(A continuación se comparten las posiciones expuestas por anarquistas venezolanos sobre
el Golpe Militar ocurrido el 4 de Febrero de 1992 y subsiguientes; las mismas fueron
presentadas en su momento en el vocero impreso CORREO A entre marzo
de 1992 y enero de 1993, reproducidas ahora para su análisis)
I.- _Editorial_
La oposición al actual
gobierno, no solo en el terreno económico sino también en lo
político, moral y social, ha tenido una dramática manifestación:
la rebelión de parte de las Fuerzas Armadas, soporte del sistema,
ese mismo ejército que el 27 de febrero de 1989 dio la cara por el
Estado y las balas para el pueblo.
El descontento contra Carlos
Andrés Pérez, los políticos, los banqueros y su proyecto es de tal
magnitud, que ha generado un apoyo sentimental a la asonada del 4/F,
lo cual es un peligroso retroceso en la conducta política general.
Si la infame gestión que en tres años nos ha llevado a las peores
condiciones de alimentación, salud, educación, seguridad personal,
vivienda y servicios de toda la era democrática significa estar al
borde del abismo, un gobierno militar es dar un salto al vacío.
Decimos al vacío porque no sabemos que proponían, ni se interesaron
en hacerlo conocer, y tampoco estuvo militarmente claro el desarrollo
de la acción. Insistimos en que no se trata de hechos en los que el
pueblo descontento usó como último recurso a su brazo armado para
corregir una insoportable situación, sino que un grupo militar
utilizó el descontento popular para tratar de hacerse con el poder.
Fue un alzamiento de contenido hueco, al que todos han querido
rellenar con aspiraciones que hoy nadie atiende, dada la sordera -
que se confunde con desprecio - del cogollo gobernante.
En la historia lejana y
reciente de América Latina el ejército ha sido sin ninguna duda el
guardián del Estado. Jamás los profetas uniformados han traído
otra cosa que represión sangrienta, recambio pero no eliminación de
la corrupción, atraso cultural, retroceso económico para las
mayorías, anulación de la dignidad y la “libertad e igualdad”
propias de los cuarteles. Apoyar un golpe es renunciar al derecho
colectivo de actuar sobre nuestro destino.
Hay una sola ruta para la
construcción positiva del porvenir: AUTOGESTIÓN en todos los
niveles de la vida cotidiana, vía que con dolor y esperanza los
venezolanos hemos empezado a recorrer en el proceso de luchas
sociales iniciado el 27/F/89. Es con acción directa, sin jerarquías
ni verticalismos, a veces no todo lo rápido que sería deseable pero
siempre sin desmayos, así ganaremos la necesaria confianza en
nosotros, levantando con errores y aciertos el nuevo edificio que
habremos elegido habitar. Ningún auto-designado “Salvador de la
Patria” puede ejercer ese derecho en nuestro nombre.
¡EL FUTURO SE CONSTRUYE,
NADIE LO REGALA!
¡POR AHORA ... y por
siempre, LA AUTOGESTIÓN ES EL CAMINO!
Colectivo Círculo A
(CORREO
A, # 18, marzo 1992)
II.- _Así, de Golpe, NO_
Otra vez febrero ha sido
testigo de acontecimientos que evidencian el enorme descontento
frente al actual gobierno, y que un grupo de militares ha tomado como
bandera para su insurgencia. Sin embargo, discrepamos del entusiasmo
que en muchos ha despertado el intento de Chávez. Por el contrario,
pensamos que no puede ser solución alguna para nuestros problemas
sino el camino para un franco deterioro de la situación. Tenemos
razones para esto y las expondremos a continuación:
- Como anarquistas
descreemos que cualquier medio es bueno para lograr un fin, por mas
deseable que sea el fin. Si perseguimos la destrucción de toda
estructura de poder instituida, no es un medio adecuado utilizar para
ello el enfrentamiento entre dos sectores de esa estructura. Ello
solo puede significar un “quítate tu para ponerme yo” que soy
mas fuerte; en consecuencia la estructura de poder se consolida.
- Es falso que todo enemigo
de mi enemigo sea mi amigo. La simpatía por los golpistas carece de
fundamento ya que no sabemos que se proponían, ni como lo iban a
lograr, ni se interesaron en hacerlo conocer. Mas de un entusiasta
del golpe lloró por años el apoyo ciego a Videla o a Pinochet.
- El desinterés en dar a
conocer sus lineamientos hace pensar que no los tenían, lo que es
dramático, o, si los tenían, no quisieron darlos a conocer. Algo
similar hizo C. A. Pérez en su campaña electoral: nunca dijo lo que
iba a hacer, porque si lo decía no lo apoyaba nadie. En cuanto a
luchar contra la corrupción y seguir a Bolívar, eso lo dice acá
todo el mundo. Hasta Piñerúa al asumir de Ministro, y lleva años
codeándose con los 40 ladrones del cogollo de AD. El único
argumento que explica el golpe es que como protestamos, ellos
aprovecharon la protesta para tratar de hacerse con el mando. Pero de
aquí a que coincidan con nosotros, hay un trecho largo que recorrer.
- Todo golpe militar es de
moral muy dudosa. Las Fuerzas Armadas en nuestros países no son
soportes ni defensores del pueblo, sino guardianes de los intereses
de la dominación. Esta no es la milicia de Bolívar o Zamora, sus
verdaderos padres son Gómez y la misión militar yanki. A ellos les
dan las armas para que nos tengan en línea, como mostraron el 27/F.
Luego, volverse contra sus amos, es una deslealtad inicial con la
clase que los mantiene. Tampoco se justifica que lo hagan en nuestro
nombre, porque nosotros no se lo pedimos, ni nos consultaron y menos
queremos que se escuden en ello para amparar sus ambiciones de poder.
- Si la historia nos muestra
algo es que ningún golpe militar en America Latina ha traído otra
cosa que represión sangrienta, anulación del desarrollo cultural,
miseria económica, desatada corrupción, militarización de la vida
cotidiana. En fin, pretender hacer de la vida un cuartel, que no es
por cierto el mejor modo de vida que podamos imaginarnos. Un militar
es un profesional de la muerte y la única sociedad que puede
organizar es una en la que la muerte, y el miedo a la muerte, domine
a la vida y la alegría de vivirla.
- El mundo occidental, y
nosotros de alguna manera con él, avanza al reconocimiento de la
pluralidad, del derecho a disentir o a apoyar, de protección de las
minorías, de abandonar lo dogmático en favor de los consensos
libres. Un golpe militar, encabezado por quienes de autodefinen
interpretes de confusos valores, elegidos por Dios o por la Historia
no se sabe por qué, solo puede representar la instauración de la
jerarquía, de la organización vertical, de las soluciones ya dadas,
de anular la discrepancia, de ponerse todos en fila so pena de ser
castigados. Una sociedad tal es un anacronismo, es salirse del tiempo
presente para entrar en un pasado remoto, es preferir obedecer que
pensar, escoger el orden del Cementerio del Este frente al vital caos
de Playa Pantaleta.
- Si los que gobiernan
actualmente han mostrado un desprecio total por nuestro sentir y
nuestra opinión, los golpistas no parecen ser muy diferentes.
Hablaron cuando se vieron convertidos en héroes por el sentimiento
colectivo. Entonces balbucearon tres o cuatro frases efectistas que
cualquier niño de primaria ya escuchó cientos de veces: Bolívar,
la corrupción, el sufrimiento popular. Parece que el 27/F ellos
andaban en la Cochinchina y no se enteraron de que estábamos
protestando. Porque dicen que cuando dispararon a matar recién se
dieron cuenta que el blanco era el pueblo venezolano. Y tardaron 2 o
mas años en organizar un golpe tan mal dado, donde uno de los
objetivos era ...La Casona; que no pudieron tomar Miraflores; que no
ocuparon ninguna televisora o radio en operación; que por no tomar
Miraflores tuvieron que “devolver” Valencia y Maracaibo.
Entonces, si no saben hacer aquello para lo que llevan 20 años de
estudio y práctica, que se puede esperar al tener en sus manos
asuntos de los que no sepan ni jota, como discutir el contrato
colectivo de los gremios de la Salud, o desenmarañar la charada
monetarista que está montada en el Banco Central.
Los socialistas libertarios
repudiamos por completo a esta partidocracia asquerosa. Ni siquiera
estamos de acuerdo con la democracia representativa burguesa. Somos
ácratas, estamos contra todo tipo de gobierno o poder instituido.
Somos anarquistas, estamos contra todo el que nos quiera imponer un
principio desde el cual tener una dada visión del mundo. Los
políticos de partido y los militares representan todo aquello contra
lo cual nos levantamos: el gobierno, la jerarquía, el orden
impuesto, la ausencia de libertad, la anulación y desprecio por el
individuo. No queremos mesías uniformados que pretendan
representarnos intentando reemplazar a los representantes elegidos
por el voto. No queremos “representantes”, sino que deseamos que
nuestro futuro sea el que nosotros edifiquemos directamente.
Pedro Pablo
(CORREO A, # 18, pp. 8-9;
marzo 1992)
III.- _Golpe, Mentiras y
Video
Como los Monos Sabios de la
mitología hindú, la estructura de poder en Venezuela se empeña en
mantenerse - y pretende mantenernos - sin ver, sin oír y sin hablar
ante las circunstancias reales del actual cuadro sociopolítico. Esa
testarudez es la mas patente prueba de la severidad de los conflictos
en que hoy naufraga un sistema político que pretende sobrevivir
confiado en su inagotable capacidad de autoengañarse, aun en medio
de la mas severa crisis en 34 años de vida del régimen.
El pasado 27 de noviembre
unos y otros se empecinaron en intoxicarnos con su cuento. Los
alzados otra vez asumieron que el mesianismo militar es la única
salida válida para responder al descontento y la protesta, siendo el
pueblo una especie de Bella Durmiente a la espera de su Príncipe
Verde Oliva, con varita mágica de TV y cabalgando en un bombardero
Bronco; ahora quisieron movilizarnos por decreto al que nos negamos
la mayoría, no por apoyo a la cleptocracia de Pérez y compañía,
sino porque nos pedían intervenir en una pelea ajena, como ya lo
había sido el 4/F. El gobierno, sus sanguijuelas empresariales, el
alto mando militar y los aparatos político-partidistas ripostaron
con la aturdida vehemencia del que carece de razones: por una parte
con la saña represiva mas salvaje (asesinatos a mansalva en la
calle, masacre masiva de presos en el Reten de Catia, allanamientos
vandálicos a la Universidad Central, la U. de Carabobo y la U. de
Oriente, detención de cientos de opositores civiles en nada ligados
al golpe, agresión directa y chantaje a medios de difusión que no
se plegaron servilmente a la versión oficial, etc.); por la otra,
con una frenética ofensiva de propaganda y manipulación informativa
para descalificar como subversivo y criminal a todo adversario o
critico medianamente incisivo, sin ofrecer en su descargo mas que
cínica hipocresía.
Dentro de esa ofensiva, se
trato de convertir el fracaso de la asonada en remedio milagroso que
salvara a las mustias elecciones locales y regionales del 6 de
diciembre. Partidos, gobierno, gremios empresariales y demás
pandilla en el poder se empeñaron con furor en hacer de los comicios
“la ocasión para demostrar la indudable legitimidad del sistema
democrático”. Nunca habíamos sufrido los venezolanos tanta
presión para votar, pues la participación electoral se nos presentó
como asunto de extrema urgencia para la supervivencia de la
democracia a corto y mediano plazo.
¡...Y tuvieron éxito!,
convencieron a la gente de lo importante que eran estas elecciones,
así que en reacción a la campaña desatada y enterados por ella del
valor negador de su gesto, casi el 60% de los potenciales votantes
del país de nuevo se abstuvieron y le pintaron una paloma histórica
a la democracia representativa criolla. Respecto a la minoría que
fue a las urnas y lo que allí resultó, se hizo ver que todo lo
cacareado sobre uninominalidad, pulcritud electoral y
perfeccionamiento democrático era pura paja. Funcionaron las
clásicas recetas del voto por (y contra) los partidos como elemento
clave de los resultados, como han insistido en recordarlo las propias
maquinarías políticas. Así mismo se evidenciaron desfachatadamente
las mil y una mañas de la delincuencia electoral, perfeccionadas en
mas de tres décadas de practica, y ahora extremadas por las
necesidades de un momento crítico, donde los gangsters emboscados en
AD y COPEI saben que mas vale tesoro público conocido que oposición
por conocer. Finalmente, están los reflejos condicionados
post-electorales de partidos y demás factores de poder, demostrando
en dichos y hechos que nada esencial puede o debe cambiar.
No obstante, la crisis va a
seguir profundizándose en todas sus dimensiones. Los conflictos del
momento son demasiado graves para pronosticar un 1993 menos movido
que 1992. En este marco, las alternativas consecuentemente populares
son aún débiles, pero en un país de masiva abstención,
cacerolazos, 27/F y tantas manifestaciones de desarrollo de la
conciencia y la acción colectivas, seguimos afirmando como mas
urgente que nunca avanzar hacía la “imposible” utopía
autogestionaría para derrotar un presente intolerable.
Armando Vergueiro
(CORREO A, # 21, p. 3; enero
1993)
IV.- _4/F á 27/N á 6/D_
El 4/F tomamos clara
posición respecto al golpe de Estado. El nuevo intento del 27/N nos
permite reafirmar lo dicho. Dos grupos enfrentados por el dominio de
la estructura del poder y valiéndose de la fuerza de que disponen,
han medido una vez mas sus respectivas posibilidades.
Sin duda que los nuevos
golpistas han mostrado una cara mucho menos romántica que la de
Chávez, pero igualmente inepta. Con un encarnizamiento digno de
mejores causas hemos tenido un verdadero baño de sangre, una enorme
destrucción de bienes y nada de ello pareció tener algún sentido.
Porque uno se pregunta ¿Para qué los bombardeos si nadie en tierra
apoyaba a la aviación? Si había apoyo, ¿dónde se quedo? ¿O
esperaban que la gente se constituyera en sus escudos humanos frente
a la represión?
Claro que en materia de ser
violentos, las fuerzas leales a Pérez (¡aquí ninguno era leal a
los venezolanos!) no se quedaron atrás. ¿Quiénes destrozaron el
canal 8, los rebeldes o los que lo retomaron? Porque unos y otros
actuaron allí como mercenarios de la televisión privada. Y en el
Retén de Catia, ¿no fue eso un asesinato en masa ejecutado por las
“fuerzas del orden”? Y en la Universidad Central, ¿por qué
destrozaron bibliotecas, laboratorios, arruinaron experimentos,
robaron equipos y destruyeron material docente y archivos?
A pesar de la embestida
psicológica desatada contra la población tratando de presentar a
los insurgentes como asesinos y traidores, todo señala que se trata
de oficiales de alto predicamento dentro de las Fuerzas Armadas,
respetados por subordinados y pares. También parece claro que los
móviles del alzamiento serían resentimientos y enconos personales
mas que llevar adelante un proyecto coherente y coordinado. El apoyo
civil, que lo hubo tanto en la preparación como en la acción,
también estaba fundado en grupos de vocación vanguardista,
desconectados de los sentimientos y aspiraciones de la población en
general.
¿Habrá otro intento de
golpe? Todo puede ser. Cuando la actividad política se reduce a una
pugna por el poder de bandas de delincuentes que rodean a uno u otro
individuo, no siempre de cabeza lúcida o bien cultivada, el camino
está abierto para el choque violento. La escena política es un
combate entre eduardistas, calderistas, lusinchistas, perecistas (¡si
queda alguno fuera del FMI!), herreristas, etc. Los habitantes de
este país no cuentan, a menos que les toque ser uno de los 1.500 de
la encuesta de turno.
Este cuadro se agrava
cuando sufrimos un singular “paquete” económico que le da a
Venezuela una de las tasas de crecimiento mas altas del mundo (10%
de incremento del PIB en 1992 según cifras oficiales),
simultáneamente con un empobrecimiento de la mayoría de la
población. Según el Banco Central, el 68% de las familias recibe un
ingreso mensual menor de 200 dólares, con 48% por debajo de 130
dólares, cuando el costo de la canasta básica de bienes y servicios
para este momento está en poco mas de 190 dólares. Entonces, o los
datos del crecimiento son falsos, o inflados por el dinero del
narcotráfico, o las ganancias están represadas en una fracción
minúscula que no supera las 200.000 personas de los casi 20 millones
que somos.
Frente a este panorama y en
vista de un 60% de abstención electoral, parece que vamos en camino
de reafirmar que la solución está en no delegar poder en políticos
corruptos ni en militares mesíanicos. Solo tomando los asuntos en
nuestras propias manos podremos superar la miseria y la injusticia.
Solo apoyados en la solidaridad superaremos la violencia que limita
nuestra libertad.
Agustín Tomás
(CORREO A, # 21, p. 5; enero
1993)