J.R. López Padrino
A medida que la crisis política, económica y social se profundiza, el fachochavismo bolivariano ha acentuado la represión, la muerte y más recientemente un Estado de excepción xenofóbico como parte de su terrorismo de Estado y control social de cara a las elecciones del 6D.
Ante los estrepitosos fracasos de los ministros de Interior y Justicia (13 hasta la fecha) y de los planes de seguridad (22 hasta hoy) el régimen ha puesto en práctica la Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) a nivel nacional como parte de la despiadada Doctrina de la Seguridad Nacional Bolivariana (DSNB). Operativos de terror que se han traducido en allanamientos a viviendas humildes sin orden judicial, desalojos forzosos, demolición de hogares, detenciones arbitrarias, prácticas xenofóbicas, tratos degradantes a los detenidos y hasta abominables ajusticiamientos de detenidos. Son operaciones de tierra arrasada, saqueo y muerte dirigidas por milicos capacitados y entrenados en la abominable Escuela de las Américas.
Paradójicamente el régimen “humanista” de Maduro ha recurrido a la despreciable práctica de falsos positivos (fusilamiento de inocentes) popularizada durante el régimen de Uribe en Colombia a fin de mostrar una supuesta eficiencia en el combate del flagelo de la inseguridad personal. Estamos ante la presencia de una masacre oficial con fuerte impronta facho-electorera, que busca una mayor militarización de la sociedad, así como un mayor control social, obediencia y conformidad de los ciudadanos ante los atropellos y abusos del régimen.
A medida que la crisis política, económica y social se profundiza, el fachochavismo bolivariano ha acentuado la represión, la muerte y más recientemente un Estado de excepción xenofóbico como parte de su terrorismo de Estado y control social de cara a las elecciones del 6D.
Ante los estrepitosos fracasos de los ministros de Interior y Justicia (13 hasta la fecha) y de los planes de seguridad (22 hasta hoy) el régimen ha puesto en práctica la Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) a nivel nacional como parte de la despiadada Doctrina de la Seguridad Nacional Bolivariana (DSNB). Operativos de terror que se han traducido en allanamientos a viviendas humildes sin orden judicial, desalojos forzosos, demolición de hogares, detenciones arbitrarias, prácticas xenofóbicas, tratos degradantes a los detenidos y hasta abominables ajusticiamientos de detenidos. Son operaciones de tierra arrasada, saqueo y muerte dirigidas por milicos capacitados y entrenados en la abominable Escuela de las Américas.
Paradójicamente el régimen “humanista” de Maduro ha recurrido a la despreciable práctica de falsos positivos (fusilamiento de inocentes) popularizada durante el régimen de Uribe en Colombia a fin de mostrar una supuesta eficiencia en el combate del flagelo de la inseguridad personal. Estamos ante la presencia de una masacre oficial con fuerte impronta facho-electorera, que busca una mayor militarización de la sociedad, así como un mayor control social, obediencia y conformidad de los ciudadanos ante los atropellos y abusos del régimen.
Paralelamente el régimen ha conseguido un nuevo chivo expiatorio: el paramilitarismo, el fantasma del enemigo externo del cual hablaba Carl Schmitt (jurista al servicio de la ideología nazi). Paramilitarismo a quien responsabiliza de todos los males que afectan a los venezolanos, es decir de su escandaloso fracaso. Por ello ha decretado un injustificado e intempestivo Estado de excepción xenofóbico en la zona fronteriza apelando de nuevo a la fibra patriotera, viejo expediente de caudillos y déspotas cuando confrontan dificultades.
Estado de excepción xenofóbico que le ha permitido a la logia bolivariana maltratar, vejar y humillar a los habitantes de la frontera, en especial a los colombianos, muchos de ellos pobres quienes han llegado a nuestro territorio huyéndole a la violencia que reina en el vecino país. En forma cínica e irresponsable han sido calificados de paramilitares, narcotraficantes y agentes de la oligarquía colombiana. Los han etiquetado como los indeseables bachaqueros que desabastecen al país, los miembros de los carteles que introducen la droga al país, los contrabandistas de gasolina que saquean a PDVSA. Bajo estas acusaciones más de 9.000 colombianos según la ONU han sido forzados violentamente a retornar a su tierra natal, muchos de ellos niños y personas de la tercera edad quienes han perdido sus viviendas (ranchos), así como sus enseres. El fundamentalismo bolivariano recurre a una perversa xenofobia anti-colombiana con tufo schmittiano para culpar a un fantasioso enemigo externo de la quiebra del país, de la escasez, de la inseguridad personal, en fin del desastre en la cual esta sumida Venezuela. Es el mismo libreto Goebbeliano utilizado por la logia bolivariana en el caso de Pérez Venta, el patriota cooperante-psicópata que descuartizó a Liana Hergueta, al afirmar que el asesino confeso es un inocente ciudadano, víctima de la manipulación de unos desalmados fascistas de la oposición. El empeño del régimen por esclarecer el asesinato de Liana, no fue la monstruosidad del mismo (cometido por uno de los suyos), sino sembrar una matriz de opinión orientada a vincular su muerte con miembros de la oposición con fines eminentemente electorales.
Los espectáculos de crueldad y sadismo que hoy vemos en la Venezuela bolivariana solo son propios de un desvergonzado Estado proto-fascista, que fusila a presuntos antisociales y propicia un delirante libreto xenofóbico, pero al mismo tiempo habla del humanismo Bolivariano, del respeto por los derechos humanos y del amor que inspira sus acciones. Sus afirmaciones reflejan una perversa inversión del lenguaje (neolenguaje), lleno de cinismo, hipocresía y desprecio a la verdad. Todo este dantesco escenario ocurre ante las posturas complacientes, cómplices y genuflexas de la Fiscal General y del Defensor del Pueblo.
El incremento de la inseguridad personal, la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, la profundización de la militarización y control social, la institucionalización de las masacres oficiales (OLP) y más reciente la campaña xenofóbica emprendida por el régimen de Maduro y sus milicos bolivarianos provocan efectos indeseables, entre ellos un mayor rechazo electoral. El oficialismo sumido en su laberinto juega al escenario del caos como excusa para decretar un Estado de excepción en todo el país. Estado de excepción -suspensión de garantías y militarización- que pretende utilizar a fin revertir la tendencia que les presagia una segura derrota electoral el próximo 6D.
Que mayor desvergüenza e indignación ver a la pareja de bufones de Miraflores bailar cumbia, mientras sus esbirros cometen toda clase de violaciones a los derechos humanos de hombres, mujeres y niños en la zona fronteriza con Colombia.
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