Rafael Uzcátegui
La popularización de la fotocopiadora Xerox, inventada en 1938 pero masificada apenas en los años 60´s, permitió la aparición de un nuevo tipo de editores, aquellos que sin las presiones de los grandes tirajes de las imprentas offset o rotativas, podían duplicar sus boletines o revistas, literalmente, según la demanda, caminando un paso más en la democratización de la comunicación. Un hito ocurrió en julio de 1976 cuando un joven londinense llamado Mark Perry, influido por la contracultura punk en su apogeo, decide crear y fotocopiar una publicación que divulgue los músicos y actitud presentes detrás de los imperdibles y los pelos de colores. Sin las tensiones de la venta de publicidad o pagar los costos de altas impresiones, aquella revista sudaba irreverencia desde su aparición, tomando el nombre de “Sniffin glue” (Oliendo pega) por una canción de los Ramones. Del primer número de Sniffin Glue se fotocopiaron 50 copias. 14 ediciones después se vendieron 15.000. Aquel tipo de publicación se denominó “fanzine”, diminutivo de “fanatic magazine” y germinaron como hongos, desde la escena punk hasta el resto de las contraculturas y movimientos sociales.
Un fanzine, entonces, es una publicación de aparición irregular y libertad creativa, usualmente fotocopiada, destinada a comunidades de intereses específicos que no se identifican con otras revistas más tradicionales. Entre nosotros, quizás, los primeros fanzines fueron realizados por el movimiento juvenil “Poder Joven”, influenciado por los aires internacionales del mayo francés y locales de la renovación universitaria ucevista, muchachada cercana al partido Movimiento al Socialismo (MAS). Años después, la aparición de punks criollos también trajo la edición de fanzines, alrededor de las bandas Sentimiento Muerto y Desorden Público. A comienzos de los 90´s en Caracas se editaban “Anacreonte en horas muertas”, “Karacas resiste y Ataka” y “Correo A”, entre otros, pero entre los años 92 al 94 fue Barquisimeto la capital nacional de las llamadas “publicaciones alternativas”, con series con títulos como “El Caleidoskopio”, “El Provo”, “Caput Juves” o “Que hay de nuevo viejo”. Otras que circularon de mano en mano fueron “El Ghetto” y “Tierra bajo tierra”.
La masificación de internet hizo que los fanzines en papel perdieran fuerza al migrarse, bajo el formato blog, al mundo digital. Lo que tanto defendieron los editores de fanzines, que cualquiera pudiera expresarse por medios de bajo costo, era accesible a cualquiera que hiciera un click. Redes sociales son otro paso en la posibilidad de que la gente común pueda compartir contenidos e intercomunicarse libremente. Sin embargo, hay quienes siguen siendo apasionados de los formatos físicos, oler la tinta sobre el papel. Si usted es uno de esos, está cordialmente invitado a animarse y publicar...
La popularización de la fotocopiadora Xerox, inventada en 1938 pero masificada apenas en los años 60´s, permitió la aparición de un nuevo tipo de editores, aquellos que sin las presiones de los grandes tirajes de las imprentas offset o rotativas, podían duplicar sus boletines o revistas, literalmente, según la demanda, caminando un paso más en la democratización de la comunicación. Un hito ocurrió en julio de 1976 cuando un joven londinense llamado Mark Perry, influido por la contracultura punk en su apogeo, decide crear y fotocopiar una publicación que divulgue los músicos y actitud presentes detrás de los imperdibles y los pelos de colores. Sin las tensiones de la venta de publicidad o pagar los costos de altas impresiones, aquella revista sudaba irreverencia desde su aparición, tomando el nombre de “Sniffin glue” (Oliendo pega) por una canción de los Ramones. Del primer número de Sniffin Glue se fotocopiaron 50 copias. 14 ediciones después se vendieron 15.000. Aquel tipo de publicación se denominó “fanzine”, diminutivo de “fanatic magazine” y germinaron como hongos, desde la escena punk hasta el resto de las contraculturas y movimientos sociales.
Un fanzine, entonces, es una publicación de aparición irregular y libertad creativa, usualmente fotocopiada, destinada a comunidades de intereses específicos que no se identifican con otras revistas más tradicionales. Entre nosotros, quizás, los primeros fanzines fueron realizados por el movimiento juvenil “Poder Joven”, influenciado por los aires internacionales del mayo francés y locales de la renovación universitaria ucevista, muchachada cercana al partido Movimiento al Socialismo (MAS). Años después, la aparición de punks criollos también trajo la edición de fanzines, alrededor de las bandas Sentimiento Muerto y Desorden Público. A comienzos de los 90´s en Caracas se editaban “Anacreonte en horas muertas”, “Karacas resiste y Ataka” y “Correo A”, entre otros, pero entre los años 92 al 94 fue Barquisimeto la capital nacional de las llamadas “publicaciones alternativas”, con series con títulos como “El Caleidoskopio”, “El Provo”, “Caput Juves” o “Que hay de nuevo viejo”. Otras que circularon de mano en mano fueron “El Ghetto” y “Tierra bajo tierra”.
La masificación de internet hizo que los fanzines en papel perdieran fuerza al migrarse, bajo el formato blog, al mundo digital. Lo que tanto defendieron los editores de fanzines, que cualquiera pudiera expresarse por medios de bajo costo, era accesible a cualquiera que hiciera un click. Redes sociales son otro paso en la posibilidad de que la gente común pueda compartir contenidos e intercomunicarse libremente. Sin embargo, hay quienes siguen siendo apasionados de los formatos físicos, oler la tinta sobre el papel. Si usted es uno de esos, está cordialmente invitado a animarse y publicar...
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