Juventudes Libertarias de Madrid
La crisis ecológica es un problema que nos atañe desde comienzos de la revolución industrial y cuya aceleración continuamos sufriendo a través de problemas como la acidificación de los océanos, presencia de disruptores endocrinos en los envases de nuestras comidas, el efecto invernadero, etc; problemas cuya aceleración y agravante tiene su origen en la sociedad capitalista, en la que ha tenido lugar una apropiación del territorio natural en favor del “progreso de la sociedad” o contribuyendo a engordar el bolsillo de grandes empresas; sin embargo, a pesar de que el sistema es el evidente culpable, éste ante la inminente preocupación social por la destrucción ecológica ha lanzado diversas infructíferas iniciativas en favor del medio ambiente, pudiendo hablar de una muy conocida que es:
El informe del club de Roma
Estamos hablando de aquella famosa reunión de políticos de diversos países, realizada en 1972 en la cual se llegó a crear diversos conceptos, entre ellos surgió el concepto de “desarrollo sostenible” el cual si verdaderamente se intentase llevar a cabo y no fuese un invento capitalista para distraer la verdadera lucha ecologista y hacer negocio a través de la conciencia ecológica, sería totalmente incompatible con la sociedad capitalista ya que el desarrollo sostenible se basa en tres pilares: desarrollo ambientalmente sano, socialmente justo y económicamente viable algo completamente discordante con una sociedad capitalista en la que reina la economía de mercado cuya principal filosofía es el ánimo de lucro. ¿En una sociedad en la que se busca el máximo beneficio económico a costa del bienestar social de verás podemos creer que se va a sacrificar dinero a cambio del desarrollo sostenible? Seamos realistas, si de verdad queremos resolver los diversos problemas ecológicos debemos terminar con la sociedad capitalista y con la globalización ya que ésta es sinónimo de jerarquización del espacio, centralización del poder económico y de la información lo que ha generado y continúa generando desigualdades territoriales y sociales. Teniendo en cuenta que la globalización es la hegemonía del sistema capitalista, la destrucción de ésta sería el comienzo de la lucha ecologista, sin embargo, aunque esto suena lógico, el capitalismo se vale de juegos y triquiñuelas para evitar que lleguemos a desarrollar semejantes ideas y las pongamos en práctica. Entre ellas están:
El uso de la tecnología como dominio
La civilización capitalista coloca la producción separada en el centro de la sociedad; el poder depende de la producción, la producción depende de la tecnología por lo tanto, el poder depende de la tecnología. Siendo la tecnología la principal fuerza productiva, el progreso social sigue la lógica del progreso tecnológico. (Miguel Amorós “golpes y contragolpes la acción subversiva en la más hostil de las condiciones”). En definitiva: con la tecnología se consigue la ordenación del mundo; la tecnología provoca la transformación total de la sociedad pues ella como tal no es capaz de adaptarse al medio si no que es éste el que debe adaptarse a ella. La tecnología ha conseguido fomentar el aislamiento de las personas y crear una fuerte dependencia de la misma. Uno de los ejemplos más simples y notables es el teléfono móvil, el cual ha evolucionado tanto que prácticamente se ha alejado por completo de su utilidad. Actualmente en el teléfono podemos tener todas las redes sociales y aplicaciones para hacer cualquier cosa, de ésta manera cada individuo vive aislado en el mundo que se ha creado con su propio teléfono siendo éste uno de los inventos menos ecológicos que podemos encontrar, pues la producción del microchip de un Smartphone supone un gran impacto ecológico provocado por las actividades de extracción de minerales estratégicos (50 kg de materiales diversos de los cuales la mitad son agua son requeridos para la fabricación de un gramo de microchip). Además durante su ciclo de vida útil genera 23,5 kg de CO2, todo ello sin tener en cuenta las emisiones provocadas durante su fabricación a la hora de realizar el transporte de materia prima.
Estamos hablando de móviles pero estas cifras son provocadas también por diversos aparatos electrónicos destinados al ocio y el aislamiento. Lo más alarmante de ello es que gracias a la obsolescencia programada su vida útil se ve reducida como máximo a 2 años, de esta manera se sigue consumiendo y produciendo sin tener en cuenta el impacto social y ambiental que provoca. (Puedes encontrar más información sobre el impacto ecológico que provoca el sector de la tecnología en la revista digital terra.org)
Otra iniciativa capitalista para generar distracciones es la invención de un nuevo sector económico que se centra en la ecología el cual sirve para fomentar el negocio y el engaño a través de inventos como la ecoficencia.
La ecoeficencia como estrategia de marketing
Las estrategias de marketing consisten en realizar estudios de las diferentes personalidades que se encuentran en la población denominada mercado para así adaptar la publicidad de su producto al mercado y así generar la necesidad de comprarlo. Existen estrategias de marketing masivas que suelen ir dirigidas a la mayoría de la población. Y entre otros está el Green marketing que es el que va dirigido a aquella población que presenta una mayor conciencia ecológica y una de las principales características del mismo consiste en resaltar la ecoeficencia de la empresa. La ecoeficencia consiste en proporcionar bienes y servicios a un precio competitivo de forma que se reduzca progresivamente el impacto ambiental y la utilización de recursos, hasta un nivel compatible con la carga del planeta. Esta es la teoría de la misma, la ecoeficencia se utiliza de forma muy ventajosa para la empresa ya que permite un lavado de cara de la misma, reduce los gastos de producción y vende su producto muchísimo más caro debido a que es ecológico, también aumenta el consumo de sus productos por lo tanto da lugar a una enorme cantidad de productos elaborados de una forma más económica, pero no resuelve los problemas de polución provocados por diversas etapas de la producción ni el problema mismo de la superproducción. En definitiva, esta estrategia tiene únicamente la finalidad de mejorar la fama de la empresa para así aumentar el beneficio de la misma y reducir las críticas y protestas a su forma de producción.
El Estado, principal creador del eco-capitalismo
Podemos considerar el Estado como uno de los principales causantes del eco-capitalismo ya que es éste el que establece las herramientas para que la sociedad capitalista obtenga beneficio de la preocupación ecológica, pues el Estado es quien establece las bases legislativas en materia de medio ambiente y también se asegura de que se cumpla, todo esto teóricamente hablando, pues en realidad el estado aprovecha la posibilidad de poder establecer leyes ambientales para poder obtener beneficio económico ya que realmente ninguna va destinada a resolver problemas si no que va a buscar la forma de sancionar económicamente al causante del daño ambiental. Es decir, saca leyes para que la empresa que causa el problema sea sancionada con una multa cuyo valor jamás será superior al coste que supondría establecer técnicas de producción no dañinas para el medio. Así que se puede ver claramente que el Estado no es ningún salvador del medio natural si no que solo buscará la forma de mantener silenciadas a las personas con conciencia ambiental y de cómo sacar beneficio sin perjudicar a uno de sus auges del capitalismo como son las grandes empresas. En definitiva, el medio no será salvado por las leyes que establezca el Estado y que mejoren las comunidades autónomas (al establecer normas adicionales de protección), si no que solo nosotros como personas pertenecientes a este medio natural y sin necesidad del Estado teniendo en cuenta una perspectiva ecologista, no ambientalista, debemos asumir que el territorio natural no es un medio de nuestra propiedad para abastecernos de materias primas sin control y destruirlo, si no que debemos abandonar nuestra actitud parasitaria procedente de ideas que nos induce el Estado y que aumentan nuestra sociedad de consumo y comenzar a vivir en simbiosis con el medio.
[Publicado originalmente en Contragolpes # 2, nov.-dic. 2014, Madrid. Edición completa accesible en https://juventudeslibertariasmadrid.wordpress.com/contragolpes/.]
La crisis ecológica es un problema que nos atañe desde comienzos de la revolución industrial y cuya aceleración continuamos sufriendo a través de problemas como la acidificación de los océanos, presencia de disruptores endocrinos en los envases de nuestras comidas, el efecto invernadero, etc; problemas cuya aceleración y agravante tiene su origen en la sociedad capitalista, en la que ha tenido lugar una apropiación del territorio natural en favor del “progreso de la sociedad” o contribuyendo a engordar el bolsillo de grandes empresas; sin embargo, a pesar de que el sistema es el evidente culpable, éste ante la inminente preocupación social por la destrucción ecológica ha lanzado diversas infructíferas iniciativas en favor del medio ambiente, pudiendo hablar de una muy conocida que es:
El informe del club de Roma
Estamos hablando de aquella famosa reunión de políticos de diversos países, realizada en 1972 en la cual se llegó a crear diversos conceptos, entre ellos surgió el concepto de “desarrollo sostenible” el cual si verdaderamente se intentase llevar a cabo y no fuese un invento capitalista para distraer la verdadera lucha ecologista y hacer negocio a través de la conciencia ecológica, sería totalmente incompatible con la sociedad capitalista ya que el desarrollo sostenible se basa en tres pilares: desarrollo ambientalmente sano, socialmente justo y económicamente viable algo completamente discordante con una sociedad capitalista en la que reina la economía de mercado cuya principal filosofía es el ánimo de lucro. ¿En una sociedad en la que se busca el máximo beneficio económico a costa del bienestar social de verás podemos creer que se va a sacrificar dinero a cambio del desarrollo sostenible? Seamos realistas, si de verdad queremos resolver los diversos problemas ecológicos debemos terminar con la sociedad capitalista y con la globalización ya que ésta es sinónimo de jerarquización del espacio, centralización del poder económico y de la información lo que ha generado y continúa generando desigualdades territoriales y sociales. Teniendo en cuenta que la globalización es la hegemonía del sistema capitalista, la destrucción de ésta sería el comienzo de la lucha ecologista, sin embargo, aunque esto suena lógico, el capitalismo se vale de juegos y triquiñuelas para evitar que lleguemos a desarrollar semejantes ideas y las pongamos en práctica. Entre ellas están:
El uso de la tecnología como dominio
La civilización capitalista coloca la producción separada en el centro de la sociedad; el poder depende de la producción, la producción depende de la tecnología por lo tanto, el poder depende de la tecnología. Siendo la tecnología la principal fuerza productiva, el progreso social sigue la lógica del progreso tecnológico. (Miguel Amorós “golpes y contragolpes la acción subversiva en la más hostil de las condiciones”). En definitiva: con la tecnología se consigue la ordenación del mundo; la tecnología provoca la transformación total de la sociedad pues ella como tal no es capaz de adaptarse al medio si no que es éste el que debe adaptarse a ella. La tecnología ha conseguido fomentar el aislamiento de las personas y crear una fuerte dependencia de la misma. Uno de los ejemplos más simples y notables es el teléfono móvil, el cual ha evolucionado tanto que prácticamente se ha alejado por completo de su utilidad. Actualmente en el teléfono podemos tener todas las redes sociales y aplicaciones para hacer cualquier cosa, de ésta manera cada individuo vive aislado en el mundo que se ha creado con su propio teléfono siendo éste uno de los inventos menos ecológicos que podemos encontrar, pues la producción del microchip de un Smartphone supone un gran impacto ecológico provocado por las actividades de extracción de minerales estratégicos (50 kg de materiales diversos de los cuales la mitad son agua son requeridos para la fabricación de un gramo de microchip). Además durante su ciclo de vida útil genera 23,5 kg de CO2, todo ello sin tener en cuenta las emisiones provocadas durante su fabricación a la hora de realizar el transporte de materia prima.
Estamos hablando de móviles pero estas cifras son provocadas también por diversos aparatos electrónicos destinados al ocio y el aislamiento. Lo más alarmante de ello es que gracias a la obsolescencia programada su vida útil se ve reducida como máximo a 2 años, de esta manera se sigue consumiendo y produciendo sin tener en cuenta el impacto social y ambiental que provoca. (Puedes encontrar más información sobre el impacto ecológico que provoca el sector de la tecnología en la revista digital terra.org)
Otra iniciativa capitalista para generar distracciones es la invención de un nuevo sector económico que se centra en la ecología el cual sirve para fomentar el negocio y el engaño a través de inventos como la ecoficencia.
La ecoeficencia como estrategia de marketing
Las estrategias de marketing consisten en realizar estudios de las diferentes personalidades que se encuentran en la población denominada mercado para así adaptar la publicidad de su producto al mercado y así generar la necesidad de comprarlo. Existen estrategias de marketing masivas que suelen ir dirigidas a la mayoría de la población. Y entre otros está el Green marketing que es el que va dirigido a aquella población que presenta una mayor conciencia ecológica y una de las principales características del mismo consiste en resaltar la ecoeficencia de la empresa. La ecoeficencia consiste en proporcionar bienes y servicios a un precio competitivo de forma que se reduzca progresivamente el impacto ambiental y la utilización de recursos, hasta un nivel compatible con la carga del planeta. Esta es la teoría de la misma, la ecoeficencia se utiliza de forma muy ventajosa para la empresa ya que permite un lavado de cara de la misma, reduce los gastos de producción y vende su producto muchísimo más caro debido a que es ecológico, también aumenta el consumo de sus productos por lo tanto da lugar a una enorme cantidad de productos elaborados de una forma más económica, pero no resuelve los problemas de polución provocados por diversas etapas de la producción ni el problema mismo de la superproducción. En definitiva, esta estrategia tiene únicamente la finalidad de mejorar la fama de la empresa para así aumentar el beneficio de la misma y reducir las críticas y protestas a su forma de producción.
El Estado, principal creador del eco-capitalismo
Podemos considerar el Estado como uno de los principales causantes del eco-capitalismo ya que es éste el que establece las herramientas para que la sociedad capitalista obtenga beneficio de la preocupación ecológica, pues el Estado es quien establece las bases legislativas en materia de medio ambiente y también se asegura de que se cumpla, todo esto teóricamente hablando, pues en realidad el estado aprovecha la posibilidad de poder establecer leyes ambientales para poder obtener beneficio económico ya que realmente ninguna va destinada a resolver problemas si no que va a buscar la forma de sancionar económicamente al causante del daño ambiental. Es decir, saca leyes para que la empresa que causa el problema sea sancionada con una multa cuyo valor jamás será superior al coste que supondría establecer técnicas de producción no dañinas para el medio. Así que se puede ver claramente que el Estado no es ningún salvador del medio natural si no que solo buscará la forma de mantener silenciadas a las personas con conciencia ambiental y de cómo sacar beneficio sin perjudicar a uno de sus auges del capitalismo como son las grandes empresas. En definitiva, el medio no será salvado por las leyes que establezca el Estado y que mejoren las comunidades autónomas (al establecer normas adicionales de protección), si no que solo nosotros como personas pertenecientes a este medio natural y sin necesidad del Estado teniendo en cuenta una perspectiva ecologista, no ambientalista, debemos asumir que el territorio natural no es un medio de nuestra propiedad para abastecernos de materias primas sin control y destruirlo, si no que debemos abandonar nuestra actitud parasitaria procedente de ideas que nos induce el Estado y que aumentan nuestra sociedad de consumo y comenzar a vivir en simbiosis con el medio.
[Publicado originalmente en Contragolpes # 2, nov.-dic. 2014, Madrid. Edición completa accesible en https://juventudeslibertariasmadrid.wordpress.com/contragolpes/.]
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