Todo por Hacer
Un canal transoceánico partiendo en dos Nicaragua ha sido el sueño húmedo de muchos/as hombres/mujeres de negocios, la mayoría de las veces europeos/as o yankies, desde hace mucho tiempo. Durante la época colonial el gobierno español del virreinato de Nueva España realizó estudios sobre la viabilidad de un canal transoceánico que atravesase el Lago Nicaragua. Más tarde, tras la independencia, el gobierno de Estados Unidos estudió la posibilidad de construcción en Nicaragua y México optando al final por continuar las obras comenzadas por los franceses en Panamá.
A principios de los años 2000 el gobierno nicaragüense retomó el proyecto del canal y comenzó a entablar negociaciones con distintos/as inversores/as extranjeros/as, la mayoría de las cuales no llegaron a ningún término debido al alto coste del proyecto.
No fue hasta junio de 2013 que el gobierno de Nicaragua firmó con Wang Jing, empresario chino dueño de HKND Group (Grupo de desarrollo Hong Kong Nicaragua) un contrato para la construcción del canal junto a otros cuatro megaproyectos. En el acuerdo Nicaragua otorga la concesión del canal durante 50 años prorrogables por otros 50 más, lo cual le da a HKND Group la posibilidad de construir (o no) el canal y los otros cuatro superproyectos sin la obligación de contratar empresas locales y operar negocios sin pagar ningún impuesto.
Los otros cuatro proyectos incluyen la creación de dos puertos a ambos lados del canal, un aeropuerto, una ciudad y una zona de libre comercio.
Una zona de libre comercio es un área en la que varios Estados deciden eliminar los aranceles e impuestos a las importaciones/exportaciones de sus productos. En este caso la zona tendrá influencia integral sobre los países de América, Europa y África. Además del intercambio de productos en la zona se dan servicios financieros lo que la hace un lugar idóneo para establecer paraísos fiscales y esconder fortunas para evitar pagar impuestos.
Uno de los motivos de la oposición al canal se basa principalmente en los efectos medioambientales que va a tener en los territorios que cruza. A día de hoy y con el contrato de construcción firmado no hay ningún estudio de impacto medioambiental realizado por parte del gobierno ni de la empresa constructora. El Centro Humboldt (ONG de gestión medioambiental con alcance internacional) publicó a mediados de 2014 un estudio (www.todoporhacer.org/estudiohumboldt) en el que asegura que el proyecto es inviable en base a la legislación medioambiental nicaragüense actual.
Por otro lado las zonas por las que se construirá el canal afectarán en alguna medida a 20.000 personas y miles de propietarios/as, en muchos casos habrá que desalojar y trasladar poblaciones enteras.
Según el Estudio Humboldt los recursos hídricos de las cuencas afectadas no son suficientes para satisfacer las necesidades del canal (se creará un embalse artificial llamado Lago Atlanta) lo cual derivará en problemas para los terrenos agrícolas de la zona.
La obra amenaza a lo largo de su recorrido varias zonas de gran biodiversidad y que son hábitat de especies protegidas: los humedales de San Miguelito, la isla de Ometepe, las costas de anidación de tortugas marinas en el Atlántico y Pacífico.
El mayor riesgo se encuentra en el Lago Nicaragua, que será atravesado por los barcos en cualquiera de los posibles trazados del canal. El Lago Nicaragua es la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica y el segundo más grande de América Latina. Las obras supondrían el dragado del fondo del lago lo que afectaría modificando drásticamente las condiciones de la flora y fauna del lago. Además existe el riesgo de contaminación, filtraciones de petróleo y salinización si comienzan a transitar miles de cargueros y superpetroleros por él.
Comienza la oposición
Paralelamente al comienzo de las obras (por ahora se están construyendo carreteras de acceso a las zonas dónde se construirá el canal) a finales de 2014 comenzaron a tomar fuerza protestas en contra del megaproyecto. Es por miedo a estas protestas que el gobierno de Daniel Ortega realizó la ceremonia de comienzo de obras sin permitir el paso a la prensa. La resistencia campesina en Nicaragua es inédita y se produce en un contexto en el que las organizaciones campesinas todavía no saben cómo, cuándo y en qué condiciones se les van a expropiar sus tierras y se les va a expulsar de sus pueblos.
El 24 de diciembre de 2014, los/as campesinos/as decidieron trasladar la protesta a la capital, Managua y durante una manifestación que bloqueaba una de las carreteras de acceso, varias unidades de antidisturbios atacaron la manifestación dejando más de 50 heridos/as y hasta 30 detenidos/as que estuvieron seis días encerrados/as sin una acusación judicial.
La inversión extranjera cómo salvación
Este caso nos recuerda demasiado al de Eurovegas y tantos otros: una persona o empresa extranjera se acerca a un país empobrecido ofreciendo crear un megaproyecto, los/as políticos/as locales muestran su cara más servicial y hablan a las poblaciones locales de los puestos de trabajo y la riqueza que generará (lo que no sabemos es cuanta creará en sus propios bolsillos). El/la inversor/a exige a cambio cambios en la legislación y beneficios especiales, es decir, que las normas que nos obligan a cumplir al resto de mortales no se le apliquen a su proyecto llevando al límite la frase “la ley no es igual para todos”. La dinámica que se genera con los/as inversores/as extranjeros/as nos confirma una vez más que bajo el capitalismo no hay democracia posible.
Daniel Ortega, los/as voceros/as del sandinismo y aquellos/as que justifican la construcción del canal en base a los puestos de trabajo que creará y la riqueza que atraerá son unos/as miserables, que consciente o inconscientemente, están utilizando las aspiraciones de dignidad y de satisfacer sus necesidades de las capas más pobres de Nicaragua. Lo que se olvidan de decir es que más capitalismo supone siempre más pobreza y que la relación de fuerzas frente a un proyecto que supera por mucho el PIB del país va a ser siempre desfavorable.
La cuestión de fondo que se plantea no es entre izquierda y derecha, ni siquiera entre capitalismo y socialismo, sino entre desarrollo económico y desarrollo humano. El capitalismo una vez más nos ofrece (a los/as nicaragüenses en este caso) una solución a los problemas que él mismo ha creado, tratando de solucionar la pobreza con opciones que ya fracasaron mil y una veces. Para nosotros/as esto no es más que una huida hacia adelante de un sistema miope que confía en el crecimiento ilimitado y que por el camino aplasta a enormes masas de oprimidos/as. Ante esto nosotros/as proponemos recuperar lo local en todos los ámbitos, el político (democracia directa sin Estado), el económico (acabar con las relaciones capitalistas de clase) y el social (recuperar la vida en comunidad y eliminar el aislamiento de las ciudades modernas).
A esto es a lo que nos referimos cuando decimos que la clase obrera la componen aquellas personas que no tienen control sobre sus vidas, aquí tenemos a unas cuantas personas que en despachos toman decisiones (con las que se van a hacer ricos/as) que van a cambiar el hábitat, forma de vida y destino de miles de otras personas que lo único que pueden hacer es organizarse y luchar para evitarlo.
[Tomado del periodico Todo por Hacer # 51, abril 2015. Edición accesible en www.todoporhacer.org.]
Un canal transoceánico partiendo en dos Nicaragua ha sido el sueño húmedo de muchos/as hombres/mujeres de negocios, la mayoría de las veces europeos/as o yankies, desde hace mucho tiempo. Durante la época colonial el gobierno español del virreinato de Nueva España realizó estudios sobre la viabilidad de un canal transoceánico que atravesase el Lago Nicaragua. Más tarde, tras la independencia, el gobierno de Estados Unidos estudió la posibilidad de construcción en Nicaragua y México optando al final por continuar las obras comenzadas por los franceses en Panamá.
A principios de los años 2000 el gobierno nicaragüense retomó el proyecto del canal y comenzó a entablar negociaciones con distintos/as inversores/as extranjeros/as, la mayoría de las cuales no llegaron a ningún término debido al alto coste del proyecto.
No fue hasta junio de 2013 que el gobierno de Nicaragua firmó con Wang Jing, empresario chino dueño de HKND Group (Grupo de desarrollo Hong Kong Nicaragua) un contrato para la construcción del canal junto a otros cuatro megaproyectos. En el acuerdo Nicaragua otorga la concesión del canal durante 50 años prorrogables por otros 50 más, lo cual le da a HKND Group la posibilidad de construir (o no) el canal y los otros cuatro superproyectos sin la obligación de contratar empresas locales y operar negocios sin pagar ningún impuesto.
Los otros cuatro proyectos incluyen la creación de dos puertos a ambos lados del canal, un aeropuerto, una ciudad y una zona de libre comercio.
Una zona de libre comercio es un área en la que varios Estados deciden eliminar los aranceles e impuestos a las importaciones/exportaciones de sus productos. En este caso la zona tendrá influencia integral sobre los países de América, Europa y África. Además del intercambio de productos en la zona se dan servicios financieros lo que la hace un lugar idóneo para establecer paraísos fiscales y esconder fortunas para evitar pagar impuestos.
Uno de los motivos de la oposición al canal se basa principalmente en los efectos medioambientales que va a tener en los territorios que cruza. A día de hoy y con el contrato de construcción firmado no hay ningún estudio de impacto medioambiental realizado por parte del gobierno ni de la empresa constructora. El Centro Humboldt (ONG de gestión medioambiental con alcance internacional) publicó a mediados de 2014 un estudio (www.todoporhacer.org/estudiohumboldt) en el que asegura que el proyecto es inviable en base a la legislación medioambiental nicaragüense actual.
Por otro lado las zonas por las que se construirá el canal afectarán en alguna medida a 20.000 personas y miles de propietarios/as, en muchos casos habrá que desalojar y trasladar poblaciones enteras.
Según el Estudio Humboldt los recursos hídricos de las cuencas afectadas no son suficientes para satisfacer las necesidades del canal (se creará un embalse artificial llamado Lago Atlanta) lo cual derivará en problemas para los terrenos agrícolas de la zona.
La obra amenaza a lo largo de su recorrido varias zonas de gran biodiversidad y que son hábitat de especies protegidas: los humedales de San Miguelito, la isla de Ometepe, las costas de anidación de tortugas marinas en el Atlántico y Pacífico.
El mayor riesgo se encuentra en el Lago Nicaragua, que será atravesado por los barcos en cualquiera de los posibles trazados del canal. El Lago Nicaragua es la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica y el segundo más grande de América Latina. Las obras supondrían el dragado del fondo del lago lo que afectaría modificando drásticamente las condiciones de la flora y fauna del lago. Además existe el riesgo de contaminación, filtraciones de petróleo y salinización si comienzan a transitar miles de cargueros y superpetroleros por él.
Comienza la oposición
Paralelamente al comienzo de las obras (por ahora se están construyendo carreteras de acceso a las zonas dónde se construirá el canal) a finales de 2014 comenzaron a tomar fuerza protestas en contra del megaproyecto. Es por miedo a estas protestas que el gobierno de Daniel Ortega realizó la ceremonia de comienzo de obras sin permitir el paso a la prensa. La resistencia campesina en Nicaragua es inédita y se produce en un contexto en el que las organizaciones campesinas todavía no saben cómo, cuándo y en qué condiciones se les van a expropiar sus tierras y se les va a expulsar de sus pueblos.
El 24 de diciembre de 2014, los/as campesinos/as decidieron trasladar la protesta a la capital, Managua y durante una manifestación que bloqueaba una de las carreteras de acceso, varias unidades de antidisturbios atacaron la manifestación dejando más de 50 heridos/as y hasta 30 detenidos/as que estuvieron seis días encerrados/as sin una acusación judicial.
La inversión extranjera cómo salvación
Este caso nos recuerda demasiado al de Eurovegas y tantos otros: una persona o empresa extranjera se acerca a un país empobrecido ofreciendo crear un megaproyecto, los/as políticos/as locales muestran su cara más servicial y hablan a las poblaciones locales de los puestos de trabajo y la riqueza que generará (lo que no sabemos es cuanta creará en sus propios bolsillos). El/la inversor/a exige a cambio cambios en la legislación y beneficios especiales, es decir, que las normas que nos obligan a cumplir al resto de mortales no se le apliquen a su proyecto llevando al límite la frase “la ley no es igual para todos”. La dinámica que se genera con los/as inversores/as extranjeros/as nos confirma una vez más que bajo el capitalismo no hay democracia posible.
Daniel Ortega, los/as voceros/as del sandinismo y aquellos/as que justifican la construcción del canal en base a los puestos de trabajo que creará y la riqueza que atraerá son unos/as miserables, que consciente o inconscientemente, están utilizando las aspiraciones de dignidad y de satisfacer sus necesidades de las capas más pobres de Nicaragua. Lo que se olvidan de decir es que más capitalismo supone siempre más pobreza y que la relación de fuerzas frente a un proyecto que supera por mucho el PIB del país va a ser siempre desfavorable.
La cuestión de fondo que se plantea no es entre izquierda y derecha, ni siquiera entre capitalismo y socialismo, sino entre desarrollo económico y desarrollo humano. El capitalismo una vez más nos ofrece (a los/as nicaragüenses en este caso) una solución a los problemas que él mismo ha creado, tratando de solucionar la pobreza con opciones que ya fracasaron mil y una veces. Para nosotros/as esto no es más que una huida hacia adelante de un sistema miope que confía en el crecimiento ilimitado y que por el camino aplasta a enormes masas de oprimidos/as. Ante esto nosotros/as proponemos recuperar lo local en todos los ámbitos, el político (democracia directa sin Estado), el económico (acabar con las relaciones capitalistas de clase) y el social (recuperar la vida en comunidad y eliminar el aislamiento de las ciudades modernas).
A esto es a lo que nos referimos cuando decimos que la clase obrera la componen aquellas personas que no tienen control sobre sus vidas, aquí tenemos a unas cuantas personas que en despachos toman decisiones (con las que se van a hacer ricos/as) que van a cambiar el hábitat, forma de vida y destino de miles de otras personas que lo único que pueden hacer es organizarse y luchar para evitarlo.
[Tomado del periodico Todo por Hacer # 51, abril 2015. Edición accesible en www.todoporhacer.org.]
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