Colectiva Severas Flores (Bogotá)
Somos colectiva como grupo de personas, no como masa uniforme, sino como conjunto heterogéneo, como multiplicidad de cuerpos, existencias, sentires y luchas que se atreven al encuentro; y somos colectiva en la medida que resistimos al lenguaje patriarcal desde el ejercicio de denuncia de la masculinización de las lenguas, desde el reconocernos como palabras y espacios en disputa, construcción y deconstrucción.
Somos libertaria porque asociamos lo libertario con la tradición anarquista de la eliminación de todas las formas de opresión; entendemos lo libertario como la posición que lucha por la libertad de “ser” con otres, de existir en colectivo, de destruir todas las formas autoritarias en que se intenta encapsular el poder.
Somos colectiva como grupo de personas, no como masa uniforme, sino como conjunto heterogéneo, como multiplicidad de cuerpos, existencias, sentires y luchas que se atreven al encuentro; y somos colectiva en la medida que resistimos al lenguaje patriarcal desde el ejercicio de denuncia de la masculinización de las lenguas, desde el reconocernos como palabras y espacios en disputa, construcción y deconstrucción.
Somos libertaria porque asociamos lo libertario con la tradición anarquista de la eliminación de todas las formas de opresión; entendemos lo libertario como la posición que lucha por la libertad de “ser” con otres, de existir en colectivo, de destruir todas las formas autoritarias en que se intenta encapsular el poder.
Somos severas flores porque nos re-apropiamos de una burla, de un chiste, de un insulto, de una violencia naturalizada, solapada, que esconde un profundo sexismo hacia cuerpos considerados masculinos al proponerlos débiles, femeninos, errados, insuficientes. Somos flores, flores tan fuertes como delicadas. Somos severas al pararnos duro, echar raíces contra la explotación y resistir siendo nosotres mismes. Entendemos la feminidad no como sinónimo de debilidad o pasividad sino como uno de tantos colores que nos componen y que la monocromía patriarcal quiere negar. Las flores crecen a pesar de todo, son el esfuerzo constante de una planta para sacar semilla, contienen los órganos sexuales de ellas y son parte del equilibrio natural interespecie. Al mismo tiempo las flores transitan, son efímeras; tan efímeras como nuestras vidas y burlan el dogma, la rigidez y el control que se quiere imponer en nuestras formas de verlas, pues están sujetas al cambio, a la mutación. Las flores rompen el sistema de prejuicios, negando lo binario y proponiendo lo múltiple, dado que muchas son hermafroditas, diversas, subversivas: No sólo son “bellas”, hay flores horribles que se cagan en los cánones de belleza racistas y occidentales; no todas huelen “bien”, algunas apestan a rebeldía y sueños de libertad; no todas son débiles, algunas matan, incomodan e irritan si no se les respeta.
A pesar de todo esto quienes nos ven se empeñan en llamarnos hombres, reafirmando la violencia de un sistema que define nuestras vidas a partir de nuestros genitales, pero nosotras reiteramos que no somos hombres, somos flores; flores de muchos tamaños, de muchas formas, de muchos colores. También somos todas marikas. Entendemos lo marika, no como una orientación sexual, sino como una apuesta política que desafía a la heterosexualidad obligatoria, esa ideología que construye una única forma de sentir, expresar y vivir el deseo controlando los cuerpos. Y esta apuesta, la marika, es una apuesta que viene desde el cuestionamiento y la rebeldía al sistema sexo-género binario y las maneras como lo hemos vivido en nuestros espacios y contextos. Por ello somos parte, consecuencia y futuro de muchas luchas. Venimos de los indios sodomitas que ardieron en la hoguera por pecadores, de los pervertidos afeminados que asesinaron en las limpiezas sociales, de los roscones criminales que encarcelaron en las prisiones, de los enfermos mentales que lobotomizaron en los psiquiátricos, los vulgares obscenos que censuraron en los medios de comunicación, las locas de Stonewall o de cualquier calle que la policía intento someter, las plumas revoltosas que los machos rechazaron, los degenerados morbosos que fueron marginalizados en las revoluciones. Somos todas estas flores y más.
Y como flores, les invitamos a plantar juntas un jardín diferente; un jardín que cubra este y otros planetas, un jardín que desplace ese desolador panorama que vemos en el estado actual de esta realidad impuesta, enajenadora de deseos, violentadora de cuerpos, consumidora de afectos, precarizadora de bienestar y de erotismo. Invitamos a todes a que sean flores con nosotres, a que vengan y rieguen lo que hemos sembrado, a que vengan y compartan sus aromas, a que vengan y sugieran nuevas semillas, pues nosotras no tenemos todas las respuestas, ni nos interesa tenerlas. Vengan y enfrenten junto a nosotres las múltiples dimensiones del sistema, para que sembremos otras alternativas. Nosotras ya lo estamos haciendo…
Ante la infección del hetero-patriarcado sembramos yerbas rebeldes que curan las identidades hegemónicas, estáticas y violentas de hombre y mujer.
Ante la radioactividad del capitalismo que intoxica relaciones, mentes, cuerpos, emociones y vidas sembramos la ternura de los pueblos, la autogestión de las comunidades, la autonomía de los cuerpos y el compartir de las resistencias.
Ante la masacre especista sembramos respeto hacia las formas de vida sometidas al consumo y la explotación humana.
Ante las cadenas del racismo colonialista sembramos campos de flores con múltiples colores, lenguas y cosmovisiones.
Ante el grito aturdidor del autoritarismo sembramos senderos de consenso y horizontalidad.
Ante el fusil militar sembramos protección y cuidado de nosotres.
Nuestro jardín se hace en el presente, con trabajo constante aquí y ahora.
Las flores no solo resistimos, no solo luchamos; también bailamos y disfrutamos nuestra rebeldía, caminamos por espacios de creación de nuevas posibilidades. Creemos en la construcción de vida digna desde los afectos en nuestras comunidades. Nos paramos desde una sexualidad a la que le rompemos las cadenas de sumisión y domesticación y nos atrevemos a explorar placeres nuevos. Creamos nuestra libertad con cada acto, cada abrazo, cada beso, cada palabra, cada emoción y pensamiento compartido en la cotidianidad, pues estas también son semillas que germinan para que construyamos un lugar donde podamos ser seres poderosos y soberanos. Queremos jardines de libertad para todos los cuerpos y para este planeta en el que soñamos, reímos, bailamos, cantamos, luchamos, nos conocemos a nosotras mismas y a las otras, aprendemos, crecemos, amamos y más que todo, vivimos.
Ven a sembrar rebeldias con nosotres…
Tierra, Salud y Anarquía.
¡Arriba las que luchan!
[Tomado de https://accionlibertariaoyl.wordpress.com/2016/06/18/manifiesto-marika-por-la-colectiva-severas-flores.]
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