Pedro Malatesta
Casi
80 años de lucha de la clase trabajadora en los Estados Unidos por la mejora de
las condiciones de trabajo y la reducción de la jornada laboral sumada a la
masiva convocatoria que tuvo la gran huelga general del 1° de mayo de 1886,
hicieron que los capitalistas temieran que fuera el principio de una revolución
social. Por eso persiguieron a dirigentes obreros y armaron un juicio que
condenaría a los mártires de Chicago. No es extraño que en este país y en
Canadá no se celebre esta fecha.
Los orígenes de la lucha por las 8 hs.
En
1817 el socialista utópico inglés Robert Owen formuló el objetivo de la jornada
de 8 hs., dejando el lema de ocho horas de trabajo, ocho horas de recreación,
ocho horas de descanso.
La
Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) en su primer congreso en
Ginebra en septiembre de 1866, reanudó la discusión de las 8 hs. como objetivo
inmediato. En el Concejo General de Londres Los representantes de Marx
propusieron:
1.
El congreso considera la reducción de las horas de trabajo como el primer paso
en vista de la emancipación obrera.
2.
En principio, el trabajo de 8 hs. diarias debe ser considerado suficiente.
3.
No habrá trabajo nocturno, salvo en casos previstos por la ley.
El
III Congreso de la Internacional en Bruselas de septiembre de 1868 se
pronunciará unánimemente en favor de la disminución legal de las horas de
trabajo.
La lucha en Estados Unidos
Los
primeros movimientos en favor de la reducción de la jornada de trabajo en
Estados Unidos se dieron a principios de 1800. En 1803 triunfaron los
carpinteros de ribera y en 1806 los carpinteros de construcciones urbanas de
Nueva York. Pero en 1832 en Boston, la primera huelga en favor de las 10 hs por
los calafateadores y carpinteros fracasó.
En
1845-46, las huelgas se repitieron continuamente en los Estados de Nueva
Inglaterra, Nueva York y Pensilvania. A fines de 1845 en Nueva York se celebró
el primer Congreso obrero acordando la organización de una sociedad secreta.
Después del Congreso industrial celebrado en Chicago en 1850, muchas ciudades
se organizaron en agrupaciones para obtener la jornada de 10 hs. por medio de
la huelga. Lentamente los obreros conseguían lo que pretendían. En algunos
Estados se promulgó la legalidad de las 10 hs. Desde entonces, los obreros
norteamericanos consagraron todos sus esfuerzos a obtener la reducción de la
jornada de trabajo a 8 hs.
A
partir de 1868 hubo cientos de huelgas por las 8 hs, animando a los obreros a
inclinarse cada vez más a las ideas socialistas. De 1870 a 1871 los alemanes
residentes en EE.UU. empezaron a organizar las primeras fuerzas de la AIT (la I
Internacional ). De 1873 a 1876 se registraron huelgas en los Estados de Nueva
Inglaterra, Pensilvania, Illinois, Indiana, Misuri, Maryland, Ohio y Nueva York.
Todas fueron reprimidas a balazos, golpes y prisión. En 1880 quedó organizada
la Federación de los trabajadores de los Estados Unidos y Canadá, que en
octubre de 1884 llamó a luchar por la jornada de 8 hs.. La reduccion de la
jornada laboral debía hacerse efectiva el 1º de mayo de 1886.
Primero de Mayo de 1886
En
Chicago, una asociación por las 8 hs con grupos socialistas y anarquistas
celebraba reuniones al aire libre, para preparar la huelga del 1° de mayo.
Albert
Parsons haría en The Alarm, el órgano de los anarquistas norteamericanos, una
enérgica campaña. Arbeiter Zeitung, era el órgano más importante de los
anarquistas alemanes. Ambos periódicos agitaron la opinión de tal manera que se
preveía que la lucha iba a ser terrible. Los oradores anarquistas que más se
distinguieron en los mítines fueron: Parsons, August Spies, Samuel Fielden y
George Engel.
A
medida que se aproximaba el 1° de mayo, los capitalistas empezaron a temer, y
decidieron organizarse para resistir la lucha de los obreros. El primer
conflicto entre patrones y obreros fue en la fábrica McCormick, donde fueron
despedidos 2.100 obreros por negarse a abandonar sus respectivas
organizaciones.
El
1° de mayo miles de trabajadores proclamaron la jornada de 8 hs La paralización
de los trabajos se generalizó. En unos cuantos días los huelguistas habían
llegado a más de 65.000. Las reuniones se multiplicaron. Seiscientas mujeres
pertenecientes al ramo de sastrería se sumaron a las manifestaciones.
El
2 de mayo hubo un mitín de los despedidos de la fábrica McCormick. Los oradores
fueron Parsons y Schwab. El 3 se celebró un importante mitín cerca de
McCormick. A las cuatro sonó la campana de McCormick y empezaron a salir los
obreros que continuaban trabajando. Una gran parte de los reunidos se
dirigieron hacia McCormick, empezaron a arrojar piedras a la fábrica, pidiendo
la paralización de los trabajos. Cuando intentaron frenar la entrada de
esquiroles, dos obreros fueron asesinados por la policía.
Aquella
misma noche se reunieron socialistas y anarquistas. Se convocó un mitín en la
plaza Haymarket, en el sur de Chicago para la noche siguiente, a fin de
protestar contra la brutalidad policial.
El
4 de mayo concurrieron más de 3.000 trabajadores al mitín en Haymarket. Samuel
Fielden ya terminaba su discurso, cuando unos 180 policías interrumpieron con
las armas preparadas. El capitán ordenó disolver el mitín y sus subordinados
fueron avanzando en actitud amenazadora. Cuando era inminente el ataque de la
policía, cayó una bomba entre la primera y segunda compañía. Cayeron más de 60
policías heridos y 7 muertos.
La
policía disparó sobre el pueblo, que huyó en todas direcciones. Perseguidos a
tiros por la policía, unos 38 obreros murieron y otros 115 fueron heridos.
Comenzó
una terrible persecución. Se hicieron allanamientos donde arrestaron a
pacíficos ciudadanos sin causa alguna. El Arbeiter Zeitung fue suprimido y
todos sus impresores y editores detenidos; los oradores de Haymarket fueron
detenidos (menos Parsons que se había ausentado) y los mitines fueron
prohibidos en todo el país, decretando el estado de sitio.
Circulaban
rumores absurdos de supuestas conspiraciones contra la propiedad y la vida de los
ciudadanos. Los medios de comunicación burgueses pedían la horca contra los
perpetradores del crimen de Haymarket.
El
5 de mayo en Milwaukee, la policía respondió con una masacre sangrienta en un
mitín de trabajadores, acribillaron a ocho trabajadores polacos y un alemán por
violar la ley marcial. En Chicago, se llenaron las cárceles de miles de
revolucionarios y huelguistas.
El juicio a los mártires de Chicago
En
junio comenzó el juicio, Grinnell fiscal del Estado, fundaba la acusación en
que los procesados pertenecían a una sociedad secreta que se proponía hacer la
revolución social y destruir por medio de bombas el orden establecido.
Los
testimonios no pudieron probar nada. Para comprobar el delito de conspiración,
el fiscal acudió a la prensa anarquista, presentando trozos de artículos y
discursos de los procesados. El objeto era aterrorizar a los jurados, ya mal
predispuestos. Se llegó al punto de exhibir armas, dinamita y ropas
ensangrentadas que decían ser pertenecientes a los asesinados.
La
teoría del representante del Estado quedó completamente destruida, no se pudo
establecer una relación entre la bomba arrojada en Haymarket y los anarquistas
procesados.
El
20 de agosto se hizo público el veredicto del jurado. Spies, Parsons, Fischer,
Engel y Lingg, fueron condenados a muerte; Schwab y Fielden a reclusión
perpetua y Neebe a reclusión por 15 años.
Segunda Internacional de 1889 en París
El
impacto internacional que tuvo el juicio a los “mártires de Chicago” duró
muchos años. En 1889 la II Internacional resuelve instaurar un dia por la lucha
internacional por las 8 horas.
La
fecha acordada fue el 1° de mayo de 1890, siguiendo una decisión de la American
Federation of Labour, enlazándola simbólicamente con la huelga del 1° de Mayo
de 1886 en EEUU y en honor a los mártires de Chicago.
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