Esta
entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia
magnífica, volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la
actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La locura, el
dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo tiempo, un repaso de su
trayectoria
¿Por qué
usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de vista
filosófico, en la estructura de las instituciones que en los mecanismos evolutivos?
-Lo que trato
de hacer -y siempre traté de hacer desde mi primer verdadero libro, Historia de
la locura en la época clásica- es poner en tela de juicio por medio de un
trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus
debilidades y sus límites. De todas maneras, mis libros no son proféticos y
tampoco un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos
bajo esa luz. La meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun
cuando a veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y
las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los
pensamientos cotidianos del hombre.
-La palabra
clave de todos sus libros parece ser "poder", ya se lo entienda en el
sentido de poder disciplinario, poder de la medicina mental o poder omnipotente
de la pulsión sexual?
-Está claro,
procuré definir las estrategias del poder en ciertos ámbitos. Por ejemplo,
Vigilar y castigar se inicia con un "teatro del terror", la puesta en
escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo
pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la
mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de
los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos.
Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se
reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días
el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador.
Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos
sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y
hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es
normalizado y transformado en un caso controlado por una IBM. En nuestra
sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera
habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.
- ¿Y qué
podemos hacer?
-El punto en
que nos encontramos está más allá de cualquier posibilidad de rectificación,
porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema
hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad.
Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de
los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce
hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de
convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias
humanas.
- No sólo
crítico, usted es, además, un rebelde.
-Pero no un
rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo
hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total
abstención. Durante mucho tiempo me parecieron intolerables los aires que se
daban algunos intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza
como las aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me
marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté clases
en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo lo contrario,
Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz mediterránea puede decirse sin
lugar a dudas que acentúa la percepción de los valores. En África del Norte se
toma a cada uno por lo que vale. Cada uno debe afirmarse por lo que dice y
hace, no por lo que ha hecho o por su renombre. Nadie pega un salto cuando se
dice "Sartre"?
-Ahora usted
es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?
-Sartre no
tiene sucesores, así como yo no tengo predecesores. Su intelectualismo es de un
tipo extremadamente inusual y particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no
es de ese tipo. No siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal
como lo definió Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus
propias acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que
no pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad intelectual de
R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene algo que decir y lo
vuelca en el papel con claridad, espíritu e imaginación. Habla en función de su
experiencia personal, pero no hace profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de
formular profecías, cuando éstas rara vez se cumplen? De la misma manera,
admiro a Chomsky. Tampoco él profetiza: actúa. Participó activamente en la
campaña norteamericana contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su
trabajo pero en el marco de su profesión de lingüista.
-Aparentemente,
usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.
-La vida
mental abarca todo. ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan
activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las
actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen, tal vez, otra
cosa que rascarse la cabeza.
-¿Sus
intereses siempre fueron filosóficos?
-Como mi
padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba especializarme en psiquiatría, por
lo cual trabajé tres años en el hospital Sainte-Anne de París. Tenía
veinticinco años, era muy entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con
una buena cabeza y un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue
entonces cuando conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de
veintidós años. Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían
que se hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes
crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias veces al
día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme simpático. Cuando
estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy inteligente y sensato, pero en
algunos otros momentos, sobre todo los más violentos, era preciso encerrarlo.
Lo trataban con medicamentos, pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente.
Un día me dijo que nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible
presentimiento provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba
angustia. La idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le
hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían morir; como
está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado mental se deterioró y
al final los médicos llegaron a la conclusión de que, si no se intervenía con
rapidez de la forma que fuera, se mataría. Así, con el consentimiento de su
familia, procedieron a hacer una lobotomía frontal a ese joven excepcional,
inteligente, pero incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que
haga, no consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la
muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería brindar la
posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea cual fuere nuestro
estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente es que aun el peor dolor
es preferible a una existencia vegetativa, porque la mente tiene realmente la
capacidad de crear y embellecer, incluso a partir de la más desastrosa de las
existencias. De las cenizas siempre surgirá un fénix?
-Lo veo
optimista.
-En teoría,
pero la teoría es la práctica de la vida. En el fondo de nosotros mismos
sabemos que todos los hombres deben morir. La meta inevitable hacia la cual nos
dirigimos desde el momento en que nacemos queda entonces demostrada. De todas
formas, la opinión común parece ser diferente: todos los hombres se sienten
inmortales. ¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas
bancarias y haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería
ser la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy
atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología,
acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En los
Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del cuerpo humano,
al que en una época ulterior debería volver a llevarse a la temperatura normal.
Cada año la preocupación por la inmortalidad aumenta, aunque una cantidad cada
vez más grande de personas mueran de un infarto a causa del tabaco y la
alimentación excesiva. Los faraones nunca encontraron la solución al problema
de la inmortalidad, ni siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas,
que esperaban llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes
resolvamos ese problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más
inmortales que una masa de ectoplasma congelado?
- ¿Y estamos
de nuevo hablando del poder?
-Alcanzar la
inmortalidad es la máxima aspiración del poder. El hombre sabe que es
destructible y corruptible. Se trata de taras que ni siquiera la mente más
lógica podría racionalizar. Por eso el hombre se vuelve hacia otras formas de
comportamiento que lo hacen sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza
sexual.
- Usted ha
hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .
-Algunos
hombres y algunas sociedades consideran que mediante la imposición de controles
a las manifestaciones sexuales y el acto sexual es posible imponer el orden en
general. Se me ocurren varios ejemplos. Hace poco, en China se propusieron
lanzar una campaña en las escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una
iniciativa que invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia
emprendió en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que
hace falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido. ¡Sospecho
que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En Rusia, la
homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en flagrante delito de
violación de la ley uno termina en la cárcel y en Siberia. De todas formas, en
Rusia hay probablemente tanta homosexualidad como en otros países, pero sigue
encerrada en el clóset.
Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la
homosexualidad se encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto
con otros hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de
ambos sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no ha
conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún más
excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y la
homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras sociedades
represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas de poder como
suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.
-¿Por qué
elegir el sexo como chivo expiatorio?
-¿Y por qué
no? El sexo existe y representa el noventa por ciento de las preocupaciones de
la gente durante gran parte de las horas de vigilia. Es el impulso más fuerte
que se conozca en el hombre; en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre,
la sed y el sueño. Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se
bebe con otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se
considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas
culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura que a los
demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las sociedades paganas, los
manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se fundan en la lógica o la
práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la serpiente perversa se convirtieron en
imágenes en blanco y negro de comprensión inmediata, que podían constituir un
punto de referencia aun para las mentes más simples. El bien y el mal tenían
una representación esencial. La significación de "pecado original"
pudo grabarse de manera indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever
que la imagen residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]
-¿A qué o a
quién atribuye usted la erosión de la influencia ejercida por la Iglesia y la
mayor comprensión hacia cualquier forma de práctica sexual?
-No podemos
subestimar la influencia de un señor que se llama Freud. Sus teorías no siempre
eran ciento por ciento correctas, pero en cada una de ellas había una parte de
verdad. Freud trasladó la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia
al relajante diván del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver
los conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión de
sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco minutos
de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio de una fuerza
más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El individuo debía ser su
propio dios, por lo cual la responsabilidad de la culpa recaía por entero sobre
sus hombros. ¡Y la responsabilidad siempre es lo más difícil de aceptar!
-¿No cree
usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil
para nuestro problema?
-Esa
tendencia existe, pero más preocupante es quizás el hecho de que el
psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una fuente de motivación. Freud
elaboró una teoría relativa a la precoz naturaleza sexual de los niños. Como es
obvio, los psiquiatras no esperaban que los niños se prestaran a verdaderos
actos sexuales; de todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de
chupar el pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su
propio cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos
sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los programas de
televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso los psicoanalistas
leían más de lo que realmente había. Así, esos niños quedan hoy encuadrados por
un mundo sexualmente orientado -creado por accidente para ellos y no por
ellos-, un mundo que, en esta fase del desarrollo, les ofrece bien pocas
ventajas.
-En su último
libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio
de sexo.
-Estaba
haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad en los
archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en las manos la
extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado civil debió
rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los casos de cambio de
sexo son corrientes en nuestra época, pero en general se trata de hombres que
se convierten en mujeres. Vienen a la mente de inmediato ejemplos como el de
Christine Jorgensen, que después fue actriz, o el de la célebre Jan Morris.
Como sea, la mayoría de las mujeres transformadas en hombres tenían, al
parecer, los órganos de los dos sexos y la transformación estaba determinada
por la preponderancia de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de
Alexina B. fue extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a
la masa de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente,
informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus grandes
líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia personalidad cuando
se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que esto sucedía en el siglo
XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de provincia, es interesante advertir que
ella no procuró reprimir sus sentimientos como desviaciones homosexuales y
dejar todo como estaba. De haber sido así, no habría nada que escribir sobre el
tema?
-Al parecer,
usted siente una fascinación intensa por la exposición cronológica y el
análisis de un acontecimiento real. También ha publicado Yo, Pierre Rivière,
habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?
-Medio siglo,
pero pocos kilómetros, separan a Pierre Rivière de Herculine Barbin. En cierto
sentido, ambos reaccionaban contra el medio y la clase social en los que habían
nacido. No considero que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un
matricidio y tres homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o
criminal. Es una manifestación de increíble violencia si se la compara con la
de Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre
aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la vida
cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como Herculine lo
era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro medio sofisticado y
mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre podría haber sido capturado
con mucha facilidad por los demás habitantes de la aldea, pero éstos tenían la
sensación de que no era un deber de la colectividad administrar justicia por su
propia cuenta. Estaban convencidos de que era el padre de Pierre quien debía
asumir el papel de vengador y rectificar la situación. Algunos críticos
consideraron mi libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría
existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la imagen de
la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine reflejaba el optimismo de
fines del siglo pasado, cuando el mundo era fluido y podía pasar cualquier
cosa, cualquier locura.
-Pero Pierre
Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de la
Historia de la locura en la época clásica ?
-La
psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se vio obligado a cometer su
horrible crimen. Pero ¿por qué debemos situarlo todo en el límite entre salud
mental y locura? ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas
totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de
cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa
o escrúpulo de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco,
hasta qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por Inglaterra
están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el grado de locura de
Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones basadas en tests, pero aun
el mejor de estos puede falsificarse. Yo me limito a sostener que todo debe
juzgarse desde su propia perspectiva y no en función de precedentes
eventualmente verificados. En la Historia de la locura traté, en sustancia, de
investigar la aparición del concepto moderno de enfermedad mental y de las
instituciones psiquiátricas en general. Me incliné a incorporar mis reflexiones
personales sobre la locura y sus relaciones con la literatura, sobre todo cuando
afectaba a grandes figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma
de locura originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es
posible que la composición química de un escritor estimule metabólicamente las
raíces de la locura? Éstas no son, por cierto, preguntas que puedan encontrar
respuesta mediante una simple presión sobre el teclado de una computadora IBM.
- ¿Cuál es su
posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?
-El objetivo
fundamental que se proponen es digno de admiración: producir hombres libres e
ilustrados. Pero justamente el hecho de que se hayan organizado con arreglo a
categorías sexuales -la liberación de la mujer, la liberación homosexual, la
liberación de la mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede
liberar efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la
subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento de
liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco, ¡no estoy
seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas veces, las filiales
locales de los movimientos homosexuales son en la práctica clubes privados. La
verdadera liberación significa conocerse a sí mismo y con frecuencia no puede
alcanzarse por intermedio de un grupo, sea cual fuere.
- Hasta ahora
la acción de masas parece haber sido eficaz.
- De todas
formas, el pensamiento individual puede mover montañas? y hasta doblar
cucharas. Y es el conocimiento el que estimula el pensamiento. Por eso, en
libros como Las palabras y las cosas y La arqueología del saber traté de
estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de comprensión y acceso
inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto, los hombres pueden conocer a
través de ejemplos de qué manera, en el transcurso de épocas pasadas, se
afrontó la vida y se resolvieron sus problemas. La vida misma es una forma de
autocrítica, dado que, aun en las más mínimas elecciones, es preciso efectuar
una selección en función de múltiples estímulos. En La arqueología del saber
intenté analizar el sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que
llegué a él. Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a
cabo sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que estudié a
lo largo de los años.
- A pesar de
sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo
contrarían.
-Miro mi
país, miro los demás países y llego a la conclusión de que carecemos de
imaginación sociológica y política, y ello en todos los aspectos. En el plano
social sentimos amargamente la falta de medios para contener y mantener el
interés no de intelectuales, sino del común de los mortales. El conjunto de la
literatura comercial masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión,
lejos de alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy
pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo podemos
pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la sociedad, si los
instrumentos que se le proponen son ineficaces?
- ¿Cuál sería
la solución?
-Debemos
empezar por reinventar el futuro, sumergiéndonos en un presente más creativo.
Dejemos de lado Disneylandia y pensemos en Marcuse.
-No ha dicho
nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su
infancia.
-Querido
amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!
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