Juan Carlos La Rosa
En Venezuela parecen haberse multiplicado las experiencias de organización popular y de visibilización de las resistencias, sin embargo, cuando vemos la calidad en las relaciones establecidas entre los convocados y ordenados esta multiplicación deviene plana, carente de relaciones sólidas con la vida social y entre los propios convocados. Pareciera que la prioridad de las relaciones ordenadas es la relación que estableceremos o previamente establecimos con el Gobierno, que según el caso nos organizamos para la relación con el, nos organizamos porque desde el gobierno así nos lo pidieron, o porque nos sumamos a una política de “organización social” impulsada desde el propio gobierno.
Recuerdo dos palabras que me han ayudado a entender que ha pasado en estos tiempos, la primera escuchada en un patio del Bajo en San Francisco, después de que varios compañeros de la lucha contra el puerto carbonero del Bajo no pudieron asistir a esa reunión, un de nuestros alaulá dijo con humor: “en la misión Ribas, en la misión madres, en la mesa de agua, parece que mientras más organizados están, mas desmovilizados.” Y la segunda en una lectura de la revista PRAG, donde Alfredo Maneiro decía: “Hay organizaciones sociales muy eficientes que lejos de fomentar la movilización y el auge de las luchas, fueron diseñadas para contenerlas”.
En Venezuela parecen haberse multiplicado las experiencias de organización popular y de visibilización de las resistencias, sin embargo, cuando vemos la calidad en las relaciones establecidas entre los convocados y ordenados esta multiplicación deviene plana, carente de relaciones sólidas con la vida social y entre los propios convocados. Pareciera que la prioridad de las relaciones ordenadas es la relación que estableceremos o previamente establecimos con el Gobierno, que según el caso nos organizamos para la relación con el, nos organizamos porque desde el gobierno así nos lo pidieron, o porque nos sumamos a una política de “organización social” impulsada desde el propio gobierno.
Recuerdo dos palabras que me han ayudado a entender que ha pasado en estos tiempos, la primera escuchada en un patio del Bajo en San Francisco, después de que varios compañeros de la lucha contra el puerto carbonero del Bajo no pudieron asistir a esa reunión, un de nuestros alaulá dijo con humor: “en la misión Ribas, en la misión madres, en la mesa de agua, parece que mientras más organizados están, mas desmovilizados.” Y la segunda en una lectura de la revista PRAG, donde Alfredo Maneiro decía: “Hay organizaciones sociales muy eficientes que lejos de fomentar la movilización y el auge de las luchas, fueron diseñadas para contenerlas”.
Creo que ha habido una reducción del cuerpo vivo de las luchas a listas de nombres de solicitantes y beneficiarios, Es cómo si el poder hubiera sido ejercido por reductores de cabezas fracasados que no lograban preservar para si y para la comunidad el calor y la fuerza del cuerpo vivo de las luchas que reducieron a misiones y mesas. Ante cualquier petición de los luchadores y de la población, cómo el derecho a la tierra y alterritorio, la burocracia funcionarial contestaba impasible: Ajá, está bien, pero ¿cuales son sus requerimientos?, entendiendo al fin por requerimientos lo que su presupuesto para ayudas sociales y asistencias contemplaba. En cuya clasificación administrativa no estaban incluidas por supuesto, ninguna de las metas históricas de nuestros pueblos y nuestros trabajadores y comunarios.
Así fueron reduciendo las resistencias, con torpe oferta, pero abundante al fin, y con un argumento si muy poderoso: el funcionario que te hacía el ofrecimiento se parecía a ti, vestía tus atuendos y a veces era incluso conocido tuyo, y cercano, familiar. Cuando no hablaba un discurso social que parecía que por fin habíamos sido escuchados. Siempre hubo en la ciencia del poder quien sabía más de nosotros que nosotros mismos, todos estos expertos estudiosos fueron contratados pra decirnos cómo sembrar, cómo vivir, cómo tomar esposa, cómo organizarnos para ser aceptados y asimilados, cómo hablar con orgullo, cuales eran las palabras que nosotros debíamos decir para ser un campesino, un obrero o un indígena que pareciera eso, que deslumbrara las suposiciones de inclusión que cacareaban los medios sobre nosotros. Lo más importante de la inclusión que se propuso el poder en estos años era que encajáramos en la imagen humanitaria que las teorías de la emancipación y Nat Geo había sembrado en las conciencias mediáticas de nosotros, por fin obrero en control, campesino sembrando su tierra, indígena visibilizado y dignificado, comunario atendido con vacunas y medicinas de lata tecnología.
Creo que en La Guarura y en el desaparecido pueblosoberano.net,también en otros medios de la resistencia hemos gritado que no todo el mundo se alineó de esa manera, con múltiples pareceres y visiones, muchos reivindicaron una verdadera y difícil identidad desde las luchas. Contra ellos se levantó el espejo más terrible, fueron obligados a enfrentarse a si mismos, a una versión igualita de ellos que se creo en los medios de comunicación. El caso Sabino Romero es emblemático en esta trampa del poder, pero esto se repitió para todos los que se mantuvieron en pie de lucha.Los resultados fueron criminalización, desprestigio y asesinatos que nunca han tenido verdadero proceso, la mayor parte ni proceso judicial, crímenes que aparecen como de paracos y hampa común, pero la mayor parte ejecutados por integrantes de los cuerpos represivos del estado. Los únicos que son reconocidos son los que permitieron presentar a los luchadores como hampa y criminales.
El paramilitarismo en Venezuela existe, pero merece que lo analicemos en un papel aparte.
No era posible aceptar mediaticamente que quien luchara no estuviera en buena coincidencia con el estado gobierno, ya que para la buena izquierda, con sus contradicciones, este gobierno era la realización del proyecto de emancipación tan bregado por ella, aunque, extrañamente, no lo estaba luchando cuando por fin llego.
Los proyectos comenzaron a realizarse, y de manera inusual, no se hacia un proyecto desde la voluntad, y los recursos que la gente podia reunir en comunión, se partía ahora de una idea, y la idea era una lista de peticiones, que se ponían en un formato y de pronto organización habemus, aquí estamos y somos, este es nuestro nombre y estos son nuestros informes de ejecución para abrirle paso a las entregas de recursos provenientes del gobierno, que tenía un plato interminable de migajas a disposición de las organizaciones sociales. primero pedimos los recursos, estamos seguros de lo que podemos hacer con ellos!, estamos organizados para darle sentido a esa petición de plata!, no sabemos si sabemos hacer el oficio, pero aprenderlo también está en el formato de proyecto, así que lo primero que vamos a hacer es formarnos para hacer lo que dice el proyecto!. En que devino esta manera de vivir del presupuesto asistencial disfrazado de política social, En funcionarios y jefes de grupos que se hicieron su fortuna o su modus vivendi de el sistema de proyectos, de proyectos multimillonarios para corruptos y empresarios disfrazados de proyectos sociales y socialistas, cómo el caso vergonzosos del Núcleo Endógeno el Tirano en Margarita. y en el establecimiento de una cultura clientelar que pervirtió las relaciones hasta el punto de que un chamo del barrio diga: mi pana vamos a hacer un proyecto pa comprá una moto!.
En estos años nos ordenamos-ordenaron pa hablarle al poder previa entrega de un guión establecido en los formatos. eso desmanteló en gran parte la voluntad que nos juntó y convocó y perdimos la capacidad de escucharnos y de dialogar entre nosotros mismos hasta el punto de preferir a un falso hermano comunicacional inventado, que al verdadero hermanos que de carne y hueso luchaba a nuestro lado.
[Tomado de http://laguarura.net/2016/01/15/quien-queremos-que-nos-escuche-desde-los-movimientos-sociales-para-quien-y-con-quien-nos-organizamos-en-estos-anos/.]
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