Oriana Faoro (Correo del Caroní)
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Candelario Naiht, cacique de la comunidad indígena de Cambalache
El regalo de las autoridades regionales y municipales para Ciudad Guayana, en su cumpleaños número 55, fue comenzar la construcción del relleno sanitario del municipio en terrenos ubicados en la zona industrial Cañaveral, adyacentes a la empresa Sisor. El gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, indicó que la zona estudiada científica y ambientalmente como la más apta para el destino final de los desechos sólidos de Puerto Ordaz y San Félix. El ejecutivo regional y nacional, representado en el Ministerio de Ecosocialismo y Agua (Minea), detallaron que la obra costará 2 mil 500 millones de bolívares y que, según Rangel Gómez, “máximo en noviembre (2016) debemos estar entregando esta obra a la ciudad”.
El alcalde encargado de Caroní, Eriberto Aguilera, y el presidente de Sidor, Justo Noguera Pietri, participaron del acto en donde se mostró el proyecto de 55 hectáreas que comprenderá una fosa de almacenamiento de desechos, una laguna de tratamiento de lixiviados, un módulo de control, módulo administrativo y caseta de vigilancia. Pero se trata de una promesa reciclada. Se remonta a 2013 cuando el entonces ministro de Ambiente, Dante Rivas, anunció la clausura del relleno sanitario de Cambalache, colapsado de tanta basura. El cierre no llegó sino hasta el 17 de octubre de 2014, cuando la comunidad en pleno se apostó en la entrada del recinto y se plantó: “aquí no entra más basura”. Así comenzaron una seguidilla de promesas incumplidas que comenzaron a reutilizarse este 2 de julio, con un nuevo escenario.
En 2014
La movilización de los vecinos de Cambalache en 2014 sucedió tras la marcha no más humo que realizaron en Puerto Ordaz, para exigir al despacho ambiental la clausura del vertedero en donde las quemas de basura atentaban contra la salud de la comunidad y de todo Puerto Ordaz. Las autoridades nacionales, regionales y municipales aceptaron la medida vecinal y se comenzó a hablar de un nuevo relleno sanitario. El 19 de octubre de 2014 el gobernador Rangel Gómez anuncia un terreno en Las Margaritas, ubicado en el kilómetro 70 de la vía vieja a Ciudad Bolívar, como el área apta autorizada para que los camiones depositaran basura. El 20 de octubre se descubre que el terreno apenas estaba siendo deforestado y se enterró basura sin la existencia de una fosa adecuada.
Debido a la protesta de la comuna Orinoquia, conformada por 17 consejos comunales aledaños al sector, la improvisación con la basura cesó y el reclamo llegó hasta la Asamblea Nacional (AN). Fue entonces cuando habilitaron un vertedero temporal en la zona industrial Cañaveral, que estaría funcionando desde octubre de 2014 hasta marzo de 2015, cuando debía estar listo el relleno sanitario en Las Margaritas. Porque a pesar de las protestas y alegatos de la comuna Orinoquia acerca de la afectación ambiental, el entonces viceministro para el manejo ecosocialista de desechos sólidos, Miguel Leonardo Rodríguez, visitó a Ciudad Guayana para ratificar Las Margaritas como el terreno factible de acuerdo a variables ambientales. “No es un capricho, insisto, es un estudio responsable el que hemos hecho”, indicó entonces, especificando que este relleno sanitario tendría 140 hectáreas de terreno, con una fosa recubierta de manto impermeable de 7 metros de profundidad y vida útil de 30 años. En enero de 2015 la promesa comenzó a desdibujarse. En tres meses no avanzó nada del relleno sanitario en Las Margaritas y una siguiente visita de Rodríguez al vertedero de Cañaveral se aplazó la entrega hasta nuevo aviso. Para julio de 2016, el lugar es un desastre ambiental y humano igual que Cambalache.
Desastre social en Cañaveral
Cañaveral es un vertedero temporal, habilitado por el tiempo necesario que requiriera la construcción del relleno sanitario en Las Margaritas, ubicado a pocos metros de donde se localiza el lugar del nuevo proyecto. El Estado justificó así la existencia de un vertedero a cielo abierto, prohibido en la Ley de Gestión Integral de la Basura. Se hizo una fosa de 300 metros de largo, 150 metros de ancho y 5 metros de profundidad y se prohibió taxativamente la presencia de segregadores (personas que husmean en las montañas de desechos) dentro del terreno.
Cañaveral sigue existiendo. Al menos 200 personas viven de la basura del lugar, entre ellos indígenas Warao que antes trabajaban en Cambalache. "No va a haber nadie trabajando en la basura. Esto es un vertedero temporal controlado". En enero de 2015, el entonces viceministro para el manejo ecosocialista de los desechos sólidos, Miguel Leonardo Rodríguez, estuvo en Ciudad Guayana y ofreció una rueda de prensa sobre la disposición final de la basura en Caroní, tras el cierre definitivo del colapsado relleno sanitario de Cambalache.
El martes 5 de julio de 2016, conmemoración de la firma del acta de independencia de Venezuela, la realidad del vertedero de Cañaveral es la miseria: una planicie de basura es el piso, la silla, la colchoneta... el lugar de trabajo de un grupo de niños y adultos, en su mayoría waraos, que comparten el espacio con cientos de zamuros.
Esto ocurre en las narices de los supervisores de la Alcaldía de Caroní que se rehúsan a declarar y tan solo alcanzan a decir: "mañana va a venir un comando de la Guardia (Nacional) a sacarlos de ahí".
Candelario José Nahit, cacique de la comunidad warao de Cambalache, indicó que 65 miembros de su grupo dependen económicamente del lugar, "y yo vengo en representación de ellos, para que no haya problemas. Aquí los concejales indígenas, los ministros, nadie hace nada por nosotros. Todos trabajábamos en Cambalache, pero lo cerraron y no tenemos nada de qué vivir. Si nos sacan de aquí, ¿Qué vamos a hacer?", se preguntó Nahit, quien tiene 17 años viviendo de la basura sin que el Ministerio de Asuntos Indígenas intervenga en pro de su comunidad, afectada también por el VIH. "Quieren sacar a uno de aquí, pero este es el sitio de donde uno saca plástico pa' poder tener los reales, donde uno consigue comida para darle a los hijos y la familia", dijo otro segregador, con un paquete de fresas congeladas (descongeladas) en sus manos. Era su hallazgo del día, lo que logró recoger del volteo que descargó cientos de helados y productos descongelados a la tierra llena de basura. Minutos antes, la llegada del camión supuso el revuelo de sus compañeros, quienes se encaramaron en el vagón, incluso cuando descargaba. Todos se abalanzaron sobre las sobras y engulleron lo consumible.
La nueva promesa
El proyecto de Las Margaritas no aparece en el discurso del gobernador Rangel Gómez en esta nueva propuesta del relleno sanitario, tampoco la explicación del cambio de lugar del proyecto que ya debería estar culminado. Para este martes 5 de julio, la valla identificativa de la obra, visible en las fotografías del sábado anterior, no estaba. Solo dos tractores removían las plantas del terreno, parcialmente deforestado. Los choferes indicaron que tenían dos meses para deforestar todo el terreno “y después es que viene el replanteo, el levantamiento topográfico, todo eso”, por lo que ellos mismos dudaron que pudiera estar listo en noviembre de este año. La empresa encargada se llama Constru Vial, pero los obreros no dieron más detalles que identifiquen a la compañía. En la web del Minea no hay disponible un pliego de licitación de esta obra, una maqueta o siquiera una noticia relacionada con el nuevo relleno sanitario. En la página de la Gobernación tampoco hay mención del proyecto.
¿Cuánto tiempo tardarán en construir, realmente, el nuevo y necesario relleno sanitario para Ciudad Guayana?, ¿Por qué no hay explicaciones oficiales sobre el cambio del lugar del proyecto, si el mismo gobernador Rangel Gómez autorizó la entrada de basura a Las Margaritas en 2014?, ¿Qué ocurrirá con el vertedero de Cañaveral? Las preguntas siguen en la mesa a la espera de respuestas del Estado. Mientras, las montañas de basura por toda Ciudad Guayana demuestran la improvisación que todavía impera en el aseo urbano del municipio.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/47004-indigenas-warao-comen-y-viven-de-la-basura-que-descargan-en-vertedero-temporal-de-ciudad-guayana.]
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Candelario Naiht, cacique de la comunidad indígena de Cambalache
El regalo de las autoridades regionales y municipales para Ciudad Guayana, en su cumpleaños número 55, fue comenzar la construcción del relleno sanitario del municipio en terrenos ubicados en la zona industrial Cañaveral, adyacentes a la empresa Sisor. El gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, indicó que la zona estudiada científica y ambientalmente como la más apta para el destino final de los desechos sólidos de Puerto Ordaz y San Félix. El ejecutivo regional y nacional, representado en el Ministerio de Ecosocialismo y Agua (Minea), detallaron que la obra costará 2 mil 500 millones de bolívares y que, según Rangel Gómez, “máximo en noviembre (2016) debemos estar entregando esta obra a la ciudad”.
El alcalde encargado de Caroní, Eriberto Aguilera, y el presidente de Sidor, Justo Noguera Pietri, participaron del acto en donde se mostró el proyecto de 55 hectáreas que comprenderá una fosa de almacenamiento de desechos, una laguna de tratamiento de lixiviados, un módulo de control, módulo administrativo y caseta de vigilancia. Pero se trata de una promesa reciclada. Se remonta a 2013 cuando el entonces ministro de Ambiente, Dante Rivas, anunció la clausura del relleno sanitario de Cambalache, colapsado de tanta basura. El cierre no llegó sino hasta el 17 de octubre de 2014, cuando la comunidad en pleno se apostó en la entrada del recinto y se plantó: “aquí no entra más basura”. Así comenzaron una seguidilla de promesas incumplidas que comenzaron a reutilizarse este 2 de julio, con un nuevo escenario.
En 2014
La movilización de los vecinos de Cambalache en 2014 sucedió tras la marcha no más humo que realizaron en Puerto Ordaz, para exigir al despacho ambiental la clausura del vertedero en donde las quemas de basura atentaban contra la salud de la comunidad y de todo Puerto Ordaz. Las autoridades nacionales, regionales y municipales aceptaron la medida vecinal y se comenzó a hablar de un nuevo relleno sanitario. El 19 de octubre de 2014 el gobernador Rangel Gómez anuncia un terreno en Las Margaritas, ubicado en el kilómetro 70 de la vía vieja a Ciudad Bolívar, como el área apta autorizada para que los camiones depositaran basura. El 20 de octubre se descubre que el terreno apenas estaba siendo deforestado y se enterró basura sin la existencia de una fosa adecuada.
Debido a la protesta de la comuna Orinoquia, conformada por 17 consejos comunales aledaños al sector, la improvisación con la basura cesó y el reclamo llegó hasta la Asamblea Nacional (AN). Fue entonces cuando habilitaron un vertedero temporal en la zona industrial Cañaveral, que estaría funcionando desde octubre de 2014 hasta marzo de 2015, cuando debía estar listo el relleno sanitario en Las Margaritas. Porque a pesar de las protestas y alegatos de la comuna Orinoquia acerca de la afectación ambiental, el entonces viceministro para el manejo ecosocialista de desechos sólidos, Miguel Leonardo Rodríguez, visitó a Ciudad Guayana para ratificar Las Margaritas como el terreno factible de acuerdo a variables ambientales. “No es un capricho, insisto, es un estudio responsable el que hemos hecho”, indicó entonces, especificando que este relleno sanitario tendría 140 hectáreas de terreno, con una fosa recubierta de manto impermeable de 7 metros de profundidad y vida útil de 30 años. En enero de 2015 la promesa comenzó a desdibujarse. En tres meses no avanzó nada del relleno sanitario en Las Margaritas y una siguiente visita de Rodríguez al vertedero de Cañaveral se aplazó la entrega hasta nuevo aviso. Para julio de 2016, el lugar es un desastre ambiental y humano igual que Cambalache.
Desastre social en Cañaveral
Cañaveral es un vertedero temporal, habilitado por el tiempo necesario que requiriera la construcción del relleno sanitario en Las Margaritas, ubicado a pocos metros de donde se localiza el lugar del nuevo proyecto. El Estado justificó así la existencia de un vertedero a cielo abierto, prohibido en la Ley de Gestión Integral de la Basura. Se hizo una fosa de 300 metros de largo, 150 metros de ancho y 5 metros de profundidad y se prohibió taxativamente la presencia de segregadores (personas que husmean en las montañas de desechos) dentro del terreno.
Cañaveral sigue existiendo. Al menos 200 personas viven de la basura del lugar, entre ellos indígenas Warao que antes trabajaban en Cambalache. "No va a haber nadie trabajando en la basura. Esto es un vertedero temporal controlado". En enero de 2015, el entonces viceministro para el manejo ecosocialista de los desechos sólidos, Miguel Leonardo Rodríguez, estuvo en Ciudad Guayana y ofreció una rueda de prensa sobre la disposición final de la basura en Caroní, tras el cierre definitivo del colapsado relleno sanitario de Cambalache.
El martes 5 de julio de 2016, conmemoración de la firma del acta de independencia de Venezuela, la realidad del vertedero de Cañaveral es la miseria: una planicie de basura es el piso, la silla, la colchoneta... el lugar de trabajo de un grupo de niños y adultos, en su mayoría waraos, que comparten el espacio con cientos de zamuros.
Esto ocurre en las narices de los supervisores de la Alcaldía de Caroní que se rehúsan a declarar y tan solo alcanzan a decir: "mañana va a venir un comando de la Guardia (Nacional) a sacarlos de ahí".
Candelario José Nahit, cacique de la comunidad warao de Cambalache, indicó que 65 miembros de su grupo dependen económicamente del lugar, "y yo vengo en representación de ellos, para que no haya problemas. Aquí los concejales indígenas, los ministros, nadie hace nada por nosotros. Todos trabajábamos en Cambalache, pero lo cerraron y no tenemos nada de qué vivir. Si nos sacan de aquí, ¿Qué vamos a hacer?", se preguntó Nahit, quien tiene 17 años viviendo de la basura sin que el Ministerio de Asuntos Indígenas intervenga en pro de su comunidad, afectada también por el VIH. "Quieren sacar a uno de aquí, pero este es el sitio de donde uno saca plástico pa' poder tener los reales, donde uno consigue comida para darle a los hijos y la familia", dijo otro segregador, con un paquete de fresas congeladas (descongeladas) en sus manos. Era su hallazgo del día, lo que logró recoger del volteo que descargó cientos de helados y productos descongelados a la tierra llena de basura. Minutos antes, la llegada del camión supuso el revuelo de sus compañeros, quienes se encaramaron en el vagón, incluso cuando descargaba. Todos se abalanzaron sobre las sobras y engulleron lo consumible.
La nueva promesa
El proyecto de Las Margaritas no aparece en el discurso del gobernador Rangel Gómez en esta nueva propuesta del relleno sanitario, tampoco la explicación del cambio de lugar del proyecto que ya debería estar culminado. Para este martes 5 de julio, la valla identificativa de la obra, visible en las fotografías del sábado anterior, no estaba. Solo dos tractores removían las plantas del terreno, parcialmente deforestado. Los choferes indicaron que tenían dos meses para deforestar todo el terreno “y después es que viene el replanteo, el levantamiento topográfico, todo eso”, por lo que ellos mismos dudaron que pudiera estar listo en noviembre de este año. La empresa encargada se llama Constru Vial, pero los obreros no dieron más detalles que identifiquen a la compañía. En la web del Minea no hay disponible un pliego de licitación de esta obra, una maqueta o siquiera una noticia relacionada con el nuevo relleno sanitario. En la página de la Gobernación tampoco hay mención del proyecto.
¿Cuánto tiempo tardarán en construir, realmente, el nuevo y necesario relleno sanitario para Ciudad Guayana?, ¿Por qué no hay explicaciones oficiales sobre el cambio del lugar del proyecto, si el mismo gobernador Rangel Gómez autorizó la entrada de basura a Las Margaritas en 2014?, ¿Qué ocurrirá con el vertedero de Cañaveral? Las preguntas siguen en la mesa a la espera de respuestas del Estado. Mientras, las montañas de basura por toda Ciudad Guayana demuestran la improvisación que todavía impera en el aseo urbano del municipio.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/47004-indigenas-warao-comen-y-viven-de-la-basura-que-descargan-en-vertedero-temporal-de-ciudad-guayana.]
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