Periodico Todo Por Hacer (Madrid)
Desde hace más o menos veinte años la palabra Capoeira resuena de vez en cuando en el estado. También conocida como“¡¿Capoqué?!”, “Camponeira” o “El baile ese” es un arte brasileño difícil de definir: un baile, un arte marcial, un tipo de música: es todo eso a la vez y por lo tanto una cosa distinta. Hemos visto sus saltos en anuncios de refrescos y oído sus canciones en anuncios de coches, por lo tanto conocemos su estética mediatizada para el consumo, pero: ¿Qué es? Para explicar más en detalle qué es la Capoeira es necesario remitirse a su historia.
Desde hace más o menos veinte años la palabra Capoeira resuena de vez en cuando en el estado. También conocida como“¡¿Capoqué?!”, “Camponeira” o “El baile ese” es un arte brasileño difícil de definir: un baile, un arte marcial, un tipo de música: es todo eso a la vez y por lo tanto una cosa distinta. Hemos visto sus saltos en anuncios de refrescos y oído sus canciones en anuncios de coches, por lo tanto conocemos su estética mediatizada para el consumo, pero: ¿Qué es? Para explicar más en detalle qué es la Capoeira es necesario remitirse a su historia.
Existen varias teorías en relación al origen de la palabra capoeira. Las teorías etimológicas establecen su origen en la lengua tupí-guaraní. Se cree que podía designar a las jaulas en las que se guardaban gallos capones y que se extendiese a las jaulas destinadas al transporte de esclavas y esclavos. Hoy en día la definición extendida en Brasil es la de un claro en el bosque, en donde se supone que los ancestros, aun esclavizados, la practicaban.
Durante la colonización de Brasil el imperio portugués, raptó miles de personas de las colonias africanas con el fin de utilizarlas como mano de obra esclava en las plantaciones del “nuevo” continente. Aquella población esclava heterogénea provenía de distintas etnias y comunidades y mantuvo, frente al desarraigo social y cultural, la explotación, la coerción y la tortura que sufrió, parte de esas culturas y tradiciones. Se encuentran precedentes de danzas marciales en tradiciones tanto africanas como la Banto como americanas como la tupí-guaraní. La capoeira nació como una expresión cultural mestiza entre tantas otras de las que conforman las identidades brasileñas.
La codificación de las prácticas marciales del pueblo afrobrasileño tenía un sentido pragmático: eludir la prohibición de practicar artes marciales que por un lado podían mermar su eficiencia en el trabajo si se lastimaban y por otro lado representaba un peligro en caso de revueltas. Según la tradición oral estas últimas eran emprendidas por intrépidos y mañosos capoeristas. Este engaño tomó la forma de diferencias entre los ritmos que llevan el juego de una cadencia lenta y estética a un acelerado baile letal. Otro ejemplo es el toque de Cavalaría que avisa a los jugadores de la llegada de las fuerzas del orden bien para que huyesen o bien para hacerles frente. Otra tradición que se conserva hasta hoy en día es la de usar motes de forma sistemática para dificultar las labores de identificación de la policía.
Las insurrecciones de esclavos dieron lugar a la creación de Quilombos: lugares aislados, normalmente en la selva, en los cuales los esclavos evadidos formaban comunidades liberadas. En ellos también se refugiaban personas de origen europeo e indígena huidas de la justicia. Estos intentos de liberación y autodeterminación del pueblo afrobrasileño reproducían esquemas jerárquicos tradicionales de las culturas africanas de origen (de hecho existe cierta controversia en torno a la posible existencia de esclavitud interna en los quilombos ya que la definición de su estructura social como jerárquica se atribuye a veces a sesgos de los estudios).
Esto nos lleva hasta la figura de Zumbí dos Palmares, símbolo de las luchas de la población afrodescendiente en Brasil. El quilombo de Palmares fue el más grande de los que hubo: llegó a ocupar una extensión más grande que la de Portugal. Se cree que desde 1630 ya había pequeñas comunidades viviendo en Palmares. Zumbí era el nombre del segundo rey del quilombo de palmares, sobrino de Gangá Zumbá quién ostentó dicho título por primera vez. Lo cierto es que existía un linaje ligado al liderazgo o jefatura de las comunidades que componían Palmares. Desde 1644 hasta su caída, Palmares sufrió constantes ataques cuyo fin era acabar con el quilombo y apresar a los fugitivos. En un momento dado Gangá Zumbá llegó a establecer un acuerdo con el imperio portugués que aseguraría la libertad de los quilombolas. Zumbí, que había destacado desde muy joven por sus hazañas bélicas que le procuraron la fama de ser inmortal, desconfiaba de los portugueses y se negó a aceptar el tratado. No queda claro quién mató a Gangá Zumbá, si los portugueses traicionándole o si fue un partisano de Zumbí. La tradición oral recoje que en Palmares se practicaba la Capoeira y alaba a Zumbí como un gran capoerista. Zumbí cayó, junto con sus últimos compañeros y lo que quedaba de Palmares el 20 de noviembre de 1695, traicionado por su segundo que guió a las autoridades hasta su escondite. Cada año se conmemora en este día el orgullo afrodescendiente en Brasil.
En aquella época la fama de la capoeira ya se había desarrollado en la colonia y eran numerosos los decretos que establecían penas a sus practicantes que seguían jugando en las senzalas (barracones en los que vivían los esclavos). En aquella época la capoeira se transformó camuflándose en las ruedas de batucada.
Con el traslado de la corte portuguesa a Brasil durante la invasión napoleónica y con la independencia del reino de Brasil los monopolios de los que gozaba la metrópolis se acabó y la economía brasileña se desarrolló con fuerza. Esto supuso un notable crecimiento de las ciudades que resultaron un espacio más propicio a la difusión de la capoeira tanto porque la densidad de población esclava creció como por la propia vida social de las urbes. En 1888 la ley Áurea abolía la esclavitud, que se hacía política y económicamente poco rentable. Dejada a su suerte, la población hasta entonces esclava siguió siendo explotada en estado de servidumbre por la burguesía y el estado a través de un racismo colonial instalado social, cultural y económicamente. La población afroamericana se vio relegada a verdaderos guetos raciales que se fueron masificando y expandiendo a consecuencia de un dilatado proceso de éxodo rural[1]. En este contexto la capoeira continuó siendo una herramienta en la lucha de clases. Arte marginal, fue utilizado para quebrantar la ley. Las bandas de capoeristas o maltas sembraban el pánico en las calles y sus peligrosos componentes aceptaban encargos de sicarios. Fue entonces cuando el término se relacionó con personas conflictivas, ladrones y tramposos: personas estigmatizadas por la pobreza, su forma de vida, su reclusión en la cárcel, etc. Las clases altas también supieron sacar provecho de la capoeira y muchos capoeiristas fueron contratados como guardaespaldas o reclutados como soldados de élite. Debido a esta situación la capoeira fue prohibida a nivel nacional en 1890. Toda persona sorprendida practicándola u enseñándola sufría severas penas además de la impune brutalidad policial.
Como hemos visto la Capoeira se comprende en el contexto de la historia del pueblo afrobrasileño. Esta se ha visto amordazada por la historiografía burguesa que siempre tuvo una versión sesgada que dejó grandes lagunas. Me parece reseñable la quema de los archivos de la esclavitud que se llevó a cabo en Salvador de Bahía por orden del entonces ministro de Hacienda, Ruy Barbossa, en el 1889. El hombre de estado hablaba de poner fin a una etapa negra de la historia del país (dando a entender más de lo que pretendía) cuando en realidad, con el fin de solventar el debate acerca de las posibles indemnizaciones por el fin de la esclavitud (se ponía en cuestión si indemnizar a los amos o a los esclavos), enterró una parte importantísima de la historia de los pueblos brasileños, sus raíces y sus identidades.
Las insurrecciones de esclavos dieron lugar a la creación de Quilombos: lugares aislados, normalmente en la selva, en los cuales los esclavos evadidos formaban comunidades liberadas. En ellos también se refugiaban personas de origen europeo e indígena huidas de la justicia. Estos intentos de liberación y autodeterminación del pueblo afrobrasileño reproducían esquemas jerárquicos tradicionales de las culturas africanas de origen (de hecho existe cierta controversia en torno a la posible existencia de esclavitud interna en los quilombos ya que la definición de su estructura social como jerárquica se atribuye a veces a sesgos de los estudios).
Esto nos lleva hasta la figura de Zumbí dos Palmares, símbolo de las luchas de la población afrodescendiente en Brasil. El quilombo de Palmares fue el más grande de los que hubo: llegó a ocupar una extensión más grande que la de Portugal. Se cree que desde 1630 ya había pequeñas comunidades viviendo en Palmares. Zumbí era el nombre del segundo rey del quilombo de palmares, sobrino de Gangá Zumbá quién ostentó dicho título por primera vez. Lo cierto es que existía un linaje ligado al liderazgo o jefatura de las comunidades que componían Palmares. Desde 1644 hasta su caída, Palmares sufrió constantes ataques cuyo fin era acabar con el quilombo y apresar a los fugitivos. En un momento dado Gangá Zumbá llegó a establecer un acuerdo con el imperio portugués que aseguraría la libertad de los quilombolas. Zumbí, que había destacado desde muy joven por sus hazañas bélicas que le procuraron la fama de ser inmortal, desconfiaba de los portugueses y se negó a aceptar el tratado. No queda claro quién mató a Gangá Zumbá, si los portugueses traicionándole o si fue un partisano de Zumbí. La tradición oral recoje que en Palmares se practicaba la Capoeira y alaba a Zumbí como un gran capoerista. Zumbí cayó, junto con sus últimos compañeros y lo que quedaba de Palmares el 20 de noviembre de 1695, traicionado por su segundo que guió a las autoridades hasta su escondite. Cada año se conmemora en este día el orgullo afrodescendiente en Brasil.
En aquella época la fama de la capoeira ya se había desarrollado en la colonia y eran numerosos los decretos que establecían penas a sus practicantes que seguían jugando en las senzalas (barracones en los que vivían los esclavos). En aquella época la capoeira se transformó camuflándose en las ruedas de batucada.
Con el traslado de la corte portuguesa a Brasil durante la invasión napoleónica y con la independencia del reino de Brasil los monopolios de los que gozaba la metrópolis se acabó y la economía brasileña se desarrolló con fuerza. Esto supuso un notable crecimiento de las ciudades que resultaron un espacio más propicio a la difusión de la capoeira tanto porque la densidad de población esclava creció como por la propia vida social de las urbes. En 1888 la ley Áurea abolía la esclavitud, que se hacía política y económicamente poco rentable. Dejada a su suerte, la población hasta entonces esclava siguió siendo explotada en estado de servidumbre por la burguesía y el estado a través de un racismo colonial instalado social, cultural y económicamente. La población afroamericana se vio relegada a verdaderos guetos raciales que se fueron masificando y expandiendo a consecuencia de un dilatado proceso de éxodo rural[1]. En este contexto la capoeira continuó siendo una herramienta en la lucha de clases. Arte marginal, fue utilizado para quebrantar la ley. Las bandas de capoeristas o maltas sembraban el pánico en las calles y sus peligrosos componentes aceptaban encargos de sicarios. Fue entonces cuando el término se relacionó con personas conflictivas, ladrones y tramposos: personas estigmatizadas por la pobreza, su forma de vida, su reclusión en la cárcel, etc. Las clases altas también supieron sacar provecho de la capoeira y muchos capoeiristas fueron contratados como guardaespaldas o reclutados como soldados de élite. Debido a esta situación la capoeira fue prohibida a nivel nacional en 1890. Toda persona sorprendida practicándola u enseñándola sufría severas penas además de la impune brutalidad policial.
Como hemos visto la Capoeira se comprende en el contexto de la historia del pueblo afrobrasileño. Esta se ha visto amordazada por la historiografía burguesa que siempre tuvo una versión sesgada que dejó grandes lagunas. Me parece reseñable la quema de los archivos de la esclavitud que se llevó a cabo en Salvador de Bahía por orden del entonces ministro de Hacienda, Ruy Barbossa, en el 1889. El hombre de estado hablaba de poner fin a una etapa negra de la historia del país (dando a entender más de lo que pretendía) cuando en realidad, con el fin de solventar el debate acerca de las posibles indemnizaciones por el fin de la esclavitud (se ponía en cuestión si indemnizar a los amos o a los esclavos), enterró una parte importantísima de la historia de los pueblos brasileños, sus raíces y sus identidades.
No fue hasta el año 1932 cuando la Capoeira salió de su ostracismo. Ese año Manoel Dos Rei Machado, alias Mestre Bimba, abrió en Salvador de Bahía un academia pública de capoeira. Bimba había empezado a practicar capoeira a los doce años siendo alumno de Mestre Bentinho al que conoció trabajando en el puerto. Además de ser un reconocido capoeirista también practicó Savate, Jiu-jitsu, lucha libre, boxeo, etc. completando su perfil de luchador. Antes de fundar su academia ya había enseñado a muchas personas afrobrasileñas creando el primer sistema de enseñanza y de graduación dentro de la Capoeira. Antes de la existencia de escuelas, el aprendizaje de la capoeira se hacía mediante la práctica, lo que lo convertía en un proceso más duro. Bimba instituyó un código entre sus alumnos que incluía higiene e incluso el requisito de estudiar o trabajar. Además abolió el uso de calzado e instituyó el uniforme blanco, basándose en la costumbre de los capoeristas de vestirse de blanco los domingos y que probaba la competencia de jugador si éste no se lo manchaba con tierra del suelo. Cinco años después de la apertura de su primera academia el mestre fue llamado por la asamblea gubernamental que, para su sorpresa, no le perseguía sino que dio pie al reconocimiento institucional de la capoeira como deporte nacional brasileño. En cuanto a las innovaciones técnicas que introdujo: elevó un poco la guardia, investigó sobre la técnica de los golpes de capoeira que transformó dándoles vigor y velocidad, los brazos pasaron a estar cubriendo la cara del jugador y eliminó algunos aspectos que consideraba demasiado ligados al folclore y poco eficientes a nivel marcial. Este nuevo estilo contemporáneo de capoeira adoptó el nombre de capoeira Regional, para diferenciarlo de la capoeira tradicional que desde entonces se llama capoeira Angola, del nombre de las academias de Bimba: Centros Regionais de Cultura Física. Ambas corrientes, con sus diferentes escuelas se han ido expandiendo hasta hoy en día por todo el mundo y han dado lugar a grandes capoeiristas y aunque en un primer momento hubiera rivalidades entre angoleiros y regionais hoy en día son agua pasada. Hacemos referencia a mestre Bimba (que jugaba también angola) por su influencia en la historia de la capoeira.
La práctica de la capoeira se da, tradicionalmente, de forma comunitaria en el espacio público. Se llama roda (rueda) de capoeira al círculo de personas que participan de ella y que se compone de dos partes: la batería; compuesta de instrumentos tradicionales de percusión, y un grupo de personas que hacen los coros y dan palmas participando del ambiente y la energía de la roda. Quizás el instrumento más llamativo sea el berimbau, compuesto de una rama larga (llamada verga) de cuyos extremos se ata en tensión un alambre y una calabaza seca y abierta que hace las veces de caja de resonancia. El berimbau más grave (o gunga) es tocado por la persona que dirige la roda que suele ser la más experimentada. Esta puede ir señalando a las parejas que entran al centro del circulo a jogar (jugar) o el juego puede ser de compra: los participantes entran a jugar por turnos cuando quieren. Antes de entrar a jugar, la tradición requiere que el jugador salude o presente sus respetos a la batería, esta práctica adopta diversas formas según las escuela y tiene su paralelismo en otras artes afrobrasileñas como el Jongo.
Aunque la capoeira tiene un claro componente marcial, su especificidad radica en que es un juego. En el no existen códigos ni reglas estrictas, cada escuela tiene sus características, y lo que entre en el juego y el ritmo “es capoeira”. El buen jugador no pretende ganar siempre[2], sino que esconde sus ataques tendiendo trampas y aprovechando los errores del/la compañero/a. Se trata de las pocas artes marciales que, en lugar de encajar o desviar los golpes se basa en esquivas y juega al contraataque. De hecho una de las innovaciones que aportó la capoeira contemporánea es el darle un carácter más ofensivo (lo que se aprecia tanto en los movimientos como en los ritmos más intensos).
La práctica de la capoeira se da, tradicionalmente, de forma comunitaria en el espacio público. Se llama roda (rueda) de capoeira al círculo de personas que participan de ella y que se compone de dos partes: la batería; compuesta de instrumentos tradicionales de percusión, y un grupo de personas que hacen los coros y dan palmas participando del ambiente y la energía de la roda. Quizás el instrumento más llamativo sea el berimbau, compuesto de una rama larga (llamada verga) de cuyos extremos se ata en tensión un alambre y una calabaza seca y abierta que hace las veces de caja de resonancia. El berimbau más grave (o gunga) es tocado por la persona que dirige la roda que suele ser la más experimentada. Esta puede ir señalando a las parejas que entran al centro del circulo a jogar (jugar) o el juego puede ser de compra: los participantes entran a jugar por turnos cuando quieren. Antes de entrar a jugar, la tradición requiere que el jugador salude o presente sus respetos a la batería, esta práctica adopta diversas formas según las escuela y tiene su paralelismo en otras artes afrobrasileñas como el Jongo.
Aunque la capoeira tiene un claro componente marcial, su especificidad radica en que es un juego. En el no existen códigos ni reglas estrictas, cada escuela tiene sus características, y lo que entre en el juego y el ritmo “es capoeira”. El buen jugador no pretende ganar siempre[2], sino que esconde sus ataques tendiendo trampas y aprovechando los errores del/la compañero/a. Se trata de las pocas artes marciales que, en lugar de encajar o desviar los golpes se basa en esquivas y juega al contraataque. De hecho una de las innovaciones que aportó la capoeira contemporánea es el darle un carácter más ofensivo (lo que se aprecia tanto en los movimientos como en los ritmos más intensos).
Parece ineludible referirse a la cuestión de género en la capoeira. Pese a que en Europa hay comparativamente muchas más mujeres que practiquen capoeira que en el contexto brasileño, en los grupos de capoeira se reproducen patrones de socialización herederos de su característica original de práctica masculina (que exalta la virilidad, la fuerza, la malicia). Hasta los años 70 las mujeres que practicaban capoeira eran sistemáticamente masculinizadas y no existen datos de su existencia hasta principios del siglo pasado. Hoy en día y en Europa, pese a que la involucración femenina en tareas de organización y administración de las actividades de los grupos de capoeira se hace indispensable, los cuerpos que establecen normas de calidad belleza y por lo tanto de progresión jerárquica siguen siendo prototipos masculinizados.
Como vemos, la capoeira es una expresión cultural comunitaria que, a través del ocio atraviesa la fiesta, la salud y la autodefensa. Los grupos de capoeira se constituyen, además de como simples academias, como grupos de afinidad o comunidades de interés. Esto se debe en parte a que la socialización en un grupo de capoeira implica pertenencia identitaria de los participantes que establece dónde y cuándo estos entrenan y practican. Frente a estas características que, a mi modo de ver, le otorgan interesantes potencialidades sociales y políticas es innegable que las dinámicas del capitalismo la han desvirtuado, como hacen con la mayoría de artes populares que se comercializan. Con su expansión e integración en el mundo laboral han cambiado tanto los espacios en los que se practica como las dinámicas sociales que giran en torno a ella. Entre algunas de las críticas (sobre todo ligadas a la desvinculación con los fundamentos tradicionales) que hacen los sectores más tradicionalistas se encuentran la oposición a la creación de reglamentos, federaciones, y competiciones que limitarían el carácter dinámico y abierto que como cultura popular presenta la capoeira.
Notas
[1] <> Esta canción habla sobre ese proceso de “liberación” como continuación de la opresión de clase/raza.
[2] <> (Quién no ha caído no es capoeira), reza un proverbio popular.
[Tomado de http://www.todoporhacer.org/capoeira-arte-liberacion.]
Como vemos, la capoeira es una expresión cultural comunitaria que, a través del ocio atraviesa la fiesta, la salud y la autodefensa. Los grupos de capoeira se constituyen, además de como simples academias, como grupos de afinidad o comunidades de interés. Esto se debe en parte a que la socialización en un grupo de capoeira implica pertenencia identitaria de los participantes que establece dónde y cuándo estos entrenan y practican. Frente a estas características que, a mi modo de ver, le otorgan interesantes potencialidades sociales y políticas es innegable que las dinámicas del capitalismo la han desvirtuado, como hacen con la mayoría de artes populares que se comercializan. Con su expansión e integración en el mundo laboral han cambiado tanto los espacios en los que se practica como las dinámicas sociales que giran en torno a ella. Entre algunas de las críticas (sobre todo ligadas a la desvinculación con los fundamentos tradicionales) que hacen los sectores más tradicionalistas se encuentran la oposición a la creación de reglamentos, federaciones, y competiciones que limitarían el carácter dinámico y abierto que como cultura popular presenta la capoeira.
Notas
[1] <
[2] <
[Tomado de http://www.todoporhacer.org/capoeira-arte-liberacion.]
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