Gustavo Godoy
El mito de Platón en torno al amor en su dialogo “El banquete” ha cautivado a la humanidad por milenios. El discurso de Aristófanes en la casa del poeta Agatón nos cuenta que al principio los seres humanos éramos seres de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Los dioses nos castigaron dividiéndonos en dos y ahora cada quien está en la búsqueda de su otra mitad. El ombligo es una cicatriz que da fe de ese singular hecho. Este bello mito pone al amor como un profundo anhelo de restituir la plenitud perdida. El amor es el reencuentro con uno mismo en el ser amado. En otras palabras, existimos para encontrarnos.
El mito de Platón en torno al amor en su dialogo “El banquete” ha cautivado a la humanidad por milenios. El discurso de Aristófanes en la casa del poeta Agatón nos cuenta que al principio los seres humanos éramos seres de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Los dioses nos castigaron dividiéndonos en dos y ahora cada quien está en la búsqueda de su otra mitad. El ombligo es una cicatriz que da fe de ese singular hecho. Este bello mito pone al amor como un profundo anhelo de restituir la plenitud perdida. El amor es el reencuentro con uno mismo en el ser amado. En otras palabras, existimos para encontrarnos.
El escritor francés Antoine de Saint-Exupery en su “Principito” nos enseña con gran belleza y simplicidad que las relaciones de cariño, fidelidad y apego se cultivan paulatinamente con una estrecha cercanía. El “crear lazos de unión” significa que dos seres dependan uno del otro gracias a la conexión única y especial que han desarrollado mutuamente.
El psicoanalista alemán Eric Fromm describe el amor no como un sentimiento pasivo sino como una actividad deliberada que requiere cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. En realidad, “el amor es dar”. Sobre todo, dar de sí.
Nos pueden atraer muchas personas pero en la práctica casi siempre nos enamoramos de una tipología en específico. Son pocas las personas que realmente despiertan en nosotros una sensación de afinidad y simpatía verdaderamente transcendente. No es raro que nos encontremos con gente que aunque nos parecen atractivas físicamente, no llaman sinceramente nuestra atención. Ortega y Gasset escribió “La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora”. Pocas cosas nos describen tan bien como nuestros gustos de pareja. Con frecuencia, nuestro gusto expresa elocuentemente nuestra identidad. La escogencia del ser amado está estrechamente ligada a nuestra propia configuración interna. Por lo general, sentimos a los demás cuando nos vemos reflejados en ellos a través de una belleza especial que únicamente nos habla a nosotros.
En la literatura, las historias de amor al principio típicamente se presentan como una serie de malentendidos, equivocaciones y complicaciones. Luego, en el proceso por superar estos obstáculos, los protagonistas van descubriendo que en realidad son el uno para el otro pero no lo sabían. Este descubrimiento casi siempre toma tiempo, paciencia y valentía el realizarlo. Gradualmente, las barreras del miedo, el orgullo y los prejuicios se rompen y lo que antes fue dos, ahora es uno en una especie de mágico encantamiento. El mundo como se conocía se desvanece, y surge un mundo nuevo en la forma de una cálida intimidad que los seduce completamente. El conocimiento del otro depende de un mejor conocimiento de sí mismos.
El verdadero amor en el mundo de hoy es un fenómeno muy raro. Constantemente, evadimos, entorpezcamos y obstaculizamos el amor porque el hombre moderno simplemente no sabe amar. El amor es una unión mística y espiritual, y lo hemos convertido en una operación mundana y superficial. Haría mucho bien el repensar nuestra actitud hacia el amor para así cambiar nuestras maneras. Este podría ser un mundo mucho más feliz.
Por muy dolorosas, irracionales y difíciles que muchas veces se tornen las historias de amor, resulta increíblemente fascinante que a veces solo basta con un simple gesto como una sonrisa o un “te quiero” para que instantáneamente nuestra fe en el amor renazca de las cenizas con más fuerza que nunca. Definitivamente, la vida, sin lugar a dudas,… es amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.