Don David de la Obviedad
Hay paro indefinido en la
UCV, y la sombra mora en los corredores de la casa fatigada que siempre logra
vencer. Los días transcurren con bullicios silentes que se plasman como estas letras sobre un muro de Facebook o
tuit de precoces 5 segundos en la pantalla. Hace días que me levanto
despreocupado en mis ocupaciones capitalizadoras provocadas por la guerra
económica inyectada desde el imperio norteamericano a través de esas medidas
intervencionistas superproductoras que merman el costo del crudo mundial.
Parecería tonto ahora pensar que es relevante que las minúsculas casas de
estudios más importantes de nuestra nación americana estén paralizadas y
desabastecidas.
Así es el mundo, diría usted seguramente y con razón, todo está jodido, no es raro que la ucevé también lo esté. Cierto es que usted probablemente no estudió en la ucevé – aunque puede que haya querido – ¿verdad? Y, en fin, uno lo que sabe de eso es que allá siempre es un zaperoco; hay paros y protestas y esas cosas. La verdad es que aquel lugar del que siempre escucha, - sí, al lado del jardín botánico, sí, ahí donde queda el clínico y sí, eso que está tras el mural todo rojo y raro de un tal Zapata que se ve cuando uno pasa en carro o moto por la autopista de plaza Venezuela- es la Universidad Central de Venezuela o ucevé.
Ahora bien, ya que sabemos de su ubicación y de su estructura física, entremos un poco en materia (como si asistiéramos a una clase): Cuando usted va al médico, sea el Clínico, el Vargas, el Llanito, etcétera, ese señor de bata blanca y cosa rara (o estetoscopio) al cuello que usted llama doctor (o dotor –fonéticadescriptibamente hablando) es un estudiante o licenciado de la UCV. Supongamos que usted llega porque le metieron un balazo o se cayó de una moto o se le enfermó la nieta o se estrelló la buseta en la que iba (No todas juntas - aunque puede pasar); usted busca un doctor, un doctor de la ucevé; y este doctor cariperro-simpaticón hace lo que puede con lo que no tiene pa cocerle a la nietecita la cabeza; usted se arrecha con toda razón porque no hay nada, y dice que los hospitales no sirven (Cosa que tal vez haya podido discutir con el doc o con la mami de bata mientras le atendía). Cuando usted contrata un abogado porque lo metieron preso debido a una confusión, ese señor de saco que le saca las patas del barro (o que lo intenta), muy probablemente haya sido estudiante de Derecho en la UCV. El señor que hizo su edificio quizás estudió allí ingeniería y el que lo diseñó arquitectura. La señorita que le dice que no hay lexotanil o pastillas anticonceptivas, esa a la que le cuenta de sus enfermedades y dolorcitos, puede que sea una farmacéutica de la misma casita de estudios. El chivuo que escribe estas cosas es, con toda certeza, un estudiante de Letras. La verdad es que cuando, a usted, alguien que le atiende le dice que es de la UCV, usted confía.
Podría extenderme en estas letras a todas las facultades y escuelas que guardan los tres arcos mayores, y habría oficios pa tirar pal techo. Ahora quiero es que usted se imagine entrar al hospital y, además de no encontrar la medicina ni la higiene, no encontrar un doctor que la improvise. O que la justicia corra en la mano del ejército (como ocurre). Imagínese que, después de la mamarra cola que se caló en la farmacia, usted le diga a la doctora que le duele ahí, ahí de ese lado, y que el dolorcito va y viene, y que quien le atienda le pregunte que qué le da porque no sabe, o tómese esto que yo creo. O yo escribiendo de la guerra económica y de la independencia, en vez de hablarle a usted de usted, que pa eso es que estudio yo.
Volteémos ahora la cosa, que también es contigo ucevista. Coño, pana, tas estudiando una carrera a la carrera porque quieres pirar; y ahora las cosas se te desbarataron porque hay paro y te sientes defraudado y frustrado porque no sabes qué hacer. Seguro cuando leíste eso de antes te inflaste porque eres ucevista, ucevista, u, u. Y eso está bien, estudias en rolo de universidad. Está bien que no sepas qué hacer, no tienes por qué. Pero no esperes a la FAPUV, APUCV, PCV, DHL, WTF, para ver qué haces. No tienes que ser bolívar, ni paez, ni Bassil. Basta con ser tú, con conversar de tu carrera, de la universidad a la que perteneces, para entender que lo que haces aparentemente por un título, en el fondo es algo socialmente necesario, vital, y tú lo sabes. Entonces que el dolor y la fatiga no te derrumben la palabra, que no se caiga el cuerpo cuando la indiferencia choque. Mientras más hagas ver la importancia de la ucevé, más la verás tú. La sociedad a la que servimos secretamente (hasta para nosotros mismos) está abarrotada (de barrotes). La cúpula política dirige la atención del anteojo de la masa a su antojo. Tú tienes tan solo tu voz, tus ideas y a uno, dos o tres, al lado. Si hay oportunidad de dialogo, hay oportunidad.
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