Gustavo Godoy
El escritor Franz Kafka vivió en Praga en un periodo muy agitado, durante el que se sufrieron las dos guerras mundiales, los regímenes totalitarios y el holocausto nazi. Estudió derecho por insistencia de su padre, pero lo que realmente amaba eran los libros y la soledad. Para pagar sus cuentas, trabajo como empleado en una empresa de seguros, oficio que detestaba. Después de su jornada laboral, evadía su realidad burguesa dedicándose a la literatura durante las noches. Escribía en secreto cuentos y novelas. Kafka es considerando como uno de los grandes escritores de la literatura mundial.
El escritor Franz Kafka vivió en Praga en un periodo muy agitado, durante el que se sufrieron las dos guerras mundiales, los regímenes totalitarios y el holocausto nazi. Estudió derecho por insistencia de su padre, pero lo que realmente amaba eran los libros y la soledad. Para pagar sus cuentas, trabajo como empleado en una empresa de seguros, oficio que detestaba. Después de su jornada laboral, evadía su realidad burguesa dedicándose a la literatura durante las noches. Escribía en secreto cuentos y novelas. Kafka es considerando como uno de los grandes escritores de la literatura mundial.
En sus novelas reflejaba constantemente el infierno de las oficinas y los burócratas. En su famosa novela El proceso, Kafka relata la historia de Josef K. que sin ser culpable se ve envuelto en una situación absurda y sin salida. La novela ilustra la pesadilla que significa tener que lidiar con la burocracia incomprensible. La imposición de los horarios y órdenes, la estrechez claustrofóbica de las oficinas, los procedimientos sin sentido, la confusión laberíntica y la desorientación como un instrumento de tortura sin final son elementos recurrentes en sus obras. La impotencia del individuo frente a la maquinaria del poder es una de las temáticas más presentes en Kafka. Ahora se usa el adjetivo “Kafkiano” cuando queremos referirnos a un trámite burocrático infinito.
Mientras más grande es una organización más importante es la necesidad de orden. Las instituciones monopólicas con las públicas se ven empujadas por su tamaño al centralismo y a la jerarquización de funciones. Cada miembro dentro del sistema se ve forzado por la organización a cumplir un pequeño papel. Debe obedecer a sus superiores implementando reglas generales y abstractas que impone la autoridad central. Mientras más grande sea la institución, la tarea de las partes se ve más reducida y limitada. La libertad y la iniciativa personal del funcionario en los últimos escalafones de poder son cada vez menos relevantes. En otras palabras, la burocracia por su propia naturaleza embrutece al ser humano.
El individuo inmerso en sus problemas particulares y necesidades singulares cuando entra al aparato burocrático se ve empequeñecido a una categoría general. Es deshumanizado. Se convierte en un número, un documento o un proceso. El burócrata lo trata como un ser quejón y torpe, como una molestia. Para este, el caso individual del ciudadano común le importa muy poco y si le llegase a importar no puede hacer mucho por qué el sistema no se lo permite. A pesar que la burocracia en el discurso formal esta para servir al público en la práctica funciona como un instrumento de dominación. El ciudadano frustrado e impotente se ve con demasiada frecuencia víctima de un infierno de papeles y formularios donde no tiene muchas opciones.
Dentro de las antiestéticas oficinas de la burocracia, el funcionario actúa como el poderoso representante de una gigantesca organización monopólica con el poder de imponer su voluntad al ciudadano individual. Este ambiente tiene la característica de convertir a personas nobles, capaces y talentosas, en perezosos, torpes y arrogantes ya que su campo de acción es sumamente minúsculo y la libertad para innovar está encadenada por los todopoderosos e interminables reglamentos internos. El burócrata es solo responsable de obedecer los lineamientos de su oficina. No produce, no crea, no piensa. No tiene estimulo de tratar amablemente al ciudadano porque sabe muy bien que este no tiene escapatoria.
Mientras más grande sea la burocracia de una sociedad determinada, mayor será la ineficiencia, el autoritarismo, y la improductividad de dicha sociedad. La burocracia es la antítesis de la creatividad, de lo humano y de lo bello. ¡Desafortunado aquel que tiene que someterse a un proceso burocrático!
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