Luisa Pernalete
Estimado señor viceministro:
Empiezo diciéndole que no sé si su Viceministerio existe todavía, de manera que es posible que mi carta no la lea nadie, pero, como dice mi amiga Maribel, “la peor diligencia es la que no se hace”.
Escribo hoy, Día de las Madres, así que el subtítulo a su carta podría haber sido “Cómo hacer para que las venezolanas seamos felices”, ¿no era de su competencia este tema? Para hacer estas líneas imaginé que me reunía con muchas de mis comadres, esas madres que asisten a los cursos que las capacitan para promover la paz. ¿Qué nos haría felices?, preguntamos, y todas, casi al unísono respondieron lo siguiente.
En primer lugar, que se nos garantice detergente cada sábado, pues ahora es una tortura que llegue el fin de semana, ¿Cómo lavar la ropa de los muchachos?, imposible mandarlos al colegio con el uniforme sucio, y no hablemos del lavaplatos, es ahora artículo de lujo. Y no es que pensemos que el rol histórico de nosotras sea lavar ropa y platos, pero seamos realistas, hoy por hoy son funciones súper importantes del hogar que garantizamos las mujeres. ¡Haga algo!
En segundo lugar, los nutricionistas suelen recordarnos que la arepa es más sana que el pan, ¿sería posible hacernos felices promoviendo la producción de harina precocida? ¿Podrían poner sus plantas a full capacidad? Usted no sabe cómo sufrimos cuando ya ni una arepa podemos ofrecerle a los hijos para su desayuno y no resulta fácil hacer cola toda la mañana para obtener dos kilitos. No sabemos cómo es en su casa, pero en las nuestras dos kilos no duran nada.
En tercer lugar, la seguridad para nuestras familias. No crea que porque hemos puesto detergente y harina en los primeros lugares es porque ha desaparecido el fantasma de la violencia delincuencial. La señora Lourdes, de Buen Retiro (San Félix) dice que ella se queda rezando cada vez que su hijo sale de la casa; en La Victoria, las madres buscan transporte escolar para sus pequeños aún viviendo a pocas cuadras de la escuela de Fe y Alegría del barrio, les da miedo que se vayan a pie porque las bandas armadas intercambian disparos a cualquier hora del día. ¡Es duro!
En cuarto lugar, ¿puede hacer algo para reducir la inflación? Ninguna de nosotras ha estudiado economía, pero sabemos perfectamente que no hay sueldo que pueda con esta inflación. Tenemos amistades en otros países de América Latina y nos cuentan que en ellos la inflación no pasa de un dígito pues. De verdad señor viceministro, no alcanza nada. Todos sufrimos en la casa. ¿Cómo vamos a reponer los cuadernos para los hijos que estudian? ¿Cuánto van a costar ahora? No queremos ni pensarlo. Este asunto de la carestía de todo genera discusiones y hasta llanto en las casas. ¿Cómo le explica usted a los más pequeños estas cosas?
Finalmente, invente un plan de formación para los hombres, para que puedan controlar ese sentimiento de rabia, de impotencia que les da toda esta situación, que de paso, entiendan que nosotras no somos culpables.
Revise sus planes señor viceministro y haga algo por nuestra felicidad, aunque no sea suprema.
[Nota de El Libertario: esta carta se remitió originalmente para el Dia de la Mujer - ver http://www.correodelcaroni.com/index.php/opinion/item/28499-carta-al-viceministro-de-la-suprema-felicidad - pero como está del todo vigente para lo que hoy se celebra, no es abuso reutilizarla.]
Estimado señor viceministro:
Empiezo diciéndole que no sé si su Viceministerio existe todavía, de manera que es posible que mi carta no la lea nadie, pero, como dice mi amiga Maribel, “la peor diligencia es la que no se hace”.
Escribo hoy, Día de las Madres, así que el subtítulo a su carta podría haber sido “Cómo hacer para que las venezolanas seamos felices”, ¿no era de su competencia este tema? Para hacer estas líneas imaginé que me reunía con muchas de mis comadres, esas madres que asisten a los cursos que las capacitan para promover la paz. ¿Qué nos haría felices?, preguntamos, y todas, casi al unísono respondieron lo siguiente.
En primer lugar, que se nos garantice detergente cada sábado, pues ahora es una tortura que llegue el fin de semana, ¿Cómo lavar la ropa de los muchachos?, imposible mandarlos al colegio con el uniforme sucio, y no hablemos del lavaplatos, es ahora artículo de lujo. Y no es que pensemos que el rol histórico de nosotras sea lavar ropa y platos, pero seamos realistas, hoy por hoy son funciones súper importantes del hogar que garantizamos las mujeres. ¡Haga algo!
En segundo lugar, los nutricionistas suelen recordarnos que la arepa es más sana que el pan, ¿sería posible hacernos felices promoviendo la producción de harina precocida? ¿Podrían poner sus plantas a full capacidad? Usted no sabe cómo sufrimos cuando ya ni una arepa podemos ofrecerle a los hijos para su desayuno y no resulta fácil hacer cola toda la mañana para obtener dos kilitos. No sabemos cómo es en su casa, pero en las nuestras dos kilos no duran nada.
En tercer lugar, la seguridad para nuestras familias. No crea que porque hemos puesto detergente y harina en los primeros lugares es porque ha desaparecido el fantasma de la violencia delincuencial. La señora Lourdes, de Buen Retiro (San Félix) dice que ella se queda rezando cada vez que su hijo sale de la casa; en La Victoria, las madres buscan transporte escolar para sus pequeños aún viviendo a pocas cuadras de la escuela de Fe y Alegría del barrio, les da miedo que se vayan a pie porque las bandas armadas intercambian disparos a cualquier hora del día. ¡Es duro!
En cuarto lugar, ¿puede hacer algo para reducir la inflación? Ninguna de nosotras ha estudiado economía, pero sabemos perfectamente que no hay sueldo que pueda con esta inflación. Tenemos amistades en otros países de América Latina y nos cuentan que en ellos la inflación no pasa de un dígito pues. De verdad señor viceministro, no alcanza nada. Todos sufrimos en la casa. ¿Cómo vamos a reponer los cuadernos para los hijos que estudian? ¿Cuánto van a costar ahora? No queremos ni pensarlo. Este asunto de la carestía de todo genera discusiones y hasta llanto en las casas. ¿Cómo le explica usted a los más pequeños estas cosas?
Finalmente, invente un plan de formación para los hombres, para que puedan controlar ese sentimiento de rabia, de impotencia que les da toda esta situación, que de paso, entiendan que nosotras no somos culpables.
Revise sus planes señor viceministro y haga algo por nuestra felicidad, aunque no sea suprema.
[Nota de El Libertario: esta carta se remitió originalmente para el Dia de la Mujer - ver http://www.correodelcaroni.com/index.php/opinion/item/28499-carta-al-viceministro-de-la-suprema-felicidad - pero como está del todo vigente para lo que hoy se celebra, no es abuso reutilizarla.]
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