Antonio Pérez Collado
No podemos decir que nos haya alarmado la abundancia de noticias de corrupción que han aparecido en periódicos, radios y televisiones mucho después de que todo el mundo estuviera convencido de que este fenómeno tan nuestro estaba alcanzando cotas inimaginables en otros tiempos o latitudes. Que la repentina y ostentosa opulencia de muchos altos cargos políticos y sindicales era un tanto sospechosa, por aquí lo comentaba hasta el gato. Lo que resulta bastante más difícil de entender es que juzgados y redacciones hayan esperado hasta hace cuatro días, como se dice coloquialmente, para poner caras y cifras el escándalo. Esto sí que es sorprendente; pero como refleja otro conocido dicho popular “más vale tarde...”
Mucha gente no nos creemos la reacción, mitad sorpresa y mitad indignación, de la mayoría de organizaciones políticas y sindicales cuando han empezado a ver en los medios informativos que los juzgados ordenaban la detención de importantes cargos públicos, principalmente de afiliados al PP, dado que en todos estos años habían dicho muy poco -o absolutamente nada- sobre algo que saltaba a la vista y que sus cúpulas podían haber intuido mucho mejor que el personal de a pie.
No podemos decir que nos haya alarmado la abundancia de noticias de corrupción que han aparecido en periódicos, radios y televisiones mucho después de que todo el mundo estuviera convencido de que este fenómeno tan nuestro estaba alcanzando cotas inimaginables en otros tiempos o latitudes. Que la repentina y ostentosa opulencia de muchos altos cargos políticos y sindicales era un tanto sospechosa, por aquí lo comentaba hasta el gato. Lo que resulta bastante más difícil de entender es que juzgados y redacciones hayan esperado hasta hace cuatro días, como se dice coloquialmente, para poner caras y cifras el escándalo. Esto sí que es sorprendente; pero como refleja otro conocido dicho popular “más vale tarde...”
Mucha gente no nos creemos la reacción, mitad sorpresa y mitad indignación, de la mayoría de organizaciones políticas y sindicales cuando han empezado a ver en los medios informativos que los juzgados ordenaban la detención de importantes cargos públicos, principalmente de afiliados al PP, dado que en todos estos años habían dicho muy poco -o absolutamente nada- sobre algo que saltaba a la vista y que sus cúpulas podían haber intuido mucho mejor que el personal de a pie.
Llegados a este punto, surgen algunas dudas. Por ejemplo; no sabemos (y quizás nunca sepamos) si la tardanza en tirar de la manta se debe a que la Justicia es más lenta que inexorable, por lo que habría costado años y años de laboriosa investigación encontrar todas las pruebas para imputar (ahora, investigar) a la pléyade de esos algo más que presuntos corruptos y corruptas que tan poco se cuidaban de disimular su acelerado tren de vida.
Aunque también podría ser que la eclosión del monumental escándalo se debiera a la ruptura de un frágil acuerdo entre dudosos caballeros, según el cual nadie veía nada y todo el mundo trincaba lo suyo. Esta idea no es tan descabellada si observamos que varias de las investigaciones se han abierto como consecuencia de denuncias puestas por desairadas parejas sentimentales o rencorosos cargos, dimitidos de mala gana.
Tampoco es descartable la idea de que judicatura, política y negocios (igual es una redundancia) tienen más intereses en común de lo que imaginamos, y ante unas elecciones más reñidas de lo normal era preciso echar mano de todas las cartas disponibles para hundir al adversario; tanto del partido supuestamente contrario como del propio. Hacerse con un acta de diputado o concejal se estaba poniendo más crudo de lo habitual.
Lo cierto es que el PP, seguramente por ser el partido con más poder y con más años disfrutando del mismo, ha sido el más dañado por esta operación de limpieza institucional. Pero a poco que cambiemos de periódico o canal, veremos que los casos (y gordos) de corrupción afectan prácticamente a todos los partidos. Si no fuera así no se podría explicar el alto nivel de corrupción en comunidades como las de Andalucía o Cataluña, donde los populares no han gobernado nunca. No será en las páginas de un medio como Rojo y Negro donde estas bandas de peligrosos saqueadores de lo público encuentre justificación o exculpación, sino todo lo contrario (como explicaremos a continuación) pero pecaríamos de ingenuidad si pensáramos que la corrupción en cosa de unas malas personas o de algún partido sin escrúpulos, que también.
Desde luego que la postura frontal de nuestro sindicato respecto a la corrupción está muy clara, y no solamente cuando el fenómeno ha aparecido en los grandes medios, sino desde siempre. Y, puesto que tenemos a mano el refranero: como muestra, algunos botones. El pasado 5 de febrero la CGT presentaba ante el Ayuntamiento de Valencia un escrito de denuncia, según el cual la exalcaldesa, Rita Barberá, habría movido sus hilos antes de abandonar la alcaldía, para asegurarse que su hermana siguiera ocupando un buen cargo. Un destino tranquilo, en un entorno adecuado, muy cómodo, para que Asunción Barberá pudiera continuar con una buena plaza en el consistorio que durante 24 años estuvo totalmente en las manos de su hermana. En concreto, la maniobra consistió en asignarle la jefatura de la sección de e Bodas Civiles del Ayuntamiento.
Según el acuerdo de la Junta de Gobierno del 5 de junio, todavía bajo la presidencia de Rita Barberá, se aprobó la modificación del puesto de trabajo y la adscripción de su hermana al mencionado destino. Sin embargo, Asunción Barberá debería haber vuelto a su puesto en Tesorería. En un tiempo récord fue reclasificada para asegurarle determinados privilegios en un cargo mucho mejor. La CGT no ha dudado en presentar un escrito en el registro del consistorio de la capital valenciana exigiendo que se revise de oficio la modificación del puesto de trabajo de Asunción “Totón” Barberá.
Pocos días después saltaba la noticia de que Diego Moxó, gerente de la Agencia Catalana del Agua (ACA) era cesado en su cargo por su nefasta gestión en el control y supervisión de la mayor contra de privatización del agua en Cataluña, que dejó en manos de Aguas del Ter-Llobregat, empresa filial de Acciona, el suministro de agua potable de casi el 80% de la población catalana. Tras una denuncia de la CGT, la Oficina Antifraude emitió un informe sobre determinadas irregularidades cometidas por ATLL por la no realización de algunos servicios contratados, que representaban un valor de 13 millones de euros.
Son los dos casos más recientes de la acción firme y decidida de la CGT contra la corrupción política y el saqueo constante de los recursos públicos. Pero han sido muchos más los procesos en los que las denuncias de nuestra organización han destapado importantes irregularidades y estafas cometidas por quienes tenían la responsabilidad de gestionar correctamente unos servicios y unos recursos que pertenecen al conjunto de la sociedad.
Desde hace tiempo la Confederación General del Trabajo no ha cesado en sus denuncias de estos casos de corrupción, personándose como acusación en el proceso contra todo el entramado corrupto del caso Bankia, oponiéndose y denunciando el ERE de RTVV y actuando valientemente en defensa de las plantillas y la calidad de contenidos en el resto de televisiones públicas (RTVE, Telemadrid, RTV Castilla-La Mancha, TV3 o la 7 TV Murcia). Importante también la lucha llevada a cabo contra la mala gestión, que suelen transformarse en los habituales recortes de plantilla y el deterioro del servicio que se presta a la ciudadanía, en sectores tan importantes como las brigadas forestales, el transporte público, la sanidad, los servicios sociales o la educación.
Sin embargo, en esta etapa relativamente reciente en que se está hablando insistentemente de determinados casos de corrupción, es cuando hay que recordar que ha sido la CGT la que ha tenido que impulsar en solitario, durante los últimos años, una acción decidida para sacar a la luz los casos de corruptelas y despilfarro de dinero público en las diversas administraciones. El balance general de nuestras acciones judiciales hasta ahora es muy satisfactorio, sobre todo si ponemos en relación los escasos recursos de que dispone un sindicato como CGT, que se financia con las cuotas de su afiliación, y al que además le cuesta mucho llamar la atención de los grandes medios informativos.
Pese a ese casi general silencio mediático sí que se han producido importantes y honrosas excepciones, en las que incansables e intachables profesionales del periodismo han dado cuenta de nuestro trabajo de investigación y denuncia contra la corrupción, reconociendo igualmente el mérito de que sea un sindicato con un tamaño y unos medios modestos el único que se ha implicado a fondo, mientras organizaciones con muchos más recursos y la mayoría de cámaras y micrófonos a su disposición, no sólo hayan permanecido calladitos, sino que incluso han sido parte activamente implicada en muchas de estas corruptelas (cobro por firmar los ERE, uso de tarjetas negras de Bankia, fraudes en cursos de Formación Ocupacional, control y desvío de subvenciones, etc.)
La corrupción es consustancial a un sistema donde el dinero, la fama, el poder y todos esos valores supremos de nuestra sociedad están interiorizados en la mayoría de la población. Pareciera como si cualquier medio estuviese justificado para conseguir esos fines. Y, en tal caso, tan corrupción son los grandes escándalos que nos muestra el telediario como las prácticas corruptas de andar por casa (buscar una colocación o un ascenso por enchufe, pagar una mordida para saltarse una norma, etcétera).
La CGT, lejos de sumarse a las modas puntuales, debe seguir trabajando por el esclarecimiento de cualquier caso de corrupción política, sindical o empresarial, así como por la destitución de todos los responsables de sus cargos y la reposición del mucho dinero defraudado a la ciudadanía. No olvidemos que esas millonadas que nos roban a las clases populares salen de las mismas arcas públicas que luego se dice ya no tienen recursos suficientes para pagar nuestras pensiones, subsidios, hospitales o escuelas.
[Tomado del periodico Rojo y Negro # 299, Madrid, marzo 2016. Edición completa accesible en http://www.rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro299.pdf-]