J.R. López Padrino
Producto de la devastadora crisis económica y como parte de una estrategia pre-electoral del oficialismo con miras a las elecciones parlamentarias del 2015 el exdiscípulo de Sai Baba ha anunciado aumentos salariales. Primeramente anunció un incremento del 45% salarial al estamento militar -sujeto privilegiado de esta bastarda revolución- y acto seguido un incremento del 15% del salario mínimo para los trabajadores a partir del 01 de Diciembre (4.889,46 BsF). Estos aumentos no estaban en los cálculos oficiales para este cuarto trimestre del año, ya que no se contemplaban ni en el Presupuesto del 2014, ni en las planificaciones a corto plazo.
Este pírrico aumento constituye una burla para los trabajadores pues no se trata de un alza general de sueldos y salarios, sino un incremento insuficiente del salario mínimo. Además, tal incremento no compensa el agobiante alto costo de la vida que afecta a los venezolanos. Basta recordar que el costo de la Canasta Básica Familiar es de 25.385 BsF. (CENDAS) y no de 5.741 BsF. como lo afirman los representantes del régimen totalitario. Así, se necesitan al menos cinco salarios mínimos para adquirir la Canasta Básica Familiar. Ello aunado a una inflación anualizada que llega a un 63,4% y unos niveles de escasez general que rozan el 35%. Es importante aclarar que el derecho al salario mínimo no es una obra de esta falsa revolución o parte del legado del ya fallecido comandante galáctico como han dado a entender algunos dicharacheros gobierneros. El salario mínimo se estableció por primera vez en el Estado australiano de Victoria (1894), luego de una serie de levantamientos obreros que reclamaban un salario mínimo a percibir por el trabajo realizado.
El régimen de la dupla Maduro-Cabello miente y manipula –algo común en ellos- cuando afirma que este aumento es una “nueva protección al salario” de los trabajadores para hacer frente a la “guerra económica” y que tras este aumento, el sueldo mínimo venezolano será de unos 776 dólares. Primeramente, el régimen falsea la realidad al hablar de una supuesta guerra económica, cuando en realidad el país padece las consecuencias de una errática política económica que ha generado una desenfrenada inflación, ha conllevado a la destrucción del aparato productivo nacional y ha provocado una escasez generalizada de alimentos, medicinas y bienes de servicio. Este régimen engaña cuando afirma que el salario mínimo de los trabajadores será de 776 dólares, calculado a una tasa fantasiosa y casi inexistente de 6,30 BsF por dólar. Lamentablemente nuestra economía se ha dolarizado con base a un dólar que se cotiza a 100BsF (mercado paralelo) y en algunos casos a 50 BsF (SICAD) II. Es decir estamos hablando de un salario mínimo de 97,78 dólares (SICAD II) o de 48,89 dólares (paralelo) dependiendo de la tasa de cambio que aplicamos para la conversión BsF/$, cifra que dista mucho de los 776 dólares anunciada por los voceros del oficialismo. Vale acotar que el único país de la región que está por debajo de Venezuela en cuanto al monto del salario mínimo es Cuba, con 10 dólares. Además este incremento en el salario mínimo, sin aumentar el resto de los sueldos contribuye aún más a distorsionar la escala de sueldos en el país, en especial en la administración pública.
Sin embargo, este raquítico e intrascendente aumento del salario mínimo de los trabajadores contrasta con el 45% de aumento salarial del sector militar. Casta pestilente que no solo ha copado todos los espacios de la vida nacional (militarización de la sociedad) sino que además ha sido la gran privilegiada con las políticas crediticias, facilidades y acceso rápido para la compra de vehículos y viviendas otorgadas por el régimen.
Durante los últimos tres lustros se han producido 28 aumentos del salario mínimo lo cual evidencia un rotundo fracaso de las políticas económicas ya que uno tras otro han sido devorados por la inflación y la especulación y obviamente no han favorecido el mejoramiento socio económico de los trabajadores. Pero además han contribuido a la pauperización de aquellos trabajadores que devengan salarios por encima de lo estipulado por el salario mínimo al no verse beneficiados por tales medidas populistas.
Lejos de ser obrerista, como lo afirman los esquiroles con franela roja, esta bastarda revolución sigue conculcando los derechos laborales de los trabajadores al desconocer y cuestionar el funcionamiento de los sindicatos clasistas, al incrementar la tercerización laboral, al negarse a discutir las contrataciones colectivas e imponer ajustes salariales unilateralmente a espaldas de los trabajadores.
Solo los cínicos y fanatizados socialfascistas son los que han aplaudido y expresado apoyo a este miserable aumento del salario mínimo. Son los que mienten, deforman, calumnian, simulan, y reprimen de ser necesario en nombre del proceso. Es el espíritu fascista que Arthur Miller solía definir de manera lapidaria como: "El espíritu de todas las modalidades de bajeza posible".
La realidad se ha encargado de desnudar cada día más a esta impostura ideológica mal llamada socialismo bolivariano del siglo XXI, que no es más que un capitalismo de Estado explotador regido por una fétida bota militar.
Producto de la devastadora crisis económica y como parte de una estrategia pre-electoral del oficialismo con miras a las elecciones parlamentarias del 2015 el exdiscípulo de Sai Baba ha anunciado aumentos salariales. Primeramente anunció un incremento del 45% salarial al estamento militar -sujeto privilegiado de esta bastarda revolución- y acto seguido un incremento del 15% del salario mínimo para los trabajadores a partir del 01 de Diciembre (4.889,46 BsF). Estos aumentos no estaban en los cálculos oficiales para este cuarto trimestre del año, ya que no se contemplaban ni en el Presupuesto del 2014, ni en las planificaciones a corto plazo.
Este pírrico aumento constituye una burla para los trabajadores pues no se trata de un alza general de sueldos y salarios, sino un incremento insuficiente del salario mínimo. Además, tal incremento no compensa el agobiante alto costo de la vida que afecta a los venezolanos. Basta recordar que el costo de la Canasta Básica Familiar es de 25.385 BsF. (CENDAS) y no de 5.741 BsF. como lo afirman los representantes del régimen totalitario. Así, se necesitan al menos cinco salarios mínimos para adquirir la Canasta Básica Familiar. Ello aunado a una inflación anualizada que llega a un 63,4% y unos niveles de escasez general que rozan el 35%. Es importante aclarar que el derecho al salario mínimo no es una obra de esta falsa revolución o parte del legado del ya fallecido comandante galáctico como han dado a entender algunos dicharacheros gobierneros. El salario mínimo se estableció por primera vez en el Estado australiano de Victoria (1894), luego de una serie de levantamientos obreros que reclamaban un salario mínimo a percibir por el trabajo realizado.
El régimen de la dupla Maduro-Cabello miente y manipula –algo común en ellos- cuando afirma que este aumento es una “nueva protección al salario” de los trabajadores para hacer frente a la “guerra económica” y que tras este aumento, el sueldo mínimo venezolano será de unos 776 dólares. Primeramente, el régimen falsea la realidad al hablar de una supuesta guerra económica, cuando en realidad el país padece las consecuencias de una errática política económica que ha generado una desenfrenada inflación, ha conllevado a la destrucción del aparato productivo nacional y ha provocado una escasez generalizada de alimentos, medicinas y bienes de servicio. Este régimen engaña cuando afirma que el salario mínimo de los trabajadores será de 776 dólares, calculado a una tasa fantasiosa y casi inexistente de 6,30 BsF por dólar. Lamentablemente nuestra economía se ha dolarizado con base a un dólar que se cotiza a 100BsF (mercado paralelo) y en algunos casos a 50 BsF (SICAD) II. Es decir estamos hablando de un salario mínimo de 97,78 dólares (SICAD II) o de 48,89 dólares (paralelo) dependiendo de la tasa de cambio que aplicamos para la conversión BsF/$, cifra que dista mucho de los 776 dólares anunciada por los voceros del oficialismo. Vale acotar que el único país de la región que está por debajo de Venezuela en cuanto al monto del salario mínimo es Cuba, con 10 dólares. Además este incremento en el salario mínimo, sin aumentar el resto de los sueldos contribuye aún más a distorsionar la escala de sueldos en el país, en especial en la administración pública.
Sin embargo, este raquítico e intrascendente aumento del salario mínimo de los trabajadores contrasta con el 45% de aumento salarial del sector militar. Casta pestilente que no solo ha copado todos los espacios de la vida nacional (militarización de la sociedad) sino que además ha sido la gran privilegiada con las políticas crediticias, facilidades y acceso rápido para la compra de vehículos y viviendas otorgadas por el régimen.
Durante los últimos tres lustros se han producido 28 aumentos del salario mínimo lo cual evidencia un rotundo fracaso de las políticas económicas ya que uno tras otro han sido devorados por la inflación y la especulación y obviamente no han favorecido el mejoramiento socio económico de los trabajadores. Pero además han contribuido a la pauperización de aquellos trabajadores que devengan salarios por encima de lo estipulado por el salario mínimo al no verse beneficiados por tales medidas populistas.
Lejos de ser obrerista, como lo afirman los esquiroles con franela roja, esta bastarda revolución sigue conculcando los derechos laborales de los trabajadores al desconocer y cuestionar el funcionamiento de los sindicatos clasistas, al incrementar la tercerización laboral, al negarse a discutir las contrataciones colectivas e imponer ajustes salariales unilateralmente a espaldas de los trabajadores.
Solo los cínicos y fanatizados socialfascistas son los que han aplaudido y expresado apoyo a este miserable aumento del salario mínimo. Son los que mienten, deforman, calumnian, simulan, y reprimen de ser necesario en nombre del proceso. Es el espíritu fascista que Arthur Miller solía definir de manera lapidaria como: "El espíritu de todas las modalidades de bajeza posible".
La realidad se ha encargado de desnudar cada día más a esta impostura ideológica mal llamada socialismo bolivariano del siglo XXI, que no es más que un capitalismo de Estado explotador regido por una fétida bota militar.
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