Humberto Decarli
El establecimiento de días dedicados a algún género, asunto, diversidad sexual, fumador, etc., es un lugar común en ese hábito obsesivo de hacer taxonomías propias del positivismo cientificista aún empleado y además utilizado de la manera más pedestre por el poder y los medios de difusión de masas vectores del control de los hombres y las mujeres. Es algo bien convencional y conservador.
Me refiero a que hoy se celebra el día internacional de la mujer como fecha en la cual se debe rememorar al género femenino. Se pretende encubrir su reconocimiento para soslayar la terrible situación en que se encuentran las mujeres en todo el planeta, en especial en los países fundamentalistas islámicos y los latinoamericanos, con su carga histórica machista.
Cada día debe ser uno para celebrar las luchas en cada intersticio en la búsqueda de utopías inmediatas. Esperar que haya un paraíso perdido donde se ajustarán las cuentas de la justicia es una manera de solapar el atraso presente. El marxismo y las religiones siempre tienen presente ese futuro luminoso inalcanzable. La postmodernidad es lapidaria al respecto: la noción del progreso de la Ilustración y la Revolución burguesa está en crisis, el futuro probablemente no será mejor al presente. Lamentable pero real.
Las mujeres, al menos en Venezuela, se encuentran en una coyuntura donde son víctimas de la relación de poder. En el país está vigente un modelo patriarcal heredado de los extremeños y andaluces quienes fundaron una colonia y a través de nuestra historia, desde la secesión de España con un modelo societario excluyente y antidemocrático, ese impulso se ha potenciado lamentablemente en los siglos pasados y en el presente.
No basta con luchar por el derecho al sufragio y a la igualdad económica de oportunidades. Son actividades iniciáticas de las mujeres, esencialmente las llevadas a cabo por las socialistas del siglo diecinueve y el veinte. Pero esos son esfuerzos insuficientes en este siglo. El movimiento debe orientarse a finiquitar la estructura de la relación de poder, donde como en un cuartel hay quienes ordenan y una inmensa mayoría ejecuta y obedece.
La mujer, junto al hombre, tiene la responsabilidad de ocupar un lugar especial en la lucha por la libertad que pasa indefectiblemente por eliminar el espacio ocupado por el macho y de esa forma romper las prácticas sociales en las cuales predomina el machismo y más aún, la misoginia, quizá el sentimiento más perverso de la contemporaneidad.
Muchas activistas han militado incluso con la pérdida de sus vidas para alcanzar un sueño maravilloso. Louis Michel, la Rosa Roja de la Comuna de París y de la cultura kanak cuando fue exiliada a Nueva Caledonia, la luchadora ácrata ruso americana Enma Goldman, las espartaquistas Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, Federica Montseny, la ministra del trabajo de la República Española, Rosa Park y Ángela Davis en las luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos, la cantautora Miriam Makeba, Mamá África, en Suráfrica, las ideólogas Bandana Shiva, Margaret Melhor, Hanna Arendt, Judith Butler, la autora de El Segundo Sexo, Simone de Beauvior; y muchísimas otras que escapan lamentablemente a mi memoria, son muestras de la irrupción de la mujer en sus respectivos regiones del mundo.
Hay algo bien cierto como es el predominio del afecto en la condición femenina. Si el mundo estuviese regido por las mujeres en sintonía con sus compañeros seguramente sería mejor, el Eros estaría por encima del poder.
El establecimiento de días dedicados a algún género, asunto, diversidad sexual, fumador, etc., es un lugar común en ese hábito obsesivo de hacer taxonomías propias del positivismo cientificista aún empleado y además utilizado de la manera más pedestre por el poder y los medios de difusión de masas vectores del control de los hombres y las mujeres. Es algo bien convencional y conservador.
Me refiero a que hoy se celebra el día internacional de la mujer como fecha en la cual se debe rememorar al género femenino. Se pretende encubrir su reconocimiento para soslayar la terrible situación en que se encuentran las mujeres en todo el planeta, en especial en los países fundamentalistas islámicos y los latinoamericanos, con su carga histórica machista.
Cada día debe ser uno para celebrar las luchas en cada intersticio en la búsqueda de utopías inmediatas. Esperar que haya un paraíso perdido donde se ajustarán las cuentas de la justicia es una manera de solapar el atraso presente. El marxismo y las religiones siempre tienen presente ese futuro luminoso inalcanzable. La postmodernidad es lapidaria al respecto: la noción del progreso de la Ilustración y la Revolución burguesa está en crisis, el futuro probablemente no será mejor al presente. Lamentable pero real.
Las mujeres, al menos en Venezuela, se encuentran en una coyuntura donde son víctimas de la relación de poder. En el país está vigente un modelo patriarcal heredado de los extremeños y andaluces quienes fundaron una colonia y a través de nuestra historia, desde la secesión de España con un modelo societario excluyente y antidemocrático, ese impulso se ha potenciado lamentablemente en los siglos pasados y en el presente.
No basta con luchar por el derecho al sufragio y a la igualdad económica de oportunidades. Son actividades iniciáticas de las mujeres, esencialmente las llevadas a cabo por las socialistas del siglo diecinueve y el veinte. Pero esos son esfuerzos insuficientes en este siglo. El movimiento debe orientarse a finiquitar la estructura de la relación de poder, donde como en un cuartel hay quienes ordenan y una inmensa mayoría ejecuta y obedece.
La mujer, junto al hombre, tiene la responsabilidad de ocupar un lugar especial en la lucha por la libertad que pasa indefectiblemente por eliminar el espacio ocupado por el macho y de esa forma romper las prácticas sociales en las cuales predomina el machismo y más aún, la misoginia, quizá el sentimiento más perverso de la contemporaneidad.
Muchas activistas han militado incluso con la pérdida de sus vidas para alcanzar un sueño maravilloso. Louis Michel, la Rosa Roja de la Comuna de París y de la cultura kanak cuando fue exiliada a Nueva Caledonia, la luchadora ácrata ruso americana Enma Goldman, las espartaquistas Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, Federica Montseny, la ministra del trabajo de la República Española, Rosa Park y Ángela Davis en las luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos, la cantautora Miriam Makeba, Mamá África, en Suráfrica, las ideólogas Bandana Shiva, Margaret Melhor, Hanna Arendt, Judith Butler, la autora de El Segundo Sexo, Simone de Beauvior; y muchísimas otras que escapan lamentablemente a mi memoria, son muestras de la irrupción de la mujer en sus respectivos regiones del mundo.
Hay algo bien cierto como es el predominio del afecto en la condición femenina. Si el mundo estuviese regido por las mujeres en sintonía con sus compañeros seguramente sería mejor, el Eros estaría por encima del poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.