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Lucrecia
S. Wagner*
INTRODUCCIÓN
Las actuales
políticas de desarrollo económico aplicadas en América Latina y el Caribe
privilegian el equilibrio de las variables macroeconómicas por sobre de las
políticas ambientales y de conservación de los recursos naturales (Gligo, 2001:
163). Esta tensión no es menor, dado que tanto en la variable protección
de la biodiversidad del planeta, como en la de mantener los
ecosistemas que son fundamentales para mitigar el cambio climático, este espacio
biogeográfico ha adquirido una importancia gravitante; pero, a su vez, estos
países dependen de la explotación de sus recursos naturales para su desarrollo
y crecimiento económico, por lo que la ecuación “no intervención industrial de
los ecosistemas y crecimiento y desarrollo económico”, es un tema de difícil
resolución (Estenssoro Saavedra, 2010).
Los
megaproyectos a los que haremos referencia se insertan en el ansiado modelo de
desarrollo para Latinoamérica. Entre sus consecuencias se destaca la afectación
directa “a gran escala” del ecosistema en el que se instalan. Por ejemplo, la
megaminería suele localizarse en nacientes y/o reservorios de agua, y comparte
con otros megaemprendimientos la característica de ocupar grandes extensiones
de territorio que constituyen hábitats de diversas especies animales y
vegetales, e incluso de población humana, pudiendo ocasionar desplazamientos de
población local.
Realizando un
recorrido por las diversas luchas emblemáticas contra estos megaproyectos
extractivos en América Latina, se observa la repetida alusión a la protección
de ciertos ambientes como parte de la defensa de las formas de vida locales, ya
que en la mayoría de los casos estos ecosistemas guardan una relación directa
con las estrategias de supervivencia de las comunidades que en ellos habitan u
obtienen los bienes naturales necesarios para la vida.
RESISTENCIAS
BIODIVERSAS
Las luchas y
resistencias emblemáticas llevadas adelante en ciertos países de América Latina
en las últimas décadas en contra de megaproyectos extractivos tienen intrínseca
relación con la protección de la biodiversidad. Una de las más destacadas es la
que se ha llevado adelante en Colombia rechazando la megaminería en zonas de
páramos, siendo el ejemplo más trascendente el caso del páramo de Santurbán,
amenazado por una explotación de oro a cielo abierto. Los páramos son
considerados estratégicos tanto por su biodiversidad como por la variada
provisión de bienes y servicios ambientales, en especial la regulación hídrica
-retienen agua y la liberan paulatinamente hacia cuencas hidrográficas-.
Otro de los proyectos que ha generado un fuerte rechazo social es La Colosa, de
la empresa Anglo Gold Ashanti en el municipio de Cajamarca, Tolima, que planea
extraer una mayor cantidad de oro que en Santurbán en un área que actualmente
es reserva forestal nacional (Molina Roa, 2011).
El valor como
zona de reserva y regulación hídrica que se les otorga a los páramos en países
tropicales es similar al que tienen los glaciares en países del sur latinoamericano.
En Argentina, en el año 2008 se sancionó una ley para protegerlos, como
resultado de una importante coalición de fuerzas sociales y políticas
-movimientos socioambientales, intelectuales, partidos políticos,
organizaciones sociales de diversa índole- y fue vetada por la presidenta
Cristina Kirchner. Ante este hecho, que se vinculó al interés por desarrollar
minería a gran escala, como el proyecto binacional argentino-chileno Pascua
Lama, de Barrick Gold, se lanzó una campaña social y política para reimpulsar
la ley, que fue finalmente sancionada en el año 2010. Esta ley establece la
preservación de los glaciares y el ambiente periglacial como reservas
estratégicas de recursos hídricos y para la protección de la biodiversidad,
entre otras funciones[1].
Paradójicamente,
el proyecto minero metalífero Pascua Lama, junto al de Veladero –de oro, que la
minera Barrick ya tiene en explotación en San Juan, Argentina- se encuentran
dentro de los límites de la Reserva de Biosfera San Guillermo. Ello ocurre a
pesar de que las agencias de manejo de áreas protegidas de Latinoamérica,
incluyendo a la Administración de Parques Nacionales de Argentina,
han expresado su desacuerdo con el
desarrollo de la minería, al menos dentro de las áreas
protegidas.
Este
posicionamiento fue hecho público a través
de la declaración acordada para cerrar
el Segundo Congreso Latinoamericano de Parques
Nacionales y otras Áreas Protegidas (Bariloche, octubre de 2007), que
expresaba: “La exploración y explotación minera y de hidrocarburos en áreas
protegidas, así como la reducción de la superficie de áreas protegidas
declaradas para fines extractivos, es contraria a los objetivos de conservación
de la biodiversidad” (Donadio, 2009: 250).
La presencia
de explotaciones mineras en áreas protegidas también acontece en Bolivia,
reconocida mundialmente como uno de los países con mayor riqueza natural y uno
de los 10 con mayor biodiversidad del planeta, resguardada principalmente por
22 áreas nacionales. Éstas representan el 15,5% del territorio boliviano,
y 11 de las 22 están afectadas por la nueva frontera hidrocarburífera. 7 de
ellas, entre las que figura el TIPNIS, enfrentan un alto nivel de afectación,
ya que más del 30% de su superficie ha sido definida como área petrolera,
justificada bajo la declaratoria de necesidad estatal y utilidad pública. El
Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) calcula que en el área de
influencia inmediata de las 22 áreas nacionales viven cerca de 200.000
habitantes entre indígenas, campesinos y comunidades interculturales (Jiménez,
2013). Las marchas en las que participaron ancianos, hombres, mujeres, niñas y
niños que se movilizaron desde las tierras bajas del oriente boliviano a la
sede de gobierno, lo que implicó 60 días de caminata, cuya consigna principal
fue la defensa y el respeto del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Sécure (TIPNIS), denunciando los daños ambientales, sociales, económicos y
culturales que ocasionaría el megaproyecto de construcción de una carretera
transoceánica que dividiría el TIPNIS en dos partes (Barrozo Mendizábal, 2012),
son un ejemplo de cómo la defensa de la biodiversidad se empalma con la de la
diversidad cultural.
Corte de la
ruta que une Argentina con Chile, en rechazo al proyecto minero San Jorge, en
Mendoza, Argentina. Año 2009, en plena campaña de apoyo a la sanción de la Ley
de Glaciares.
Bolivia
comparte con Ecuador la paradoja de poseer legislación en materia de derechos
de la naturaleza y de, paralelamente, avanzar en la expansión de las fronteras
extractivas. En el caso boliviano, la ley 71 de 2010 de “Derechos a la Madre
Tierra” reconoce el derecho “a la diversidad de la vida”: a la preservación de
la diferenciación y la variedad de los seres que componen la Madre Tierra, sin
ser alterados genéticamente ni modificados en su estructura de manera
artificial, de tal forma que amenace su existencia, funcionamiento y potencial
futuro[2]. Por su parte, la reforma constitucional del Ecuador de 2008
introduce los Derechos de la Naturaleza, con un apartado específico para la
biodiversidad. En éste, se establece que es el Estado quien ejercerá la
soberanía sobre la misma, cuya administración y gestión se realizará ”con
responsabilidad intergeneracional”. Además, su conservación se declara de
interés público, libre de cultivos y semillas transgénicas, y se prohíbe el
otorgamiento de derechos, incluidos los de propiedad intelectual, sobre
productos derivados o sintetizados obtenidos a partir del conocimiento
colectivo asociado a la biodiversidad nacional[3]. Paralelamente, el gobierno
ecuatoriano impulsaba la iniciativa Yasuní-ITT, presentada por el presidente
Rafael Correa a las Naciones Unidas, para mantener indefinidamente las reservas
petroleras bajo tierra, con el objetivo de reducir el calentamiento global,
proteger la biodiversidad del Parque Yasuní –reconocido por la Unesco como uno
de los lugares de mayor riqueza en el planeta-, y permitir la sobrevivencia de
los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario, con el apoyo de una
compensación internacional que cubra parte del lucro cesante de la actividad
petrolera (Larrea, 2009: 84).
Sin embargo,
desde agosto de 2013, el gobierno ecuatoriano viene anunciando la decisión de
avanzar en la explotación petrolera en Yasuní-ITT debido a la falta de
cooperación internacional para compensar la pérdida económica que implica dejar
el petróleo bajo tierra. Esta decisión recibió diferentes respuestas. Por un
lado, miembros del gobierno nacional, alcaldes e incluso algunos grupos
indígenas se manifestaron a favor, amparándose en la necesidad de recursos
económicos para el país y la promesa del presidente de que los beneficios de
esta actividad contribuirán a combatir la pobreza y ampliar la dotación de
servicios públicos. Por su parte, sectores ecologistas y representantes
indígenas, entre ellos la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(Conaie) y el Gobierno de las Naciones Originarias de la Amazonía Ecuatoriana
(Gonoae), expresaron su desacuerdo con la explotación en la Comisión de
Biodiversidad de la Asamblea Nacional. Sumado a ello, diversos sectores
sociales, nucleados principalmente en Yasunidos, Resiste Yasuní y el Frente de
Defensa de la Amazonía, rechazan la explotación e impulsan una consulta popular
sobre este tema[4]. La Comisión de Biodiversidad de la Asamblea Nacional ha
aprobado los informes para el debate de la declaratoria de interés nacional para
la explotación petrolera -que fue posteriormente aprobada por la Asamblea
Nacional- pero con algunas salvaguardas, como la exclusión de esta explotación
en la zona intangible, y la paralización de la actividad si se detectan grupos
no contactados. Mujeres amázonicas, grupos indígenas, ecologistas e
intelectuales han presentado cartas a la Asamblea y al mismo presidente
abogando por el territorio de Yasuní-ITT libre de actividades extractivas. En
estos últimos meses las posturas se han polarizado, y avanza la campaña de
recolección de firmas para impulsar la consulta popular (reconocida en el art.
104 de la Constitución Ecuatoriana)[5].
Otra lucha
previa con un importante componente indígena que representó un punto de
inflexión en la historia peruana fue la de Bagua, que colapsó el 5 de junio de
2009 con el desalojo violento de bloqueos pacíficos organizados por comunidades
amazónicas en contra de una serie de decretos legislativos que habilitaban el
desarrollo de proyectos de empresas privadas –principalmente petroleras,
mineras, forestales y de energía- en territorio indígena, y vulneraban derechos
de los pueblos que allí habitan, como el de consulta previa. Ante los
levantamientos y la solidaridad que despertaron, el gobierno peruano debió dar
marcha atrás a su iniciativa (Alimonda, Hoetmer y Saavedra Celestino, 2009)[6].
PROTECCIÓN
DE BIODIVERSIDAD ¿PROTECCIÓN DE LAS POBLACIONES LOCALES?
En este
artículo deseamos destacar aquellas luchas sociales que desde una perspectiva
local, enmarcada en algunos casos en procesos transnacionales, defienden la
biodiversidad como parte intrínseca de sus formas de vida. Una protección que
no se enmarca en un exclusivo ”culto a lo silvestre” sino en un “ecologismo
popular”, es decir, no estamos haciendo referencia a una protección que
implique mantener reservas naturales libres de interferencia humana, sino a
aquella que nace desde una demanda de justicia social contemporánea entre
humanos que combina la apelación a la sacralidad de la naturaleza con el
interés material por el medio ambiente como fuente y condición de sustento
(Martínez Alier, 2004). Es necesaria esta distinción porque la apelación a la
naturaleza constituye un recurso de discursos políticos varios, y también puede
volverse argumento para el ejercicio de una “violencia civilizada” sobre
sectores sociales considerados indeseables, por parte de quienes buscan la
privatización de la biodiversidad en beneficio de ciertos grupos (Carman,
2011). A ello se suma que a veces la percepción ecológico-popular se expresa en
la terminología científica de pérdida de biodiversidad –entre otras- pero ese
no es el lenguaje siempre utilizado por los movimientos ecologistas actuales o
históricos, que disponen de otros lenguajes (Martínez Alier, 2009).
Asistimos a
una realidad latinoamericana en la que los Estados se encuentran entrampados
entre la sanción de medidas progresistas –algunas de ellas en relación a la
naturaleza- y la paralela apuesta a megaproyectos que garanticen el desarrollo
y el crecimiento económico. Ante ello, las resistencias a estos avances de las
fronteras extractivas representan un límite y una condición con la que estos
Estados deben lidiar, y que en algunos casos, como los aquí comentados, han
paralizado –aunque temporalmente- los proyectos cuestionados, han potenciado la
marcha atrás de medidas poco participativas y ambientalmente dañosas, y han
apoyado la sanción de legislación protectora de los ecosistemas. Por ello,
consideramos que estas resistencias constituyen, en este contexto, una parte
esencial de la protección de la biodiversidad, aun reconociendo sus
limitaciones. Como destaca Martínez Alier (2009: 30), estos movimientos suelen
perder la contienda, o ganan provisionalmente, pero son una principal fuerza
social en busca de aliados en todo el mundo para encaminar la economía en una
ruta más justa y sostenible.
REFERENCIAS
ALIMONDA,
Héctor, HOETMER, Raphael, SAAVEDRA CELESTINO, Diego (eds.), La Amazonia
Rebelde, Perú, CLACSO.
BARROSO
MENDIZÁBAL, Verónica, “TIPNIS ¿un conflicto ambiental o de territorio?”, Letras
Verdes Nº 11, 2012, p. 112-122.
CARMAN,
María, Las trampas de la naturaleza, Buenos Aires, FCE, 2012.
DONADIO,
Emiliano, “Ecólogos y mega-minería, reflexiones
sobre por qué y cómo involucrarse en el conflicto
minero-ambiental”, Ecología Austral, Vol. 19, Nº 3, 2009, p. 247-254.
ESTENSSORO
SAAVEDRA, Fernando, “Crisis ambiental y cambio climático en la política global:
un tema crecientemente complejo para América Latina”, Universum, Nº 25,
Vol. 2, 2010, p. 57-77.
GLIGO,
Nicolo, La dimensión ambiental en el desarrollo de América Latina.
Chile, CEPAL, 2001.
JIMENEZ,
Georgina, ”Territorios indígenas y áreas protegidas en la mira: la ampliación
de la frontera de industrias extractivas”, Petropress, Nº 31, 2013, p. 4-18.
LARREA,
Carlos, ”Naturaleza, sustentabilidad y desarrollo en el Ecuador”, en A.
Acosta y E. Martínez (comp.), Derechos de la naturaleza, Quito,
Abya-Yala, 2009, p. 75-84.
MARTÍNEZ
ALIER, Joan, “El ecologismo de los pobres, 20 años después”, Curso
Internacional de Economía Ecológica, UNGS, Buenos Aires,
Argentina, 2009.
MARTÍNEZ
ALIER, Joan, El ecologismo de los pobres.
Conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Barcelona, Icaria
Antrazyt-FLACSO, 2004.
MOLINA ROA,
Javier A., ”Minería en los páramos de Colombia y la construcción de una
conciencia ecológica”, Ecología Política Nº 41, 2011, p. 74-81.
* Integrante del Grupo de Historia Ambiental y Antropología – Instituto
Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) –
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) (lucreciawagner@yahoo.com.ar)
[1] Para mayor información sobre los hechos relacionados con la sanción de la ley de glaciares, y sobre las resistencias a la megaminería en Argentina ver: http://www.editorialelcolectivo.org/ed/images/banners/15%20mitos%20mineria%20final%20final.pdf.
[2] http://bolivia.infoleyes.com/shownorm.php?id=2689
[3] http://www.asambleanacional.gov.ec/documentos/constitucion_de_bolsillo.pdf
[4] http://www.eluniverso.com/noticias/2013/11/03/nota/1669491/diversos-frentes-se-trabaja-detener-explotacion-yasuni
[5] http://www.amazoniaporlavida.org/es/Table/Consulta-popular-por-el-Yasuni/
[6]http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/GrupParlamentarios/indigena.nsf/vf08web/6F0DF16BD16F2D1F052576810058C1C9/$FILE/informe_bagua_amnistia_internacional.pdf
[1] Para mayor información sobre los hechos relacionados con la sanción de la ley de glaciares, y sobre las resistencias a la megaminería en Argentina ver: http://www.editorialelcolectivo.org/ed/images/banners/15%20mitos%20mineria%20final%20final.pdf.
[2] http://bolivia.infoleyes.com/shownorm.php?id=2689
[3] http://www.asambleanacional.gov.ec/documentos/constitucion_de_bolsillo.pdf
[4] http://www.eluniverso.com/noticias/2013/11/03/nota/1669491/diversos-frentes-se-trabaja-detener-explotacion-yasuni
[5] http://www.amazoniaporlavida.org/es/Table/Consulta-popular-por-el-Yasuni/
[6]http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/GrupParlamentarios/indigena.nsf/vf08web/6F0DF16BD16F2D1F052576810058C1C9/$FILE/informe_bagua_amnistia_internacional.pdf
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