Leoncio Barrio
La
escasez de productos, tanto de primera necesidad como los considerados
suntuarios, en el mercado, se ha convertido en una de las penurias cotidianas
en Venezuela. El gobierno acusa a los empresarios y al imperio de una guerra
económica -sin que haya bloqueo como en Cuba-, mientras los empresarios acusan
al gobierno por falta de divisas para la exportación de insumos, de estímulo
para la producción, el estricto control de precios y un largo etcétera.
Cualquiera sea la razón, el resultado es que “no hay” se ha instituido como la
frase nacional y las consecuencias las pagamos todos. Asimismo, esta situación
ha originado formas alternativas de distribución y consumo expresadas en un
verbo: Bachaquear.
Aun
cuando el DRAE no reconoce ese verbo, todos los venezolanos conocemos la acción
y a pesar de detestarla y/o admitirla como un mal necesario, lo hemos
incorporado a nuestra jerga y práctica ordinaria. Siendo que bachaquear es una
forma de comercio a través de la reventa ilícita, como en cualquier acción de
compra-venta, bachaquea quien vende y quien compra, o sea que a muchos se
nos obliga a participar en procesos ilícitos. Yo bachaqueo, tu bachaqueas,
nosotros bachaqueamos. La falta de la arepa y el café mañanero, de leche para
los muchachos, jabón para bañarnos, batería para el carro o pañales para los
ancianos, tiene cara ´e perro y hay que resolverla a cualquier costo.
Bachaqueo
al por mayor, como el que se da en la frontera con Colombia es harina de otro
costal, bachaqueo al por menor, el que se da en cualquier sitio del país, es el
que nos ocupa. Debido a ese bachaqueo, productos que salen al mercado a un
precio accesible, son adquiridos por unos pocos y revendidos a precios
abusivos. Esto refleja, como mínimo, dos cosas: fallas en la red de
distribución y sobre todo, la corrupción masiva, ya que, como decíamos arriba, corrupto
es tanto quien propone un negocio ilícito como quien lo acepta y lo ampara.
Hay
denuncias en prensa, en las redes, de boca en boca, en la Fiscalía de la
República y en la Defensoría del Pueblo, sobre este problema del bachaqueo. En
ese delito parece que están incursos personeros gubernamentales, comerciantes,
dependientes de los centros de distribución privados y públicos, autoridades
policiales y militares de varias jerarquías y, por supuesto, las cabezas
visibles del bachaqueo, los bachaqueros, más los consumidores.
Ante
esta gran red de corrupción, los organismos del Estado reaccionan
implementando mecanismos de persecución y sanciones a quienes bachaquean,
mientras los perversos mecanismos de productividad y distribución que dan
origen a esta nueva actividad comercial se mantienen intactos. Craso error
pero por algo será.
Si
la escasez es consecuencia de una guerra económica, a la vista de quien no
encuentra lo que necesita o se ve obligado a pagar altísimos precios por
obtenerlo, el gobierno la perdió, y si se trata de medición de eficiencia en la
distribución de alimentos y otros bienes, también salió raspado; por muy buenas
que sean sus intenciones.
Fuente: http://contrapunto.com/noticia/bachaquear-42666/
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