Ignacio Pato
Con motivo del Día del Libro, hemos hablado con seis colectivos editoriales para conocer qué momento vive el libro anarquista, feminista, independentista y, en general, aquel que de manera descriptiva o como menosprecio entendemos como radical.
Con motivo del Día del Libro, hemos hablado con seis colectivos editoriales para conocer qué momento vive el libro anarquista, feminista, independentista y, en general, aquel que de manera descriptiva o como menosprecio entendemos como radical.
I - ESTRUCTURA Y CUENTAS: COOPERATIVAS CON SALUD
Txalaparta es una cooperativa navarra que en sus casi tres décadas de vida lleva editados casi 1.000 libros a un ritmo de entre 30 y 40 al año, y en la que trabajan seis personas. Una de ellas, Jon Jiménez, nos cuenta que la buena salud de sus cuentas se debe "al club de lectores y lectoras. Es una comunidad que tiene el compromiso de adquirir seis títulos al año y que nos asegura ventas, es el corazón de Txalaparta". Más joven es el colectivo Veus amb veu ( Voces con voz), especializada en el libro de género y feminista que funciona con espíritu cooperativo a pesar de ser una Sociedad Limitada que nació entre tres amigas. Funcionan como editorial y librería que aún no cumple el año. Admiten que a finales de marzo han tenido que poner dinero de su bolsillo, pero que normalmente hay paz en las cuentas. El caso de La Felguera es muy llamativo. Lo que nació como un colectivo de agitación en los años 90 en torno al punk y la contracultura es hoy una editorial que, a base de una esquinada búsqueda de historias y cuidadas publicaciones, consigue llegar a públicos no siempre "underground". El año pasado, en la Feria del Libro de Madrid, Letizia Ortiz no pasó desapercibida comprando un ejemplar de Ángeles fósiles (Alan Moore), editado por La Felguera. "Es económicamente sostenible, pero no damos nada por sentado. Todo funciona en base a nuestro esfuerzo y la fidelidad de nuestra comunidad", explica Servando Rocha, que bromea sobre la composición de la editorial: "somos menos de los que imagina la gente, pero muchos más de los que controlan el Banco de España". Hacen una tirada de entre 1500 y 2000 ejemplares por novedad. Suelen agotarse. Tigre de Paper es también una editorial cooperativa directamente conectada a los movimientos sociales. "Somos 3 y tenemos un club de lectores del que forman parte 250 personas", nos dice Simón Vázquez, uno de sus editores. Forman parte de la asociación Llegir en català y ponen en marcha, junto a otras cuatro editoriales, Literal, la feria del libro radical celebrada cada mayo en Barcelona. De Literal forma también parte Virus, un estable proyecto asambleario con 25 años de antigüedad. Los títulos que editan y cómo los distribuyen se deciden de manera colectiva desde su céntrico local de Barcelona. El Lokal es, en sus propias palabras, un rincón libertario en el Raval. Su colectivo de 6 personas, además de editar libros y venderlos (los suyos y los de otras editoriales) en su popular local de la calle Cera, participa en todo tipo de movilizaciones políticas en Barcelona. También cubren gastos, como nos cuenta Iñaki García, una de sus caras más visibles en el barrio barcelonés.
2 - LOS HITS: UN CATÁLOGO EXPLOSIVO
¿De qué libros estamos hablando? ¿Cuáles son los más vendidos en estas editoriales?
El explosivo contenido de estos libros lo ejemplifica el título más vendido en El Lokal. Huelga de alquileres explora un impago colectivo en la II República, cuando miles de familias obreras de Barcelona se negaron a pagar a sus caseros por considerar los precios abusivos. Le sigue en ventas la edición castellana y catalana de Grups Autònoms, una crònica armada de la transacció democràtica de Joni D. La "vanguardia" de Tigre de Paper pertenece a En defensa de Afrodita, contra la cultura de la monogàmia —sobre nuevas relaciones "libres y no coercitivas donde la libertad sexual garantice la construcción de una persona nueva en una sociedad nueva"—, La revolta que viurem (Iván Miró), la vida de la revolucionaria palestina Leila Khaled El meu poble viurà y las novelas Paraules per a Gaeta y Alè de taronja sencera, de Cesk Freixas. Partisanas, el ensayo de Ingrid Strobl sobre la resistencia armada de la mujer contra el fascismo y el nazismo, y Drones. Sombras de la guerra contra el terror de Enric Luján son los éxitos de esta temporada en Virus. Completan el top con un atemporal fondo de catálogo: Las políticas de la ecología social de Janet Biehl, Anarquismo social o anarquismo individual de Murray Bookchin y Anarquismo es movimiento de Tomás Ibáñez. El gran triunfo editorial de Veus amb veu es Furinuka, un cuento infantil sobre una niña desobediente, creativa y furiosa. Está en el top 5 de su librería junto a hits feministas como Calibán y la bruja (Traficantes de Sueños), La revolución ignorada (Descontrol), La mujer habitada (Txalaparta) y Monstruo rosa (Apila). La historia del vandalismo ilustrado La facción caníbal, Ángeles fósiles, WITCH, Motherfuckers o Apaches son los títulos de La Felguera más demandados. Para Txalaparta, el trío con mayor aceptación es el formado por las memorias de la escritora sandinista Gioconda Belli ( El país bajo mi piel), ETA 1958-2008 y La orquesta roja, de Gilles Perrault.
3 - EL PÚBLICO: MUJER, TRABAJADORA Y ACTIVISTA
Si quisiéramos hacer un retrato robot aproximado del lector y lectora radical, sería más o menos el siguiente. "La mayoría del público de Virus se mueve entre la militancia de movimientos sociales y en menor medida la academia. Vendemos, por cuestiones de proximidad, sobre todo en Catalunya, pero trabajamos con librerías asociativas del todo el estado", apunta Miguel Martín. "El nuestro oscila entre los 30 y los 60 años, pero las temáticas hacen que varíe el tipo de lector... O lectora, porque por ejemplo la base lectora de nuestra literatura erótica en euskera está compuesta casi totalmente por mujeres. No nos extraña, porque más de la mitad de quien nos lee son mujeres", indica Jiménez desde Txalaparta. En Veus amb veu, concretan más el perfil. "La mayor parte de gente que nos compra libros son mujeres de entre 25 y 40 años de clase media, media-baja, con y sin niños, militantes feministas, profesoras de escuela y universidad, de escuelas libres, estudiantes de carreras de Letras o trans". Simón Vázquez de Tigre de Paper hace una pertinente puntualización. "El mundo del libro es un espacio feminizado en el trabajo y el consumo pero no en la creación. El público es eminentemente femenino, las trabajadoras del sector son también mujeres, pero los escritores siguen siendo mayoría masculina", señala Vázquez. Y en La Felguera aseguran saber "el terreno que se pisa". "Publicamos lo que nos gustaría leer a nosotros, pero nuestras ideas están en la cabeza de mucha gente. Hay una idea que tenemos muy interiorizada: la de las grandes minorías".
4 - EL MOMENTO: LUNA DE MIEL CON LA CALLE
¿Es buen momento para un libro político que vaya más allá del progresismo? Para García, de El Lokal, sí. "Los clásicos anarquistas funcionan de nuevo. En los dos últimos años vendemos más. Se publican muchos folletos o libros en formato pequeño. Hay mucho debate en los movimientos y los libros ayudan". "Va con los movimientos populares. Cuanto más presentes, más gente quiere leer sobre lo que defiende o ataca. Tenemos más redes que nunca, hay mucha complicidad entre editoriales", opina Vázquez de Tigre de Paper. Para Virus, "estamos en un momento de consolidación y crecimiento". Desde Txalaparta matizan que es un cambio positivo que se nota más a nivel estatal, ya que en Euskal Herria "el nivel de politización ha sido siempre más elevado que en el resto de la península". Veus amb veu lo confirman, aunque consideran que no hay ningún libro "que no sea político". Rocha desde La Felguera abunda en la puntualización. "No creo que seamos una editorial política, ni creemos que los libros cambien el mundo. Nos parece sobredimensionada la importancia que se le da al libro para ejercer cambios políticos. Simplemente abren puertas".
5 - UNA HERRAMIENTA "SECRETA"
Para leer hay que tener tiempo. Entre un mercado laboral profundamente atomizado, el poder de atracción de las redes sociales y compromisos personales o políticos, ¿puede la lectura radical paradójicamente convertirse en una actividad "de lujo"? "Compaginar lectura con trabajo y militancia social en un mundo precarizado no es fácil", concede Vázquez de Tigre de Paper. "Intentamos que leer no sea una carga más, sino una oportunidad de vivir todas las revoluciones que nunca podremos hacer".
¿Puede la lectura radical ser una actividad "de lujo"? "La lectura requiere de un tiempo distinto a, por ejemplo, ver una película. Al currante le puede faltar, pero también sobrarle tiempo cuando está parado, o no tener dinero para comprarse un libro. Aun así, nosotros sí que notamos un mayor interés", aseguran en Virus. En Txalaparta creen que el libro se adapta al presente. "Es que cambia la forma de leer. No es que la gente lea menos, lo que se leen son menos libros, pero se lee y escribe más que nunca, basta ver WhatsApps, redes sociales o blogs. Y en medio de la urgencia digital, siempre habrá hueco para los libros. En este sentido, últimamente aparecen libros pequeñitos, panfletos que en otros tiempos hubieran sido ensayos de más de 500 páginas", manifiesta Jiménez. "Nosotros mismos somos precarios y sabemos lo que cuesta hacer o comprar cada cosa", explican desde La Felguera. Así que intentamos crear libros bellos, imperecederos. En los 20 o 30 la lectura era considerada esencial por los obreros. Cada mes dejaban unas monedas para leer prensa o libros. Y creo que sigue existiendo esa mentalidad, ahora casi ya de 'sociedad secreta'". "Y no, el libro no ha sido nunca un lujo burgués", señalan. "Además, la mayor parte de nuestros héroes culturales eran gente precaria y pobre".
[Tomado de http://www.playgroundmag.net/noticias/actualidad/Lecturas-Explosivas_0_1741025895.html.]
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