Juan José Barreto
No sé dónde estás hermano, ni que han hecho de ti las fuerzas oscuras de la represión que sirven a los corrompedores antiguos y actuales de la patria. La incertidumbre rodea nuestras incógnitas. Hace un año y un mes, el 27 de febrero del 2015, esas fuerzas dieron contigo y te arrebataron de las calles merideñas. Andabas con valentía denunciando la corrupción, la misma que desde siempre se roba los dineros que debieran ser de todos. El negocio de la gasolina en el llenadero de El Vigía para su contrabando a Colombia por parte de jefecitos de la petrolera estatal Pdvsa no podía aceptarse y Alcedo Mora recababa información al respecto. Sólo un hombre honesto puede hacerlo y Alcedo Mora lo es. El compañero Alcedo no es de esos de doble discurso, esos que se ufanan con la palabra revolución ensuciándola. La revolución como negocio es una triste realidad. Algunos de aquellos que se decían “rupturecos” o “perrevistas” terminaron integrando el gran negocio. Se olvidaron de la sencillez y la mística, de la entrega y de los sueños.
Eran capaces de arriesgar sus pellejos por las más nobles consignas y se entregaron a la lujuria del cargo y del poder. La revolución se volvió pálida y llena de vacíos y se volvieron congruentes para convertirse en mafias. Se volvieron “ex” para profesar una revolución inédita y sin principios, sin sanciones y sin vergüenza. En cambio, el compañero Alcedo, con su afilada sonrisa de guerrero, seguía siendo el militante de los sueños, sólo o acompañado. Nos vimos por última vez en la siembra del cuerpo inerte de Francisco Prada Barazarte en su adorado Escuque. El compañero Alcedo siempre andaba en algo, organizando a los de abajo no para subir a saquear sueños sino, para inventar esperanzas.
No sé dónde estás hermano, ni que han hecho de ti las fuerzas oscuras de la represión que sirven a los corrompedores antiguos y actuales de la patria. La incertidumbre rodea nuestras incógnitas. Hace un año y un mes, el 27 de febrero del 2015, esas fuerzas dieron contigo y te arrebataron de las calles merideñas. Andabas con valentía denunciando la corrupción, la misma que desde siempre se roba los dineros que debieran ser de todos. El negocio de la gasolina en el llenadero de El Vigía para su contrabando a Colombia por parte de jefecitos de la petrolera estatal Pdvsa no podía aceptarse y Alcedo Mora recababa información al respecto. Sólo un hombre honesto puede hacerlo y Alcedo Mora lo es. El compañero Alcedo no es de esos de doble discurso, esos que se ufanan con la palabra revolución ensuciándola. La revolución como negocio es una triste realidad. Algunos de aquellos que se decían “rupturecos” o “perrevistas” terminaron integrando el gran negocio. Se olvidaron de la sencillez y la mística, de la entrega y de los sueños.
Eran capaces de arriesgar sus pellejos por las más nobles consignas y se entregaron a la lujuria del cargo y del poder. La revolución se volvió pálida y llena de vacíos y se volvieron congruentes para convertirse en mafias. Se volvieron “ex” para profesar una revolución inédita y sin principios, sin sanciones y sin vergüenza. En cambio, el compañero Alcedo, con su afilada sonrisa de guerrero, seguía siendo el militante de los sueños, sólo o acompañado. Nos vimos por última vez en la siembra del cuerpo inerte de Francisco Prada Barazarte en su adorado Escuque. El compañero Alcedo siempre andaba en algo, organizando a los de abajo no para subir a saquear sueños sino, para inventar esperanzas.
Se lo llevaron los esbirros de la corrupción, los sicarios del miedo, se lo llevaron de las calles. Le estorbaba a una camarilla de contrabandistas de la revolución. A esos que están en otra cosa, cambiaron, se volvieron poderosos. El poder que debería ser para el pueblo, lo secuestraron, así como secuestraron a Alcedo. No tienen la capacidad para defenderse porque no tienen moral y prefirieron llevárselo desde una esquina de las sombras.
Desaparecer a un hombre por sus ideales, por sus actos, es una cobardía. También lo es quien tiene que responder por esta desaparición. Debemos seguir diciendo como ya es costumbre en estos casos: ¡Vivo se lo llevaron, Vivo lo queremos! El compañero Alcedo no está sólo en esta lucha por la honestidad humana. Hoy día la honestidad aparece como una condición de dignidad. Necesariamente debemos terminar preguntando: A 13 meses de la desaparición forzada de Alcedo Mora ¿Qué han dicho los organismos oficiales al respecto?
[Tomado de http://www.radiojuventudlibrerajuli.blogspot.com/2016/03/el-companero-alcedo-la-mudanza-del.html.]
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