Carlos Nieto
Para hablar sobre las mafias que existen en las cárceles venezolanas es necesario tener en cuenta que los centros de reclusión están bajo la total y absoluta responsabilidad del Estado, nuestros recintos penitenciarios son custodiados actualmente externamente por la Guardia Nacional Bolivariana e internamente por el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, solo ellos tienen facultades, según nuestra legislación, del control total de las cárceles.
Los reclusos están dentro y, al menos en teoría, no pueden salir de los recintos carcelarios, solo salen a tribunales, a un hospital, al entierro de un familiar cercano y esto sí es autorizado por la dirección del recinto. Los familiares y demás personas que visitan las cárceles, los días que los dejan, son fuertemente requisados en muchos casos con un tratamiento contrario a los derechos humanos, sobre todo en las damas que son vejadas y humilladas en estas prácticas.
Teniendo en cuenta que es el Estado, por medio de la Guardia Nacional y del Ministerio Penitenciario, el que tiene el total control de los recintos carcelarios, solo sobre ellos puede recaer la responsabilidad de todo lo que allí sucede.
Resulta inexplicable cómo en una cárcel venezolana puedan existir armas de alto calibre, ametralladoras, granadas, alcohol, drogas, discotecas, personas externas, la gran mayoría mujeres, que pasan todo un fin de semana allí, teléfonos celulares y muchas cosas más que son inimaginables.
Si bien es cierto que los reclusos tienen una cuota importante de responsabilidad en lo que sucede dentro de los recintos penitenciarios, la principal causa de que todo esto suceda recae en los miembros de la Guardia Nacional y del Ministerio Penitenciario, que permiten que estas irregularidades ocurran y que algunos funcionarios inescrupulosos hayan visto que los presos producen mucho dinero y de esa manera obtienen dinero fácil, por lo que han convertido esta ilegalidad en su forma de vida.
Siempre he dicho que los verdaderos pranes carcelarios no son los reclusos que controlan los penales internamente, y a los cuales me referiré en otro artículo, los grandes pranes son los funcionarios que introducen armas, drogas, alcohol teléfonos celulares y permiten que dentro de las cárceles existan discotecas donde contratan artistas que les cantan a los reclusos y permiten ingresar a damas que los acompañan los fines de semana, más otra cantidad de irregularidades que allí ocurren, solo sobre estos recae la absoluta responsabilidad de estos hechos.
Las mafias carcelarias son, en definitiva, un circulo vicioso donde están funcionarios tanto de la Guardia Nacional como del Ministerio Penitenciario que conjuntamente con los pranes de la cárcel llevan el control de todas estas irregularidades que se cometen en estos recintos, incluso podríamos incluir a los demás funcionarios que por cuidar sus puestos de trabajo ocultan todos estos desmanes y se convierten en cómplices de estos actos ilícitos y deplorables.
No tengo dudas de que desde el Ministerio Penitenciario se tengan todas las buenas intenciones de acabar con estas mafias, pero hasta ahora solo ha sido eso, buenas intenciones y declaraciones fantasiosas de quien lo conduce. Las mafias han podido más que los que pretenden desmantelarlas y hasta ahora son muy pocos los funcionarios que hemos visto que se les ha abierto un proceso legal por estos hechos.
Las mafias carcelarias siguen operando a su antojo aun en los recintos que se anuncian como “recuperados” y con “nuevo régimen penitenciario”, donde, a pesar de las torturas y tratos crueles inhumanos y degradantes que se les da a los reclusos y sus familiares, la corrupción sigue operando a su antojo aunado a que estos solo tienen un aproximado de 30% de los privados de libertad. El resto está hacinado en recintos totalmente controlados por los reclusos y donde el Ministerio Penitenciario ni se ocupa de estos, es como si no existieran y aun así pretenden engañarnos hablando de que se ha recuperado el sistema penitenciario.
Para cualquier reforma que se pretenda hacer es necesario no solo cumplir con lo establecido en nuestra Constitución, sino desmantelar totalmente estas mafias que ahora operan a su libre albedrío y con el silencio cómplice de muchos organismos del Estado que también tienen su cuota de responsabilidad en todo este desastre.
Para hablar sobre las mafias que existen en las cárceles venezolanas es necesario tener en cuenta que los centros de reclusión están bajo la total y absoluta responsabilidad del Estado, nuestros recintos penitenciarios son custodiados actualmente externamente por la Guardia Nacional Bolivariana e internamente por el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, solo ellos tienen facultades, según nuestra legislación, del control total de las cárceles.
Los reclusos están dentro y, al menos en teoría, no pueden salir de los recintos carcelarios, solo salen a tribunales, a un hospital, al entierro de un familiar cercano y esto sí es autorizado por la dirección del recinto. Los familiares y demás personas que visitan las cárceles, los días que los dejan, son fuertemente requisados en muchos casos con un tratamiento contrario a los derechos humanos, sobre todo en las damas que son vejadas y humilladas en estas prácticas.
Teniendo en cuenta que es el Estado, por medio de la Guardia Nacional y del Ministerio Penitenciario, el que tiene el total control de los recintos carcelarios, solo sobre ellos puede recaer la responsabilidad de todo lo que allí sucede.
Resulta inexplicable cómo en una cárcel venezolana puedan existir armas de alto calibre, ametralladoras, granadas, alcohol, drogas, discotecas, personas externas, la gran mayoría mujeres, que pasan todo un fin de semana allí, teléfonos celulares y muchas cosas más que son inimaginables.
Si bien es cierto que los reclusos tienen una cuota importante de responsabilidad en lo que sucede dentro de los recintos penitenciarios, la principal causa de que todo esto suceda recae en los miembros de la Guardia Nacional y del Ministerio Penitenciario, que permiten que estas irregularidades ocurran y que algunos funcionarios inescrupulosos hayan visto que los presos producen mucho dinero y de esa manera obtienen dinero fácil, por lo que han convertido esta ilegalidad en su forma de vida.
Siempre he dicho que los verdaderos pranes carcelarios no son los reclusos que controlan los penales internamente, y a los cuales me referiré en otro artículo, los grandes pranes son los funcionarios que introducen armas, drogas, alcohol teléfonos celulares y permiten que dentro de las cárceles existan discotecas donde contratan artistas que les cantan a los reclusos y permiten ingresar a damas que los acompañan los fines de semana, más otra cantidad de irregularidades que allí ocurren, solo sobre estos recae la absoluta responsabilidad de estos hechos.
Las mafias carcelarias son, en definitiva, un circulo vicioso donde están funcionarios tanto de la Guardia Nacional como del Ministerio Penitenciario que conjuntamente con los pranes de la cárcel llevan el control de todas estas irregularidades que se cometen en estos recintos, incluso podríamos incluir a los demás funcionarios que por cuidar sus puestos de trabajo ocultan todos estos desmanes y se convierten en cómplices de estos actos ilícitos y deplorables.
No tengo dudas de que desde el Ministerio Penitenciario se tengan todas las buenas intenciones de acabar con estas mafias, pero hasta ahora solo ha sido eso, buenas intenciones y declaraciones fantasiosas de quien lo conduce. Las mafias han podido más que los que pretenden desmantelarlas y hasta ahora son muy pocos los funcionarios que hemos visto que se les ha abierto un proceso legal por estos hechos.
Las mafias carcelarias siguen operando a su antojo aun en los recintos que se anuncian como “recuperados” y con “nuevo régimen penitenciario”, donde, a pesar de las torturas y tratos crueles inhumanos y degradantes que se les da a los reclusos y sus familiares, la corrupción sigue operando a su antojo aunado a que estos solo tienen un aproximado de 30% de los privados de libertad. El resto está hacinado en recintos totalmente controlados por los reclusos y donde el Ministerio Penitenciario ni se ocupa de estos, es como si no existieran y aun así pretenden engañarnos hablando de que se ha recuperado el sistema penitenciario.
Para cualquier reforma que se pretenda hacer es necesario no solo cumplir con lo establecido en nuestra Constitución, sino desmantelar totalmente estas mafias que ahora operan a su libre albedrío y con el silencio cómplice de muchos organismos del Estado que también tienen su cuota de responsabilidad en todo este desastre.
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