Gustavo Godoy
En la actualidad, una persona es llamada normal o mentalmente sana si es capaz de cumplir con el papel social que le toca jugar dentro de una sociedad determinada. Desde esta óptica, la salud mental es la adaptación a un estilo de vida de un grupo en particular, sin importar para nada si tal grupo esta cuerdo o no. Lo único que importa si uno está adaptado.
En lo que respecta a la sociedad contemporánea, lo bueno para el funcionamiento de este sistema resulta nocivo para la conservación de la salud mental de las personas. Francamente, en estos momentos, alguien "normal" es menos sano que alguien insano si se juzga según una escala de valores humanos. La sociedad moderna es un monstro de mil cabezas gigante, cambiante e inestable que se ve en la obligación de simplificar para sobrevivir. En busca de orden y cohesión, el sistema simplifica. En este proceso, el sistema transforma a millones de individualidades concretas en una masa uniforme, impersonal e insípida. Esta realidad dificulta el desarrollo pleno del potencial humano. Inevitablemente, esta situación produce una angustia existencial que se traduce en una neurosis generalizada.
El filósofo danés Søren Kierkegaard decía que la masa siempre es una falacia porque convierte al individuo en un fragmento debilitando su sentido de responsabilidad individual. Crea una persona alienada y una sociedad neurótica. El consumismo, el entretenimiento escapista y la carrera social son síntomas más notorias de este vació que sufre el hombre moderno al no poder desarrollar plenamente su personalidad en su vida cotidiana. Esta es una sociedad que produce miembros con una personalidad mutilada, y condiciones desfavorables para la felicidad humana y la autorrealización.
La obra de Nietzsche toca el tema del uo y la sociedad en concepto del superhombre. El superhombre (u obermensh) es el espíritu libre artífice de sus actos y pensamientos sin necesidad de ser guiado o manipulado. Un individuo que no se definido por ese abstracción que comúnmente llamamos “humanidad”. El superhombre vive la vida intensamente según valores de la vida misma y no usa como referencia juicios de valores impuestos por una sociedad mediocre. Su visión esta “más allá del bien y del mal” de un colectivo disfuncional.
Es cierto que muchas personas creativas no consiguen establecer relaciones funcionales y algunas de ellas llegan a vivir en la soledad porque desarrollan aspectos de su personalidad que solo son posibles en un relativo aislamiento. Frecuentemente, el creador entusiasta de una nueva realidad queda tan deslumbrado con su propia creación que los asuntos prácticos descienden a un plano secundario en importancia. Las conductas creativas y solitarias no son en sí mismas patológicas sino que se ven en la necesidad de encontrar algún sentido en la vida que no dependan en gran medida de las relaciones humanas. Hermann Hesse lo escribe así: “Quien no encaja en el mundo está cerca de encontrarse a sí mismo”
Los grandes innovadores del mundo tienden a alejarse del status quo. Casi todos los adelantos artísticos, morales e intelectuales, se deben a individuos que disienten del criterio general. La sociedad si ha de progresar necesita personas excepcionales cuyas actividades, aunque útiles, no sean de los que se consideran como corrientes.
Definitivamente, en estos tiempos de profunda crisis de valores, el hombre normal y bien adaptando es el verdadero loco.
En la actualidad, una persona es llamada normal o mentalmente sana si es capaz de cumplir con el papel social que le toca jugar dentro de una sociedad determinada. Desde esta óptica, la salud mental es la adaptación a un estilo de vida de un grupo en particular, sin importar para nada si tal grupo esta cuerdo o no. Lo único que importa si uno está adaptado.
En lo que respecta a la sociedad contemporánea, lo bueno para el funcionamiento de este sistema resulta nocivo para la conservación de la salud mental de las personas. Francamente, en estos momentos, alguien "normal" es menos sano que alguien insano si se juzga según una escala de valores humanos. La sociedad moderna es un monstro de mil cabezas gigante, cambiante e inestable que se ve en la obligación de simplificar para sobrevivir. En busca de orden y cohesión, el sistema simplifica. En este proceso, el sistema transforma a millones de individualidades concretas en una masa uniforme, impersonal e insípida. Esta realidad dificulta el desarrollo pleno del potencial humano. Inevitablemente, esta situación produce una angustia existencial que se traduce en una neurosis generalizada.
El filósofo danés Søren Kierkegaard decía que la masa siempre es una falacia porque convierte al individuo en un fragmento debilitando su sentido de responsabilidad individual. Crea una persona alienada y una sociedad neurótica. El consumismo, el entretenimiento escapista y la carrera social son síntomas más notorias de este vació que sufre el hombre moderno al no poder desarrollar plenamente su personalidad en su vida cotidiana. Esta es una sociedad que produce miembros con una personalidad mutilada, y condiciones desfavorables para la felicidad humana y la autorrealización.
La obra de Nietzsche toca el tema del uo y la sociedad en concepto del superhombre. El superhombre (u obermensh) es el espíritu libre artífice de sus actos y pensamientos sin necesidad de ser guiado o manipulado. Un individuo que no se definido por ese abstracción que comúnmente llamamos “humanidad”. El superhombre vive la vida intensamente según valores de la vida misma y no usa como referencia juicios de valores impuestos por una sociedad mediocre. Su visión esta “más allá del bien y del mal” de un colectivo disfuncional.
Es cierto que muchas personas creativas no consiguen establecer relaciones funcionales y algunas de ellas llegan a vivir en la soledad porque desarrollan aspectos de su personalidad que solo son posibles en un relativo aislamiento. Frecuentemente, el creador entusiasta de una nueva realidad queda tan deslumbrado con su propia creación que los asuntos prácticos descienden a un plano secundario en importancia. Las conductas creativas y solitarias no son en sí mismas patológicas sino que se ven en la necesidad de encontrar algún sentido en la vida que no dependan en gran medida de las relaciones humanas. Hermann Hesse lo escribe así: “Quien no encaja en el mundo está cerca de encontrarse a sí mismo”
Los grandes innovadores del mundo tienden a alejarse del status quo. Casi todos los adelantos artísticos, morales e intelectuales, se deben a individuos que disienten del criterio general. La sociedad si ha de progresar necesita personas excepcionales cuyas actividades, aunque útiles, no sean de los que se consideran como corrientes.
Definitivamente, en estos tiempos de profunda crisis de valores, el hombre normal y bien adaptando es el verdadero loco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.