Dina
Narradora, poetisa, anarquista y feminista de origen judío, nacida en 1894 en La Plata, Argentina y muere en 1972 en Buenos Aires. En 1918, comienza su actividad literaria. Fue colaboradora de La Nación, El Hogar, Caras y Caretas y otras publicaciones. Autora de varias de piezas dramáticas y propulsora del teatro para niños. En 1915, se casó con Natalio Botana el creador del diario Crítica, que ella dirigió entre 1946 y 1951 después de la muerte de su esposo.
La historia oficial pretende recordarla sólo como la mujer de Natalio Botana. Otros la llamaron la Venus Roja. Para la pacatería de la “sociedad” porteña de comienzos del siglo xx, fue “aquella a quien no se respeta”, una oveja descarriada.
Narradora, poetisa, anarquista y feminista de origen judío, nacida en 1894 en La Plata, Argentina y muere en 1972 en Buenos Aires. En 1918, comienza su actividad literaria. Fue colaboradora de La Nación, El Hogar, Caras y Caretas y otras publicaciones. Autora de varias de piezas dramáticas y propulsora del teatro para niños. En 1915, se casó con Natalio Botana el creador del diario Crítica, que ella dirigió entre 1946 y 1951 después de la muerte de su esposo.
La historia oficial pretende recordarla sólo como la mujer de Natalio Botana. Otros la llamaron la Venus Roja. Para la pacatería de la “sociedad” porteña de comienzos del siglo xx, fue “aquella a quien no se respeta”, una oveja descarriada.
Salvadora Medina Onrubia, bella y apasionada, dueña de un indómito espíritu revolucionario, anarquista y madre soltera, fue una mujer singular que participó en numerosos acontecimientos de la vida política y social de la Argentina, como por ejemplo en las refriegas entre obreros y ejército durante la Semana Trágica, en donde fue oradora de los mitines políticos. Periodista, escritora y poeta. Anarquista y primera mujer encarcelada por motivos políticos, para la Policía Federal Argentina fue el prontuario Nº 21.849 ¿Quién fue en realidad y por qué la historia se empeñó en ocultarla? Nació el 23 de marzo de 1894 en La Plata, y de muy chica vivió en Entre Ríos. Desde joven incursionó en las letras. Y luego de su llegada a Buenos Aires, se iba a destacar como periodista en La Protesta, Fray Mocho, PBT, Crítica y Caras y Caretas; al tiempo que también lo hizo como autora teatral, cuentista y novelista en obras como “Akasha”, “El vaso intacto”, “El misal de mi yoga”, “Alma fuerte”, “La solución”, “El hombre y su vida” y quizás su obra teatral mas personal e interesante: “Las Descentradas”.
Tenía 15 años cuando una tenaz actitud militante en defensa del joven anarquista Simón Radowitzky la llevó luchar incansablemente por su libertad, incluso entrevistandose en la Casa Rosada con el presidente Hipólito Irigoyen,que la respetaba y temía. Participó en la planificación de la fuga de Radowitzky y cuando el libertario ruso fue recapturado, luchó por su indulto hasta lograrlo. La primera carta enviada por el militante anarquista cuando salió en libertad fue para ella. La misma lucha la llevó a participar en la Semana Trágica y en 1930 la dictadura militar la apresó: Fue el 6 de septiembre cuando el general José Felix Uriburu ordenó la prisión. Luego, un grupo de intelectuales argentinos envió una carta al dictador para solicitar “magnanimidad” con Salvadora por “su triple condición de mujer, de poeta y de madre”. Pero ella no estuvo de acuerdo con el pedido y le mandó al general otra carta, desde la cárcel, en la que la que le manifiesta todo su desprecio. Fue díscola, atrevida, contradictoria, transgresora y audaz, un vendaval de pasión circuló a torrentes por sus venas. Mantuvo esa pasión y atrevimiento hasta el final de sus días
Carta a Uriburu enviada por Salvadora desde la cárcel
“Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido … Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.
Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.”
[Tomado de http://www.opusvida.com/salvadora-medina-onrubia/.]
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