Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato 2003
* Lo que sigue es el capítulo 2 del Volumen I - Historia de los pueblos indígenas de Chile y su relación con el Estado - del Informe de la mencionada Comisión.
No es fácil saber cómo era la organización social de los mapuches antes de la llegada de los españoles. No es fácil por varias razones. La primera, radica en que las informaciones de la época provienen de los propios conquistadores, quienes ven y observan de una manera muy peculiar a la sociedad indígena. En principio, no pueden imaginarse que una sociedad sin Estado y organización centralizada les pueda dar la guerra e incluso vencerlos. Por ello tratan por todos los medios de comprender e inventar quizá una organización, como la que ellos conocían y habían dejado atrás en Europa. En general los indígenas fueron percibidos siempre desde una perspectiva fuertemente etnocéntrica, calificando las diferencias culturales de estos como carencias, calificadas como Behetría, término que se empleaba de manera recurrente para designar a las organizaciones de las poblaciones situadas en la frontera sur del Tawantinsuyo. Los indígenas fueron percibidos como grupos sin rey, sin fe ni ley, entidades sin historia, ubicadas en los márgenes de la civilización.
* Lo que sigue es el capítulo 2 del Volumen I - Historia de los pueblos indígenas de Chile y su relación con el Estado - del Informe de la mencionada Comisión.
No es fácil saber cómo era la organización social de los mapuches antes de la llegada de los españoles. No es fácil por varias razones. La primera, radica en que las informaciones de la época provienen de los propios conquistadores, quienes ven y observan de una manera muy peculiar a la sociedad indígena. En principio, no pueden imaginarse que una sociedad sin Estado y organización centralizada les pueda dar la guerra e incluso vencerlos. Por ello tratan por todos los medios de comprender e inventar quizá una organización, como la que ellos conocían y habían dejado atrás en Europa. En general los indígenas fueron percibidos siempre desde una perspectiva fuertemente etnocéntrica, calificando las diferencias culturales de estos como carencias, calificadas como Behetría, término que se empleaba de manera recurrente para designar a las organizaciones de las poblaciones situadas en la frontera sur del Tawantinsuyo. Los indígenas fueron percibidos como grupos sin rey, sin fe ni ley, entidades sin historia, ubicadas en los márgenes de la civilización.
Por otra parte, tampoco es fácil comprender la organización social, dado que esta cambió fuertemente a lo largo de los siglos posteriores y, por lo tanto, lo que hoy día se recuerda y conoce como organización antigua es la del siglo diecinueve y evidentemente era diferente, y muy diferente, a la del período precolombino. Por estas dos razones es necesario ser muy prudente en el análisis. La importancia del tema es evidente y exige detenerse un instante.
Por lo general, los estudios antropológicos han coincidido en que las sociedades que han practicado un tipo de economía como la mapuche prehispana -tala y roce, junto a un sistema de caza y recolección-, poseen un tipo de organización social de comunidades pequeñas, dispersas, autónomas y carentes de centralización. Se sostiene que con estas características económicas, por lo general, las tierras son ocupadas por familias individuales, clanes o aldeas, y dificultan el advenimiento de una autoridad política centralizada que ejerza control sobre los recursos básicos[16].
Una explicación para entender las razones por las que dichas sociedades no convergieran en un poder centralizado, es la de que la competencia de los distintos grupos por el control de la tierra genere guerras entre los distintos asentamientos, lo que a su vez impida la organización política entre los distintos grupos.[17]
Sin embargo, el hecho de contar con un territorio abundante habría impedido la generación de conflictos al interior de la sociedad mapuche; no había escasez de tierras por lo cual no tenía sentido una estricta demarcación territorial interna; la ganadería era incipiente, por lo que no había ganado para disputar o robar, y el sistema de producción no permitía la generación de excedentes, por tanto no había o existía escasa acumulación, lo que convertía el robo de alimento en una tarea más bien inoficiosa, todo lo cual reducía considerablemente los argumentos generadores potenciales de conflictos entre grupos. Quizá el único motivo de conflictos internos pudiera haber provenido del denominado “intercambio de mujeres”, sin embargo, estoes relativo, pues dicho intercambio contaba con principios y reglas claras entre las alianzas políticas de las familias o lof. Por lo demás, en la eventualidad que el “intercambio de mujeres”, pudiera haber sido causal de conflictos, no habría sido problemático antes de la llegada de los españoles; este hecho se podría haber acentuado con la disminución de población ocurrida inmediatamente posterior a dicha llegada; sin embargo, no es posible determinar si esto efectivamente ocurrió así, pues en ningún lugar se ha descrito a la sociedad mapuche colonial como una sociedad caótica o con características similares.
Ahora bien es necesario aclarar que cuando se señala que este tipo de sociedades, por lo general, poseen un tipo de organización social de comunidades pequeñas, dispersas, autónomas y carentes de centralización, no quiere decir, en ningún caso, que no exista una ordenación social más allá de los linajes. Sólo que el tipo de organización obedece a una lógica distinta a la occidental y, por lo mismo, y en el caso mapuche, fue y es escasamente comprendida por los observadores externos a dicha sociedad.
De esta forma, puede decirse que la estructura social y política de los mapuches antes de la llegada de los españoles, estaba constituida en su unidad más fundamental por la familia o por las relaciones establecidas entre las familias, que se habrían designado en lengua mapuche como ruka[18]o rukache. Existe consenso en que lo más probable es que la familia mapuche haya sido amplia y extensa, y donde primara un patrón de residencia basado en la patrilocalidad, es decir donde convivían todos, o la mayoría de los descendientes masculinos del padre o jefe de familia. De esta forma, las mujeres adoptaban la residencia de su esposo. Un nivel más amplio de integración social era el agrupamiento de familias, que podría ser entendido como un caserío, y que en mapudungun recibiría el nombre de lof.[19] Al parecer el lazo que unía a las distintas familias era de consaguinidad, los integrantes habrían pertenecido al mismo linaje del lonko, sin embargo, cada familia conservaba una autonomía territorial, manteniendo, muchas veces, el patrón de residencia disperso[20]. La figura del lonko representa el liderazgo, se lo podría traducir como cabeza, principal, jefe, e ideas similares. Se trata de un tipo de "jefatura" en que el servicio a los suyos y el prestigio que eso redunda está en la base de su mandato y poder.
La organización social mapuche no había llegado al estado de una división del trabajo más allá de la familia amplia, extensa y compleja, que sería algo así como la única institución social permanente. Nada parece mostrar procesos de diferenciación social que estuvieran presagiando un sistema señorial, donde un grupo dominara socialmente sobre otro. Al no existir diferenciación social significativa, no se requería de sistemas de gobierno más allá de la unidad de producción y reproducción, que era la familia. Esto no implica la ausencia de estructuras sociopolíticas; pues en la documentación temprana aparecen relatos de diversos sistemas de alianzas, resolución de conflictos y, en definitiva, distintos niveles de integración social. Para regular conflictos, estaban los grandes sabios, viejos por lo general, que hacían las paces entre grupos, impartían justicia, daban consejos. Se llamaban toquis de tiempos de paz, pero no tenían más poder que aquel que les otorgaban las partes en conflicto. En la vida cotidiana eran como cualquier otro mapuche.
Existían también sistemas de alianzas, que se realizaban no sólo para la guerra, sino también para faenas económicas, como la recolección del piñón o los viajes de pesca en el mar; alianzas permanentes selladas por el parentesco -intercambio de mujeres-, y alianzas puntuales, para las que se elegía un toqui que dirigiera las faenas o la guerra.
Sobre estas instancias de estructura social y política mapuche, algunos historiadores, y muchas organizaciones y especialistas indígenas, han establecido ciertas hipótesis respecto a la estructura organizacional mapuche antigua. Las distintas instancias de alianzas de la sociedad mapuche, son conocidas, en mayor o menor grado, de la siguiente manera. Por ejemplo, se menciona como un nivel de integración por encima del lof, el quiñelob, instancia que habría integrado a varios lof, y en los cuales los miembros se prestaban ayuda y cooperación para las actividades económicas y de eventuales amenazas de guerra. Por encima del quiñelob estaría el lebo, la instancia “... donde se resolvían las cuestiones relativas a la guerra -incluyendo la formación de alianzas- y la paz, esto es, allí se ventilaban las cuestiones de política interior y de política exterior...”[21]. En la instancia del lebo también se desarrollaban las reuniones rituales de reproducción simbólica, cuyo centro ceremonial lo constituía el rehue.[22] El Ayllarehue -nueve rehues- constituía una instancia, donde se resolverían conflictos de guerra. Esta unidad político-guerrera, al parecer no poseía un carácter permanente, incluso hasta en los momentos de guerra, cada lebo o rehue conservaba su autonomía y su capacidad de decisión.[23] Sin embargo desde la perspectiva de los propios mapuches, los ayllarehues, eran instancias que trascendían la coyuntura de la guerra y que permanecían para el tratamiento de otros temas. Un nivel de integración social superior al Ayllarehue, lo constituye el futamapu o ‘tierra grande’, formado a partir de varios ayllarehues[24].
Es necesario reiterar que estos sistemas más amplios no constituyen una organización social y política permanente, no hay toquis o ulmenes o loncos fuera del nivel familiar, que dominen territorios, grupos amplios; hay un sistema de regulación de conflictos
-justicia se podría llamar hoy día- y un sistema para hacer alianzas y emprender acciones comunes[25]. Aunque existen algunas divergencias respecto a este tema, podría plantearse como instituciones permanentes a la ruka o rukache, institución base, sobre la cual los mapuches estructuraron su sociedad. Otra unidad sociopolítica permanente de la organización de los mapuches, sería el lebo o rehue[26].
Sin duda, se trata de una sociedad compleja, que vivía en parcialidades autónomas que en ocasiones se unían para diversas labores, que poseía instancias para uniones temporales, coyunturales y que, debido a sus abundantes recursos naturales no requirió la conformación de poderes centralizados como gobernantes, reinados, u alguna otra forma de centralización del poder; si no que conformó una organización social de acuerdo a las circunstancias específicas donde ocurrió su desenvolvimiento como sociedad.
En consecuencia, se puede caracterizar la sociedad mapuche anterior a la llegada de los españoles, como una estructura armónica tanto en sus relaciones con la naturaleza como internas. No es que se quiera ver al “buen salvaje”, viviendo en felicidad en medio de las selvas; sin embargo todas las evidencias obligan a concluir que la sociedad mapuche prehispana no era una sociedad de la escasez, ni tampoco sometida a la guerra permanente entre sus miembros. En definitiva, se trata de una organización social distinta, ni mejor o peor que la actual, sólo distinta; que estaba en una determinada situación frente a una naturaleza abundante en recursos, que le permitía crecer en tamaño y desarrollar adecuadamente a sus hombres, mujeres y niños. No son muchas las sociedades que en la historia han conseguido esto, y vale la pena señalarlo.
Notas
[16] Dillehay, Tom. Araucanía... Op. cit.: 44.
[17] Esta idea se encuentra presente en: Vayda, Andrew. “Expansion and Warfare among Swidden Agriculturalists”. American Anthropologist, Vol. 63. 1961. Citado en Dillehay, Tom. Araucanía... Op. cit.: 44.
[18] El antropólogo Louis Faron, refiriéndose a las designaciones mapuches anteriores a la reducción dice que “la designación corriente para la familia es ruka (casa), y se emplea sin ninguna referencia especial a la composición familiar”. Faron, Louis. Los Mapuches, su estructura social. Instituto indigenista interamericano. Ediciones especiales: 53. México. 1969. p. 80.
[19] Para el Consejo de Todas las Tierras, “... El lof, desde el punto de vista social, es un conjunto de familias que están asentadas en un espacio de tierras muy bien definido, a partir del cual se funda su identidad individual y colectiva. La identidad de cada integrante de un lof se funda en dos elementos básicos, el tuwun (lugar de origen) y el kupalme (tronco familiar). Estos elementos son determinantes para la pertenencia al lof. Estando claramente establecidos los dos elementos, una persona tiene definida su identidad social y territorial. La organización social y el lof estaban estructurados en base a las familias que lo constituían (...) El derecho a la adquisición, posesión y transmisión de las tierras no pasaba por la controversia social, ya que el lof era el espacio de convivencia, de unidad familiar, basado en la justicia y la reciprocidad..." Aukiñ Wallmapu ngulam, Consejo de Todas las Tierras, El Pueblo Mapuche y sus Derechos Fundamentales. Wallmapuche. Temuco, Chile, pp. 9-10. En un documento reciente elaborado por José Quidel y Víctor Caniullan, se define a los lof como unidades básicas fundamentales más pequeñas que los rehues. El lof estaría constituido por dos tipos de familias. En primer lugar está anümche, que son las familias que han estado asentadas en un determinado sitio desde tiempos inmemoriales. La otra categoría corresponde a akunche, y son aquellas familias que llegaron a asentarse en el territorio en un periodo posterior.
[20] Aldunate, Carlos. “Mapuche: Gente de la Tierra”... Op. cit.: 129.
[21] Boccara, Guillaume. “Etnogénesis mapuche: resistencia y reestructuración entre los indígenas del centro-sur de Chile (siglos XVI-XVIII)”. Hispanic American Historical Review, Duke University Press. Durham 1999. p. 431.
[22] Boccara cuando habla de todas estas instancias, lo hace en referencia a la sociedad reche, que es el nombre que habrían usado los antiguos mapuches para referirse a sí mismos. La palabra reche significaría, hombre verdaderos ( re=verdadero, che= hombres). El autor sostiene esta hipótesis aduciendo que en la documentación temprana no aparece el etnónimo mapuche, sino que el de reche para calificar a la población ubicada en la región comprendida entre los ríos Itata y Tolten, y que el etnónimo mapuche correspondería a “un conjunto étnico que surge como consecuencia de un profundo proceso de transculturación”, durante el siglo XVIII. Compartiendo el hecho de que la sociedad mapuche sufre enormes transformaciones debido al contacto primero con los españoles y después debido al accionar del Estado chileno; no creemos oportuno compartir las apreciaciones de Boccara respecto al nombre de los antiguos mapuches. De hecho muchos cronistas, cuando van describiendo pueblos desde el valle central hacia el sur, escriben “... y estos también hablaban la lengua del mapocho...”, nombre que pensamos, podría derivar de mapuche.
[23] Boccara, Guillaume. “Etnogénesis mapuche...” Op. cit.: 432.
[24] Según Boccara existen dudas respecto a la existencia de estos futamapu como distrito geopolítico antes de la invasión española, puesto que sólo son mencionados por primera vez sólo a principios del siglo diecisiete, y agrega que “parece que si los futamapu existían durante la época prehispánica no tenían este mismo carácter permanente sino que la alianza de diferentes ayllarehue ocurría únicamente en tiempos de guerra”. Ibídem.
[25] Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche... Op. cit.: 26, 27.
[26] Uno de los cambios notables en la estructura sociopolítica y territorial que Boccara observa en la sociedad reche (mapuches antiguos) fue justamente la institucionalización de los ayllarehue y de los futamapu, que de unidades temporarias prehispánicas que funcionaban en periodos de guerra pasarán a ser agregados permanentes al sistema colonial tardío dotados de representantes políticos propios. Boccara, Guillaume. “Etnogénesis mapuche...” Op. cit.: 434.
[Tomado de http://biblioteca.serindigena.org/libros_digitales/cvhynt/v_i/1p/v1_pp_4_mapuche_c1_los_mapuche-2_.html.]
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