María Peña
Es absolutamente evidente que las noticias difundidas en los últimos días en Venezuela -divulgación de fecha de elecciones parlamentarias, liberación de algunos de los presos políticos- son una consecuencia de la gira realizada por Diosdado Cabello por algunos países de la región. No solamente hay que valorar el hecho que se haya encontrado con diferentes personalidades -Lula Da Silva, Thomas Shannon, Fidel y Raúl Castro- para realizar reuniones cuyos contenidos concretos desconocemos, sino que cada uno de esos encuentros haya sido registrado fotográficamente para su exhibición pública. Estas fotos no son casuales y, en política, emiten un mensaje.
Después que supuestamente Diosdado Cabello -la mano fuerte del gobierno y la bisagra entre el mundo civil del PSUV y los estamentos militares- fuera investigado por sus supuestos nexos con el narcotráfico, que haya emprendido un periplo para aumentar su perfil internacional no debería interpretarse, como hacen las llamadas "doñas del Cafetal" de la oposición, como una manera de "pedir cacao" ante los señalamientos. Cualquiera que vea con frialdad los movimientos en el escenario internacional -protagonismo del Papa Francisco en la situación regional y acercamiento Cuba-Estados Unidos- puede intuir que esta aparición súbita del anteriormente considerado por el propio chavismo como "jefe de la derecha endógena"es parte de un movimiento estratégico cuyos contornos serán dibujados a corto y mediano plazo.
Esta internacionalización de Diosdado Cabello contrasta, por su parte, con el cada vez más bajo perfil de Nicolás Maduro. Cabello, y no Maduro, es quien representa la mayor figura de autoridad dentro del universo bolivariano. Las últimas decisiones de importancia han sido anunciadas por el teniente y no por el antiguo sindicalista. Incluso Cabello, en su autosuficiencia, ha sugerido que en las próximas horas otros presos políticos serían liberados, generando especulaciones y rumores sobre la posibilidad que Leopoldo López sea privado de libertad en su domicilio mediante una medida de casa por cárcel. Este tipo de iniciativas, en épocas de Hugo Chávez, era impensable que no fueran comunicadas por el zurdo de Sabaneta.
Nuestra hipótesis es la siguiente: Cabello esta siendo trabajado para ser el hombre de la transición dentro de los chavismos y ya habría recibido la aprobación de los poderes fácticos mas influyentes sobre Venezuela (USA, Cuba y Brasil). En la crisis terminal que padece el chavismo hegemónico, Cabello tendría la necesaria ascendencia para negociar con sectores de la oposición la convivencia de espacios de poder, y con ello impunidad y supervivencia para el sector mas pragmático -y también el mas corrupto- del chavismo. En este escenario el chivo expiatorio, el mayor derrotado político, sería Maduro y algunas de las figuras de su entorno inmediato.
No somos conspiranoicos en esta predicción. La política de los políticos es lo que es. Que se haya anunciado la intención de recomponer las relaciones Venezuela- Estados Unidos después que Miraflores se haya embarcado en una campaña admirable contra el decreto Obama, recogiendo firmas que nunca entregó y sin que el afroamericano haya sugerido ni siquiera que relería el texto de su decisión de castigar unilateralmente a funcionarios venezolanos, debe tener una correcta valoración. Y esta derrota en la campaña "deroga el decreto ya" tiene un nombre: Nicolás Maduro. Cabello tiene demasiados intereses, económicos también, en asegurar impunidad para los suyos y un espacio político en la Venezuela que, guste a quien le guste, indefectiblemente vendrá.
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