Octavio Alberola
Por varios conductos me ha llegado la noticia de la muerte del compañero Liber Forti. Primero fue a través de un correo de Gisela, su compañera en los últimos años de su larga vida, anunciando que “se fue tranquilo” y que, siguiendo su voluntad, “no habrá velatorio y sus restos serán cremados”, y que “tampoco habrá entierro”.
Luego fue por un comunicado del grupo “anarquíacochabamba”, a través de la red “anarqlat” en Internet, anunciando la muerte del compañero anarquista “de la época de la anarcosindicalista Federación Obrera Local (FOL) a mediados de los 40’s en La Paz (Bolivia)”, que junto a otros compañeros “impulsaron la creación de la Federación Agraria Departamental (FAD), que se tradujo en una alianza entre anarquistas y el movimiento indígena durante las sublevaciones del 1947. Luego del 52’ llegó a ser secretario de Cultura de la Central Obrera Boliviana (COB)”, agregando que, “como artista de teatro, fundó el grupo Nuevos Horizontes”. El grupo “anarquíacochabamba” acompañaba su comunicado con dos artículos de la prensa boliviana sobre la muerte de Liber y su trayectoria de “gestor cultural y sindicalista”.
Desde hace unos meses sabíamos que la noticia, anunciando su muerte, nos llegaría de un momento a otro… La noticia ha llegado y ahora sólo podemos hablar de Liber como lo que fue y seguirá siendo, pese a haberse ido definitivamente.
Creo que Albert Camus acertó cuando dijo, refiriéndose a la “raza de hombres que nos ayuda a respirar” porque luchan por “la libertad y la felicidad de todos”, que “esos hombres nunca estarán solos”. Para mí, no cabe duda de que Liber ha sido uno de ellos, y que por eso nunca estuvo sólo y seguirá estando en nuestra memoria; pues es indiscutible que siempre luchó por “la libertad y la felicidad de todos”, por “un mundo en el que quepan muchos mundos”.
Con Liber nos conocimos en México, a finales de los años cuarenta del pasado siglo, cuando estaba de tránsito en ese país y quiso hablar con mi padre porque sabía que, además de ser un militante anarquista de la CNT española, mi padre era un maestro racionalista que se había servido del teatro, como instrumento pedagógico, en todas sus experiencias escolares.
Luego, a finales de 1966 o principios de 1967, nos reencontramos en París. Él estaba entonces inmerso en la problemática insurreccional, planteada por la llegada a Bolivia del Che, y yo estaba en la clandestinidad de la lucha libertaria contra la dictadura franquista. Las circunstancias de esas luchas no permitieron reencontrarnos hasta 1975, cuando Liber y su compañera Ana, tras el golpe militar del general Banzer, pudieron finalmente encontrar refugio en Francia hasta 1978, cuando Banzer se vió obligado a abandonar el poder y ellos pudieron volver a Bolivia…. En 1980, con el golpe de García Meza, los dos tuvieron que volver a refugiarse en Francia. Esta vez hasta 1982, cuando por fin pueden volver a Bolivia definitivamente tras la elección de Siles Suazo y la vuelta de la Democracia…
Tras la desaparición de Ana en 1998, su compañera durante treinta y seis años, Liber consiguió salir de nuevo a flote y, gracias a su obstinada voluntad de llevar adelante proyectos de trabajo y de su “bagabundismo”, pudo realizar varios viajes a Europa… En uno de ellos descubrió el libro La educación estética del niño, de la sicóloga Polymnia A. Lascaris, editado en París el año 1928, que le incitó a iniciar una larga pesquisa, y a movilizar apoyos para traducir al español esa obra…
En su última visita a Europa, vino a vernos a Perpignan y nos habló del avance de este proyecto. Unos meses más tarde supimos que vivía con Gisela y que los dos estaban metidos en el proyecto de redactar un texto narrando los senderos del laberinto por los que ha transitado la vida del que siempre ha sido y será nuestro “hermano”. Una vida llena de iniciativas y sobresaltos, de esfuerzos y sacrificios, como la de todos los idealistas de esa “raza de hombres que nos ayuda a respirar”. Un texto que, a pesar del cáncer y gracias a la dedicación de Gisela, han podido terminar y que pronto será editado en Bolivia.
Liber se ha ido; pero pronto podremos tenerlo de nuevo entre nosotros a través de este libro/”laberinto” en el que Liber nos deja constancia de lo que es una vida dedicada a luchar por “la libertad y la felicidad de todos”.
Por varios conductos me ha llegado la noticia de la muerte del compañero Liber Forti. Primero fue a través de un correo de Gisela, su compañera en los últimos años de su larga vida, anunciando que “se fue tranquilo” y que, siguiendo su voluntad, “no habrá velatorio y sus restos serán cremados”, y que “tampoco habrá entierro”.
Luego fue por un comunicado del grupo “anarquíacochabamba”, a través de la red “anarqlat” en Internet, anunciando la muerte del compañero anarquista “de la época de la anarcosindicalista Federación Obrera Local (FOL) a mediados de los 40’s en La Paz (Bolivia)”, que junto a otros compañeros “impulsaron la creación de la Federación Agraria Departamental (FAD), que se tradujo en una alianza entre anarquistas y el movimiento indígena durante las sublevaciones del 1947. Luego del 52’ llegó a ser secretario de Cultura de la Central Obrera Boliviana (COB)”, agregando que, “como artista de teatro, fundó el grupo Nuevos Horizontes”. El grupo “anarquíacochabamba” acompañaba su comunicado con dos artículos de la prensa boliviana sobre la muerte de Liber y su trayectoria de “gestor cultural y sindicalista”.
Desde hace unos meses sabíamos que la noticia, anunciando su muerte, nos llegaría de un momento a otro… La noticia ha llegado y ahora sólo podemos hablar de Liber como lo que fue y seguirá siendo, pese a haberse ido definitivamente.
Creo que Albert Camus acertó cuando dijo, refiriéndose a la “raza de hombres que nos ayuda a respirar” porque luchan por “la libertad y la felicidad de todos”, que “esos hombres nunca estarán solos”. Para mí, no cabe duda de que Liber ha sido uno de ellos, y que por eso nunca estuvo sólo y seguirá estando en nuestra memoria; pues es indiscutible que siempre luchó por “la libertad y la felicidad de todos”, por “un mundo en el que quepan muchos mundos”.
Con Liber nos conocimos en México, a finales de los años cuarenta del pasado siglo, cuando estaba de tránsito en ese país y quiso hablar con mi padre porque sabía que, además de ser un militante anarquista de la CNT española, mi padre era un maestro racionalista que se había servido del teatro, como instrumento pedagógico, en todas sus experiencias escolares.
Luego, a finales de 1966 o principios de 1967, nos reencontramos en París. Él estaba entonces inmerso en la problemática insurreccional, planteada por la llegada a Bolivia del Che, y yo estaba en la clandestinidad de la lucha libertaria contra la dictadura franquista. Las circunstancias de esas luchas no permitieron reencontrarnos hasta 1975, cuando Liber y su compañera Ana, tras el golpe militar del general Banzer, pudieron finalmente encontrar refugio en Francia hasta 1978, cuando Banzer se vió obligado a abandonar el poder y ellos pudieron volver a Bolivia…. En 1980, con el golpe de García Meza, los dos tuvieron que volver a refugiarse en Francia. Esta vez hasta 1982, cuando por fin pueden volver a Bolivia definitivamente tras la elección de Siles Suazo y la vuelta de la Democracia…
Tras la desaparición de Ana en 1998, su compañera durante treinta y seis años, Liber consiguió salir de nuevo a flote y, gracias a su obstinada voluntad de llevar adelante proyectos de trabajo y de su “bagabundismo”, pudo realizar varios viajes a Europa… En uno de ellos descubrió el libro La educación estética del niño, de la sicóloga Polymnia A. Lascaris, editado en París el año 1928, que le incitó a iniciar una larga pesquisa, y a movilizar apoyos para traducir al español esa obra…
En su última visita a Europa, vino a vernos a Perpignan y nos habló del avance de este proyecto. Unos meses más tarde supimos que vivía con Gisela y que los dos estaban metidos en el proyecto de redactar un texto narrando los senderos del laberinto por los que ha transitado la vida del que siempre ha sido y será nuestro “hermano”. Una vida llena de iniciativas y sobresaltos, de esfuerzos y sacrificios, como la de todos los idealistas de esa “raza de hombres que nos ayuda a respirar”. Un texto que, a pesar del cáncer y gracias a la dedicación de Gisela, han podido terminar y que pronto será editado en Bolivia.
Liber se ha ido; pero pronto podremos tenerlo de nuevo entre nosotros a través de este libro/”laberinto” en el que Liber nos deja constancia de lo que es una vida dedicada a luchar por “la libertad y la felicidad de todos”.
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