Rubén Hernández
En el contexto de otra “crisis” coyuntural (ganancia
para los ricos) del modelo capitalista-rentista en Venezuela, es indudable que
el alto costo de la vida golpea con todo al bolsillo de la mayoría, en especial
de la clase baja. Factores como la caída en el precio del petróleo, el
creciente endeudamiento externo y la devaluación monetaria, atentan una vez más
contra los pobres, quienes no pueden satisfacer adecuadamente sus necesidades
básicas. Y lo que se viene es más complicado aún, considerando el nuevo
endeudamiento con China, el próximo aumento de la gasolina, los recortes
sociales y laborales, entre otras medidas obviamente impopulares. Todo un
paquetazo neoliberal, que en cierta medida ya viene siendo aplicado por las
autoridades “socialistas”.
Ante semejante panorama es posible que ocurran
protestas violentas en toda Venezuela,
con saqueos incluidos, y en éstas, a diferencia de las guarimbas del año 2014,
los pobres serán los protagonistas, hartos de ser humillados por las apetencias
de empresarios nacionales y foráneos. El capitalismo más vivo que nunca en
Venezuela, pero disfrazado por voceros
oficialistas como socialismo del siglo XXI, para que el pueblo asalariado crea
que es un sistema económico que le beneficia, y que Maduro y su gabinete los
protege del egoísmo y la codicia innatos de los capitalistas, incluida la
neoburguesía o burguesía roja.
¿Y qué puede hacer el Gobierno “revolucionario” ante
la inminencia de un estallido social?, ¿es posible evadir el aumento de la
gasolina y la ejecución de recortes sociales y laborales? En el contexto capitalista
global en el que se desenvuelve el Estado venezolano, es imposible aplicar
medidas que de una u otra forma no afecten a las masas. Es necesario liquidar
al capitalismo mediante la construcción de una nueva cosmovisión, y es más que
evidente que la praxis gubernamental no apunta ni remotamente en esa dirección,
siendo cada día más pública y notoria la estrecha vinculación del Gobierno con
la burguesía local y global (ténganse en cuenta los discursos de Maduro en
materia económica).
Entonces, ¿es inevitable la conmoción popular? La
respuesta es afirmativa si el Gobierno no aplica medidas que alivien un poco el
sufrimiento cotidiano de millones de venezolanos. Pero a largo plazo, si el
capitalismo prevalece, nada podrá detener la furia de las masas contra los
burgueses y contra los burócratas bien acomodados, salvo el control y la brutal
represión policial-militar para impedir la reedición de “El Caracazo”, o
minimizar la violencia de las protestas. Mientras las “crisis” periódicas del
capitalismo azoten a los pobres del mundo, habrán bombas de tiempo a punto de
estallar, y en Venezuela no hay excepción en este sentido.
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