Tercera Información
Entre 1965 y 1967, en sus acciones e intervenciones públicas en Ámsterdam y otras ciudades holandesas, el movimiento contracultural de corte anarquista Provo se dedicó a atacar por diversos flancos las estructuras sociales del Estado, combinando el humor absurdo y el cinismo con la intención de despertar entre el público el sentido crítico y provocar el cambio social. A pesar de la brevedad de su existencia, el activismo conceptual y las propuestas políticas de Provo, fenómeno equidistante entre un movimiento artístico y un partido político, lograron capturar el espíritu de toda una generación de holandeses, y compartieron época con los inicios del movimiento hippy.
De sólidas bases teóricas, Provo encontró formas de expandir las zonas autónomas temporales en un movimiento sostenible basado en los procedimientos colectivos, la reflexión crítica y el impulso hacia la acción. El resultado fue un año de rebelión en el corazón de la capital holandesa, que culminó de forma espontánea el 14 de junio de 1966 en una revolución de cinco días.
Provo no es un hecho aislado; está incluido en la matriz de los movimientos anteriores, así como en innumerables movimientos posteriores. Existe la prueba evidente de que en 1968 los activistas parisinos se inspiraron en los éxitos de los provos. Incluso los situacionistas -a menudo venerados en los entornos radicales- deben a los activistas del ingenioso Provo el jugar con el potencial político de la estética.
Provo inauguró los programas de insurrección callejera festiva de la que nos hemos empapado y que hemos reproducido a través de eventos tales como los de Critical Mass (La Masa Crítica, que organizaba protestas populares en bicicleta) y Reclaim the Streets (Toma la Calle). El Plan de la Vivienda Blanca fue un antecedente importante para el movimiento okupa que surgió en Ámsterdam y en el resto de Europa, llegando finalmente hasta Norteamérica.
Pero estas prácticas son solo una minúscula parte de lo que podemos aprender de Provo. Los provos encontraron formas de ampliar zonas temporalmente autónomas en un movimiento sostenible basado en los procedimientos colectivos, la reflexión crítica y el impulso hacia la acción. Lejos de aislar en diferentes esferas la contemplación, la política, la protesta y el juego, valorizaron teorías documentadas que generaban nuevas prácticas a través del razonamiento crítico. Hay mucho que aprender de las formas tan particulares en que orquestaron estos niveles al mismo tiempo. Incluso la muerte de Provo fue una medida estratégica resultado de un procedimiento consensuado de autorreflexión. Fue el propio movimiento el que la impulsó; cuando los provos se dieron cuenta de que su unión estaba menguando, decidieron que la separación sería más estratégica que la dilación.
«Si el PROVOtariado, (de momento), carece de fuerza para la revolución, aún queda la PROVOcación. La PROVOcación –con todas sus pequeñas imperfecciones- en estas circunstancias, se ha convertido en nuestra única arma. Es nuestra última oportunidad para herir las autoridades en sus partes débiles. A través de nuestras acciones provocativas, obligamos a la autoridad a quitarse la máscara. Uniformes, botas, quepis, espadas, porras, manguera antidisturbios, perros policía, gases y todas las herramientas de represión que las autoridades tienen en la recámara, deben verse forzados a usarlas en nuestra contra. Les obligaremos a mostrar su verdadera cara; mentón saliente, frente arrugada, ojos llenos de rabia, amenazas gratuitas, órdenes, prohibiciones, condenas.»
[Tomado de http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article82300.]
Entre 1965 y 1967, en sus acciones e intervenciones públicas en Ámsterdam y otras ciudades holandesas, el movimiento contracultural de corte anarquista Provo se dedicó a atacar por diversos flancos las estructuras sociales del Estado, combinando el humor absurdo y el cinismo con la intención de despertar entre el público el sentido crítico y provocar el cambio social. A pesar de la brevedad de su existencia, el activismo conceptual y las propuestas políticas de Provo, fenómeno equidistante entre un movimiento artístico y un partido político, lograron capturar el espíritu de toda una generación de holandeses, y compartieron época con los inicios del movimiento hippy.
De sólidas bases teóricas, Provo encontró formas de expandir las zonas autónomas temporales en un movimiento sostenible basado en los procedimientos colectivos, la reflexión crítica y el impulso hacia la acción. El resultado fue un año de rebelión en el corazón de la capital holandesa, que culminó de forma espontánea el 14 de junio de 1966 en una revolución de cinco días.
Provo no es un hecho aislado; está incluido en la matriz de los movimientos anteriores, así como en innumerables movimientos posteriores. Existe la prueba evidente de que en 1968 los activistas parisinos se inspiraron en los éxitos de los provos. Incluso los situacionistas -a menudo venerados en los entornos radicales- deben a los activistas del ingenioso Provo el jugar con el potencial político de la estética.
Provo inauguró los programas de insurrección callejera festiva de la que nos hemos empapado y que hemos reproducido a través de eventos tales como los de Critical Mass (La Masa Crítica, que organizaba protestas populares en bicicleta) y Reclaim the Streets (Toma la Calle). El Plan de la Vivienda Blanca fue un antecedente importante para el movimiento okupa que surgió en Ámsterdam y en el resto de Europa, llegando finalmente hasta Norteamérica.
Pero estas prácticas son solo una minúscula parte de lo que podemos aprender de Provo. Los provos encontraron formas de ampliar zonas temporalmente autónomas en un movimiento sostenible basado en los procedimientos colectivos, la reflexión crítica y el impulso hacia la acción. Lejos de aislar en diferentes esferas la contemplación, la política, la protesta y el juego, valorizaron teorías documentadas que generaban nuevas prácticas a través del razonamiento crítico. Hay mucho que aprender de las formas tan particulares en que orquestaron estos niveles al mismo tiempo. Incluso la muerte de Provo fue una medida estratégica resultado de un procedimiento consensuado de autorreflexión. Fue el propio movimiento el que la impulsó; cuando los provos se dieron cuenta de que su unión estaba menguando, decidieron que la separación sería más estratégica que la dilación.
«Si el PROVOtariado, (de momento), carece de fuerza para la revolución, aún queda la PROVOcación. La PROVOcación –con todas sus pequeñas imperfecciones- en estas circunstancias, se ha convertido en nuestra única arma. Es nuestra última oportunidad para herir las autoridades en sus partes débiles. A través de nuestras acciones provocativas, obligamos a la autoridad a quitarse la máscara. Uniformes, botas, quepis, espadas, porras, manguera antidisturbios, perros policía, gases y todas las herramientas de represión que las autoridades tienen en la recámara, deben verse forzados a usarlas en nuestra contra. Les obligaremos a mostrar su verdadera cara; mentón saliente, frente arrugada, ojos llenos de rabia, amenazas gratuitas, órdenes, prohibiciones, condenas.»
[Tomado de http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article82300.]
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