María Ramírez
Resulta que el país no solo es rico en petróleo, oro y diamantes. Un nuevo metal causa furor en la industria electrónica y espacial por ser un poderoso conductor de electricidad. Se llama coltán y Venezuela atesora importantes reservas de este mineral que ya trajo más minería ilegal, corrupción y destrucción ambiental en Bolívar y Amazonas.
Seis años han transcurrido desde aquel 15 de octubre de 2009 cuando el entonces presidente, Hugo Chávez, celebró el hallazgo de millonarias reservas de coltán, extraídas por contrabandistas de los suelos de Bolívar y Amazonas. Fue un portento inesperado. Hasta ese momento, los depósitos pasaron inadvertidos, incluso, para la Comisión para el Desarrollo del Sur (Codesur) que en la gestión de Rafael Caldera en la década del 70’ proyectó la Conquista del Sur. Incluía la evaluación de los recursos existentes tanto humanos como materiales en una zona políticamente marginal, en donde la población representaba apenas el 0,60% del total nacional.
El descubrimiento revolucionario generó el ímpetu propio de un juguete nuevo, pero el alardeo por estas piedras azuladas con altas concentraciones de Tantalio (Ta) y Niobio (Nb) o Columbita, metales refractarios imprescindibles para la industria electrónica, militar y aeroespecial, duró poco tiempo. A tono con la pereza oficial, la fiebre por el llamado “oro azul” —que aún no se asemeja a la del oro extraído a cántaros al sur del país— se ha intensificado develando la debilidad de los controles fronterizos y la apatía del Ejecutivo no solo por tomar control de la extracción ilegal, sino también por cuantificar unas reservas cuyo volumen aún es incógnito. “Hemos tomado la zona militarmente (…) se estaban llevando el coltán para Colombia de contrabando. Explotándolo de manera ilegal”, dijo Chávez durante un acto ese día de mediados de octubre. “Todavía no sabemos la cantidad de reservas que tenemos de coltán, pero por las informaciones son grandes”, agregó.
Seis años después, la cuantificación que permita dilucidar la importancia estratégica de estas reservas más allá de las especulaciones, no se ha realizado. Entretanto, favorecidos por la cercanía al río Orinoco y el descontrol propio de una zona fronteriza, distante de los centros poblados, muy cerca del punto en el que convergen Apure, Bolívar y Amazonas y teniendo como vecino al departamento colombiano del Vichada, mineros raspan la capa vegetal en busca del superconductor, que ha desatado guerras en países del África por su alta cotización.
El coltán, una denominación comercial del material para referirse a la presencia de columbita, denominada niobio desde 1950, y tantalio, es un metal gris con tonos azules. Ostenta la capacidad calórica más alta de la tabla periódica y tiene aplicaciones como elemento de aleación para edificación de equipos de alta presión, electro-imanes y recubrimientos de plantas químicas; mientras que las mineralizaciones del tantalio, un metal más opaco que brillante, es usado en la fabricación de piezas electrónicas avanzadas y condensadores y atesora la capacidad de almacenar carga eléctrica y liberarla, por lo que es usada en la fabricación de móviles, satélites, pantallas, instrumentos quirúrgicos e, incluso, videojuegos.
Acercamientos geológicos preliminares
Ya en 2008 el geólogo Noel Mariño había realizado estudios preliminares de prospección geológica junto a estudiantes del último semestre de Geología de la Universidad de Oriente (UDO) en el “área metalogénica El Burro – Agua Mena”, localizada en el Bajo Parguaza del municipio Cedeño del estado Bolívar, a 100 kilómetros de la mina de bauxita de la estatal CVG Bauxilum, en Los Pijigüaos y a escasos seis kilómetros de la frontera con Colombia, línea delgada que anticipa el contacto con la guerrilla y grupos paramilitares.
Las muestras analizadas con apoyo del Instituto Nacional de Geología y Minería de Venezuela (Ingeomin) arrojaron la localización de tonalidades únicas de granito, además de depósitos de coltán y caolín. Poco a poco la bulla se fue abriendo de formas diversas, cuenta Mariño, con presencia de nacionales y extranjeros que cavaron tierras de fundos del sector —Las Margaritas, La Fortuna, San Diego, Doña Celia, entre otros— abriendo zanjas en la capa vegetal y dejando al desnudo las rocas, que por su densidad son más pesadas que el acero.
La población indígena, cercada por la pobreza, ha metido sus manos en el negocio, como ha ocurrido en las minas de oro al sur de Bolívar. “No es por culparlos pero hermanos indígenas se prestan para eso por necesidad de dinero, hay mayoritariamente piaroas”, admitió Gregorio Mirabal, coordinador de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), al señalar que los indígenas se topan con gente extraña y desconocida, que entra y sale y que solo saben, no son de la zona, “porque en la frontera hay de todo, guerrilla, narcotráfico y paramilitares”. La bulla del oro es la que, por ahora, atrae más mineros porque un gramo en Amazonas se comercializa en Bs. 7 mil y “han explotado muchas minas, hay un boom y nos alarma la participación de los indígenas, esa es la mayor amenaza”, dijo Mirabal.
En Amazonas, el geólogo José Freites documentó en un artículo en la revista especializada Geominas la existencia de depósitos de coltán en el cerro Impacto, pero coincidió en que los principales depósitos están ubicados en el sector de Agua Mena, que se extiende desde Caño Horeda hasta el Cerro Gavilán y cubre un área de 232,41 kilómetros cuadrados aproximadamente. El acceso desde Amazonas, cuenta, se realiza utilizando un vehículo rústico desde Puerto Ayacucho por la troncal o por vía fluvial navegando el río Orinoco.
Corta operación “Oro Azul”
En un intento por frenar la avanzada de mineros ilegales y la comercialización ilegal que apuntan hacia Colombia y Brasil por medio de financistas y con el retorcido aval de efectivos militares, el Ejecutivo lanzó la Operación Oro Azul y militarizó la zona en septiembre de 2009. Entonces, el coltán se comercializaba en $500 el kilo, pero pobladores de las áreas con pegmatitas complejas que esconden las ricas piedras explicaron que el resguardo militar no duró más de tres meses y el material siguió comercializándose a cancha abierta.
La explotación rudimentaria de este alimento de la industria de alta tecnología amenaza con graves secuelas al ambiente. El geólogo Mariño explicó que se extrae de forma artesanal “con la excavación de grandes agujeros mediante el uso de monitores o equipos que expulsan agua a gran presión, a fin de arrancarlo del subsuelo. Esto ha traído como consecuencia la destrucción de los primeros 50 centímetros de la capa del suelo, de manera discriminada, sin realizar ningún trabajo para minimizar la afectación del ambiente. Además, al eliminar la pequeña capa protectora de gramíneas, el aporte de sedimentos a las microcuencas hídricas es fuerte, facilitando la erosión y la destrucción de la fauna y flora local”, alertó.
La riqueza en el subsuelo de la línea divisoria entre Bolívar y Amazonas deja poco a su entorno. “Todo lo que se extrae va rumbo a Colombia (…) Al principio los mineros se instalaron en la zona de Atabapo, en Amazonas, con chupadoras pero luego subieron al Orinoco medio a minas exterminadas y enlazaron con el estado Bolívar para ir hasta Guaniamo”, punto en donde están las minas de diamante, aseguró el gobernador de Amazonas, Liborio Guarulla. El Gobierno no está preocupado por este mineral, no sé si por ignorancia o planes secretos, lo cierto es que en la zona sur del estado Bolívar es libre y es donde viene entrando hampa común y parte de la guerrilla en la
explotación del coltán”, advirtió Guarulla.
En Colombia, las vías de escape apuntan hacia el departamento del Vichada o Guainía, ambos fronterizos con Venezuela. Yamil Lugo, director de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) de la Alcaldía de Puerto Carreño en Colombia, explicó vía telefónica a Clímax que en esa zona se han hecho incautaciones “pero muy poquitas, de 20 kilos, muy mínimas, al parecer extraídas en Colombia”.
Propuestas engavetada
Mientras la devastación se prolonga, algunos proyectos vinculados a la explotación de coltán han quedado confinados al escaparate. En el 2011, el Ministerio de Industrias trazó un plan minero en el cual se perfilaba la creación de una Empresa Estatal de Coltán, que tendría por objeto “la exploración, desarrollo, aprovechamiento, refinación, transformación y comercialización de los minerales pesados, a través del establecimiento de políticas, lineamientos y proyectos de desarrollo enmarcados en el Plan Nacional Simón Bolívar”, indica el documento oficial al cual tuvimos acceso. En el proyecto se trazaba la exploración geológica, geofísica y geoquímica con una inversión de Bs. 300 millones en tres frentes: Caño Aguamena —Cerro Boquerones, Puerto Páez; El Burro, Guaniamo, Cerro Impacto en el municipio Cedeño, del estado Bolívar y el noreste del estado Amazonas.
La propuesta contemplaba iniciar un proceso de captación de inversionistas para diseñar y ejecutar un plan intensivo de exploración de minerales pesados, para su posterior aprovechamiento. La empresa china Kerui Group estaba dispuesta a celebrar una alianza estratégica con el estado venezolano. Se sabe, además, del interés de la china Wisco en el coltán.
En 2010, después de cuantificar las reservas con una medida poco usual en 100 mil millones de dólares, Chávez manifestó durante el Aló, Presidente N° 358 desde Guacara, estado Carabobo, la disposición de China de “ayudar” una vez más, de forma nada fortuita, a Venezuela. Este fue su discurso:
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Una segunda propuesta planteaba asignar el aprovechamiento del coltán a las estatales EPS Minera Nacional, C.A. y CVG Minerven, pero ninguna se cristalizó.
En la Memoria y Cuenta 2014 del despacho de Petróleo y Minería, el término coltán aparece mencionado solo una vez, no como centro de un plan de desarrollo productivo como se trazó con ocho visitas de asistencia a las comunidades en ejercicio de explotación del coltán a lo largo del 2014, sino como parte de la línea de acción del Instituto Nacional de Geología y Minería (Ingeomin), que coincide con el objetivo 3.1.15.3 del Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019. El objetivo en cuestión plantea duplicar las reservas minerales de bauxita, hierro, coltán —niobio y tantalita—, níquel, roca fosfórica, feldespato y carbón con la certificación de los yacimientos, pero no se esbozan tareas a corto, mediano o largo plazo. Hasta ahora, pura teoría.
La firma de un acuerdo con la china Citic Group en 2012, para elaborar un mapa minero de todos los recursos con los que cuenta el país en un plazo de cinco años, dejó la puerta abierta a la cuantificación y certificación de todas las reservas minerales de Venezuela, incluido el coltán, bajo la protesta de académicos venezolanos que pidieron rescindir el contrato.
A estos precedentes se suma que el Ejecutivo mudó la Corporación Venezolana de Minería a la Vicepresidencia Sectorial para Economía y Finanzas y puso al frente al director del Banco Central de Venezuela y ex ministro de Industrias, José Khan, conocedor del tema minero.
Desde Guayana, Khan destacó el 17 de abril de este año la importancia no solo del oro, sino también del diamante “y demás piedras o metales preciosos” que depositados en las bóvedas del BCV o en instituciones financieras del exterior calificadas de primera clase forman parte de las reservas internacionales de Venezuela, según la reforma parcial de la Ley del BCV, dictada en noviembre de 2014. “Debemos tener una política que nos permita de manera transparente adquirir esos minerales para fortalecer nuestras reservas y más en una situación como la que tenemos ahora que requerimos fuentes de divisas diferente a la petrolera”, explicó Khan.
Como parte de las reuniones de arranque, funcionarios se reunieron en la tercera semana de mayo en Ciudad Guayana. Una fuente de la Corporación Venezolana de Guayana, ente que carece de atribuciones en el tema minero, explicó que la nueva Corporación ha manifestado interés en el coltán, pero en este momento la lupa se centra en la explotación de oro y diamante en el estado Bolívar, pues son las piedras de mayor prospección y potencialidad en la actualidad.
Así, el coltán sigue siendo un material relegado. La falta de una política minera consistente, a la par de la riqueza petrolera que ha cegado al Ejecutivo, ha postergado la minería como fuente alternativa de recursos para el país. La anarquía en la extracción del oro y el desmadre ambiental que se ha generado alrededor del metal precioso es, quizás, el peor espejo para el maná del coltán.
[Tomado de http://elestimulo.com/climax/coltan-mas-riquezas-y-sufrimiento-al-amazonas.]
Resulta que el país no solo es rico en petróleo, oro y diamantes. Un nuevo metal causa furor en la industria electrónica y espacial por ser un poderoso conductor de electricidad. Se llama coltán y Venezuela atesora importantes reservas de este mineral que ya trajo más minería ilegal, corrupción y destrucción ambiental en Bolívar y Amazonas.
Seis años han transcurrido desde aquel 15 de octubre de 2009 cuando el entonces presidente, Hugo Chávez, celebró el hallazgo de millonarias reservas de coltán, extraídas por contrabandistas de los suelos de Bolívar y Amazonas. Fue un portento inesperado. Hasta ese momento, los depósitos pasaron inadvertidos, incluso, para la Comisión para el Desarrollo del Sur (Codesur) que en la gestión de Rafael Caldera en la década del 70’ proyectó la Conquista del Sur. Incluía la evaluación de los recursos existentes tanto humanos como materiales en una zona políticamente marginal, en donde la población representaba apenas el 0,60% del total nacional.
El descubrimiento revolucionario generó el ímpetu propio de un juguete nuevo, pero el alardeo por estas piedras azuladas con altas concentraciones de Tantalio (Ta) y Niobio (Nb) o Columbita, metales refractarios imprescindibles para la industria electrónica, militar y aeroespecial, duró poco tiempo. A tono con la pereza oficial, la fiebre por el llamado “oro azul” —que aún no se asemeja a la del oro extraído a cántaros al sur del país— se ha intensificado develando la debilidad de los controles fronterizos y la apatía del Ejecutivo no solo por tomar control de la extracción ilegal, sino también por cuantificar unas reservas cuyo volumen aún es incógnito. “Hemos tomado la zona militarmente (…) se estaban llevando el coltán para Colombia de contrabando. Explotándolo de manera ilegal”, dijo Chávez durante un acto ese día de mediados de octubre. “Todavía no sabemos la cantidad de reservas que tenemos de coltán, pero por las informaciones son grandes”, agregó.
Seis años después, la cuantificación que permita dilucidar la importancia estratégica de estas reservas más allá de las especulaciones, no se ha realizado. Entretanto, favorecidos por la cercanía al río Orinoco y el descontrol propio de una zona fronteriza, distante de los centros poblados, muy cerca del punto en el que convergen Apure, Bolívar y Amazonas y teniendo como vecino al departamento colombiano del Vichada, mineros raspan la capa vegetal en busca del superconductor, que ha desatado guerras en países del África por su alta cotización.
El coltán, una denominación comercial del material para referirse a la presencia de columbita, denominada niobio desde 1950, y tantalio, es un metal gris con tonos azules. Ostenta la capacidad calórica más alta de la tabla periódica y tiene aplicaciones como elemento de aleación para edificación de equipos de alta presión, electro-imanes y recubrimientos de plantas químicas; mientras que las mineralizaciones del tantalio, un metal más opaco que brillante, es usado en la fabricación de piezas electrónicas avanzadas y condensadores y atesora la capacidad de almacenar carga eléctrica y liberarla, por lo que es usada en la fabricación de móviles, satélites, pantallas, instrumentos quirúrgicos e, incluso, videojuegos.
Acercamientos geológicos preliminares
Ya en 2008 el geólogo Noel Mariño había realizado estudios preliminares de prospección geológica junto a estudiantes del último semestre de Geología de la Universidad de Oriente (UDO) en el “área metalogénica El Burro – Agua Mena”, localizada en el Bajo Parguaza del municipio Cedeño del estado Bolívar, a 100 kilómetros de la mina de bauxita de la estatal CVG Bauxilum, en Los Pijigüaos y a escasos seis kilómetros de la frontera con Colombia, línea delgada que anticipa el contacto con la guerrilla y grupos paramilitares.
Las muestras analizadas con apoyo del Instituto Nacional de Geología y Minería de Venezuela (Ingeomin) arrojaron la localización de tonalidades únicas de granito, además de depósitos de coltán y caolín. Poco a poco la bulla se fue abriendo de formas diversas, cuenta Mariño, con presencia de nacionales y extranjeros que cavaron tierras de fundos del sector —Las Margaritas, La Fortuna, San Diego, Doña Celia, entre otros— abriendo zanjas en la capa vegetal y dejando al desnudo las rocas, que por su densidad son más pesadas que el acero.
La población indígena, cercada por la pobreza, ha metido sus manos en el negocio, como ha ocurrido en las minas de oro al sur de Bolívar. “No es por culparlos pero hermanos indígenas se prestan para eso por necesidad de dinero, hay mayoritariamente piaroas”, admitió Gregorio Mirabal, coordinador de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), al señalar que los indígenas se topan con gente extraña y desconocida, que entra y sale y que solo saben, no son de la zona, “porque en la frontera hay de todo, guerrilla, narcotráfico y paramilitares”. La bulla del oro es la que, por ahora, atrae más mineros porque un gramo en Amazonas se comercializa en Bs. 7 mil y “han explotado muchas minas, hay un boom y nos alarma la participación de los indígenas, esa es la mayor amenaza”, dijo Mirabal.
En Amazonas, el geólogo José Freites documentó en un artículo en la revista especializada Geominas la existencia de depósitos de coltán en el cerro Impacto, pero coincidió en que los principales depósitos están ubicados en el sector de Agua Mena, que se extiende desde Caño Horeda hasta el Cerro Gavilán y cubre un área de 232,41 kilómetros cuadrados aproximadamente. El acceso desde Amazonas, cuenta, se realiza utilizando un vehículo rústico desde Puerto Ayacucho por la troncal o por vía fluvial navegando el río Orinoco.
Corta operación “Oro Azul”
En un intento por frenar la avanzada de mineros ilegales y la comercialización ilegal que apuntan hacia Colombia y Brasil por medio de financistas y con el retorcido aval de efectivos militares, el Ejecutivo lanzó la Operación Oro Azul y militarizó la zona en septiembre de 2009. Entonces, el coltán se comercializaba en $500 el kilo, pero pobladores de las áreas con pegmatitas complejas que esconden las ricas piedras explicaron que el resguardo militar no duró más de tres meses y el material siguió comercializándose a cancha abierta.
La explotación rudimentaria de este alimento de la industria de alta tecnología amenaza con graves secuelas al ambiente. El geólogo Mariño explicó que se extrae de forma artesanal “con la excavación de grandes agujeros mediante el uso de monitores o equipos que expulsan agua a gran presión, a fin de arrancarlo del subsuelo. Esto ha traído como consecuencia la destrucción de los primeros 50 centímetros de la capa del suelo, de manera discriminada, sin realizar ningún trabajo para minimizar la afectación del ambiente. Además, al eliminar la pequeña capa protectora de gramíneas, el aporte de sedimentos a las microcuencas hídricas es fuerte, facilitando la erosión y la destrucción de la fauna y flora local”, alertó.
La riqueza en el subsuelo de la línea divisoria entre Bolívar y Amazonas deja poco a su entorno. “Todo lo que se extrae va rumbo a Colombia (…) Al principio los mineros se instalaron en la zona de Atabapo, en Amazonas, con chupadoras pero luego subieron al Orinoco medio a minas exterminadas y enlazaron con el estado Bolívar para ir hasta Guaniamo”, punto en donde están las minas de diamante, aseguró el gobernador de Amazonas, Liborio Guarulla. El Gobierno no está preocupado por este mineral, no sé si por ignorancia o planes secretos, lo cierto es que en la zona sur del estado Bolívar es libre y es donde viene entrando hampa común y parte de la guerrilla en la
explotación del coltán”, advirtió Guarulla.
En Colombia, las vías de escape apuntan hacia el departamento del Vichada o Guainía, ambos fronterizos con Venezuela. Yamil Lugo, director de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) de la Alcaldía de Puerto Carreño en Colombia, explicó vía telefónica a Clímax que en esa zona se han hecho incautaciones “pero muy poquitas, de 20 kilos, muy mínimas, al parecer extraídas en Colombia”.
Propuestas engavetada
Mientras la devastación se prolonga, algunos proyectos vinculados a la explotación de coltán han quedado confinados al escaparate. En el 2011, el Ministerio de Industrias trazó un plan minero en el cual se perfilaba la creación de una Empresa Estatal de Coltán, que tendría por objeto “la exploración, desarrollo, aprovechamiento, refinación, transformación y comercialización de los minerales pesados, a través del establecimiento de políticas, lineamientos y proyectos de desarrollo enmarcados en el Plan Nacional Simón Bolívar”, indica el documento oficial al cual tuvimos acceso. En el proyecto se trazaba la exploración geológica, geofísica y geoquímica con una inversión de Bs. 300 millones en tres frentes: Caño Aguamena —Cerro Boquerones, Puerto Páez; El Burro, Guaniamo, Cerro Impacto en el municipio Cedeño, del estado Bolívar y el noreste del estado Amazonas.
La propuesta contemplaba iniciar un proceso de captación de inversionistas para diseñar y ejecutar un plan intensivo de exploración de minerales pesados, para su posterior aprovechamiento. La empresa china Kerui Group estaba dispuesta a celebrar una alianza estratégica con el estado venezolano. Se sabe, además, del interés de la china Wisco en el coltán.
En 2010, después de cuantificar las reservas con una medida poco usual en 100 mil millones de dólares, Chávez manifestó durante el Aló, Presidente N° 358 desde Guacara, estado Carabobo, la disposición de China de “ayudar” una vez más, de forma nada fortuita, a Venezuela. Este fue su discurso:
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Una segunda propuesta planteaba asignar el aprovechamiento del coltán a las estatales EPS Minera Nacional, C.A. y CVG Minerven, pero ninguna se cristalizó.
En la Memoria y Cuenta 2014 del despacho de Petróleo y Minería, el término coltán aparece mencionado solo una vez, no como centro de un plan de desarrollo productivo como se trazó con ocho visitas de asistencia a las comunidades en ejercicio de explotación del coltán a lo largo del 2014, sino como parte de la línea de acción del Instituto Nacional de Geología y Minería (Ingeomin), que coincide con el objetivo 3.1.15.3 del Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019. El objetivo en cuestión plantea duplicar las reservas minerales de bauxita, hierro, coltán —niobio y tantalita—, níquel, roca fosfórica, feldespato y carbón con la certificación de los yacimientos, pero no se esbozan tareas a corto, mediano o largo plazo. Hasta ahora, pura teoría.
La firma de un acuerdo con la china Citic Group en 2012, para elaborar un mapa minero de todos los recursos con los que cuenta el país en un plazo de cinco años, dejó la puerta abierta a la cuantificación y certificación de todas las reservas minerales de Venezuela, incluido el coltán, bajo la protesta de académicos venezolanos que pidieron rescindir el contrato.
A estos precedentes se suma que el Ejecutivo mudó la Corporación Venezolana de Minería a la Vicepresidencia Sectorial para Economía y Finanzas y puso al frente al director del Banco Central de Venezuela y ex ministro de Industrias, José Khan, conocedor del tema minero.
Desde Guayana, Khan destacó el 17 de abril de este año la importancia no solo del oro, sino también del diamante “y demás piedras o metales preciosos” que depositados en las bóvedas del BCV o en instituciones financieras del exterior calificadas de primera clase forman parte de las reservas internacionales de Venezuela, según la reforma parcial de la Ley del BCV, dictada en noviembre de 2014. “Debemos tener una política que nos permita de manera transparente adquirir esos minerales para fortalecer nuestras reservas y más en una situación como la que tenemos ahora que requerimos fuentes de divisas diferente a la petrolera”, explicó Khan.
Como parte de las reuniones de arranque, funcionarios se reunieron en la tercera semana de mayo en Ciudad Guayana. Una fuente de la Corporación Venezolana de Guayana, ente que carece de atribuciones en el tema minero, explicó que la nueva Corporación ha manifestado interés en el coltán, pero en este momento la lupa se centra en la explotación de oro y diamante en el estado Bolívar, pues son las piedras de mayor prospección y potencialidad en la actualidad.
Así, el coltán sigue siendo un material relegado. La falta de una política minera consistente, a la par de la riqueza petrolera que ha cegado al Ejecutivo, ha postergado la minería como fuente alternativa de recursos para el país. La anarquía en la extracción del oro y el desmadre ambiental que se ha generado alrededor del metal precioso es, quizás, el peor espejo para el maná del coltán.
[Tomado de http://elestimulo.com/climax/coltan-mas-riquezas-y-sufrimiento-al-amazonas.]