Periódico El Libertario
Datos y hechos concretos desmienten la afirmación que los intereses “imperialistas” han sido amenazados en Venezuela con la llegada del llamado gobierno bolivariano. Como la realidad revela, las presidencias de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han profundizado el rol extractivista asignado al país por la globalización capitalista, que junto al capital financiero y especulativo continúan obteniendo grandes ganancias en territorio venezolano. Indicaremos dos ejemplos: el primero se ve en el informe Chevron: La conexión bolivariana (ver http://bit.ly/1AeNjRt), que refleja la fabulosa expansión de esa transnacional de origen norteamericano bajo el llamado “Socialismo del Siglo XXI”; el segundo se evidencia en lo que sucede con el “fracking”, denunciado por el presidente de PDVSA como “arma del capitalismo”, pero usado sin reparos en Venezuela por la petrolera estatal (ver http://bit.ly/1E4AZoi y http://bit.ly/1l0RBr2).
El gobierno de Estados Unidos utiliza la excusa de los derechos humanos para castigar a funcionarios de un régimen que le resulta diplomáticamente incómodo, mientras al mismo tiempo restablece relaciones con el gobierno de Cuba; siendo ambas jugadas casi simultaneas en tanto se busca complacer a distintos factores de poder interno en los U$A. Las sanciones motivaron la respuesta oficial venezolana, exigiendo visado para todas las personas de origen norteamericano con intenciones de visitar el país (como antes Brasil y Bolivia lo establecieron) y la prohibición de entrada a algunos funcionarios norteamericanos. La réplica de la administración Obama fue sobredimensionada: Declarar a Venezuela como “una inusual y extraordinaria amenaza a la Seguridad Nacional y a la política exterior de los Estados Unidos”, activando mecanismos previstos en la llamada Ley de Emergencia Internacional de Poderes Económicos, mediante la cual el presidente puede imponer sanciones de tipo económico sin la aprobación del Congreso. En años recientes, Estados Unidos ha calificado de manera similar a Irán, Birmania, Sudán, Rusia, Zimbabue, Siria, Bielorrusia y Corea del Norte. Toda una hipérbole que ni el mismo Jefe de Estado norteamericano se la cree. Además, se anuncian sanciones a figuras medias del Estado venezolano soslayando a los más relevantes.
Como libertarios latinoamericanos no podemos dejar de recordar todas las iniciativas de intervención imperialista llevadas a cabo por Estados Unidos contra los países de la región desde el S. XIX. Todas y cada una de ellas - invasiones militares con subsecuentes ocupaciones territoriales, golpes de Estado, financiamiento al paramilitarismo, cobros compulsivos de supuestas deudas, entre las más graves - han originado claro y contundente rechazo desde el anarquismo, repudio que sería el mismo si este tipo de situaciones se repitieran en el futuro contra cualquier área de América Latina.
El gobierno venezolano y su aparato de propaganda nacional e internacional afirman que dicha medida constituye una “declaración de guerra” contra Venezuela y es la antesala de un “ataque militar norteamericano”, muy poco factible. Sin embargo, a pesar de este pronóstico alarmista, Miraflores no toma ninguna acción político-diplomática coherente con lo que pregona, como la ruptura de relaciones, el cierre de sus embajadas y consulados en territorio gringo, o la suspensión de los negocios bilaterales. Por su parte, el presidente Obama aclaró que no se interrumpirán los nexos comerciales, que es bien sabido y documentado lo amplios que son (ver http://bbc.in/1EyLWDP).
Ciertamente, la reacción de la Casa
Blanca le es funcional a Nicolás Maduro en tiempos en que la presidencia venezolana
tiene los índices de popularidad más bajos desde 1999, cuando el país padece la
inflación más alta del planeta y se viene aplicando de manera progresiva un paquete
económico que descarga en la población el costo de la crisis. Maduro utilizará
el argumento de la “invasión imperialista” como excusa para aumentar la
represión, silenciar cualquier tipo de disidencia y aplicar medidas de ajuste
estructural, enmascaradas con una retórica antiimperialista para caldear el teatro
político y la falsa polarización, haciendo tiempo para intentar
convencer al cada vez mas desconfiado apoyo popular heredado de Chávez sobre
las bondades de un proyecto que se jacta de ser socialista pero que,
arrastrando los peores vicios de sus supuestos antagonistas, es claramente un capitalismo
de Estado. En la solicitud de la ley habilitante
“antiimperialista” a la Asamblea Nacional
subyace la probabilidad de arreciar las medidas que dejan sobre las espaldas de
las mayorías el peso de la crisis, solapando tras declaraciones tipo Cipriano Castro las decisiones urgentes rematando
activos nacionales, como el swap o permuta financiera a materializarse con oro del Erario (ver
http://bit.ly/1xc0d1q).
Venezuela padece intromisiones de signo
imperial, silenciadas por el aparato de propaganda bolivariano pero patentes a
quien quiera verlas: la entrega de territorios al capital chino para su
explotación y la exorbitante compra de armas a la Federación Rusa son dos
ejemplos. En ese mismo orden de ideas, no sería sorpresa si tras esta alharaca
de embajadas y cancillerías, se encubre una respuesta preventiva de Washington
ante la acción que llevan en diversos frentes de Latinoamérica sus eventuales
adversarios por la hegemonía imperial. La real comprensión de la dinámica
actual del capitalismo globalizado pasa por entender que si bien en Estados
Unidos está el centro de la red de flujos de poder político, económico y
financiero, ese rol se cumple en medio de amplias tensiones con otros estados
aspirantes al trono o, por lo menos, a una mayor tajada en el pastel de la
opresión y la explotación.
Por lo demás y como hemos hecho siempre,
desde El Libertario denunciamos a ese
sector de la oposición que aplaude cualquier iniciativa proveniente del
gobierno yanki y aspira a su intervención más activa y directa en la situación
venezolana, como si no valieran las experiencias terribles a las que nos
referíamos al comienzo de esta declaración. Ante esa y otras propuestas que se
afincan en la tradición estatista nuestra opción es clara: reiteramos la
necesidad de la construcción de una alternativa social libertaria enfrentada no
sólo al capitalismo autoritario bolivariano sino a la recomposición de los
partidos políticos tradicionales – igualmente procapitalistas - y a sus juegos
tramposos de representatividad con coartada electoral.
Colectivo Editor de El Libertario – Caracas, 11 de marzo de
2015
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