Rubén
Hernández
En el primer trimestre del 2014, según un informe de
la Organización No Gubernamental OXFAM, ochenta y cinco individuos en el mundo
poseían la riqueza equivalente a la de la mitad de la población del orbe. Más
allá de la exactitud o inexactitud cuantitativa de esta afirmación, se refleja
el triste y desolador panorama socioeconómico de nuestros días, en el que la concentración
del capital y los medios de producción se acentúa en manos de una minoría, para
desgracia de las masas cada vez más empobrecidas, desarraigadas y subyugadas. Masas
que por cierto representan la mano de obra y los consumidores-usuarios más
numerosos, y por tanto fundamentales para la generación y acumulación de riqueza por los capitalistas.
A continuación alguna notas que describen en parte
la trágica situación que vive hoy la humanidad, producto del capitalismo
transnacional:
1.- Los oligopolios dominan progresivamente los
mercados globales, y por tanto hay menos
oportunidad de competir para las pequeñas empresas individuales, familiares y
colectivas, se reduce la variedad de mercancías y servicios en oferta,
encarecen los alimentos, medicinas y
otros rubros, y aumenta la pobreza material. La tiranía del capital rumbo a un
Nuevo Orden Mundial totalitario.
2.-Los recortes sociales y laborales están a la orden
del día en países en los que los asalariados gozaban de ciertos beneficios generales.
He aquí el ejemplo de Europa, donde prácticamente se ha desmantelado el
conocido estado de bienestar, propuesta socioeconómica que de cierta forma había
aminorado las consecuencias del perverso capitalismo. Millones de ciudadanos en
naciones como España, Portugal y Grecia, son golpeados en este instante por el
neoliberalismo, y el desempleo, la carestía y la pobreza se han disparado.
3.-De los centenares de millones de pobres generados
por el capitalismo, las mujeres representan la mayor parte, lo que reafirma el
carácter excluyente de este nefasto sistema económico. Por lo tanto la igualdad
de género sólo podrá alcanzarse tras la superación de la lógica del capital.
4.- Millones de niños trabajan para empresas
medianas y grandes, por lo general en condición de semiesclavos. Y resulta
irónico y patético que gobiernos e instituciones del hemisferio occidental, defiendan
con vehemencia los derechos humanos de los niños y hagan campañas exhaustivas
contra la explotación infantil, mientras
que numerosas compañías empleadoras de
chiquillos son justamente europeas y estadounidenses.
5.-China es oficialmente la primera potencia
económica del planeta, y para llegar a serlo, sus empresas han operado bajo
condiciones bien desfavorables para los trabajadores (por lo general
infrahumanas), tanto en el país asiático como en otras partes del mundo. En
realidad China es un Imperio capitalista, al estilo de Estados Unidos pero sin
tanta relevancia mediática; Imperio que, entre otras cosas, ha exigido enormes
garantías administrativo-jurídicas para sus inversiones, ha inundado con sus
mercancías (de mala calidad, por cierto) el mercado latinoamericano y ha logrado
que muchas naciones se endeuden con sus capitales. En su feroz competencia con
las empresas estadounidenses, las chinas han contado con notables ventajas en
el orbe, incluido el aval gubernamental para ejecutar un mega proyecto minero
en Perú, cuyas consecuencias, más negativas que positivas, incluyen la mudanza
obligatoria de todos los habitantes de
la localidad serrana de Morococha (con una compensación irrisoria) y una mayor
destrucción medioambiental.
6.-En Venezuela, a pesar de que su Gobierno hace
mención permanente del antiimperialismo y del socialismo del siglo XXI, hay importantes garantías para las
inversiones y ganancias del sector privado nacional y global, incluidas las
transnacionales estadounidenses y chinas, que obtienen pingües dividendos y
tratan de forma inhumana a los trabajadores. Mientras tanto
la mayoría empobrecida sufre por la
alta inflación y la desbocada especulación empresarial, en el contexto
de la aplicación de medidas económicas nefastas, cuya principal consecuencia ya
se percibe con claridad: el elevado costo de la vida.
7.-La salud de millones está en manos de los
mercaderes de la medicina, con la industria farmacéutica a la cabeza, algunas de cuyas empresas se encuentran entre
las más importantes compañías globales. Gracias al desembolso diario de los
consumidores por concepto de medicamentos, inútiles en gran parte, algunos
individuos han amasado fortunas, y lo que menos
les importa es el bienestar físico-mental del ser humano.
8.- Con el objetivo de proteger al Statu Quo
capitalista, los Estados burgueses llegan al extremo de reprimir brutalmente y
asesinar a los disconformes, acción deleznable pero útil para preservar la
estabilidad y paz necesarias para la movilización óptima del dinero. En Estados Unidos, por ejemplo, las fuerzas
policiales agreden y liquidan con
frecuencia a ciudadanos humildes, en especial a ‘negros’ e inmigrantes latinoamericanos
y asiáticos, naturalmente molestos por
la desigualdad propia del capitalismo.
9.-Gobiernos vinculados estrechamente con
transnacionales llevan a cabo, por medio de ejércitos y mercenarios, un
terrorismo continuo contra numerosos pueblos, con el objetivo de controlar y
administrar diversos recursos naturales, y por supuesto obtener el máximo
beneficio económico. Por petróleo, gas y ciertos metales, por ejemplo, son
asesinados cada semana centenares de
humanos, en especial en Asia y África.
10.-La industria armamentista y el narcotráfico,
responsables de tanta muerte y sufrimiento, son dos de las principales fuentes
de ingreso, beneficiando obviamente a un pequeño número de individuos. El
dinero generado por éstas sostiene en buena medida al capitalismo financiero, y
el narcotráfico ha llegado a controlar Estados y sociedades enteras con la
participación y complicidad de los gobiernos y de la élite; en naciones como
Colombia y México la competencia entre
narcotraficantes ha desembocado en violencia extrema, dejando como saldo el
asesinato de decenas de miles de inocentes,
a cargo de paramilitares, sicarios y otros mercenarios.
Lo señalado en estas breves notas permite concluir
que el capitalismo es la peor desgracia de la humanidad en los últimos siglos,
y una de las peores de toda la Historia. Y no está en crisis, como algunos creen,
sino que se replantea constantemente con el objetivo de mantenerse a flote como
concepción de vida. Al menos a corto y mediano plazo, el capitalismo seguirá
dominando el escenario global, pero hay tres factores que podrían determinar su
fin de manera abrupta: a) Que la naturaleza
cobre factura como consecuencia de la gran depredación y destrucción
medioambiental a cargo de grandes empresas; b) que se desate una conflagración
nuclear interimperialista, con China y Estados Unidos como protagonistas
principales; o c) que los pueblos se levanten en todos los rincones del planeta
contra los capitalistas y sus socios políticos, militares, religiosos,
comunicacionales y jurídicos.
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