Por Jonathan Maynard
Extraído de http://www.revistatusquo.com/#!blank/jw8ou
Hemos recibido el año con la muestra directa del poder de la delincuencia en su mayor despliegue. Sepelios de pranes con magnitud de “Funerales de Estado”, toques de queda en las calles, robos de armamentos sin precedentes y estadísticas internacionales dignos de un país en guerra nos reafirman lo que es Venezuela en el 2016: Un país sin ley ni orden. Sin embargo, lo importante es tocar tres puntos donde se aborde sociológicamente dicha realidad: “¿Desde cuándo somos un estado fallido?”, “¿Qué significa y alimenta la Pranatocracia y la visión Escobarizante de esta sociedad?” y “La dignidad de una sociedad popular”.
Desde cuándo somos un Estado fallido
Es necesario remontarse a la era previa a Hugo Chavez, cuando uno se topaba con las tapas de Ultimas Noticias de los 80´s/90’s y su gran sello “El Hampa con el Moño Suelto” y demás alusiones al crimen en Venezuela. El crimen es un fenómeno que siempre ha existido en todas las sociedades sin importar el grado de modernidad que tenga. El problema surge cuando el Estado devalúa su atribución principal: “El Uso Exclusivo de la Fuerza”. Sobre todo si se acompaña esta con fechorías que no pueden ser condenables por dotar a los funcionarios públicos del aura de “Estar por encima de los mortales, ante la ley”.
Ya en los tiempos de “4 crímenes y 4 poderes” de Fermín Mármol León (relato hecho joya cinematográfica con la Saga “Cangrejo” con Miguel Ángel Landa como El Comisario León) se hacia la misma crítica sobre la concepción de lo que conocemos como el imperio de la ley como institución: Cualquier poder puede corromper al sistema de justicia, a través de sus relaciones y cabildeos. Ese punto fue enfatizado por el controversial dirigente William Ojeda con “Cuanto Vale un Juez” y ese punto fue tomado por un Joven Teniente Coronel llamado Hugo Chavez para garantizarle a la gente que tendríamos un sistema de justicia más justo y cónsono con el funcionamiento ideal de la justicia. Pero no se dieron cuenta que la solución no era solamente quitar tribus judiciales y poniendo “gente nueva”.
La nueva corriente revolucionaria que transformaría la justicia no tenía una fortaleza ética tan fuerte para resistir las tentaciones de un poder tan servido como dócil a sus deseos. Consecuencia de ello: Se mantuvo el vicio con otros nombres y montaron a quienes anhelaban macollar o estaban “fuera de la rosca”. Lo que permitió que la erosión del sistema judicial aumentara, debilitando la capacidad de controlar la delincuencia desde una manera más institucional.
Se mantuvo el vicio con otros nombres y montaron a quienes anhelaban macollar o estaban “fuera de la rosca”
Pero el chavismo en medio de eso, firmo su pacto con el Diablo. Entre los años 2006 y 2008, el chavismo estaba en su luna de miel electoral y mantenía su prédica de “Vamos a empoderar a quienes siempre han sido desplazados” pero esto se hizo sin estar claro de las realidades de cada sector desplazado. Desde allí, se empieza a ver al Delincuente con un Postmodernismo tan peligroso como cursi. Desde los argumentos de “Victima del Capitalismo”, “Derivado de una sociedad burguesa”, decidieron tomar el asunto desde un aspecto eminentemente ideológico y se manifestó en una lógica de políticas públicas de ver al delincuente como un ser desvalido que se debe tolerar su fechoría y hasta verlo con cierto aire de tolerancia.
Esto se enmarcaba tanto en una clara perspectiva de lucha de clases, como en una franca negociación donde el enemigo era común y el interés se ubicaba en la misma acera: Hagamos un nuevo modelo donde ambos salgamos ganando. Ese pacto permitió entender a los líderes negativos como modelos de reinserción bolivariana y exaltando indirectamente a tendencias criminales como formas de resistencia política.
El apoyo implícito a una manera de transgredir la institucionalidad que está regentando, el simplificar el problema y no asumirlo responsablemente con balance u responsabilidad y no tener la integridad moral de ejercer control ante un problema que creyó manejar y se le salió de control. Estas características son las que hacen que el Chavismo sea incapaz ante la delincuencia.
¿Qué significa y alimenta la Pranatocracia y la visión Escobarizante de esta sociedad?
Hay dos caras del problema delictivo: La pranatocracia como sistema de gobierno y la Escobarización como forma de interacción (y ascenso) social.
Vamos a definir la Pranatocracia como un tipo de manejo autoritario de Poder, donde justifica su manejo altamente discrecional e impositivo como una manera de “subvertir las formas tradicionales para darle el poder al pueblo” y aderezado con una frase tan sutil como pertinente “usando todos los tipos de lucha”. Este estilo de gobierno se ve en tolerar acciones que puedan atentar contra la convivencia y puedan estimular acciones de violencia, como algo no solo normal sino necesario.
Donde hay un nivel extremo de Jacobinismo Político, donde cualquier elemento o situación es necesaria para reprimir a aquello que se visualiza como distinto u antagónico. La ética donde se blinda esto es “transgredir el sistema” sin importar el método, consecuencia o propuesta, solo es “transgredir el sistema porque si”. No negaré que existan argumentos para condenar a la realidad actual sobre muchas desigualdades y carencias, pero la importancia de la propuesta de cambio es indispensable para llegar a los objetivos… y si esta estructura carece de propuestas, abunda la intención de controlar el poder de forma torpe y despiadada. Es una conjugación peligrosa entre el manejo del resentimiento como herramienta clásica del Socialismo Clásico Marxista Vs. un discurso simplificado y maniqueo de la Contra Cultura para quebrantar al contrario.
Como el poder monetario que se obtiene, no obliga a tener que negociar acuerdos con nadie, pues no se necesita al Estado para que resuelva, por ende que tampoco exijan. Al violentar y estigmatizar la política, se pasa por encima un sistema de acuerdos y formas pacificas de realizar acciones mancomunadas entre varios miembros de una comunidad
Esta forma de gobernar se acompaña con otro concepto muy precisado: la “Escobarización Social”. Esta categoría se refiere a Pablo Escobar Gaviria, afamado narcotraficante colombiano y a sus métodos de alcance de objetivos como neutralización de los obstáculos encontrados. Para poder construir un imperio narco – delictivo con los dividendos que dio y en el tiempo que lo hizo, realmente tuvo un ingenio arrollador en muchos sentidos. Pero el problema recae en las motivaciones y las formas que usó. Haciendo gala de la frase de nuestro Libertador: “Un talento sin probidad, es un azote”.
La escobarización social nace de tres grandes corrientes de pensamiento: 1.- La Política o el Estado como causante de todos los males; 2.- Asistencia Social a las necesidades de los más desposeídos, generados por dinero del Narcotráfico o la Delincuencia; 3.- La delincuencia corporativa como nuevo escenario de emancipación social.
La anti política enfila sus críticas hacia el poder político por ser lenta, burocráticamente engorrosa y poco cercana a las problemáticas de la gente. Todo lo que sea político es un “agradable hablador de mentiras que viene a querer engañarnos, a cambio del voto”. Es decir, una noción clientelar entre población y voto. Esto lo aprovechan estos capos para otorgar esos beneficios a la gente con menos oportunidad a cambio de un juego de lealtades cómplices a sus fechorías como su mando como patrón. Como el poder monetario que se obtiene, no obliga a tener que negociar acuerdos con nadie, pues no se necesita al Estado para que resuelva, por ende que tampoco exijan. Al violentar y estigmatizar la política, se pasa por encima un sistema de acuerdos y formas pacificas de realizar acciones mancomunadas entre varios miembros de una comunidad. Porque una cosa es la forma en que se hace la política y otra es la política en sí misma, la mejor manera de cambiarla es participando, no estigmatizando.
La asistencia social le da un sistema de favores, lealtades y complicidades que fortalecen el capital relacional de un sector determinado de clase populares. Léase, para mejorar las condiciones de su localidad natal o para lograr una legitimidad entre los más desposeídos, llevando consigo una adaptación de Robin Hood de la Barriada. Se alimenta de extorsiones, pago de “Vacuna” y es fruto de la actividad delincuencial. La gente tiene leve conciencia pero se unen las necesidades con la oportunidad de tener, sumando un estado que no cumple sus responsabilidades, y se crea el escenario perfecto.
Esos reflejos se observan en nuestros jóvenes, se estampan en sus modas como valores, se inserta en los códigos estéticos femeninos de hoy: Es una marca de poder. Se internaliza en nosotros por ofrecer de forma rápida, tangible y notable, esa estabilidad que la convivencia y el “buen proceder” debían dar o demarcar. Esta cultura se está haciendo muy fuerte, ante la poca oportunidad de los jóvenes de desarrollar sus habilidades y talentos en un entorno hostil como suicida como la realidad venezolana.
La escobarización social como la pranatocracia institucional del Estado, son los dos elementos que tienen a Venezuela en la decadencia actual: Donde los villanos son héroes y los Garantes de Justicia son cómplices.
Al nacer en el Hospital de los Magallanes de Catia, vivir mis primeros años en el Barrio Isaías Medina Angarita y después desplegar toda mi juventud hasta mi actual adultez en el 23 de Enero, no me hacia tener el destino manifiesto que muchas personas (indirecta o directamente) resaltaban con el prejuicio: ser malandro
La dignidad de una sociedad popular
Voy a partir desde el anecdotario personal para hacer una reflexión con sabor a desahogo. Al nacer en el Hospital de los Magallanes de Catia, vivir mis primeros años en el Barrio Isaías Medina Angarita y después desplegar toda mi juventud hasta mi actual adultez en el 23 de Enero, no me hacia tener el destino manifiesto que muchas personas (indirecta o directamente) resaltaban con el prejuicio: ser malandro. Considero que no hay mayor acto de rebeldía ante los estigmas de esta sociedad tan minada de estereotipos y fachadas sin sustento que cumplir el designio de mi sacrificada madre de ser “un hombre de bien” basado en tener un plan de vida, no caer en vicios que hagan desgastar la vida, tratar con respeto y cordialidad a la gente y defender con integridad los principios e ideales de ética responsable a costa de toda perversión cotidiana.
Y así como yo, hay muchísimos chamos que no tuvieron la oportunidad educativa (accidentada pero agradecida) que he tenido pero que tienen tanta integridad moral para no caer en las garras de una cultura que solo deja cárcel, muerte y vicio. Pienso en tantos chamos que se meten a Moto Taxistas con el sueño de surgir por su familia, jóvenes que se rebuscan con empleos sub pagados o que se desgastan los años en realizar un emprendimiento que les permita tener una independencia económica. Allí radica la dignidad de un pueblo, que siempre ha existido, que no necesita revoluciones, ni caudillos, ni slogans… pero que defiende la institución del respeto, la cordialidad y el trabajo mancomunado como el ADN social de Venezuela.
También evoco a aquellas personas que han nacido desde lo humilde y con mucho trabajo, han logrado tener un ascenso honesto y responsable para su familia. Hoy esos tiempos atentan contra ese sueño, pero “a toda gripe, le llega su aspirina”. Sin caer en los determinismos de Manuel Barroso, creo que es tiempo de reflexionar juntos sobre la importancia de integrarnos como conjunto social para encontrar las soluciones nosotros mismos.
Como lo fácil puede ser peligroso, rescatar la importancia del Logro como forma de cohesión social, volver al ABC de la convivencia: Respeto, Encuentro e Integridad. Allí volveremos a retomar con el insumo más escaso en nuestro país que no es otro que la confianza. No sé si estas palabras llegaran a alguna persona que habrá delinquido y lo sigue haciendo, pero si llegaran a vuestros sentidos quiero decirles algo. No hay un tesoro más valioso que dormir tranquilos, que la vida de todos es valiosa y siempre hay tiempo de recuperar el camino de la convivencia.
De nada sirve la violencia como herramienta de poder, porque te consume. Eso pasa desde la violencia que reprime y arrebata como la violencia que discrimina y estigmatiza. Para evitar que hayan mas “Pablo Escobar” y tengamos más “Hombres de Bien”.