Douglas Zabala
Al decir de los familiares de los caídos en Quinta Crespo, hasta en eso de disparar primero y averiguar después, esta revolución se comporta igual o peor a los días de la cuarta república. Como no comparto sus ejecutorias políticas y por las razones obvias del momento, no quisiera estar en el pellejo de los activistas y dirigentes de los Colectivos Revolucionarios, hoy vilipendiados, traicionados, perseguidos y utilizados al mejor estilo de los tontos útiles de este falso Socialismo del Siglo XXI, por el mismo gobierno que juraron salir a defender hasta la muerte.
El pensamientos de todos los que asistieron, en los días de "la salida", al encuentro de Miraflores con Nicolás, Diosdado Cabello, la primera combatiente Cilia Flores, y el Ministro de Relaciones de Interior, Miguel Rodríguez Torres, deben estar como el rugir de sus motos aquel sábado, cuando su camarada Odremán se codeaba con orgullo de militante en guerra contra la guarimba febril, con quienes -rodeados de los enigmas del misterioso asesinato de su otro camarada de Colectivo, el diputado Serra- hoy lo tildan de jefe de una banda de delincuentes y criminales.
Al decir de los familiares de los caídos en Quinta Crespo, hasta en eso de disparar primero y averiguar después, esta revolución se comporta igual o peor a los días de la cuarta república. Como no comparto sus ejecutorias políticas y por las razones obvias del momento, no quisiera estar en el pellejo de los activistas y dirigentes de los Colectivos Revolucionarios, hoy vilipendiados, traicionados, perseguidos y utilizados al mejor estilo de los tontos útiles de este falso Socialismo del Siglo XXI, por el mismo gobierno que juraron salir a defender hasta la muerte.
El pensamientos de todos los que asistieron, en los días de "la salida", al encuentro de Miraflores con Nicolás, Diosdado Cabello, la primera combatiente Cilia Flores, y el Ministro de Relaciones de Interior, Miguel Rodríguez Torres, deben estar como el rugir de sus motos aquel sábado, cuando su camarada Odremán se codeaba con orgullo de militante en guerra contra la guarimba febril, con quienes -rodeados de los enigmas del misterioso asesinato de su otro camarada de Colectivo, el diputado Serra- hoy lo tildan de jefe de una banda de delincuentes y criminales.
También en la memoria de la familia de Bassil Da Costa, así como en el resto de los familiares de las victimas de aquellos días violentos, debe estar presente la ansiada justicia, que por venir del sector oficialista, jamás se sabrá quienes fueron los responsables materiales de tantos crímenes. No en balde se ha tenido que recurrir a la jurisdicción internacional, una vez que aquí el gobierno escudándose en el discurso del golpismo y en el accionar de estas organizaciones, hoy tildadas por ellos de bandas armadas, se niegan a cualquier posibilidad de llegar a la verdad de los hechos.
Rodríguez Torres y el propio Maduro se hacen los locos y pretenden desconocer que los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional de acuerdo a lo que establece el Art 23 de nuestra Constitución. Ahora bien, el punto es que ayer fueron los 44 asesinados en las calles de una parte del país que protestaba, hoy son los cinco abatidos en un dudoso enfrentamiento, donde más trascurre el tiempo y más hablan los vecinos, testigos y familiares se va concluyendo que todo ha sido una cruel masacre.
Que los Colectivos, a todas luces armados, deben entregar sus armas y dejar en manos de las Fuerzas Armadas el orden de la República, no amerita la menor discusión ni titubeos, pero tildarlos de peligrosas bandas de criminales como lo ha hecho el Director General del CICCP, genera más preguntas que respuestas. No estamos en Cuba y aquí Internet con sus redes se masificó, para desgracia de aquellos que pretenden que su versión oficial se la trague la gente, como si la memoria grafica no se encargara de demostrar que el delincuente de hoy fue escudo duro de esta entredicha revolución.
Hasta cuando se van hacer los mudos, ciegos, sordos y no hablan de la muerte de nuestros camaradas, de forma desgarradora han gritado y con toda razón los activistas del Colectivo 5 de Marzo, reclamándole al gobierno por lo sucedido en el edificio Manfredi, y hasta cuando nuestros hermanos chavistas, tendrán que soportar a un gobierno que no sólo viola los más elementales derechos humanos, sino que en cada acción se hunde más en el fango de sus propias contradicciones, tal como parece ser con el asesinato de su camarada Odreman.
[Tomado de http://rupturaorg.blogspot.com/2014/10/el-camarada-odreman-por-douglas-zabala.html.]
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