Secretaría de Prensa FORA-AIT
Joaquín Penina era un albañil, nació en España, pero como tantos otros, había migrado a Argentina y vivía en Rosario. Tenía una biblioteca en la que convivían obras literarias con diarios y revistas de ideas revolucionarias.
En el año 1930 tenía 29 años, trabajaba como «canillita» del periódico La Protesta y distribuía en Rosario literatura anarquista proveniente de España y de Buenos Aires.
El 7 de septiembre de 1930, un día después del primer golpe de Estado del país, que fue llevado a cabo por Uriburu, se publicó una disposición que decretaba «pasar por las armas» a quienes participaran de la difusión de propaganda opositora al gobierno y a las autoridades de facto. Este fue el pecado de Joaquín.
Joaquín Penina era un albañil, nació en España, pero como tantos otros, había migrado a Argentina y vivía en Rosario. Tenía una biblioteca en la que convivían obras literarias con diarios y revistas de ideas revolucionarias.
En el año 1930 tenía 29 años, trabajaba como «canillita» del periódico La Protesta y distribuía en Rosario literatura anarquista proveniente de España y de Buenos Aires.
El 7 de septiembre de 1930, un día después del primer golpe de Estado del país, que fue llevado a cabo por Uriburu, se publicó una disposición que decretaba «pasar por las armas» a quienes participaran de la difusión de propaganda opositora al gobierno y a las autoridades de facto. Este fue el pecado de Joaquín.
Tres días después del golpe fue detenido de manera ilegal (sin ningún tipo de registros) y recibió un único cargo: la distribución de panfletos contra Uriburu.
Fue detenido junto a dos compañeros a quienes luego liberaron pero, en cambio, él no volvió a su casa; solo tiempo después se pudo reconstruir lo que pasó, la policía en un operativo ilegal, sin hacer ningún informe llevó a Joaquín hasta el Río Paraná y lo fusilaron. En los meses que siguieron al golpe, y aún durante buena parte del año siguiente los anarquistas, y los que participaban en las organizaciones gremiales de la FORA fueron perseguidos, capturados, torturados y luego fusilados formalmente.
Éste es considerado uno de los primeros casos de desaparición y muerte del Estado Argentino, este procedimiento fue repetido luego miles de veces por las fuerzas del “orden”, a Joaquín lo mataron por “hablar mal del gobierno”, como a tantos otros después de él. La policía fue la mano de obra de los poderosos, y este procedimiento no sólo lo han llevado a cabo las dictaduras, si no que hoy siguen apareciendo cadáveres en los ríos, que, como Joaquín, son guardados como NN; le pasó a Luciano (Arruga) y a tantos otros que no salen en la tele, pero que basta leer los informes de las Organizaciones de D.D.H.H. que se mantienen independientes del Estado, para entender que esto no es algo que terminó en el 30 ni en el 70.
Hoy recordamos al compañero a 85 años de su asesinato, ¡por él y por los demás nos debemos todavía la revolución social!
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