M. Genofonte
En 1929 los anarquistas del altiplano boliviano elaboran y difunden por todo el campo boliviano el manifiesto "La Voz del Campesino", en el que se proponía una forma original de movilización social que reivindicaba las raíces indígenas y de los mestizos pobres frente a la opresión del Estado y del capitalismo caciquil del momento.
En 1929 los anarquistas del altiplano boliviano elaboran y difunden por todo el campo boliviano el manifiesto "La Voz del Campesino", en el que se proponía una forma original de movilización social que reivindicaba las raíces indígenas y de los mestizos pobres frente a la opresión del Estado y del capitalismo caciquil del momento.
Su autor principal era el mestizo Luís Cusicanqui. Un obrero mecánico, de amplia formación autodidacta, considerado como uno de los más activos e influyentes militantes anarquistas en el sindicalismo boliviano. De hecho, en 1927 formó parte de la dirección de la Federación Obrera Local (FOL) –la agrupación obrera más importante del momento en la capital de Bolivia, fundada por los anarquistas en oposición a la FOT, de tendencia marxista y autoritaria-, llegando a ser su Secretario General en 1940, cuando ya los libertarios habían sufrido los embates de la represión estatal, el reclutamiento forzado y las políticas corporativistas de cooptación y neutralización de los gobiernos de Toro y Busch en la posguerra del Chaco.
Cusicanqui había sido en 1923 uno de los siete fundadores de la agrupación anarquista “la Antorcha”, junto con, entre otros, Jacinto Centellas, Modesto Escobar y el español Nicolás Mantilla (Rusiñol) y, sobre todo, la enérgica luchadora Domitila Pareja, cuya temprana muerte a los veintiséis años de tuberculosis dejó un vacío en la militancia libertaria de Bolivia que nunca llegó a solucionarse del todo.
"La Voz del Campesino" tuvo una amplia distribución en el campo que por entonces vivían un intenso período de agitación, con frecuentes episodios de violencia insurgente y feroz represión militar y policial, cuando no asesinatos ejecutados directamente por los sicarios de los hacendados.
“Hace más de un siglo y una treintena de años –decía el Manifiesto- que venimos sufriendo la esclavitud más inicua que podía pesar en la hora republicana que nos ofreció la independencia, que nos costó la vida y la sangre india para librarnos del yugo español … Nos ultrajan los criollos de pantalón, chicote en mano, a mujer, hombre, niño y anciano cómo nos esclavisan. ¿Qué diremos de los doctores Abogados y demás Kellkeris? ¡Oh! Ésos son los más ladrones y forajidos que nos roban con la Ley en la mano y si decimos algo va la paliza y de yapa nos mandan a la Cárcel para unos diez años y mientras eso, arrojan a nuestra mujer e hijos y terminan con el incendio de nuestras casitas y nosotros somos blancos de las balas de los hombres tan dignamente ilustrados”. Y, finalmente, “Alerta hermanos indios de la raza americana que la sangre vertida sea el anuncio de la revolución votando esta vil sociedad mil veces maldecida”.
Nada más conocer las autoridades la difusión del manifiesto y que las colectividades campesinas se lo pasaban de mano en mano, la represión fue inminente. El 29 de julio es detenido Luis Cusicanqui, pero inmediatamente los anarquistas paceños promovieron una manifestación para lograr su libertad. Sin embargo, los manifestantes fueron brutalmente atacados por los agentes, robada la bandera de la agrupación “La Antorcha” y ordenado el cierre de todos los centros sociales y culturales anarquistas. Fue entonces cuando la FOL, cuyos locales se mantenían cercados por la policía, decretó la movilización general y, ante la impunidad gubernamental que no liberaba al preso, realizó un llamamiento a todas las organizaciones obreras, bolivianas e internacionales, para que se hiciesen eco del violento atropello que se estaba cometiendo:
“Por resolución de la asamblea de la FOL -decía el manifiesto- se pone en conocimiento que acabamos de ser víctimas de una cruel represión de parte de las autoridades y sería bueno que se haga una campaña intensa a favor de las víctimas de la persecución policial, Actualmente están prófugos de sus hogares los compañeros Miguel Rodríguez, Jacinto Centellas y Modesto Escobar … También está preso Luis Cusicanqui … La pretensión de las autoridades es desterrarlo fuera del país … Como se ve, compañeros, estamos sufriendo la más furiosa de las represiones y por esto pedimos se haga eco la prensa obrera del mundo de la cruel represión gubernamental en este país”.
Finalmente, los presos lograron ser liberados, por más que confinados en distintos lugares del país. Luis Cusicanqui y su compañera Ricarda Dalence, tras evitar el exilio forzado a que pretendían condenarlos, fueron confinados a Comi, provincia Murillo de La Paz, donde hubieron de permanecer hasta mediados del año siguiente.
[Publicado originalmente en La Campana # 20, Pontevedra, 23/9/2014; accesible en http://www.revistalacampana.info/pdf/la_campana_20_a4.pdf.]
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