Oscar Battaglini
En Venezuela, el estatismo puesto en práctica por el chavismo en combinación con una burocracia ignara e inepta, es la causa básica de la crisis económica.
Esta afirmación no expresa ninguna exageración, ni contiene el elemento sorpresa, ni supone la noción de lo imprevisto, simplemente se corresponde con lo que está ocurriendo en la realidad general del país, y es lo mismo que distintos analistas de aquí y del extranjero han venido diciendo sobre lo que sería el curso que seguirá la situación nacional.
En Venezuela, el estatismo puesto en práctica por el chavismo en combinación con una burocracia ignara e inepta, es la causa básica de la crisis económica.
Esta afirmación no expresa ninguna exageración, ni contiene el elemento sorpresa, ni supone la noción de lo imprevisto, simplemente se corresponde con lo que está ocurriendo en la realidad general del país, y es lo mismo que distintos analistas de aquí y del extranjero han venido diciendo sobre lo que sería el curso que seguirá la situación nacional.
Esto quiere decir que lo estimado se ha venido cumpliendo a cabalidad y de manera inexorable. Lo cual es y ha sido la consecuencia –no existe ninguna otra explicación- de las políticas que el régimen chavista ha aplicado en todos los ámbitos de la vida nacional tanto en lo económico, social, político, como en el orden de los servicios públicos (salud, educación, vivienda, transporte, electricidad, seguridad ciudadana, etcétera).
Tenemos la convicción de que en la raíz de todo eso está la concepción stalinista (autoritaria y totalitaria fascista) que el chavismo oficial tiene de la sociedad y del poder. De acuerdo con esta concepción, el poder debe y tiene que funcionar autocráticamente y mediante la puesta en práctica por el autócrata de políticas y procedimientos abiertamente dictatoriales.
Esa fue la forma en la que Stalin gobernó en la Unión Soviética (forma a la que Putin, antiguo KGB, le ha dado continuidad), en los países del llamado “socialismo real”, en la Cuba de la familia Castro, que ha permanecido –haciendo un uso despótico del poder- por más de 57 años.
Así fue como Stalin y su entorno burocrático gobernaron en Rusia por más de 30 años. Así fue como decretaron a finales de los años veinte la colectivización irracional y arbitraria de la agricultura y de la industria, que establecieron una distorsión y un bloqueo de las que ambas actividades no pudieron librarse ni recuperarse jamás. De ahí la precariedad y la mediocridad que las caracterizó durante el tiempo que el stalinismo se mantuvo en el poder.
De igual manera se hizo en Cuba y se ha pretendido hacer en Venezuela. Todos estos casos han sido presentados invariablemente como ejemplos de experiencias socialistas, pero lo cierto es que en ninguno de ellos se pasó de una modificación en el plano económico mediante los procesos productivos que dejaron de hacerse de acuerdo a la racionalidad del capitalismo privado para ejecutarse conforme a la manera y la dinámica del capitalismo de Estado.
En esto se percibe como la simple estatización de la economía, o de parte de ella, comenzó a ser considerada, tanto por sus realizadores como por muchos de sus adversarios, como sinónimo de socialismo. Lo que sí ocurre son cambios de forma, como el hecho de que al frente de la economía y de las actividades económicas específicas, aparezca el Estado autoritario, erigido en el único propietario, el cual ejerce su control despótico mediante una burocracia parasitaria que progresivamente tiende a perder todo interés e incentivo por mejorar la capacidad productiva de los bienes colocados bajo su control y responsabilidad, lo que -como consecuencia de ello- conduce a la economía hacia un descalabro total. Eso es lo que, en gran medida, explica la precariedad de esas experiencias “socialistas”.
En Venezuela, el estatismo puesto en práctica por el chavismo en combinación con una burocracia ignara e inepta, es la causa básica de la crisis económica y general, en la que estamos envueltos todos los venezolanos y lo que -en definitiva- nos ha llevado a la lamentable situación en la que hoy nos encontramos y que pareciera no tener fin. Se trata de un estado o de una condición que se agudiza cada día que pasa. Veamos brevemente algunas de sus principales determinantes:
1.- La estrepitosa caída de la producción
Se encuentra en su nivel más bajo y ha seguido en picada, no obstante las medidas implementadas (14 motores mediante los que el gobierno ha tratado de recuperar la producción). Hasta ahora no se tienen noticias sobre los efectos positivos que tal iniciativa haya podido ejercer sobre la producción nacional. Todo parece indicar que aún no existen saldos favorables dignos de ser registrados. Lo que sí se sabe con relativa certeza, es que para este año se estima una caída de la producción de entre un 8 o 9% del PIB.
2.- La descomunal inflación
Este fenómeno económico se ha convertido en una de las peores manifestaciones de la grave crisis por la que atraviesa nuestra sociedad. Su nivel actual (la más alta del mundo) supera el 200%, pero los expertos calculan que para finales de año esta se ubicará en un 500% o 700%. Esto quiere decir que habrá que salir con una carretilla de billetes para comprar dos panes de canilla. Esto significa que Maduro en su obnubilación socialistoide -si es que el RR no pone fin a su mandato-, no hará nada efectivo con capacidad de contrarrestar o frenar su desarrollo exponencial.
3.- La dramática escasez y el desabastecimiento
Representan junto con la inflación uno de los problemas más agobiantes de la crisis, si consideramos que ya están por el orden del 87% (reconocido por el propio BCV, aunque en su informe cambia el nombre por el de acaparamiento). Sus principales manifestaciones la constituyen la falta de alimentos y medicinas (90%), hecho este que ha generado una crisis humanitaria que el gobierno se niega a reconocer. Los indicadores de que eso es realmente así, son: el hecho de que el hambre ha comenzado a tocar con fuerza la puerta de un grueso sector de la población venezolana, incluso de aquellos que disponen de un ingreso salarial que ya no le alcanza para cubrir sus necesidades familiares.
Para que tengamos una idea, la encuesta más reciente de Datanálisis señala que el costo de la vida está en 44,1%. Si esto lo traducimos en términos de canasta básica familiar (CBF), comida, vivienda, vestido, servicios, educación, encontraremos que el aumento del 30% del salario mínimo (15.051) anunciado por Maduro, incluyendo el ticket de alimentación o cesta ticket, lo que hace un total de Bs. 33.636, cubre apenas el 20% de la CBF, puesto que se requerirían 9 salarios mínimos para cubrir el costo de la misma. Revela el informe, el hecho de que las clases altas (AB) se han reducido de 7% en 1980, a 1,4% en 2015, y la clase media baja de 27% a 14%). Por otra parte está la alarmante y dramática situación de muchos venezolanos que se están muriendo por falta de medicamentos o carencia de insumos en los hospitales.
4.- El grave problema de la inseguridad personal creado por el hampa y la ineficacia del Estado
La enorme significación que esto tiene es que se ha convertido en una de las principales causa de muerte en Venezuela. Según el psicólogo clínico Axel Capriles … “estamos llegando a una condición de país … donde la vida no vale nada y la muerte es un lugar común … la gente vive constantemente ansiosa, preocupada por la vida de sus seres queridos y por la propia … Hoy en día la gente sale de sus trabajos y corre a toda velocidad a encerrarse en sus casas por el miedo a la muerte súbita”.
5.- La crisis eléctrica
Tal como previeron en el año 2010 los ingenieros Víctor Poleo, Miguel Lara, Gustavo González y Jorge Pirela, la crisis eléctrica que tiene varios años manifestándose se ha agudizado y amenaza con agravarse más aún. Frente a esa emergencia al gobierno nacional lo único que se le ha ocurrido es reducir la jornada laboral de la administración pública y el establecimiento sistemático de recortes de energía eléctrica por varias horas durante el día en el interior del país. Estas medidas que no resuelven nada o que contribuyen muy poco a solventar la situación planteada, lo que sí hacen es añadir nuevos elementos al malestar existente.
Si a este tétrico panorama añadimos un déficit fiscal de dos dígitos por quinto año consecutivo; la caída del 75 % de los precios del petróleo; el aumento del riesgo país a la inversión internacional, el hostigamiento a la empresa privada, los delitos en contra del erario público: estafas y fraudes cometidos mediante empresas de maletín y otros modus operandi entre las que destaca la reventa de divisas en el mercado paralelo, la indiferencia cómplice del gobierno ante esta descomunal fechoría; la dramática merma de las reservas internacionales, la fuga de capitales más escandalosa y grotesca (sólo en los primeros diez años [2000-2010] fue equivalente al 43% del PIB de ese año).
En ese período fue 42 veces más alta que en Colombia y diez veces más alta (en términos del PIB) que la de Brasil. En 2011 -en plena orgía rentística- fue de 36 mil millones de dólares, sólo ese año, lo que finalmente arroja la pavorosa suma de 300 mil millones de dólares, es decir, el equivalente aproximado a 30 veces la totalidad de nuestras reservas internacionales en la actualidad;
Sin querer ser profeta del desastre -nada más lejos de mi intención-, todo indica que la situación del país seguirá agravándose, pero eso, antes que convertirse en un factor de desaliento, debe traducirse en un reforzamiento de los esfuerzos institucionales que se vienen haciendo para ponerle un cese radical y definitivo a la mala hora por la que atravesamos todos los venezolanos.
[Tomado de http://www.larazon.net/2016/05/17/se-profundiza-la-crisis-general-del-pais.]
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