Carlos Nieto
Las cárceles son un gran negocio, de eso no hay la menor duda, en los más de 25 años que tengo dedicado al tema penitenciario he visto la corrupción de diferentes maneras, Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo moderno venezolano y de quien aprendí gran parte de lo que hoy conozco en el tema penitenciario, siempre repetía “Las cárceles son un negocio tan productivo como PDVSA”, el maestro Gómez Grillo aseveraba que las cárceles producían mucho dinero mal habido a personas inescrupulosas, de ahí su afán en formar a penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarios, como textualmente lo dice el artículo 272 de nuestra Constitución Nacional.
Las cárceles son un gran negocio, de eso no hay la menor duda, en los más de 25 años que tengo dedicado al tema penitenciario he visto la corrupción de diferentes maneras, Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo moderno venezolano y de quien aprendí gran parte de lo que hoy conozco en el tema penitenciario, siempre repetía “Las cárceles son un negocio tan productivo como PDVSA”, el maestro Gómez Grillo aseveraba que las cárceles producían mucho dinero mal habido a personas inescrupulosas, de ahí su afán en formar a penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarios, como textualmente lo dice el artículo 272 de nuestra Constitución Nacional.
Lo que ha variado a través de los años es la forma de corrupción, en los años 70, 80 y 90 la forma más usada de corrupción era con la comida de los reclusos, a costa de la comida de los presos muchos directores y personal cercano a estos, de muchos recintos carcelarios hicieron su fortuna personal, recuerdo que me impresionaba ver los carros que tenían con los bajos sueldos que ganaban, me preguntaba siempre ¿Cómo hacen para tener esos carros y darse vida de millonarios?, la respuesta era clara corrupción. Con el paso de los años la corrupción se fue perfeccionando y ya no era la comida el negocio sino muchos más, que un recluso tuviera privilegios dentro de una cárcel, el traslado a tribunales, armas, teléfonos celulares, drogas, alcohol, prostitución eran los elementos nuevos que surgían ya a finales de los años 90 y que ampliaba los ingresos no solo del personal directivo de muchas cárceles sino de gran parte del personal, incluyendo custodias penitenciarios y funcionarios de la Guardia Nacional. Quiero dejar claro que también he conocido a muchos funcionarios honestos y comprometidos con su trabajo, con vocación por el trabajo que realizan, lamentablemente no son la mayoría.
Ya a inicios del nuevo milenio, las mafias carcelarias se habían convertido en un gran poder dentro del sistema penitenciario venezolano y que abarcaba no solo a los que trabajaban dentro de la prisión sino al entorno completo vinculado al área carcelaria, es en esos momentos cuando surgen los “Pranes”, lideres negativos de las cárceles que mantienen el control de la población penitenciaria y manejan los grandes negocios de las cárceles venezolanas. Tengo la teoría personal que los “Pranes” son creados por los propios funcionarios del sistema penitenciario, incluyendo a la Guardia Nacional que mantiene la custodia externa de los recintos carcelarios, las mafias necesitaban a una o varias personas adentro de los recintos carcelarios, que les llevara el control de los negocios que tenían, que cada día producía más dinero, por lo que era necesario un grupo de personas que trabajaran junto a ellos en sus negocios ilicitos, en mi opinión los “Pranes” no nacieron por generación espontánea, fueron los mismos funcionarios del Estado que les permitieron tener el poder que hoy detentan y que ha suplantado el que el Estado debería tener dentro de los recintos carcelarios para cedérselos a estos reclusos y su equipo.
Uno de estos grandes negocios que se dan en nuestras cárceles se conoce como “la causa” que es un monto semanal que paga cada recluso para gastos de la cárcel, protección, armas, etc., según la periodista María Isoliett Iglesias en un trabajo publicado en el Diario “El Universal” en fecha 15 de mayo de 2012 decía que solo por este concepto “En Venezuela, 32 de las 34 cárceles, censadas por el Ministerio de Servicios Penitenciarios, producen más de 125 millones de bolívares en un año, es decir un promedio de más de 10 millones de bolívares cada mes” y agregaba “Pero es mucho más. A esos 125 millones de bolívares, indicaron las fuentes consultadas, no se le sumó el dinero que se paga por derecho a pernoctas, en caso de que se hagan, tampoco por el derecho a las cantinas o abastos o a los puestos de teléfono, ni tampoco el dinero que se cobra como impuesto por el derecho a vender droga en el centro penitenciario. Tampoco están contempladas las ganancias por los delitos que se cometen desde esos reclusorios: secuestros, extorsiones y alquiler de armas” evidentemente un gran negocio.
Es difícil entender que esto ocurra dentro de un recinto carcelario que es completamente cerrado, donde la custodia externa la tiene la Guardia Nacional Bolivariana y la interna el Ministerio para el Servicio Penitenciario, es claro que ellos forman parte del negocio, de allí mi teoría de que ellos fueron los creadores del “Pranato” que dirige las cárceles venezolanas así la Ministra Penitenciaria diga que en nuestras cárceles ya no hay “Pranes”.
Una clara muestra del poder de las mafias carcelarias lo vimos hace unos pocos días en la Penitenciaria General de Venezuela en el Estado Guárico, donde los pranes mantuvieron por 7 días secuestradas a 54 funcionarios del Ministerio Penitenciario, que trabajaban dentro de ese recinto y que obligo a negociar con los pranes y pagar un rescate que ellos pidieron, que consistió en el traslado de más de 2.000 reclusos de otros sitios del país hacia esa cárcel, para que los ingresos por concepto de “la causa” aumentaran porque últimamente habían disminuido. Después de esto creo que es difícil hablar de un “nuevo régimen penitenciario” “construcción del hombre nuevo” o que “ya no hay pranes en las cárceles” o una barbaridad como que en Venezuela tenemos “el mejor sistema penitenciario del mundo”.
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