En el ir y venir de nuestra realidad bombardeada con noticas que se repiten por radio, televisión y portales de internet, generando interminables charlas en el trabajo, la familia y entre amistades, donde claramente cada persona encarna el relato de su comentarista preferido; nuestro análisis, al no tomar distancia de los acontecimientos, pierde profundidad y termina apoyando o criticando a este o aquel gobierno, ya sea entrante o saliente, como si el grueso de las decisiones que nos afectan como pueblo se tomaran dentro de la Casa Rosada.
Para expresar nuestra visión de la realidad y compartir estrategias tendientes a alcanzar el ideal de humanidad que proponemos, no podemos ignorar que vivimos en un país periférico, colonia dentro de un bloque económico, Patio Trasero del Imperio Norteamericano.
En este sentido, desde el 10 de diciembre, los acciones concretas del grupo de interés económico representado por Mauricio Macri, apuntan a restablecer las Relaciones Carnales de la década del 90 y continuar con la política de endeudamiento iniciado por del Proceso Militar. Por ejemplo: la suspensión de las retenciones a la minería y la agroexportación, el acatamiento al tribunal de Nueva York, el ajuste fiscal, la quita de subsidios a las tarifas de los servicio públicos o el nombramiento en cargos ministeriales de gerentes de empresas extranjeras, son alguna de las medidas de gobierno que inclinan la balanza profundizando la dependencia con los Estados Unidos. Pero como acto simbólico, que corona este giro en la política exterior Argentina, vemos la visita de Obama, a 100 días del flamante gobierno y 40 años del Golpe de Estado de 1976, en una imagen que recorre el mundo y nuestro imaginario estableciendo un mojón en la memoria que seguramente rescataran los historiadores dentro de varias décadas.
A la inversa de lo ocurrido con el “No al Alca” -manifestado en la cara de George W. Bush en noviembre de 2005- que puso en una misma foto a Chávez, Lula, Evo y Kirchner, respaldando un bloque regional relacionado directamente con las economías asiáticas; ahora vemos la sonrisa de Obama, el apretón de manos y su palmada sobre el hombro de Macri. Más su visita al Parque de la Memoria donde arrojó flores al Rio de La Plata y como cierre nos dedicó un discurso donde eludió -sin reclamo del gobierno local- el hacerse cargo de la Doctrina de la Seguridad Nacional, del Plan Cóndor o del apoyo a Inglaterra durante la Guerra de las Malvinas, entre otras tantas atrocidades padecidas por nuestro pueblo, de las cuales el Imperio fue la causa directa.
Plantear el Imperialismo como tema de debate, dentro del movimiento libertario y de la FORA en particular, intenta cumplir con una actualización teórica necesaria; dado que a principio del siglo XX, cuando nuestras ideas alcanzaban su máxima difusión en la población, el capitalismo no estaba en esta etapa Imperialista que conocemos ahora. Incluso la conformación de los Estados Nación, como Argentina o Italia (entre otros tantos), era un fenómeno reciente; por lo tanto: sus evoluciones, alianzas y conflictos de poder, no podían ser plenamente visualizados por aquellos militantes y pensadores de quienes heredamos la ideología.
Sin ser la intención de esta nota presentar un tratado sobre el tema Imperialismo -ni teniendo capacidad para hacerlo-, simplemente proponiendo su debate a futuro, dejamos como base del mismo la siguiente reflexión: “Como cualquier otro Estado, el Estado Norteamericano representa los intereses de la Clase Dominante de ese pueblo y, por la propia lógica de la concentración del poder, se globaliza conformando un Imperio o sea, sometiendo a otros Estados. Esto no quita que, paralelamente, existan en igual proceso más Estados pero que, al ser menor su concentración de poder, establezcan alianzas de dominación junto a los EEUU -como es el caso de los miembros de la OTAN-. Como también puede haber uno o más Estados con poder semejante al Norteamericano pero que se mantengan distantes, haciendo base en otras zonas del planeta, como podría ser el caso China”.
Respecto a la búsqueda de acuerdos comerciales por fuera de EEUU –tal el caso de Cristina con Brasil y China como, en su momento, Alfonsín con Rusia y los países europeos-, a nuestro entender, no anuló la presencia Norteamericana en la economía local durante esos periodos. Fueron momentos de repliegue, sobre todo en lo simbólico más que en los hechos reales, porque recordemos que el desarrollo de la minería a cielo abierto o el salvataje financiero a la planta de Chevrolet o los contratos petroleros de Vaca Muerta -por nombrar algunos ejemplos- ocurrieron, justamente, durante el mandato Kirchnerista.
Por otro lado, es importante advertir que el repliegue en un país determinado, no implica el repliegue en el resto del continente; tal es el ejemplo de Honduras cuyo golpe mediático y judicial a Zelaya, inauguró esta modalidad en pleno esplendor de los gobiernos populista en el resto de América Latina. Hoy a 7 años de aquel acontecimiento, estamos viviendo situaciones semejantes –aunque más refinadas- en Brasil y Argentina; mientras que en Honduras aparecen asesinados líderes políticos y activistas sociales, anticipando las intenciones o procedimientos a que podría recurrir Norteamérica de considerarlo oportuno y necesario.
El último gran y aparente repliegue, sobrevino tras la debacle Neoliberal (Color de Melo en Brasil, Fuyimore en Perú, Fox en México y Menen en Argentina); en ese momento los pueblos reaccionaron -tal vez porque era necesaria la reacción frente a la posibilidad de su extinción- y fue entonces que surgieron los gobiernos populistas, tomando las banderas con sus reclamos y consignas. Luego el impulso de las movilizaciones, le permitió lograr importantes avances que mejoraron la calidad de vida de la población pero, a su vez, disciplinaron la militancia, saliendo del caos y trayendo la calma que tanto anhelan las clases dominantes.
Ahora, vuelve la voracidad de los empresarios locales y los intereses extranjeros, tentada por el atractivo botín y aprovechando las condiciones generadas para un nuevo saqueo.
En esta coyuntura, donde la subjetividad de la población habilitó el avance, real y simbólico, del Imperio Norteamericano -presto a hipotecar el futuro de las próximas generaciones-; es donde encontramos un campo popular diezmado, en franca desventaja frente al poder organizado de los sectores dominantes argentinos ligados a los intereses extranjeros. Por eso, lo mínimo que podemos proponer, sea cual sea nuestro espacio –barrio, gremio o aula-, es buscar acuerdos amplios: asamblearios, autónomos y anti-imperialistas, que superen la discusión, intencionalmente instalada, en torno a la falsa alternancia entre un gobierno que se va y otro que viene.
[Publicado originalmente en el periódico Organización Obrera # 62, Buenos Aires, mayo-junio 2016. Numero completo accesible en http://fora-ait.com.ar/blog/organizacion-obrera.]
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