término "golpe" para describir el proceso que culminó en la destitución de Dilma. Entendemos que un golpe debe implicar una ruptura con las instituciones democráticas, debe ser algo fuera de la vía institucional. Pero nunca hubo democracia real, no creemos en la democracia burguesa, la manipulación de la constitución y el mecanismo legal es lo diario en nuestra sociedad, este no era el primer caso, este no era el más grave. En este sentido, hablar de golpe nos parece anacrónica, pues hace parecer que antes de que hubiera un estado de cosas donde la realidad se ajustaba a la "legalidad democrática", cerrando los ojos a ese estado diario de excepción en favelas y periferias urbanas, por ejemplo. También creemos que hablar de "golpe institucional" sólo sirve para poner de relieve este anacronismo, pero si no se explica, puede conducir a una mayor confusión.
También entendemos que el gobierno Dilma no fue un gobierno orientado hacia la izquierda, pues siguió la cartilla del FMI si, se alió con los terratenientes, perseguió a indígenas y quilombolas, criminalizó a los movimientos sociales, insistió en las políticas neoliberales profundizó la militarización y el genocidio en los barrios pobres, usó al ejército para la represión, aprobó la "ley antiterrorismo". También sabemos que lo que nos espera es una apretón aún mayor en un gobierno que no tiene ni la capa superficial de la socialdemocracia, donde hasta el apellido del presidente [Temer] ya indica "miedo", y que nos amenaza con la pérdida de derechos duramente conquistados por la lucha popular y el crecimiento del fascismo. Sin embargo, seguiremos fieles a la consigna de que lo que puede hacer una diferencia real en este sentido no es el proceso electoral, sino como siempre el pueblo organizado en las calles.
Por lo tanto, no vamos a dejar las calles porque siempre hemos estado allí. Siempre hemos estado en las calles porque respetamos a todas las víctimas que han hecho en todos los gobiernos y no abandonaremos a los que están sufriendo. Estábamos en la lucha antes de 2013, durante y después. Siempre estamos en la calle, frente a la verdadera represión del Estado. Pero no iremos junto con los traidores oportunistas, que nos criminalizar y venden la lucha para treparse el poder. No vamos a pelear por el regreso de una de las partes igualmente responsables de nuestra explotación y opresión. Nosotros no tratamos de reformar el Estado fallido a través de "elecciones directas ahora" o "reforma constitucional". No aspiramos al beneficio personal o al poder. Siempre estamos abajo y a la izquierda. Hemos luchado al lado de las minorías, con los de abajo, con los que no tienen voz. Estaremos apoyando a la lucha popular por las razones que ya tenía y por las muchas por venir. Es por Rafael Braga [único condenado por las protestas de 2013], y contra el genocidio de la población negra es en contra de la inseguridad laboral es contra el fascismo creciente, no es por ningún "fuera" personalizado, sino por un "fuera" estructural. ¡Nuestra lucha es con los de abajo y por la construcción de la revolución social!
No basta unicamente cambiar las piezas en el tablero, es preciso cambiar el juego.
[Post originalmente en portugués en https://federalismofal.noblogs.org/post/2016/09/08/posicionamento-da-fal-sobre-a-atual-conjuntura. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
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