Todo por Hacer (Madrid)
Vivimos en una sociedad que está condenada a desaparecer, la base sobre la que se sostiene llegará un momento en el que no dará más de sí. Vivimos en un mundo, el llamado desarrollado y occidental, en donde lo que cuenta es el beneficio, económico por supuesto, un modelo político que es fruto de un modelo económico muy concreto, el Capitalismo, sustentado sobre la base fundamental de la sacrosanta propiedad privada y la acumulación.
Nuestro modo de vida es fruto de los designios del mercado, y no al revés, es decir, no se produce en función de las necesidades, sino que se fuerza a consumir en función de la producción de bienes y servicios. Además de estas características, a priori globales allá donde predomina el modelo mercantil, debemos observar y averiguar cuáles son las razones por las que el Capitalismo ha conseguido ser hegemónico y salir reforzado de sus diversas crisis. Además de cuestiones de orden político, nuestra sociedad, su producción y su consumo, está sustentada sobre la base de la energía barata, es decir, sobre la relativa facilidad, tanto económica como técnica, de conseguir las materias primas necesarias para que la producción pueda mantenerse.
Entre las materias primas estrella se encuentra el omnipresente petróleo, el oro negro. Desde los alimentos que consumimos, que han sido previamente tratados con todo tipo de pesticidas a base de petróleo, a cualquier producto que podamos imaginar están impregnados del oro negro, puesto que cualquier relación comercial está relacionada con el transporte, y el transporte son carreteras, son coches, son aviones, son barcos, son gasolina, todo es petróleo. Y todo es petróleo porque ha sido una fuente energética relativamente abundante, flexible y barata. Y el petróleo, como tantas otras materias primas, es finito, se acaba, entonces ¿qué pasará cuando se acabe? Aunque realmente la pregunta es ¿que pasará cuando deje de ser rentable extraer petróleo? Ya que éste es el verdadero problema, y lo que se denomina “Pico del petróleo”, el punto en el que cuesta más dinero extraer petróleo con respecto al beneficio que se extraerá de él en el mercado.
Entonces, ¿estamos preparados/as para vivir en un mundo sin petróleo? Definitivamente no, pero más nos vale empezar a pensar en ello, puesto que el pico del petróleo es una realidad cercana y sus consecuencias, si no estamos preparados/as, pueden ser devastadoras. Por suerte, este es un problema conocido y, como tal, se llevan años ideando soluciones y alternativas. Desde la reflexión sobre esta problemática y sus consecuencias surgen las ideas decrecentistas y antidesarrollistas, como marcos de ideas y prácticas encaminados a un mundo alejado de la necesidad del petróleo en clave anticapitalista.
Desde este punto de partida, el fin del petróleo, ha surgido también el llamado “Movimiento en transición” a modo de marca que aglutina diversos grupos, colectivos, comunidades, pueblos o ciudades con el objetivo compartido de repensar un modo de vida sostenible en base al desafío del cambio climático y la era del fin del petróleo. Desde hace una década se han venido popularizando estas ideas y son muchas las propuestas de acción y creación que han salido desde este entorno.
Iniciativas en transición
Como hemos dejado entrever anteriormente, las iniciativas en transición son proyectos que, a distintas escalas y desde distintos ámbitos disciplinares, tratan de anteponerse a las consecuencias del cambio climático y la era del fin del petróleo.
Estas iniciativas pasan obligatoriamente por una serie de principios básicos que, aunque no son definidos como anticapitalistas, son conceptos opuestos a los hegemónicos crecidos en el Capitalismo industrial y financiero. Los principios de las iniciativas pasan por la reducción del consumo energético en todas las facetas de la vida, aumentar la autosuficiencia y autonomía de las comunidades, lo que pasa inevitablemente por la construcción de una comunidad activa y participativa políticamente en las labores cotidianas. Desde las distintas iniciativas involucradas en este concepto de transición se han realizado grandes aportaciones propositivas para darle más forma a esta etapa de transición. Cerca de donde nos encontramos existen proyectos muy interesantes en esta línea como pueden ser el Instituto de Transición Rompe el Círculo desde Móstoles, dedicado a la divulgación y teorización de vías hacia una transición postcapitalista, o la asociación Vespera de nada [www.vesperadenada.org] que, desde Galicia, lleva a cabo una enorme labor política de qué debemos hacer y cómo debemos hacerlo para llevar a cabo dicha transición. En una época en la cual las salidas desde la izquierda a la denominada crisis pasan por políticas expansivas (aumento de la producción, aumento del crédito, aumento del consumo, mayor circulación de capitales...), que, aunque puedan suponer una bocanada de oxígeno para la situación actual, son insuficientes para el medio-largo plazo, puesto que no cuestionan ni los límites energéticos ni los materiales, es interesante observar planteamientos alejados de estas demandas.
Véspera de nada ha trabajado mucho en este aspecto, creando una especie de programa marco hacia una transición post-petróleo con medidas tanto a corto como medio y largo plazo en distintos sectores estratégicos, con propuestas económicas, energéticas, alimentarias o de transporte. Proponen una reconversión industrial hacia una economía productiva de cara al consumo interno, promover el consumo de cercanía o penalizar la publicidad. En cuestión energética proponen pasar del modelo centralista basado en combustibles fósiles a un modelo descentralizado basado en energías renovables y de ahorro energético. En materia alimentaria proponen la producción local, el aprovechamiento de fincas urbanas para la creación de huertos urbanos, la sustitución de las especies botánicas no productivas en parques y jardines por otras especies productivas, la prohibición de los transgénicos o la creación de un banco de tierras urbanas potencialmente productivas en materia hortícola.
Como vemos, todas estas propuestas e ideas están orientadas hacia la relocalización de la economía y la producción en el territorio donde se consume, la municipalización de servicios básicos o la gestión cooperativa y comunitaria de las distintas instituciones y proyectos salidos de estos proyectos transitivos. Nos gustaría señalar y subrayar el carácter y la definición de transitivo/transición, pues su significado lo dice todo, son proyectos que preparan y sientan las bases para un cambio mayor. En nuestro caso, apreciamos cómo estos procesos están orientados en su mayor parte hacia modelos anticapitalistas, puesto que las bases del capitalismo en estos proyectos transitivos son ampliamente cuestionadas, desde la propiedad privada de los medios de producción (industria y tierras) hasta la forma política y de gestión, tendiendo estas iniciativas al apoyo, al cooperativismo y la gestión comunitaria de los recursos. La Revolución Social no es un hecho puntual, sino un camino que nos toca recorrer y construir, en este camino debemos ser capaces de proponer alternativas políticas a corto y medio plazo, pues el largo ya lo tenemos ideado. En este sentido las ideas de las iniciativas en transición son válidas y a tener en cuenta, puesto que son realidades y no imaginaciones ni elucubraciones ideológicas.
[Tomado del periódico Todo por Hacer # 47, diciembre 2014, Madrid. La edición es accesible en http://www.todoporhacer.org.]
Vivimos en una sociedad que está condenada a desaparecer, la base sobre la que se sostiene llegará un momento en el que no dará más de sí. Vivimos en un mundo, el llamado desarrollado y occidental, en donde lo que cuenta es el beneficio, económico por supuesto, un modelo político que es fruto de un modelo económico muy concreto, el Capitalismo, sustentado sobre la base fundamental de la sacrosanta propiedad privada y la acumulación.
Nuestro modo de vida es fruto de los designios del mercado, y no al revés, es decir, no se produce en función de las necesidades, sino que se fuerza a consumir en función de la producción de bienes y servicios. Además de estas características, a priori globales allá donde predomina el modelo mercantil, debemos observar y averiguar cuáles son las razones por las que el Capitalismo ha conseguido ser hegemónico y salir reforzado de sus diversas crisis. Además de cuestiones de orden político, nuestra sociedad, su producción y su consumo, está sustentada sobre la base de la energía barata, es decir, sobre la relativa facilidad, tanto económica como técnica, de conseguir las materias primas necesarias para que la producción pueda mantenerse.
Entre las materias primas estrella se encuentra el omnipresente petróleo, el oro negro. Desde los alimentos que consumimos, que han sido previamente tratados con todo tipo de pesticidas a base de petróleo, a cualquier producto que podamos imaginar están impregnados del oro negro, puesto que cualquier relación comercial está relacionada con el transporte, y el transporte son carreteras, son coches, son aviones, son barcos, son gasolina, todo es petróleo. Y todo es petróleo porque ha sido una fuente energética relativamente abundante, flexible y barata. Y el petróleo, como tantas otras materias primas, es finito, se acaba, entonces ¿qué pasará cuando se acabe? Aunque realmente la pregunta es ¿que pasará cuando deje de ser rentable extraer petróleo? Ya que éste es el verdadero problema, y lo que se denomina “Pico del petróleo”, el punto en el que cuesta más dinero extraer petróleo con respecto al beneficio que se extraerá de él en el mercado.
Entonces, ¿estamos preparados/as para vivir en un mundo sin petróleo? Definitivamente no, pero más nos vale empezar a pensar en ello, puesto que el pico del petróleo es una realidad cercana y sus consecuencias, si no estamos preparados/as, pueden ser devastadoras. Por suerte, este es un problema conocido y, como tal, se llevan años ideando soluciones y alternativas. Desde la reflexión sobre esta problemática y sus consecuencias surgen las ideas decrecentistas y antidesarrollistas, como marcos de ideas y prácticas encaminados a un mundo alejado de la necesidad del petróleo en clave anticapitalista.
Desde este punto de partida, el fin del petróleo, ha surgido también el llamado “Movimiento en transición” a modo de marca que aglutina diversos grupos, colectivos, comunidades, pueblos o ciudades con el objetivo compartido de repensar un modo de vida sostenible en base al desafío del cambio climático y la era del fin del petróleo. Desde hace una década se han venido popularizando estas ideas y son muchas las propuestas de acción y creación que han salido desde este entorno.
Iniciativas en transición
Como hemos dejado entrever anteriormente, las iniciativas en transición son proyectos que, a distintas escalas y desde distintos ámbitos disciplinares, tratan de anteponerse a las consecuencias del cambio climático y la era del fin del petróleo.
Estas iniciativas pasan obligatoriamente por una serie de principios básicos que, aunque no son definidos como anticapitalistas, son conceptos opuestos a los hegemónicos crecidos en el Capitalismo industrial y financiero. Los principios de las iniciativas pasan por la reducción del consumo energético en todas las facetas de la vida, aumentar la autosuficiencia y autonomía de las comunidades, lo que pasa inevitablemente por la construcción de una comunidad activa y participativa políticamente en las labores cotidianas. Desde las distintas iniciativas involucradas en este concepto de transición se han realizado grandes aportaciones propositivas para darle más forma a esta etapa de transición. Cerca de donde nos encontramos existen proyectos muy interesantes en esta línea como pueden ser el Instituto de Transición Rompe el Círculo desde Móstoles, dedicado a la divulgación y teorización de vías hacia una transición postcapitalista, o la asociación Vespera de nada [www.vesperadenada.org] que, desde Galicia, lleva a cabo una enorme labor política de qué debemos hacer y cómo debemos hacerlo para llevar a cabo dicha transición. En una época en la cual las salidas desde la izquierda a la denominada crisis pasan por políticas expansivas (aumento de la producción, aumento del crédito, aumento del consumo, mayor circulación de capitales...), que, aunque puedan suponer una bocanada de oxígeno para la situación actual, son insuficientes para el medio-largo plazo, puesto que no cuestionan ni los límites energéticos ni los materiales, es interesante observar planteamientos alejados de estas demandas.
Véspera de nada ha trabajado mucho en este aspecto, creando una especie de programa marco hacia una transición post-petróleo con medidas tanto a corto como medio y largo plazo en distintos sectores estratégicos, con propuestas económicas, energéticas, alimentarias o de transporte. Proponen una reconversión industrial hacia una economía productiva de cara al consumo interno, promover el consumo de cercanía o penalizar la publicidad. En cuestión energética proponen pasar del modelo centralista basado en combustibles fósiles a un modelo descentralizado basado en energías renovables y de ahorro energético. En materia alimentaria proponen la producción local, el aprovechamiento de fincas urbanas para la creación de huertos urbanos, la sustitución de las especies botánicas no productivas en parques y jardines por otras especies productivas, la prohibición de los transgénicos o la creación de un banco de tierras urbanas potencialmente productivas en materia hortícola.
Como vemos, todas estas propuestas e ideas están orientadas hacia la relocalización de la economía y la producción en el territorio donde se consume, la municipalización de servicios básicos o la gestión cooperativa y comunitaria de las distintas instituciones y proyectos salidos de estos proyectos transitivos. Nos gustaría señalar y subrayar el carácter y la definición de transitivo/transición, pues su significado lo dice todo, son proyectos que preparan y sientan las bases para un cambio mayor. En nuestro caso, apreciamos cómo estos procesos están orientados en su mayor parte hacia modelos anticapitalistas, puesto que las bases del capitalismo en estos proyectos transitivos son ampliamente cuestionadas, desde la propiedad privada de los medios de producción (industria y tierras) hasta la forma política y de gestión, tendiendo estas iniciativas al apoyo, al cooperativismo y la gestión comunitaria de los recursos. La Revolución Social no es un hecho puntual, sino un camino que nos toca recorrer y construir, en este camino debemos ser capaces de proponer alternativas políticas a corto y medio plazo, pues el largo ya lo tenemos ideado. En este sentido las ideas de las iniciativas en transición son válidas y a tener en cuenta, puesto que son realidades y no imaginaciones ni elucubraciones ideológicas.
[Tomado del periódico Todo por Hacer # 47, diciembre 2014, Madrid. La edición es accesible en http://www.todoporhacer.org.]
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