Con la tecnología de Blogger.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Anarquismo: Aclarando dudas, respondiendo objeciones


Nelson Méndez y Alfredo Vallota

Cuando se plantea la autogestión y el autogobierno, suprimiendo las actuales estructuras de poder simbolizadas y llevadas a su más alto grado en el Estado, surgen innumerables preguntas referidas a la manera en que se podría organizar una sociedad sin ese “ogro filantrópico” al que tan acostumbrados estamos.
   
¿Cómo es posible vivir sin el orden que el Estado impone?. Reiteremos que anarquismo no significa caos o desorden, ausencia de organización. En cambio quiere decir que el orden debe surgir de las exigencias de la vida misma y de los imperativos que impone, a cada uno y al colectivo que integramos. De ninguna manera debemos aceptar como única posibilidad la clase de organización impuesta por fuerzas exteriores a la sociedad toda, que ambicionan fines sectoriales o parciales, como los intereses de un grupo particular (religioso, racial, militar, político o económico), la persecución del lucro o el afán de poder de algunos individuos. El anarquismo tiene bien claro que la libertad no es hija del desorden, sino madre del orden.
  
En consecuencia, al mismo tiempo que rechaza al poder, el anarquismo reconoce la autoridad derivada de las peculiares habilidades de cada uno. El habitante común de la ciudad es inferior al campesino en el conocimiento de la agricultura, así como tampoco el enfermo supera al saber del médico en su especialidad, o el empleado de comercio al ingeniero civil en el diseño de un puente. Pero esta autoridad es siempre restringida, limitada, ya que tanto puede entender el médico de enfermedades como ignorar del campo lo que sabe el campesino, por lo que fundado en un saber peculiar nadie puede pretender un dominio total sobre todos los otros miembros de la sociedad, ni aspirar a una posición de privilegio permanente. Precisamente el Estado como poder total, ajeno a las cualidades de sus integrantes y a las necesidades puntuales que pudieran satisfacer, es el que consolida los privilegios de unos sobre otros independientemente de méritos y necesidades.
   
En la vida cotidiana hay muchos ejemplos de que la organización es perfectamente compatible con la ausencia de un poder central que someta a los demás, como sucede con el Estado. ¿No se organizan acaso las líneas aéreas o de trenes o marítimas en viajes multinacionales, sin que ninguna de ellas pierda su autonomía y sin necesidad de que haya una de ellas que domine a todas las otras?. Basta para conseguirlo la coordinación de entes autónomos en pro del beneficio de todos, cediendo las instalaciones, servicios, etc., de una en provecho de otra a cambio de similares beneficios que recibe de ella, y así entre todas. Si lo pueden lograr enormes empresas lanzadas a feroces competencias de mercado y que sólo persiguen las ganancias, bien lo pueden hacer otras instituciones y con más razón los individuos que tienen una gama más amplia de intereses y son naturalmente sociables.
   
¿Tienen los anarquistas algún sistema económico que impulsan? En esto, como en tantas otras cuestiones, el anarquismo no defiende ningún modelo en particular, sino que aspira a que los miembros de un colectivo, en forma libre, seleccionen la organización económica que más los favorece en vista de sus intereses particulares y colectivos. Pero, viendo la historia del movimiento ácrata, no es casualidad que se haya asumido ampliamente la identificación como socialismo libertario, pues siempre han llamado la atención de los anarquistas el mutualismo, el colectivismo y hasta formas del comunismo.
   
El mutualismo niega la propiedad pero acepta la posesión de uso, incluso la personal, partiendo de que la posesión surge del trabajo. La base del intercambio está en la asociación de consumidores y productores, con un precio derivado del costo de producción y suprimiendo el lucro. El colectivismo tiene como lema De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus méritos. Sostiene la propiedad colectiva de los instrumentos de producción, pero el fruto del trabajo debe distribuirse en proporción al trabajo y a su calidad, con lo que se mantiene un tipo diferenciado de salarios. El comunismo anarquista tiene como lema De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades, con lo que se suprime el salario diferencial, los medios de producción son comunes y la distribución se hace en función de las necesidades. A estas tendencias ha querido sumarse en años recientes una corriente anarco-capitalista, difundida particularmente en Estados Unidos, enemiga del poder estatal en tanto defensora a ultranza de la libre empresa y el mercado. La pretensión de asumirse como anarquista suele ser objetada por las demás corrientes, en especial por las diferencias que existen entre el modo en que vive la mayoría de los habitantes de la mayor potencia contemporánea y las desventajas que el mercado capitalista acarrea en los países donde ejerce su expoliación a plenitud.
   
Esta breve presentación es suficiente para dejar entrever que las discusiones entre los anarquistas acerca de las ventajas de estos modelos económicos, y de otros posibles, forman parte importante de lo imaginable de una nueva sociedad, para cuya construcción no hay prejuicios acerca de la manera en que puede organizarse sino que se debe debatir libre y colectivamente lo que cabe pensar como soluciones, calibrando ventajas y desventajas, sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
   
A menudo surge la pregunta de cómo una sociedad anarquista trataría a los delincuentes violentos. ¿Quién los pararía sin un Estado que esté a cargo del control policial? Comencemos apuntando que una parte de los asesinatos y otros crímenes violentos son originados en desordenes mentales o pasiones individuales extremas, por lo que ni la policía ni nadie los puede prevenir. Es factible esperar, sin embargo, que en una sociedad menos frustrante y que se ordene con más cordura no habrá tantos delitos de este tipo. Los demás asesinatos, y la mayor parte de las otras ofensas, derivan de la existencia de propiedad privada en gran escala por lo que, sí la forma dominante de propiedad fuese la colectiva y/o con muchas menos disparidades económicas, desaparecería un motivo muy importante de la delincuencia contra personas y bienes.
   
La historia muestra que los grandes ciclos de aumento de criminalidad se producen en situaciones de grandes desigualdades socio-económicas, mientras que la violencia y los asaltos disminuyen drásticamente en épocas de una distribución más igualitaria de la riqueza. Es gracioso escuchar a los dirigentes de gobiernos latinoamericanos buscar asesoramiento policial en el Norte para la lucha contra la delincuencia cuando, en Canadá por ejemplo, no hay casi desocupación y el salario mínimo es 6 veces mayor que el de Venezuela, país donde la mitad de la fuerza laboral está desempleada o en ocupación precaria, sin protección social de ningún tipo, y con una de las distribuciones de riqueza más desiguales del planeta. Es fácil entonces imaginar las razones por las que en el 3er. Mundo se vive una situación de auge de los delitos contra las personas y, en su gran mayoría, contra la población de menores recursos, aunque sean los crímenes contra los poderosos los que recoge la prensa. Se trata de la lógica consecuencia de la acción del poder que exprime hasta un grado máximo la capacidad de la gente de soportar la injusticia. Finalmente, un elemento determinante en la disminución del delito es la educación, especialmente la educación en una sociedad que haga de la libertad, la igualdad y la solidaridad el verdadero centro de la existencia individual y colectiva, de manera que la intervención de cada uno en la vida colectiva autogestionaria sea un hecho natural, participativo y autónomo.
   
Por supuesto que las comunidades necesitan algún medio para tratar a aquellos individuos que perjudiquen a los demás. En lugar de asumir el combate a la delincuencia esencialmente como tarea especializada a cargo de policías profesionales, la mejor solución es a través de la organización comunal de la protección mutua. Quienes gobiernan proclaman que las fuerzas de seguridad (oficiales y privadas) existen para defendernos a los unos de los otros, cuando todos sabemos que en realidad sólo interesan a los de arriba en tanto puedan protegerlos a ellos, a su propiedad y a su poder sobre nosotros. Además, son instituciones condicionadas para responder a la violencia con más violencia, con lo que se genera un círculo vicioso que sólo beneficia al Estado policial y a los delincuentes que juntos se hacen así dueños de las ciudades. Por otra parte, ya son numerosos los intentos de asumir la protección independientemente de la policía, y sobre ellos los agentes del Estado ejercen fuertes presiones para controlarlos y evitar que la población tome conciencia de que no necesita uniformados para salvaguardar sus vidas e intereses.
   
Las cárceles son un fracaso a la hora de mejorar, reformar o por lo menos disuadir a los infractores y operan solamente en el aspecto que mejor sabe hacer el Estado: reprimir. Los vecinos de una comunidad, conociendo las circunstancias personales de cada cual, aportarían soluciones mejores y más adecuadas tanto para la víctima como para el acusado. Por otra parte, el actual sistema penal es uno de los principales responsables de la promoción del comportamiento delictivo. Los reos que cumplen una condena más o menos larga a menudo se convierten en seres inadaptados para la convivencia fuera de las rejas. ¿Cómo puede imaginarse que encerrar a unas personas a cargo de otras de un carácter tan antisocial como ellos mismos (pues así suelen ser los carceleros), va a desarrollar en el individuo un modelo de comportamiento responsable y sensato?. ¿Cómo pensar que se logrará ese comportamiento tras pasar por el infierno de las prisiones en Latinoamérica o tantos otros lugares? Naturalmente, lo que ocurre es todo lo contrario; la mayoría de los presos reinciden y con una grado mayor de agresividad.
   
Pero aún así, puede que nos encontremos con individuos que cometan delitos en la sociedad libertaria, individuos que pese a que se extremen las medidas de rehabilitación, sea imposible reincorporarlos a la sociedad. En tales casos, de una sociopatología manifiesta e insuperable, la sociedad tiene el derecho a protegerse expulsando al individuo de su seno, no por venganza o castigo, sino como reconocimiento a una relación sin posibilidad, que de mantenerse pone en peligro a los demás integrantes. Esto quizás sea considerado un castigo que despierta sonrisas, pero queremos mencionar un par de casos para mostrar su fuerza. Entre los griegos del período clásico, el exilio de la propia comunidad era considerado el peor castigo y Sócrates, el famoso filósofo, castigado y ante la opción, prefirió la muerte. Por otra parte, sabemos que si alguien es sancionado por incumplir los pagos de una tarjeta de crédito o librar un cheque sin fondo, el castigado pierde la posibilidad de utilizar ese medio de pago tan usado hoy en día, puesto que ninguna otra institución le abre crédito o le permite operar con cuentas, por lo que se cuida de hacerlo regularmente. No es pequeña cosa ser exilado, y mucho menos si se es en forma ignominiosa, sea de donde sea. La única condición que requiere es la responsabilidad de todos en cumplirla sin excepciones, por lo que, para ser efectiva, requiere un cambio tanto en los que castigan como en los castigados. (Para más consideraciones sobre criminalidad y penalización desde el punto de vista ácrata, ver <samizdata.host.sk/CACarceles.txt> y <samizdata.host.sk/CAPolicias.txt>).
   
Otra de las preguntas con las que se ha tenido enfrentar el anarquismo durante años es: ¿Quién haría todo el trabajo sucio, el trabajo ingrato que nadie quiere hacer?. También se plantea la duda de ¿qué pasaría con aquél que se negara a trabajar?. Para responder debemos tener claro que las personas necesitan trabajar, precisan de hacer algo. La gente tiene una verdadera urgencia creativa. Basta atender a lo mal que nos sentimos cuando no tenemos trabajo o fijarse como nos pasamos horas arreglando un automóvil, cuidando un jardín, confeccionando una prenda de vestir, haciendo música. Todas estas tareas pueden ser muy entretenidas sólo que a menudo se las considera aficiones más que auténticas actividades laborales. El punto está en que se nos ha enseñado a calificar al trabajo como un tormento que es irremediable aguantar, pues lo hemos desligado de la satisfacción de necesidades reales para convertirlo en un medio de enriquecimiento de los capitalistas y de fortalecimiento de la opresión jerárquica.
   
En la sociedad actual el trabajo es efectivamente un tormento, y lo rechazamos porque está estrechamente relacionado con un sentimiento de injusticia y explotación. En tales condiciones el trabajo es poco gratificante, pero no toda labor lo es como pretenden inculcarnos, y así impedir que podamos ser libres para elegir incluso aquello que nos es más propio, nuestro oficio. No se trata de que seamos holgazanes por naturaleza sino que aborrecemos que nos traten como si fuéramos máquinas, obligados a hacer una labor en su mayor parte desprovista de cualquier relación con lo que somos, o con la satisfacción de alguna necesidad colectiva, sin justas evaluaciones y para satisfacer intereses de poder ajenos. El trabajo no tiene por qué ser así, y si estuviera controlado por la gente que lo desempeña, desde luego no lo sería. Fácil es ver que en una sociedad libre nunca van a faltar voluntarios para hacer un tipo de tarea u otro, en especial si esta diferencia de ocupaciones no se acompaña de una impertinente jerarquización de ingresos o de valorización social. Por supuesto hay faenas enojosas que es necesario ejecutar y, por ejemplo, hay pocas formas de hacer que la recolección de basura sea una actividad divertida. Pero estos problemas no son tantos ni son tan graves y, en última instancia, una comunidad puede resolver el punto conviniendo en que todos sus miembros compartan lo que es una labor desagradable o con alguna otra solución equitativa.
   
Cuestión importante es señalar al desempleo como un problema creado por el capitalismo. En un mundo más justo no existiría. Si hubiera un exceso de mano de obra, en especial gracias al desarrollo tecnológico, la solución no es la actual en que algunos trabajan mucho y otros nada, favoreciendo así la disminución del salario. En una sociedad en la que el trabajo es el modo de generación de riqueza, lo más conveniente es que todos trabajen, pero que trabajen menos horas haciendo posible que se disfruten equitativamente de los beneficios. Si nos deshiciéramos de la explotadora clase dominante y su inflexible apremio por aumentar la rentabilidad de sus inversiones, nos libraríamos de la mayor parte de la presión económica que obliga a algunos a laborar largas jornadas, con bajas retribuciones, al par que lleva a muchos otros a la desocupación. En el sistema vigente, esto es grave para los dominados porque el trabajo es actualmente el mecanismo, muchas veces arbitrario e injusto, de distribución de bienes, por lo que hay millones de desocupados que nada reciben. Quizás haya en el mundo países con seguros de desempleo que aplacan el problema, pero en América Latina brillan por su ausencia o son una broma de mal gusto, por lo que la desocupación es sinónimo de miseria.
   
Si en última instancia hubiera quien se resistiese por todos los medios a integrarse mediante su trabajo o actividad al conjunto de las ocupaciones requeridas por una sociedad libertaria, en ese caso debería plantearse seriamente su interés en mantenerse en ese colectivo por lo que, por mutuo acuerdo o en todo caso unilateralmente, la comunidad puede excluirlo de su seno. Pero, una vez más, es imposible que alguien quiera permanecer sin hacer nunca absolutamente nada. Finalicemos la discusión sobre el enfoque anarquista del trabajo remitiendo a los lectores al provocativo ensayo “La Abolición del Trabajo”, de Bob Black <samizdata.host.sk/Abolicion.html>.
   
Otra objeción típica es: “eso a lo mejor opera a pequeña escala, en un atrasado pueblo rural, pero ¿cómo puede funcionar una sociedad tecnológicamente compleja sin necesidad de jerarquías permanentes?". En primer lugar el anarquismo entiende que la sociedad necesita ser dividida en núcleos menores que los actuales, siempre que sea posible, para que los conglomerados adquieran una dimensión más natural y puedan ser dirigidos directamente por la misma gente que los integra. Hoy en día, la teoría de la organización empresarial del capitalismo reconoce lo que siempre ha sido un principio básico del anarquismo: que los grupos pequeños trabajan juntos de forma más eficaz y son capaces de coordinarse mejor con otros conjuntos laborales parecidos, mientras que las agrupaciones informes y a gran escala son comparativamente más torpes en su desempeño y les resulta más difícil acoplarse con la dinámica del entorno.
   
Dentro de este mismo punto es interesante señalar que recientemente las famosas "economías de escala", que justifican por ejemplo las fábricas que cubren enormes superficies y con capacidad de producir volúmenes gigantescos, están siendo altamente cuestionadas. Llega un cierto tamaño en que las industrias, las explotaciones agropecuarias, las instituciones de servicio, las educativas, los sistemas administrativos y demás, pierden eficacia a medida que se hacen más grandes. Por otra parte, a todos es palpable, especialmente en Latinoamérica, la inhumanidad que encierra la vida en grandes apiñamientos de personas, con malos servicios, habitaciones deleznables, muchas veces en situaciones que nada tienen que envidiar a cárceles y campos de concentración. Si en algún momento histórico tal agrupamiento fue necesario, por una u otra razón, en la situación tecnológica y comunicacional de hoy no tiene ya sentido.
   
Puede ocurrir que para proyectos de envergadura, puntuales, específicos y de interés común, sea necesaria la unión de varias comunidades, pero esto no es un problema irresoluble ni su existencia justifica un poder central permanente como el Estado. De hecho la clase trabajadora de España encontró soluciones de este tipo para grandes problemas en la década de 1930. Así, la Compañía de Autobuses de Barcelona a la par que doblaba sus servicios, contribuyó con tareas de “entretenimiento ciudadano” (actividades recreativas) y produjo armas para el frente en los talleres de autobuses. Todo esto se consiguió con un número de trabajadores bastante reducido, ya que muchos se habían ido al campo de batalla para combatir el fascismo. Este aparentemente increíble aumento de la eficacia para cumplir las funciones de la empresa y de la eficiencia en hacerlo con recursos limitados, a pesar de la guerra y de la escasez de materiales, no es tan sorprendente después de todo, porque ¿quién puede dirigir una compañía de autobuses de la forma más idónea, con el menor esfuerzo y el más alto rendimiento?. Obviamente sus trabajadores y nadie mejor que ellos para coordinar con otros trabajadores la solución de problemas compartidos, cuando a ninguno mueve el afán de explotar a los demás en beneficio propio.
   
Para extendernos en este caso ilustrativo, puntualicemos que todos los trabajadores de Barcelona estaban organizados por sindicatos - formados por quienes laboraban en el mismo ramo - subdivididos en grupos de tarea. Cada grupo tomaba sus propias decisiones en lo referente al trabajo día a día y nombraba a un delegado que representaba sus puntos de vista en temas más generales concernientes a toda la fábrica o incluso a toda la región. Estos representantes eran voceros de las decisiones tomadas en asamblea por todos los compañeros y el cargo se turnaba con frecuencia. Los delegados podían ser sustituidos inmediatamente en caso de que incumplieran el cometido de ser meros portavoces de la asamblea, en ejercicio del fundamental principio de revocabilidad. Los delegados eran actores que sólo podían decir los parlamentos que los autores de la obra, la asamblea de trabajadores, escribieron para ellos, sin apropiarse la función de componer sus propias líneas, como sucede en la ilusoria “democracia representativa” de nuestros días. Añadiendo más niveles de delegación es posible alcanzar una actividad a gran escala sin abandonar la libertad de trabajar en la línea que cada individuo elija. Esta idea de autogestión federal será expuesta con más detalle adelante, en la sección III, pero a quien le interese informarse de la experiencia de organización anarquista en la revolución española de 1936 puede buscar en la extensa bibliografía sobre ese punto, donde destacaremos como un trabajo particularmente completo a La Autogestión en la España Revolucionaria, de Frank Mintz, incluido en el inventario de textos de la sección VII.1. En Internet hay un buen resumen introductorio al tema, escrito por Nidia A. Rodríguez: “La autogestión en la Guerra Civil Española” <cancerbero.unalmed.edu.co/~kabai/documentos/revista6/AUTOGESTION.htm>, y también está la obra de Cano y Viadiú que se indica en VII.2.d.
   
Sigamos con más objeciones. ¿Una sociedad sin Estado no estaría indefensa ante ataques exteriores?.  El hecho de vivir bajo la tutela estatal no ha salvado a los pueblos de agresiones armadas a gran escala y podría decirse que las han promovido. Los ínuit del extremo norte de América (mal llamados “esquimales”) que nunca han tenido una organización estatal y menos ejército, han vivido 500 años sin un enfrentamiento armado entre ellos. De hecho, en la mayoría de las naciones, las fuerzas militares y policiales son utilizadas, abierta o disimuladamente, en contra de sus propios habitantes como un ejército de ocupación. El aparato estatal armado no protege sino que vigila y agrede para defender a una élite dirigente que, diciendo las cosas claramente, es el enemigo fundamental del pueblo de cada país. Cualquier Estado, que se apoya y mantiene en un ejército regular, tarde o temprano debe embarcarse en un conflicto – interno o externo – al menos para justificar los gastos y practicar sus capacidades destructivas.
   
En Latinoamérica es más evidente que en otras regiones del mundo, pero todos sabemos que la gran mayoría de las guerras se han hecho y se hacen en beneficio de esas minorías dominadoras, aunque bajo los pomposos pretextos de la defensa de la patria, dignidad nacional y similares. Más aún, la evolución tecnológica y organizacional de los conflictos armados ha derivado en que el ejército no sea salvaguarda de nada, porque hoy tanto el mayor esfuerzo para sostener la lucha como la cuota principal de las víctimas en los enfrentamientos son de los civiles que corren muchos más riesgos que los militares, quienes cuentan en tales circunstancias con la máxima protección y hasta la posibilidad de obtener jugosos beneficios. Basta citar que en las guerras conocidas de los últimos años (Irak, Yugoslavia, Chechenia, Afganistán, Colombia, etc.) los combatientes formales han tenido una cifra de bajas mucho menor a los civiles, que han sufrido casi todos los rigores agresivos de uno y otro bando.
   
Una respuesta anarquista clásica es reconocer que la defensa del pueblo está en sus propias manos y la solución es la de armarlo. Las milicias anarquistas españolas estuvieron cerca de ganar la guerra civil en 1936 a pesar de la escasez de armamento, de la traición stalinista y de la intervención de Alemania e Italia a favor del alzamiento de Franco y sus secuaces. El error fue subestimar las propias fuerzas y dejarse integrar en las tropas regulares de la República. No cabe duda que una población armada sería difícil de subyugar por ningún atacante del exterior, como lo muestran la enconada resistencia y los éxitos que desde siempre han tenido guerrillas con auténticas raíces populares frente a ejércitos de ocupación más poderosos.
   
Pero es cierto que un ensayo de sociedad libertaria podría ser destruido desde el exterior. Los jerarcas del imperio norteamericano, como lo hacían en tiempo pasado los dirigentes soviéticos y de cualquier otra potencia, probablemente intentaría exterminarla antes que permitirle vivir en libertad e igualdad, por supuesto que con la interesada colaboración de todos aquellos que con la revolución vieran peligrar sus privilegios. Contra esa amenaza de destrucción la mejor respuesta es el movimiento revolucionario en otros países. Dicho de otra manera, la defensa más eficaz contra la bomba atómica yanqui o rusa es el movimiento del pueblo y los trabajadores de Estados Unidos o rusos y de todo el mundo. En el caso del Estado bajo el cual vivimos, la mayor esperanza de evitar el exterminio se basa en quitarle el privilegio del uso de los armamentos de aniquilación masiva. Podríamos garantizarnos un verdadero sistema mundial de seguridad si la solidaridad internacional evolucionara hasta tal punto que los trabajadores de los distintos "países enemigos", adecuadamente esclarecidos, fueran capaces de impedir que sus respectivos gobernantes lanzaran ataques externos. Y esto no es fantasía, pues hay precedentes; como el ocurrido en la década de 1920, cuando la Rusia Soviética se salvó de una intervención británica masiva gracias a una serie de protestas y sabotajes de los obreros británicos; o la movilización popular en Estados Unidos contra la intervención en Vietnam a fines de los años de 1960. Pero dijimos esclarecidos, porque también hay ejemplos en que los trabajadores fueron arrastrados a enfrentamientos que en nada los beneficiaban debido a una obnubilación resultado de la propaganda y el empleo de los múltiples recursos con que cuentan el Estado y la clase dominante.

[Tomado del libro Bitácora de la Utopía. Anarquismo para el Siglo XXI, disponible en varias ediciones impresas y en Internet.]



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.

Ser gobernado es...

Charla: El Anarquismo en América Latina

Seguidores

Etiquetas

@kRata (comic) `Sabino Romero 10deLuluncoto 18 años El Libertario 1º de Mayo 27 de febrero 4 de febrero Aana Wainjirawa abajo los muros de las prisiones Abdicación del rey de España abolicionismo Aborto abstencion Abstención abstención electoral abuso militar en Venezuela abuso policial abuso sexual niños Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat acampada Acampadas acción directa anarquista Acción Directa Autogestiva Accion directa no violenta Acción Ecológica Acción Libertaria actividades activismo actualidad del anarquismo Acuerdo Venezuela China adecos chavistas agresiones en Venezuela agresiones a sindicalistas en Venezuela agroecología Agustín García Calvo Alan Furth Alan Moore Albert Camus Alberto Acosta Alcedo Mora Alejandro Álvarez Alentuy Alexander Luzardo Alfonso "el Set@" Alfredo Bonanno Alfredo Vallota Alí Moshiri Alí Primera Alí Rodríguez Araque alternativa Alternativa Antimilitarista Alto costo de la vida Alvaro García Linera Amador Fernández-Savater América Latina Américo Alejandro Balbuena Aministía Internacional Amnistía Internacional Amnistía Internacional Venezuela Amor amor libre Amor y Rabia análisis análisis anarquista sobre Venezuela análisis asamblea nacional análisis conflicto con Colombia análisis de izquierda Venezuela análisis de la revolución bolivariana análisis económico análisis reformas en Cuba análisis sobre Venezuela anarchico anarchism anarchism kurdistan anarchism venezuela anarcofeminismo anarcopunk venezuela anarquismo a la venezolana anarquismo básico anarquismo caracas Anarquismo en América Latina anarquismo en Argentina anarquismo en barquisimeto anarquismo en Francia Anarquismo en México anarquismo en Perú anarquismo en rusia anarquismo en Uruguay Anarquismo en Venezuela Anarquismo es movimiento anarquismo hoy anarquismo ilegalista Anarquismo social anarquismo suiza anarquismo venezuela anarquismo vs. Estado anarquismo y cárceles anarquismo y comunicación anarquismo y derecho anarquismo y ecología anarquismo y educación anarquismo y literatura anarquismo y luchas sociales anarquismo y marxismo anarquismo y nacionalismo anarquismo y planificación urbana Anarquismo y política Anarquismo y Postestructuralismo anarquismo y religión anarquismo y violencia anarquismo zulia anarquistas anarquistas caracas Anarquistas contra el muro anarquistas de Alemania anarquistas de Brasil anarquistas de Chile anarquistas de Cuba anarquistas de México Anarquistas de Temuco anarquistas de Turquía anarquistas en Bolivia anarquistas en Colombia anarquistas en Costa Rica anarquistas en Cuba anarquistas en El Salvador anarquistas en Paraguay anarquistas en Venezuela anarquistas presos anarquistas solidarios con los yukpa anarquistas ucv anarquistas y prisiones Andreas Speck Ángel Cappelletti anonymous venezuela antiimperialismo antimilitarismo antimilitarismo anarquista Antonio Ledezma Antonio Pasquali Antonio Serrano antropología Antulio Rosales Anzoátegui apagones apoyo a El Libertario apoyo internacional al chavismo apoyo internacional al madurismo APPO Archivo Histórico del Anarquismo en Venezuela armamentismo Armando Chaguaceda Armando Guerra Armando Investiga Armando la Resistencia arte callejero arte y anarquismo artistas asesinato de estudiantes asesinatos de manifestantes Asier Guridi Asilo y refugio ataques contra defensores de derechos humanos ataques contra defensores de derechos humanos en Venezuela ataques contra el movimiento anarquista ataques contra el movimiento popular en Venezuela ataques libertad de expresión autodefensa autogestion autogestión Autonomía autonomía de los movimientos sociales autonomía universitaria autoritarismo burocratico en Cuba Barquisimeto Bernhard Heidbreder biblioteca anarquista bicentenario bakunin bicicletas biciescuela urbana bienes comunes brutalidad policial Buenaventura Durruti Buenos Aires calentamiento global Cambiar el mundo sin tomar el poder Cambio Climático cambio social Campaña contra la Criminalización del Anarquismo capitalismo y medio ambiente caracas Carlos Crespo Carlos Crespo Flores Carmen García Guadilla Casa de la Mujer "Juana la Avanzadora" de Maracay Casa de la Mujer Juana la Avanzadora de Maracay Centro de Derechos Humanos UCAB chavismo y religiosidad popular chile ciberactivismo ciclismo urbano ciclo guerrilla urbana ciencia y tecnología en Venezuela Civetchi CNT Coalicion Anarquista y Libertaria de Porto Alegre Coalición Venezolana de Organizaciones LGBTI Colombia comercio de armas comic comics comida vegetariana Comitê Popular da Copa 2014 Comites de Defensa de la Revolución compra de armas concretera caracas concretera de chuao Concretera la carlota conflicto universitario conflicto yukpa consecuencias ambientales explotación petrolera en Venezuela contaminación ambiental contaminación PDVSA Cooperativismo cooptación de movimientos sociales cooptación medios alternativos Venezuela CORPOELEC Correo A coyuntura mexicana 2012 coyuntura venezolana 2010 coyuntura venezolana 2012 coyuntura venezolana 2013 coyuntura venezolana 2014 coyuntura venezolana 2015 coyuntura venezolana 2016 criminalización de la protesta en Colombia criminalización de la protesta en Venezuela Criminalización de los pueblos indígenas crisis agropecuaria en Venezuela crisis económica en Venezuela crisis economica venezuela crítica anarquista al marxismo crítica de izquierda al chavismo críticas de izquierda al madurismo críticas revolucionarias a Rafael Ramírez Cuba Libertaria Cuba Libertaria 22 Daniel Ortega Daniel Pinos deforestación delimitación de tierras indígenas demarcación de territorios indígenas demarcación de tierras en Venezuela deporte y anarquia deporte y capitalismo derecho a la manifestación derecho a la protesta desabastecimiento desaparecidos en Argentina desaparecidos en México desaparecidos en Venezuela desarrollo científico-tecnológico desencanto en el chavismo despidos injustificados detenciones difusión anarquista Douglas Bravo ecologismo ecologismo en Venezuela economía educación en Venezuela Ejército Venezolano Eliseo Reclus Emma Goldman endeudamiento Enfermedad Hugo Chávez equidad de género en Venezuela Erick Benítez Escritos de Domingo Alberto Rangel Espacio Público Estado y corrupción en Venezuela Estado y economía en Venezuela Esteban Emilio Mosonyi ética y práctica médica Europa Eva Golinger Evo Morales extractivismo EZLN falso socialismo Fanzine Exilio Interior FARC fascismo Federación Anarquista Centroamericana y Caribeña Federación Anarquista Centroamericana y del Caribe Federación Anarquista de México Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) Felipe Pérez Martí Feria del libro anarquista Feria del Libro Independiente y Autogestionario Ferrominera Ferrominera Orinoco FIFA Filosofía Filosofía en la Ciudad Francisco Flaco Prada Frente Clasista Argimiro Gabaldón futbol brasil Gadafi Galsic Género Genocidio GLBIT Global Voices globalizacion en Venezuela golpe de Estado en Venezuela Grupo de Estudio y Trabajo Jesús Alberto Márquez Finol Guardia Nacional Bolivariana Guardianas de Chávez Gustavo Godoy Gustavo Rodríguez hacktivismo Heinz Dieterich Henrique Capriles hiperinflación Historia de Venezuela historia del anarquismo homicidios Homofobia Humano Derecho Humberto Decarli Humberto Márquez Humor ilustraciones imágen El Libertario indigenas ecuador indígenas en Argentina indígenas en Bolivia indígenas en Brasil indígenas en México indígenas en Perú indigenas en venezuela indígenas en Venezuela indígenas presos en Venezuela Indígenas Venezuela indìgenas y revolución bolivariana individualismo y anarquismo industria forestal en Chile industria petrolera inflación en Venezuela informática libertaria Informe situación indígenas en Venezuela Inseguridad Ciudadana en Venezuela Instituto de Prensa y Sociedad Venezuela Irak Iris Varela Isbel Díaz Torres Israel izquierda antiautoritaria en Cuba izquierda antichavista izquierda en Venezuela James C. Scott Javier Gárate John Holloway Jorell Meléndez Jorge Videla jornadas de diversidad sexual Jornadas Magonistas Jose Manuel Delmoral Jose María Korta José María Korta José Quintero Weir José Rafael López Padrino Juan Carlos La Rosa la Justicia y los Derechos Humanos Laura Vicente LEEME CARACAS legado del chavismo Lexys Rendón Ley Antiterrorista Liber Forti Líber Forti liberacion animal liberación animal liberación humana libertad a los presos anarquistas libertad Bernhard Heidbreder libertad de expresión libertad de expresión en Venezuela libertad para detenidos en Lulea los Salarios y los Sindicatos lucha indígena en Colombia lucha indígena en Venezuela lucha revolucionaria lucha socio-ambiental luchas ambientales Venezuela luchas de los pueblos indígenas luchas de los trabajadores luchas de los trabajadores Venezuela luchas de mujeres luchas estudiantiles luchas indígenas en Venezuela luchas obreras luchas populares en Venezuela luciano pitronello Luis Carlos Díaz Luis Fuenmayor Toro Luis Rafael Escobar Ugas Luis Reyes Reyes Madres de Plaza de Mayo Madrid madurismo maestros manifestaciones manifestaciones en Venezuela manipulación mediática manipulación religiosa Manuales Manuel Castells Marc Saint-Upéry Marcela Masperó Marea Socialista María Esperanza Hermida Mario Antonio López mario gonzalez masa crítica Masacre de Cantaura Masacre de El Amparo Masacre de Haximú Masacre de Loma de León Masacre de Monte Oscuro masacre de San Vicente Masacre de Uribana medio ambiente medios comunitarios y alternativos de Venezuela medios de transporte alternativos megaminería Mercosur Mérida Mijaíl Martínez minería mineria en Venezuela minería en Venezuela Misiones Sociales MOC movilizacion en la planta muerte de neonatos en Venezuela mujeres anarquistas Mujeres Libres Mundial de Fútbol 2014 narcotráfico neoliberalismo Nicaragua nicolas maduro Nicolás Maduro Niñas y Adolescentes no a la concretera no a la extradicion de Bernhard Heidbreder no a las corridas de toros Nu-Sol objeción de conciencia Observatorio Venezolano de Conflictividad Social Occupy Wall Street Octavio Alberola organizacion nelson garrido Organización Nelson Garrido Origen de las Fuerzas Armadas en Venezuela Orlando Chirino Pablo Hernández Parra Paquete económico paramilitarismo paro universitario Parque Verde La Carlota patriarcado patriotismo Pedro Pablo Peñaloza Pelao Carvallo pelea de almohadas periódico anarquista Periódico Apoyo Mutuo periodico Bandera Negra periódico CNT Periódico El Amanecer Periódico El Libertario periódicos petróleo venezolano Picnic urbano poder y política en Latinoamérica poder y política en Venezuela poesía libertaria polarización en Venezuela Policía Nacional Bolivariana policías corruptos en Venezuela práctica anarquista prensa anarquista preso anarquista presos anarquistas presos políticos en Venezuela prision venezuela prisiones en venezuela proceso bolivariano producción agrícola protesta creativa protesta pacífica protestas contra el Mundial 2014 protestas en venezuela proyecto de reforma de la Ley de Conscripción y Alistamiento Militar pueblos originarios pugnas internas del chavismo Punk Latinoamericano punk veneziuela Quiteria Franco Rafael Ramírez Rafael Uzcátegui Raisa Urribarri Ramón Álvarez Ramón Carrizales Ramón Rodríguez Chacín Raúl Zibechi rebelion en venezuela recursos Red Latinoamericana Antimilitarista red Observatorio Crítico Red por los Derechos Humanos de Niños Red Protagónica Observatorio Crítico (OC) de la Revolución Cubana Regeneración Radio relaciones Cuba-EE.UU. relaciones de Venezuela con China relaciones de Venezuela con Colombia relaciones de Venezuela con Cuba relaciones de Venezuela con U$A relaciones entre la banca y chávez represión represión antianarquista represión en Colombia Represión en Cuba represion en Venezuela represión en Venezuela represión policial represion policial en Venezuela Repsol YPF resistencia indígena resistencia venezuela revista AL MARGEN revolución bolivariana Revolución ciudadana robert serra Roberto Yépez Rodolfo Montes de Oca Rodolfo Rico Roger Cordero Lara Rubén González Rubèn González Rusia Sacudón salario en venezuela salario mínimo en Venezuela San Cristóbal sanciones sancocho Santiago de Chile secuestro seguridad industrial semana pro presos anarquistas 2014 Servicio Militar Obligatorio sexismo sexualidad libre sicariato Sidor Sierra de Perijá Simón Rodríguez Porras sindicalismo situación agraria latinoamericana situación de la salud situación de los trabajadores en Venezuela situación del periodismo en Venezuela situación del sindicalismo en Argentina situación del sindicalismo en Venezuela situación político-social en Brasil situación político-social en la península ibérica situación político-social mexicana situación venezolana situation in Venezuela 2014 soberanía alimentaria en Venezuela Soberanía energética bolivariana Sociedad Homo et Natura Sociedad Homoetnatura Sofía Comuniello Sofía Esteves software libre solidaridad con Cuba Subcomandante Marcos Taller Libertario Alfredo López Tamoa Calzadilla Tarek William Saab tercerización en Venezuela terrorismo terrorismo cotidiano terrorismo de Estado en Colombia Testimonio represión Testimonios de la revolución cubana Todo por Hacer toma yukpa del TSJ Tomás Ibáñez torturas en Venezuela totalitarismo Trabajadores de la Chrysler trabajadores del Estado trabajadores en Argentina Transexuales Transfobia Transformando información en acción transición transnacionales chinas Transparencia Venezuela Transportes Camila Trasnacionales Tribunal Supremo de Justicia turquia Turquía tweets anarquistas Twitter UBV UCV ULA UNETE UNEY universidad central de venezuela Uribana Uruguay utopía Valles del Tuy Vaticano vegetarianismo Venevisión venezuela Venezuela bolivariana Venezuela protests in February 2014 Víctor Muñoz vidas anarquistas viento sin fronteras vigilia frente al TSJ violaciones a los derechos humanos violencia contra la mujer violencia contra niños Vivienda Vladimir Aguilar Williams Sanguino Wladimir Pérez Yaracuy Yendri Sánchez Zaida García Zapatistas Zara zona temporalmente autónoma Zulia