Ricardo Colmeiro
El pasado 23 de septiembre tuvo lugar en la sede la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York una Cumbre especial y extraordinaria, no vinculante, sobre el Cambio climático. En el habitual y vacuo lenguaje oficial usado en estos casos se trataba de “reunir voluntades políticas y movilizar la acción para generar las condiciones necesarias para alcanzar un resultado exitoso en las negociaciones” que darán su fruto este mismo mes de diciembre en Lima (Perú) y, sobre todo, el próximo año en París, donde se espera alcanzar un gran acuerdo internacional para frenar el cambio climático que entre en vigor en 2020.
¿Quién se reúne, para hablar de qué?
A esta Cumbre asistieron 120 Jefes de estado y de gobierno de todo el mundo, así como un elevado número de altos cargos políticos –con sus correspondientes asesores, de todo pelaje- de muy diferentes países, todos ellos expresamente invitados por Ban Ki-moon.
Si para todos los presentes resulta ya incuestionable que el Cambio Climático es de entera responsabilidad del modelo industrial y económico del régimen capitalista del que ellos mismos son los máximos garantes políticos (Jefes de Estado y gobierno), tampoco ninguno de ellos duda lo más mínimo en que todo su esfuerzo debe estar dirigido a que las decisiones que puedan adoptarse en ningún caso lleguen a poner en cuestión o a socavar los pilares de ese inhumano régimen.
Hay quien dice que menos ve el que no quiere ver que el ciego, que sí oye y siente. Pues hace falta una gran voluntad para no reconocer en los malandrines allí reunidos –los Ban Kimoon, los Obama, los Felipe VI …- a los mismos personajones que representan la raíz y causa del problema que no quieren ni pueden resolver sin suicidarse. Porque es su inexistencia lo que único que nos puede librar de las desgracias que ahora padecemos los humanos, llámense Explotación infantil, Guerras y Masacres, Miseria y Pobreza, Fronteras y Desigualdad, Devastación de la Naturaleza o Cambio Climático.
¿Cumbre o Corrillo? ¿Quizá ambas cosas?
Cumbre, porque allí estaban los encumbrados de cada uno de esos lugares que llamamos naciones o Estados. Corrillo, porque allí estaban concertados para la misma tarea: anunciar a bombo y platillo universal que ellos, ¡sí, ellos!, tienen la solución en su mano y están a un tris de alcanzarla, sino definitiva, al menos para ir tirando, antes del desastre definitivo.
Efectivamente, la Cumbre acabó sin acuerdos vinculantes, pero, como siempre ocurre, el comunicado oficial no reconoce fracaso alguno, pues no es de su interés que la comedia pare o la fe en el capitalismo y sus gestores se derrumbe, tan abruptamente con el cambio climático que se avecina. Al fin y al cabo, disimular el desastre resultará barato: unas cuentas promesas de financiación, frases pomposas sobre ‘futuros acuerdos’ (¡que esta vez si resultarán eficaces!), “una futura gran alianza por la humanidad y el planeta” y el compromiso de invertir (¿en qué? ¿quién? ¿A través de qué empresas y tinglados? ¿dónde? ¿a favor de qué o quién?..) apenas unos 200,000 millones de dólares en lo que resta de 2014 y 2015.
El glaciar que ha de helarnos, avanza mientras la Calavera de los Estados y el Capital habla y habla y habla …
Pero el bosque se muere, la mar se quema, el glaciar se deshiela … mientras ellos hablan y hablan. Durante todo un día la Gran Calavera habló y habló sin parar. Habló el secretario general de la ONU en la apertura de la ceremonia: “No se puede negociar con la Madre Naturaleza”, dijo. Y añadió: “El tiempo para responder al calentamiento de la Tierra se agota y no caben excusas: No puede haber un plan B, porque no tenemos un planeta B”. Habló el rey de las Españas, “hay razones para la esperanza … vamos en la buena dirección; ahora toca acelerar el paso”. Habló el presidente de EE UU: dictaré una orden ejecutiva por la que “el Gobierno USA tendrá que tener en cuenta los efectos del cambio climático en todos sus programas e inversiones para el desarrollo en otros países”. Habló pobres y emergentes para programas que reduzcan las emisiones …” … Fueron muchos los que se subieron a las cátedras de quita y pon. Todos dijeron lo mismo: ¡La amenaza es cierta, pero ya estamos en ello …!
Certezas
Pero que la amenaza es cierta ya lo viene afirmando la comunidad científica desde hace cincuenta años, por más que inicialmente se acusase a los más clarividentes de “enemigos de la economía, la industria y el progreso”.
Baste un ejemplo: El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, promovido por la ONU, ha publicado desde que se constituyó en 1988, cuatro informes, y ahora mismo está elaborando el quinto. En cada uno de ellos se considera “inequívoco” el calentamiento global … que las últimas tres décadas han sido más calurosas que cualquier otra anterior desde 1850, … que la responsabilidad humana (a través del modelo de producción industrial impuesto) es el factor dominante en dicho fenómeno, al igual que lo es sobre sus efectos en el medio ambiente … que se está precipitando el colapso de grandes glaciares del planeta, así como el retroceso de la banquisa ártica y el deshielo de enormes masas de hielo antártico … que, al menos desde 1979, las franjas tropicales continentales vienen ensanchándose sobre los dos hemisferios, Norte y Sur, empujando en ambas direcciones los grandes y tórridos desiertos -como el Sáhara, en el hemisferio norte- que actualmente las constriñen.
El pasado 23 de septiembre tuvo lugar en la sede la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York una Cumbre especial y extraordinaria, no vinculante, sobre el Cambio climático. En el habitual y vacuo lenguaje oficial usado en estos casos se trataba de “reunir voluntades políticas y movilizar la acción para generar las condiciones necesarias para alcanzar un resultado exitoso en las negociaciones” que darán su fruto este mismo mes de diciembre en Lima (Perú) y, sobre todo, el próximo año en París, donde se espera alcanzar un gran acuerdo internacional para frenar el cambio climático que entre en vigor en 2020.
¿Quién se reúne, para hablar de qué?
A esta Cumbre asistieron 120 Jefes de estado y de gobierno de todo el mundo, así como un elevado número de altos cargos políticos –con sus correspondientes asesores, de todo pelaje- de muy diferentes países, todos ellos expresamente invitados por Ban Ki-moon.
Si para todos los presentes resulta ya incuestionable que el Cambio Climático es de entera responsabilidad del modelo industrial y económico del régimen capitalista del que ellos mismos son los máximos garantes políticos (Jefes de Estado y gobierno), tampoco ninguno de ellos duda lo más mínimo en que todo su esfuerzo debe estar dirigido a que las decisiones que puedan adoptarse en ningún caso lleguen a poner en cuestión o a socavar los pilares de ese inhumano régimen.
Hay quien dice que menos ve el que no quiere ver que el ciego, que sí oye y siente. Pues hace falta una gran voluntad para no reconocer en los malandrines allí reunidos –los Ban Kimoon, los Obama, los Felipe VI …- a los mismos personajones que representan la raíz y causa del problema que no quieren ni pueden resolver sin suicidarse. Porque es su inexistencia lo que único que nos puede librar de las desgracias que ahora padecemos los humanos, llámense Explotación infantil, Guerras y Masacres, Miseria y Pobreza, Fronteras y Desigualdad, Devastación de la Naturaleza o Cambio Climático.
¿Cumbre o Corrillo? ¿Quizá ambas cosas?
Cumbre, porque allí estaban los encumbrados de cada uno de esos lugares que llamamos naciones o Estados. Corrillo, porque allí estaban concertados para la misma tarea: anunciar a bombo y platillo universal que ellos, ¡sí, ellos!, tienen la solución en su mano y están a un tris de alcanzarla, sino definitiva, al menos para ir tirando, antes del desastre definitivo.
Efectivamente, la Cumbre acabó sin acuerdos vinculantes, pero, como siempre ocurre, el comunicado oficial no reconoce fracaso alguno, pues no es de su interés que la comedia pare o la fe en el capitalismo y sus gestores se derrumbe, tan abruptamente con el cambio climático que se avecina. Al fin y al cabo, disimular el desastre resultará barato: unas cuentas promesas de financiación, frases pomposas sobre ‘futuros acuerdos’ (¡que esta vez si resultarán eficaces!), “una futura gran alianza por la humanidad y el planeta” y el compromiso de invertir (¿en qué? ¿quién? ¿A través de qué empresas y tinglados? ¿dónde? ¿a favor de qué o quién?..) apenas unos 200,000 millones de dólares en lo que resta de 2014 y 2015.
El glaciar que ha de helarnos, avanza mientras la Calavera de los Estados y el Capital habla y habla y habla …
Pero el bosque se muere, la mar se quema, el glaciar se deshiela … mientras ellos hablan y hablan. Durante todo un día la Gran Calavera habló y habló sin parar. Habló el secretario general de la ONU en la apertura de la ceremonia: “No se puede negociar con la Madre Naturaleza”, dijo. Y añadió: “El tiempo para responder al calentamiento de la Tierra se agota y no caben excusas: No puede haber un plan B, porque no tenemos un planeta B”. Habló el rey de las Españas, “hay razones para la esperanza … vamos en la buena dirección; ahora toca acelerar el paso”. Habló el presidente de EE UU: dictaré una orden ejecutiva por la que “el Gobierno USA tendrá que tener en cuenta los efectos del cambio climático en todos sus programas e inversiones para el desarrollo en otros países”. Habló pobres y emergentes para programas que reduzcan las emisiones …” … Fueron muchos los que se subieron a las cátedras de quita y pon. Todos dijeron lo mismo: ¡La amenaza es cierta, pero ya estamos en ello …!
Certezas
Pero que la amenaza es cierta ya lo viene afirmando la comunidad científica desde hace cincuenta años, por más que inicialmente se acusase a los más clarividentes de “enemigos de la economía, la industria y el progreso”.
Baste un ejemplo: El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, promovido por la ONU, ha publicado desde que se constituyó en 1988, cuatro informes, y ahora mismo está elaborando el quinto. En cada uno de ellos se considera “inequívoco” el calentamiento global … que las últimas tres décadas han sido más calurosas que cualquier otra anterior desde 1850, … que la responsabilidad humana (a través del modelo de producción industrial impuesto) es el factor dominante en dicho fenómeno, al igual que lo es sobre sus efectos en el medio ambiente … que se está precipitando el colapso de grandes glaciares del planeta, así como el retroceso de la banquisa ártica y el deshielo de enormes masas de hielo antártico … que, al menos desde 1979, las franjas tropicales continentales vienen ensanchándose sobre los dos hemisferios, Norte y Sur, empujando en ambas direcciones los grandes y tórridos desiertos -como el Sáhara, en el hemisferio norte- que actualmente las constriñen.
Como factor causal principal de estos perturbadores efectos y del cambio climático se señalan los millones de toneladas de gases de efecto invernadero y de dióxido de carbono (CO2) que se vienen liberando a la atmósfera con la combustión de combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón, básicamente.
Sansones, ciegos, derriban el templo sobre si mismos, sobre todos
En este contexto, no faltan alertas científicas que avisan de que el planeta tierra -¡nuestra casa! – y todos sus habitantes nos enfrentamos a un desastre ambiental sin precedentes, provocado por mano (in)humana (nos es imposible calificar de humanos el capitalismo, los estados o los intereses criminales de los poderosos.) Pues las emisiones, vertidos y extracciones están sobrepasando con creces la capacidad de la naturaleza de absorber las agresiones que sufre el delicado equilibrio de la biosfera. Esa finísima capa del planeta que sostiene la vida, cuyas dimensiones se reducen a unas pocas decenas de metros bajo tierra y otras tantas sobre el suelo, más la columna de agua oceánica. Los sustantivos que dan cuenta de esta realidad forman parte del lenguaje habitual en todos los rincones del planeta, sin excepción: deforestación, desertización, contaminación, toxicidad ambiental, pérdida de biodiversidad, desecación de humedales, deshielo, catástrofes inusuales, etc.
La festiva procesión pide al Zar mientras el Domingo de sangre se repite cada día
Dos días antes de la Cumbre sobre el Clima una amplia coalición realizó una multitudinaria Marcha de los Pueblos por el Clima, con el fin de presionar a la jerarquía política de todo el mundo para que adoptase medidas efectivas contra los responsables del cambio climático y evitar el fracaso de la anterior cumbre en Copenhague (2009), cuando Obama dinamitó en el último momento un acuerdo ya aceptado por la mayoría de las naciones, incluida la UE.
Organizada por cerca de 1600 organizaciones de todo tipo, la Marcha, en un ambiente festivo y colorido, reunió a cerca de 300.000 personas provenientes de los más variados ámbitos sociales en el lado oeste del Central Park, en Nueva York, el domingo 21 de septiembre. Al mismo tiempo, se habían previsto acciones de protesta en otros muchos lugares del mundo, como Londres, París, Berlín, Rio de Janeiro, Melbourne, Estambul o Bogotá, que se desarrollaron con más o menos participación.
La solución del problema no podrá venir de ahí
Quizá fue la autora Naomi Klein quien mejor llegase a expresar la contradicción de los actos en los que se participaba, cuando recalcó una frase de uno de sus libros: “El cambio climático lo cambia todo. Lo cambia todo porque si seguimos por el camino que estamos ahora, cambiará nuestro mundo físico a tal punto que será irreconocible. Aún es posible detener ese resultado catastrófico, pero eso implica cambiar todo nuestro sistema económico. La buena noticia es que, para mucha gente, ese sistema no está funcionando”.
¿Podrán, querrán, sabrán … cambiar el ‘sistema económico’ los jefes de estado y gobierno que se iban a reunir dos días después en la Cumbre del Clima? ¿Tiene algún sentido pedirles a ellos que protagonicen esa tarea ineludible?
[Publicado originalmente en La Campana # 21, Pontevedra, 7/10/2014; accesible en http://www.revistalacampana.info/pdf/la_campana_21_a4.pdf.]
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