María E. Hermida
Con motivo de la escasez de agua en Venezuela, se alzan las voces de una protesta popular cada vez más extendida. La gravedad del problema conduce nuevamente a PROVEA a llamar urgentemente la atención del gobierno nacional para que adopte medidas que resuelvan la situación.
La lucha por el agua tiene antecedentes mundiales hace mucho tiempo, pero Venezuela posee fuentes hídricas que convierten la escasez recurrente y extensa del vital líquido en una profunda injusticia. Ahora bien, la historia del planeta revela la antigua disponibilidad de agua potable hoy inexistente, especialmente en continentes como África, Asia y América Latina. Por esa razón y porque vivimos bajo los efectos nefastos del cambio climático, la preocupación por la crisis del suministro de agua que padece el país está justificada desde la óptica de los derechos humanos.
La falta de agua empeora las condiciones de vida de la población, con mayor gravedad en el caso de la gente más pobre, pero lo más importante es que del agua depende la vida. Así lo estableció Naciones Unidas en su resolución del 28 de julio de 2010, que declaró el derecho humano al agua potable y limpia, y al saneamiento como “esenciales para el pleno disfrute del derecho a la vida”.
De igual manera lo han documentado profusamente especialistas mundiales como Sultana Farhana, quien contribuyó de forma determinante a la organización y desarrollo de la conferencia internacional sobre “El Derecho al Agua” en 2010. Farhana es una de las compiladoras del texto El derecho al agua: economía, política y movimientos sociales (edición en español), 2014, donde analiza que el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU adoptó una segunda resolución en 2010 señalando que el derecho humano al agua limpia y potable y al saneamiento “se derivan del derecho a tener un nivel de vida adecuado y que está relacionado inextricablemente con el derecho a tener el nivel más alto posible de salud física y mental, así como también con el derecho a la vida y a la dignidad humana”.
Inevitablemente, cuando hablamos de falta de agua, vemos millones de seres humanos en situación paupérrima. Sus protestas demandando agua, significan que exigen vida digna. Venezuela sufre el acoso del hambre y la violencia, falta de acceso a una salud pública de calidad y manipulación gubernamental del otorgamiento de viviendas dignas y pensiones. En ese contexto, la ausencia del agua se erige en un detonante social que urge de atención y de políticas públicas dotadas de visión estratégica, so pena de producir graves secuelas para las generaciones futuras.
En este sentido, el texto compilado por Farhana plantea retos para la gobernanza del agua, que el Presidente Maduro debería considerar: “…Los movimientos globales y locales destacan la imperiosa necesidad de justicia en un mundo donde casi mil millones de personas aún carecen de agua potable, donde las muertes al respecto siguen siendo la principal causa de mortalidad infantil en los países en desarrollo. Los costos relativamente modestos de proveer agua potable y las todavía elevadas tasas de enfermedad y muerte por padecimientos relativos al agua, han dado por resultado que el abastecimiento de agua potable cobre importancia dentro de las Metas de Desarrollo del Milenio…”
[Tomado de http://www.derechos.org.ve/2016/02/12/maria-esperanza-hermida-sin-agua-no-hay-vida.]
Con motivo de la escasez de agua en Venezuela, se alzan las voces de una protesta popular cada vez más extendida. La gravedad del problema conduce nuevamente a PROVEA a llamar urgentemente la atención del gobierno nacional para que adopte medidas que resuelvan la situación.
La lucha por el agua tiene antecedentes mundiales hace mucho tiempo, pero Venezuela posee fuentes hídricas que convierten la escasez recurrente y extensa del vital líquido en una profunda injusticia. Ahora bien, la historia del planeta revela la antigua disponibilidad de agua potable hoy inexistente, especialmente en continentes como África, Asia y América Latina. Por esa razón y porque vivimos bajo los efectos nefastos del cambio climático, la preocupación por la crisis del suministro de agua que padece el país está justificada desde la óptica de los derechos humanos.
La falta de agua empeora las condiciones de vida de la población, con mayor gravedad en el caso de la gente más pobre, pero lo más importante es que del agua depende la vida. Así lo estableció Naciones Unidas en su resolución del 28 de julio de 2010, que declaró el derecho humano al agua potable y limpia, y al saneamiento como “esenciales para el pleno disfrute del derecho a la vida”.
De igual manera lo han documentado profusamente especialistas mundiales como Sultana Farhana, quien contribuyó de forma determinante a la organización y desarrollo de la conferencia internacional sobre “El Derecho al Agua” en 2010. Farhana es una de las compiladoras del texto El derecho al agua: economía, política y movimientos sociales (edición en español), 2014, donde analiza que el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU adoptó una segunda resolución en 2010 señalando que el derecho humano al agua limpia y potable y al saneamiento “se derivan del derecho a tener un nivel de vida adecuado y que está relacionado inextricablemente con el derecho a tener el nivel más alto posible de salud física y mental, así como también con el derecho a la vida y a la dignidad humana”.
Inevitablemente, cuando hablamos de falta de agua, vemos millones de seres humanos en situación paupérrima. Sus protestas demandando agua, significan que exigen vida digna. Venezuela sufre el acoso del hambre y la violencia, falta de acceso a una salud pública de calidad y manipulación gubernamental del otorgamiento de viviendas dignas y pensiones. En ese contexto, la ausencia del agua se erige en un detonante social que urge de atención y de políticas públicas dotadas de visión estratégica, so pena de producir graves secuelas para las generaciones futuras.
En este sentido, el texto compilado por Farhana plantea retos para la gobernanza del agua, que el Presidente Maduro debería considerar: “…Los movimientos globales y locales destacan la imperiosa necesidad de justicia en un mundo donde casi mil millones de personas aún carecen de agua potable, donde las muertes al respecto siguen siendo la principal causa de mortalidad infantil en los países en desarrollo. Los costos relativamente modestos de proveer agua potable y las todavía elevadas tasas de enfermedad y muerte por padecimientos relativos al agua, han dado por resultado que el abastecimiento de agua potable cobre importancia dentro de las Metas de Desarrollo del Milenio…”
[Tomado de http://www.derechos.org.ve/2016/02/12/maria-esperanza-hermida-sin-agua-no-hay-vida.]