Revista El Pilpilen Negro (Chile)
Desde hace varias décadas se ha venido instaurando por parte de la institucionalidad, la idea de que nos encontramos sumidos en una crisis hídrica, argumentando que la creciente población y el cambio climático son responsables de una escasez de agua que va en aumento. A partir de este diagnostico oficial que nos ofrecen el Estado y los medios de comunicación, surgen ciertas interrogantes fundamentales en las que se hace necesario detenernos para entender la realidad, partiendo por la idea tan arraigada de la escasez, ¿falta agua?. Con mucho dolor manifestamos que estamos al tanto de que una parte importante de la humanidad está teniendo dificultades serias para obtener el elemento vital –o ya se encuentran imposibilitados del acceso a ella. Campesinos, indígenas y habitantes de todo el mundo han sido testigos del secar de sus pozos, sus ríos o sus fuentes de agua pura, y se han visto obligados a dejar sus siembras y sus hogares y sus formas de vida.En muchas ciudades del planeta ya se han puesto restricciones por parte de las autoridades que imponen la disminución del consumo doméstico de agua, en muchos casos multando y castigando el no cumplimiento, argumentando a su vez que somos nosotros, por medio del uso cotidiano y familiar del agua, los causantes de esta “escasez” y somos también quienes sufrirán sus consecuencias.
Desde hace varias décadas se ha venido instaurando por parte de la institucionalidad, la idea de que nos encontramos sumidos en una crisis hídrica, argumentando que la creciente población y el cambio climático son responsables de una escasez de agua que va en aumento. A partir de este diagnostico oficial que nos ofrecen el Estado y los medios de comunicación, surgen ciertas interrogantes fundamentales en las que se hace necesario detenernos para entender la realidad, partiendo por la idea tan arraigada de la escasez, ¿falta agua?. Con mucho dolor manifestamos que estamos al tanto de que una parte importante de la humanidad está teniendo dificultades serias para obtener el elemento vital –o ya se encuentran imposibilitados del acceso a ella. Campesinos, indígenas y habitantes de todo el mundo han sido testigos del secar de sus pozos, sus ríos o sus fuentes de agua pura, y se han visto obligados a dejar sus siembras y sus hogares y sus formas de vida.En muchas ciudades del planeta ya se han puesto restricciones por parte de las autoridades que imponen la disminución del consumo doméstico de agua, en muchos casos multando y castigando el no cumplimiento, argumentando a su vez que somos nosotros, por medio del uso cotidiano y familiar del agua, los causantes de esta “escasez” y somos también quienes sufrirán sus consecuencias.
También es cierto que ningún tipo de restricción de este tipo ha sido exigida a las grandes industrias productivas, que consumen cantidades descomunales de agua para su producción constante y creciente, como es el caso de la industria ganadera, forestal, minera, (entre varias otras), las cuales no han visto reducir ni una gota su consumo de agua en este contexto de sequía, muy por el contrario, demandan y malgastan cada día más y más del elemento vital. Según datos de la propia Dirección General de Aguas, “Para el año 2012, se estimó que el consumo de agua en la minería era de 142 Mm3. Al corto plazo ese consumo aumentaría a 154 Mm3 al año 2017, y a un mayor volumen al largo plazo”. El recuadro muestra el consumo actual de agua en la zona norte en mineria, agricultura y uso urbano, y el consumo que se proyecta para el 2020.
Resulta contradicctorio asumir que encontrandonos en tal alarmante crisis hídrica -desde hace varias décadas-, la actividad industrial pretenda continuar funcionando al mismo ritmo o bien aumentando sus millones de Mm3 de consumo de agua anuales. ¿No nos interpelaron los medios de desinformación, en repetidas oportunidades a que reduzcamos el consumo de agua”? ¿No fue recientemente en el 2015 que el gobierno lanzó su campaña “Cuidemos el Agua”? campaña en la cual se alentaba “al cuidado” dando a conocer los litros diarios de uso doméstico ( -60 litros en ducharse, 12 litros en lavarse las manos o 285 lt en lavar la loza). Estas contradicciones sólo pueden desenmascararse entendiendo el contexto de economía extractivista en que estamos sumidos, donde los procesos propios de la extracción de materias primas exigen un suministro constante de agua determinados por las necesidades del mercado mundial -en ningún caso local- donde la motivación es el crecimiento infinito sin considerar consecuencias sobre el planeta ni mucho menos sobre los territorios locales desde donde se extraen los “recursos” y es que como plantea el profesor de la Universidad de San Luis de Potosí, Mexico; Luís Enrique Granados “En el mundo capitalista no existe agua suficiente para los fines de crecimiento constante”.
Esta demanda creciente del agua por parte de la industria mundial, a pesar del panorama de sequía que rige para los habitantes comunes, ha llevado a la clase política y empresarial-trasnacional a promover “nuevos mercados del agua” y a la privatización de la infraestructura hidráulica, incitando a enormes instituciones financieras a invertir en “estas iniciativas”. En este contexto es que en muchos países se han ido instalando plantas desaladoras de agua de mar, argumentando que son una “solución estratégica para la mitigación de la escasez hídrica”. Actualmente existen alrededor de 17.000 plantas desaladoras de agua de mar en el planeta, han sido masificadas principalmente en Arabia Saudita, EE.UU. y España, donde se han promocionado como una técnica eficaz y sostenible, incluso “ecológica”, instalando la peligrosa y disparatada idea de que “el mar es una materia prima inagotable, ilimitada y garantizada, con la cual abastecer de agua para siempre, llueva o no llueva”[1].
La desalación de agua de mar consiste en la obtención de “agua dulce” a partir del agua de mar. Por medio de tubos de captacion ubicados a escasos metros de las playas y de los deltas de rios, se impulsa por bombeo el agua salada a la planta, allí, ésta es sometida al tratamiento donde se separa lo solido y posteriormente se le agregan químicos para “limpiarla” (como hipoclorito de sodio o cloruro férrico) luego por la técnica de osmosis inversa hacen pasar el agua a alta presion a traves de una membranas que rechazan las particulas de salmuera obteniendo agua desalada. En el caso particular de Chile, hoy en día la mayor parte de los megaproyectos de extracción minera que se encuentran en carpeta, en proceso de evaluación o bien ya han sido aprobados contemplan la instalación de plantas desaladoras que estarían destinadas a abastecer de agua las faenas de construcción y operación e incluso a “entregar agua a parte de la población”. Ejemplo de ello es el caso particular de La Higuera, y el proyecto minero Dominga que se pretende instalar acá (aún en proceso de evaluación tras una larga historia de irregularidades). De acuerdo a información entregada por la propia empresa a través de sus videos institucionales (youtube.com Conoce Dominga: Agua de Mar), la planta desaladora “permitirá que la mina opere 100% con agua de mar en todos sus procesos y entregue parte de esta agua desalinizada a los vecinos de La Higuera”, luego continúa: “de esta forma Dominga pretende duplicar la disponibilidad de agua actual para el consumo humano en la comuna”. El acotado video por el cual se comunica esto en la red, menciona que como medidas de protección al medio marino, “la captación de agua de mar se hará a una profundidad mayor”, ¿mayor que qué?, no lo menciona, y termina agregando que “la salmuera vertida al mar se diluirá rápidamente y no cambiara la temperatura del mar gracias a la tecnología usada”, ¿qué tecnología?, tampoco lo explican. Existen informes recientes y probados que dan cuenta de los impactos en el medio marino asociados a la desalación de agua de mar especialmente al impacto del vertido de aguas residuales en las costas -aunque también se han registrado impactos significativos en el proceso de captación de las aguas-. Las aguas residuales resultantes de la desalinización tienen un contenido mucho mayor en sales que las aguas originales del mar, presentan diferencias de temperatura, de pH, de alcalinidad y contienen sustancias químicas utilizadas en el proceso de limpieza (biocidas, anti-incrustantes y anti-espumantes).
A partir de estos estudios se establece que los organismos bentonicos, especialmente los sésiles (es decir los que están pegados en la roca) como las ostras, corales y diversos tipos de algas son lo que sufren mayor impacto con la descarga de salmuera, ya que a diferencia de los peces, éstos no pueden nadar y moverse del lugar en que se encuentran en busca de aguas limpias. Por otro lado, muchas especies se ven obligadas a “adaptarse” a estas variaciones en la cantidad de sal esto solo puede darse hasta cierto punto, superados estos niveles, los procesos de adaptación requieren mayores esfuerzos energéticos por parte del ser vivo lo que conlleva a una disminución en el crecimiento, o la disminución de otros procesos metabólicos (tasa de fotosíntesis, reproducción, etc..)[2].
Además de un daño en sus tejidos que puede terminar con la muerte. Consecuencias abrumadoras para los seres vivientes de estas costas y de todas las costas del planeta, especialmente en un ecosistema tan sensible como lo es el territorio donde se pretende emplazar la planta desaladora en la comuna, donde se comprenden areas de manejo que son zonas específicas para la extraccion artesanal de recursos marinos, en este caso precisamente especies bentonicas como el loco o el huiro.
Los vertidos de salmuera producen en sus inmediaciones la modificación de la abundancia y la estructura de la comunidad y una disminución en la riqueza y diversidad de especies que se ven remplazadas por otras pocas oportunistas y más tolerantes a los cambios en la salinidad. Por lo general disminuyen los equinodermos, moluscos y crustáceos que se ven remplazados por ciertas especies de anélidos y nematodos.
No es menos importante de mencionar el impacto y las consecuencias del uso de agua desalada en el consumo humano, especialmente en el riego de cultivos. De acuerdo a los estudios, el suelo y los cultivos se ven dañados al cabo de pocos años por el contenido de sodio del agua desalada. Las hortalizas, los citricos y varios tipos de frutales son especialmente sensibles al sodio, disminuyendo por lo tanto la cantidad y calidad de productos para la alimentación humana. Ante esto no está demás preguntarse qué consecuencias trae en el propio cuerpo el consumo de agua con alto contenido en sodio.
Los impactos de las desaladoras no pueden reducirse en ningún caso a al efecto en los seres vivos del medio marino. Una instalacion de este tipo acarrea problemáticas que muchos han optado por relativizar (hace falta simplemente hechar un vistazo a los informes cientificos que proponen medidas de mitigacion como verter en los ríos la salmuera para que llegue al mar diluída) o hacer la vista gorda. En ciertos países como Israel, donde ya van varias décadas de funcionamiento de plantas desaladoras, se han hecho palpables los lamentables efectos, uno de ellos y quizás de los mas aterradores es la necesidad de comenzar a descontaminar el agua de mar además de desalarla, ya que el vertido de salmuera ha contaminado las costas mismas desde donde se capta el agua, es decir están desalando y volviendo a consumir la misma agua sucia que han vertido.
Es importante mencionar que en una economía en función del mercado global, la produccion de agua mediante la desalación convierte un recurso que es considerado como bien publico en un producto comercial con un valor que debe reponer la inversión y generar utilidades a los inversionistas que emprenden estos proyectos… además de producirse el agua por empresas privadas éstas son transnacionales debido a que están compuestas por accionistas o dueños que no son parte de la localidad y que son capaces de demandar a los gobiernos locales sobre la base de leyes de comercio internacional, si sus ganancias no son las estimadas[3].
Uno de los efectos más alarmantes dice relación con que este tipo de plantas no son iniciativas aisladas, sino que estan vinculadas a otras iniciativas industriales -en el caso chileno a abastecer de agua a innumerables proyectos de megaminería- , incitando a las trasnacionales a ejecutar mas y mas proyectos a partir de la idea de que “se cuenta con agua para el sector”. En este sentido es necesario entender las plantas desaladoras como piezas más dentro de una maquinaria extractivista inmensa, y que no están motivadas unicamente por el abastecimiento de agua de un proyecto u otro, sino por las posibilidades de negocio que abre el mercado de la desalacion de agua de mar, a volumenes y niveles descomunales como lo impone la industria.
Notas
1.- Según el programa AGUA- España.
2.- Esperança Gacia y Enric Ballesteros. “El impacto de las plantas desalinizadoras sobre el medio marino: la salmuera en las comunidades bentónicas mediterráneas”.
3.-El Impacto Social y económico de la desalación de agua de mar, Felipe Correa Díaz.
[Tomado de http://metiendoruido.com/2016/07/sed-de-mar-escasez-de-agua-desaladoras-y-nuevos-mercados-extractivistas.]
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