Redacción
Las pistas de un balance auténtico de la gestión presidencial no se dieron durante el discurso de Nicolás Maduro en el hemiciclo del Congreso: Ssi en verdad queremos tener evidencia de ello, hay que asomarse en las cifras sobre la economía nacional del Banco Central de Venezuela correspondientes a 2015, que por fin se han revelado en forma parcial y con toda la discreción posible.
El mismo presidente definió como “catastróficos” los datos que reconocen -a regañadientes y sin darle su nombre- la hiperinflación. Si en 2014, la crisis económica en el país fue fuerte, con peor suerte corrimos los venezolanos en 2015. El cuadro que sigue refleja esa situación de modo suficientemente claro:
Las pistas de un balance auténtico de la gestión presidencial no se dieron durante el discurso de Nicolás Maduro en el hemiciclo del Congreso: Ssi en verdad queremos tener evidencia de ello, hay que asomarse en las cifras sobre la economía nacional del Banco Central de Venezuela correspondientes a 2015, que por fin se han revelado en forma parcial y con toda la discreción posible.
El mismo presidente definió como “catastróficos” los datos que reconocen -a regañadientes y sin darle su nombre- la hiperinflación. Si en 2014, la crisis económica en el país fue fuerte, con peor suerte corrimos los venezolanos en 2015. El cuadro que sigue refleja esa situación de modo suficientemente claro:
Las cifras no son del todo una sorpresa: los acontecimientos económicos presentes en 2015 demostraron el déficit imparable de la economía venezolana. Dinero inorgánico, aumento del gasto público en un año crucial electoral, caída del precio del petróleo, escasez generalizada fueron solo algunos elementos recurrentes en la economía venezolano. Otros indicadores patentes: las colas, el malestar y la violencia a raíz del desabastecimiento, por no hablar del desespero que cundió en los hogares del país.
La casi nula producción de las empresas controladas por el Estado, solo acrecentó la crisis. Un claro ejemplo es Sidor, paralizada el año pasado en 80 por ciento. Esto aunado al cierre de 56% de las empresas en territorio nacional por la falta de divisas y al fuerte control de cambio, complicándose lo que la inflación de por sí hace sola: generar más carestía.
A pesar de las medidas forzadas, impuestas por el ejecutivo, para una supuesta mejoría de todas estas variables, el ciudadano, frecuente víctima de la ineficiencia gubernamental, siguió en una deplorable situación de necesidad: colas y bachaqueo, a las que se añadió a mediados de año la ola de saqueos en Guayana y otros lugares del país.
La inflación fue la protagonista de 2015. A pesar del silencio impuesto por el BCV por un año entero sobre esta variable, la crisis fue claramente notable y la inflación fue hecho visible en la vida de cotidiana. Limitada en sus ingresos, la gente se ha visto forzada a recurrir a recursos como el trueque y la venta callejera de ropa y objetos usados en una escala que nunca se había visto en lo que antaño llegó a conocerse como la Venezuela Saudita.
Diciembre fue un fiel reflejo: la costumbre de estrenar atuendos para las fiestas brilló por su ausencia, los niños tuvieron que conformarse con juguetes mucho más modestos (si es que los hubo), y el otrora tradicional gasto en opíparas comidas, abundantes bebidas y rutilante pirotecnia quedó en el recuerdo.
Con sus fallidos planes y mucha retórica para intentar aliviar el descontento ciudadano, el gobierno venezolano no logró que la inflación mermara. Aun cuando, las cifras del BCV no incluyen de octubre a diciembre cuando hay más gasto y aumento de precios, el balance sigue siendo un año trágico en materia económica y alimenticia para todos los que habitamos esta "Tierra de Gracia", como la bautizó Cristóbal Colón en un arrebato de humor negro.
Obviamente, Maduro no reconoce (tampoco el BCV) la culpa que tiene el gobierno de semejante desastre, direccionando a cualquier otro lado las responsabilidades que le tocan. En lo que sí tiene razón fue en catalogar su fracaso económico, burdamente presentado con la etiqueta de "proyecto socialista", como catastrófico.
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